15 may 2014

Pequeñas Princesas: Tragedias, Segunda lágrima Parte 7/15

"—Nunca hubiese pensado que esto podría cambiar nuestras vidas tan drásticamente. Un día somos personas que no se dan cuenta de sus problemas ni el de otras personas, y al otro somos personas completamente diferentes que saben sobre sus problemas y buscan solucionarlos..."

Al llegar a su casa saludó a su madre y se dirigió a su habitación, de inmediato tomó a su muñeca y comenzó a hablar con ella. Le explicó una vez mas lo ocurrido en el día, cuando llegó a la parte en que su amiga la enfrentó ella se quedó callada.
—Mi vida entera acaba de ser refutada, mis recuerdos, emociones, pensamientos y creencias fueron completamente tiradas a la basura. Son inútiles y no sirven de mucho —Le dijo Vanessa a la muñeca mientras le cepillaba el cabello —¿”Errores”? Sí, es una forma de ponerlo, pero de igual forma son inútiles, no me servirán de nada de ahora en adelante. ¿Qué?... Tienes razón en decirme eso, de los errores uno aprende, pero, ¿qué hay con el hecho de que toda mi vida está errada y es invalida?... “Vela como si fuese un simple error” ¿En serio?, ¿sugieres que aprenda de ella y vea si puedo compensar lo ocurrido? Está bien, te haré caso ya que siempre sabes qué hacer y qué decir, como siempre.
Vanessa colocó a la muñeca a un lado de su computadora, viendo hacia su cama, y luego de haberla dejado allí se arrojó en la cama, viendo a la muñeca desde ella.
—En dos días mi vida fue enfrentada y refutada. Es sorprendente, y me deja atónita el hecho de que quienes fueron la razón de eso fueron mis amigos y no la terapeuta, de quien esperaba que hiciese desde que la conocí. No digo que sea malo para que no me comiences a regañar, bueno, de hecho lo es, en parte, ya que muestra mi ignorancia y mi falta de interés en mi misma al no darme cuenta de mis problemas... Ya sé que a todos les pasan cosas así, ¿pero una vida llena de errores? Eso es algo que no se ve todos los días... ¿Debería de hablar con esto con el terapeuta?... —Vanessa esperó una respuesta, y cuando la recibió se levantó de la cama y miró a la muñeca —¿Segura de eso? Sería un completo extraño... ¿Me contradigo? Tal vez, pero una cosa es hablar con un extraño de peleas con mi padre y otra hablar con él sobre como descubrí que toda mi vida había estado equivocada... Tienes razón, debo de intentarlo, pero no quiero que mi padre sepa de mis problemas, no en este momento claro, no quiero molestarlo aún más, y por su puesto no quiero que toda mi familia me vea como una loca estúpida e ignorante... Preguntaré si el mismo terapeuta da terapias individuales, y si lo hace, tomaré citas con él —Vanessa se arrojó de vuelta a la cama y suspiró —Aún sigo sin creerlo, tantos errores, tantas malas decisiones y hasta ahora me doy cuenta de ello... Tengo tanta suerte de tener amigos que me quieran lo suficiente como para mostrarme todo, si no fuese así, creo que seguiría por el mismo camino.
—Vanessa, ¿interrumpo algo? —Dijo su madre quien comenzó a tocar la puerta de la habitación.
—No, pasa —Contestó Vanessa quien se sentaba en el borde de la cama.
—¿Con quién hablabas?
—Con Erika —Vanessa le mostró su celular, reafirmando su respuesta.
—Me gustaría hablar contigo, es sobre lo que pasará hoy —Le dijo ella con un tono serio, le pidió permiso a Vanessa para sentarse en la cama y ella se lo permitió. Mientras se sentaba Vanessa hablaba.
—Si es sobre los recientes cambios, sí, le diré eso al terapeuta, es algo importante que no se nos puede escapar.
—No solo iba a pedirte que le hablaras sobre eso, también te iba decir que le hablaras sobre lo de Erika. Probablemente no estén relacionadas de ninguna forma, pero existe la posibilidad de que así sea, así que te pido, que por el bien de esta familia y el de ella, le digas lo que ha ocurrido estos últimos días.
—Lo haré —Contestó Vanessa quien miraba a la muñeca sentada en el escritorio —Por cierto, me gustaría tener citas individuales con el terapeuta.
—Oh, ¿Por qué esa repentina decisión?
—Hay cosas que he reflexionado estos días, y es muy probable que sean la causa de mi reciente cambio. Me gustaría hablar con el terapeuta, saber su opinión sobre la situación, y conocer su veredicto.
—Es bueno que quieras buscar ayuda con otras personas, ¿pero has pensado en hablar con nosotros?
—Bueno, no, pero lo he hecho con Vanessa y Erika, mi profesor de matemáticas y otra de mis compañeras... de hecho, debo de revelarte que fueron ellos quienes me hicieron reflexionar.
—Oh, ¿puedo preguntar cómo?
—Sí, eh, es difícil de explicarlo pero, ellos me hicieron ver los grandes errores que había cometido a lo largo de mi vida, uno de ellos el no haber acudido a nadie durante el primer año de la preparatoria.
—No me parece bien que hubieses hablado con otras personas en lugar de nosotros, tu propia familia, pero al menos hablaste con alguien y no te quedaste callada.
—Ellos me conocen más que ustedes, lo digo sin ofender, pero he hablado mucho con ellos, tal vez más de lo que he hablado con ustedes en toda mi vida. Sí, confío en ustedes, pero no tanto como lo hago con mis amigos, quienes han estado a mi lado en las buenas y en las malas, y además, conozco mejor que a ustedes.
—Entiendo eso, y me hace sentir mal que así sea, pero como dije antes, hablaste con alguien en lugar de quedarte callada, y eso fue una gran decisión. Si no quieres hablar con nosotros, no hay problema, no importa, está bien, lo que importa es que no te quedes callada. Si quieres hablar con el terapeuta de esto, hazlo, no hay razón para no hacerlo; si quieres seguir hablando con tus amigos, hazlo, si en algún momento quieres hablar con nosotros, estaremos esperando atentamente.
—Gracias mamá. Realmente me duele el no poder hablar con ustedes y tener que recurrir a mis amigos, pero, lo has dicho, mejor hablar que quedarse callado —Su madre se levantó de la cama, sonrió a Vanessa y caminó a la puerta de la habitación, luego miró de vuelta a Vanessa.
—Vete preparando, en un par de horas tu padre los llevará a la cita.
—Sí, gracias de nuevo mamá —Le dijo Vanessa antes de que saliera de la habitación y cerrara la puerta detrás de ella.
Vanessa se levantó de su cama luego de que su madre saliese de la habitación, sacó ropa de su armario y se cambió del uniforme a su ropa diaria, arrojando el uniforme con el resto de su ropa. Pasó las horas haciendo su tarea, esperando a que su padre llegara. Pasaron las horas, y como su madre dijo, su padre terminó por llegar, cuando lo hizo, Vanessa tomó una pequeña mochila, dentro había una libreta, una pluma y una botella de agua, sabía perfectamente que las necesitaría durante la tarde. Salió de su habitación y se dirigió al primer piso de la casa, allí vio a su padre y a su madre, y en el comedor, a sus dos hermanos.
—Estoy lista —Dijo Vanessa cuando los vio.
—Perfecto, entonces nos vamos. Niños, volveremos en un par de horas, no hagan maldades, ¿entendido? —Dijo su madre mientras miraba a sus dos hermanos.
—Sí mamá —Contestaron ambos al
mismo tiempo.
La madre y el padre de Vanessa salieron de la casa, y detrás de ellos ella. Subieron al auto y en cuanto estuvieron todos dentro comenzaron su recorrido al consultorio, en donde se encontrarían con el terapeuta. Al principio nadie hablaba y el único ruido que había era el del motor del auto y el de las calles ajetreadas. Vanessa miraba al exterior del auto, tenía una mirada perdida en su rostro, una mirada que ambos padres le vieron. Ella pensaba en lo que le diría al terapeuta, como se lo diría, si le daría detalles sobre los diferentes encuentros... Pero no solo pensaba en eso, no, también pensaba en la situación con su padre, seguía sin tener una idea específica que de causó el problema entre ellos y qué fue lo que lo resolvió. Su mente estaba inundada de dudas, confundida al punto en que comenzaba a perder ideas. Poco a poco su atención comenzó a regresar al mundo, y lo primero que vio fueron unas enormes nubes de tormenta cubriendo el cielo. Los sonidos del exterior lentamente comenzaron a volverse audibles para Vanessa. Cuando había regresado completamente a la realidad se encontró con su madre y su padre mirándola, que luego de verle una expresión confusa y perdida se preocuparon por ella.
—¿En qué tanto pensabas? —Preguntó su madre.
—Sobre lo que pasará hoy —Contestó ella.
—¿Pensamientos buenos o malos?
—En realidad, eran pensamientos confusos y dispersos, había cosas buenas y malas, algunas neutrales, aunque la mayoría eran reflexiones.
—Sobre lo que ha ocurrido, ¿verdad?
—Sí.
—Entonces no he sido el único, estoy agradecido de ello —Dijo su padre. Vanessa de inmediato lo miró.
—¿A qué te refieres? —Preguntó Vanessa. La fluidez con que lo hizo la impresionó, por unos segundos estuvo confusa, pero luego una pequeña sonrisa apareció en su rostro. Su padre también estaba confundido, pero a la vez emocionado de que su hija le volviese a hablar.
—He pasado estos dos últimos días pensando en lo mismo que tú, en qué es lo que pasará en el futuro, en mis problemas, en mis decisiones pasadas... Básicamente reflexioné sobre toda mi vida, y me di cuenta de muchos errores, muchas cosas que pude haber hecho y nunca hice —Contestó él mientras miraba a Vanessa por el retrovisor. Ambas, tanto ella como su madre estaban impresionadas por la respuesta del padre, él había hecho exactamente lo mismo que Vanessa, y eso les llamó mucho la atención.
—¿En serio? No puede ser. Al final de cuentas no somos tan diferentes, somos muy parecidos. Lo que dijiste que hiciste... fue lo mismo que yo hice estos días, pero no lo hice sola, lo hice con ayuda de mis amigos.
—Lo acabas de decir y lo repito, al final no somos tan diferentes.
—¿Hiciste lo mismo?
—Sí, con mi mejor amiga, tu madre, y mis otros amigos, quienes no dejaron de apoyarme en esta situación.
—Situaciones similares con personas similares... Cuantas cosas en común y nunca nos dimos cuenta de esto —El padre de Vanessa comenzó a reírse luego de que Vanessa dijese eso.
—Hablar realmente ayuda mucho —Dijo él mientras se reía, no parecía una risa nerviosa, no, era una alegre.
—¿Qué es lo que te pasa? —Le preguntó la madre al verlo riéndose tan peculiarmente.
—¿No lo ves? ¡Toda mi vida tuve miedo de hablar, y resulta que el hacerlo me a hecho bien, más bien que lo que hubiese pensado!
—No eres el único, pero lo hice muy tarde y no pude evitar muchas cosas en mi pasado.
—También yo, pero en mi caso, lo hice demasiado tarde, muchos años tarde para ser exacto.
—Nunca es tarde para hacer algo, y mucho menos si se trata de un cambio tan grande como el que ambos hicieron. Saben, existe la posibilidad de que ambos hubiesen influenciado al otro a cambiar. Todo comenzando con la última pelea —Les dijo la madre mientras miraba a ambos. Entre los dos se compartieron miradas curiosas, y cuando ambas chocaron ambos sonrieron.
—No lleguemos a conclusiones tan sencillas, aún tenemos que descubrir que fue lo que comenzó todo, y de una vez, compartir los problemas que nos acecharon por años —Dijo Vanessa. Nadie dijo nada, lo que le dio por entendido a Vanessa que habían escuchado sus palabras y harían lo que había dicho.
El resto del trayecto continuaron en completo silencio, a veces la madre de Vanessa tosía; el padre hacía ruidos con los pies mientras pisaban los pedales, y Vanessa jugaba con el broche de metal que tenía su mochila. No pasó mucho tiempo antes de que Vanessa lograra ver a la distancia el imperdible anuncio del centro médico a donde iban a ir, y luego de verlo debajo de este un enorme edificio se alzaba. Por afuera parecía ser un hospital cualquiera, y de una forma lo era, tenían doctores, enfermeros, consultorios, pero no solo estaba hecho para atender a personas enfermas físicamente, si no que también para atender personas con problemas mentales y emocionales. El auto en donde iban entró al estacionamiento, los alrededores estaban adornados con árboles y flores, y conforme se adentraban en el estacionamiento se encontraban con más más de estas. Se estacionaron lo más cerca posible del edificio, cuando lo hicieron, bajaron del auto. Vanessa miró con curiosidad los alrededores, no había nada que no hubiese visto en su camino a donde se encontraba, por excepción de un pequeño camino de concreto que cruzaba por entre los árboles y los campos de flores. Esperó a que sus padres bajaran del auto para poder dirigirse al pequeño camino que llegaba hasta el estacionamiento, y cuando lo hicieron no esperó ni un minuto y comenzó a caminar hacia el camino, sus dos padres la siguieron por detrás. En segundos cruzo por el camino de concreto y terminó parada frente a unas enormes escaleras. Sus padres llegaron por detrás y miraron por unos minutos las enormes escaleras. Vanessa fue la primera en comenzar a subir los escalones, y seguida de ella sus padres. Lentamente comenzaron hacer su camino por los escalones, y no tardaron mucho en llegar a la cima de estos. Vanessa fue la primera en llegar, cuando lo hizo se quedó parada admirando el frente del edificio. Sobre las puertas, en letras grandes estaba escrito el nombre del edificio, todas apretadas en el pequeño espacio que había. Los padres de Vanessa lograron subir los varios escalones que incorporaban las escaleras, y cuando llegaron hasta arriba hicieron lo mismo que Vanessa. Admiraron el frente del edificio por unos cuantos segundos más antes de que alguien saliese por las puertas y los distrajera. Los tres se miraron, y sin decirse nada comenzaron a caminar los tres juntos hacia el edificio.
El padre de Vanessa fue el primero en llegar a las puertas, las empujó y dejó pasar a Vanessa y a su madre al interior, el cruzó después de ellas. Lo primero que sintieron al entrar fue el olor inconfundible de un hospital: el olor a medicinas y a otras cosas médicas. Los tres caminaron de nuevo juntos, pasaron a un lado de varias personas que estaban sentadas en sillas, le era extraño a Vanessa considerando que siempre había creído que una sala de espera de un psicólogo había sillones y sofás, y frente a ellos varias mesas llenas de revistas, pero este no era el caso, solo eran sillas de plástico puestas a lo largo de la entrada cubriendo ambos lados del pequeño camino que iba hasta la recepción, no parecían cómodas y mucho menos había pequeñas mesas con revistas. Recordó que no solo era un consultorio de un psicólogo, si no que también era un consultorio médico. Los tres llegaron a la recepción, había un escritorio con una pequeña ventanilla frente a este, y detrás de él había una mujer quien tenía frente a ella varios papeles. Mientras ambos padres le entregaban algunos papeles a la mujer, Vanessa fue a sentarse en las sillas. Pasó a un lado de una mujer, quien la miró y cuando sus miradas chocaron ella de inmediato miró hacia otra dirección. Vanessa se sintió incómoda siendo observada por la mujer, le pareció bastante extraño, y a la vez le molestó ese hecho. Ella parecía ser una paciente de algún terapeuta, ¿cómo sabía eso? Era el hecho de que, del lado izquierdo, había personas sentadas que tosían, estornudaban, se ponían gel desinfectante en las manos, trataban de ocultar heridas en su cuerpo; y del lado izquierdo, había personas nerviosas, con manías, y algunas cuantas que se veían normales, y ese era el lado en donde ella se encontraba. Estaba bien definido quienes eran los que iban a consulta médica y quienes a terapia, pero si no fuese por el hecho de que ambos grupos estaban separados por un camino, algunos podrían confundirse con otros. Vanessa se sentó, pero segundos después sus padres le hicieron señas llamando su atención. Ella se levantó y caminó hacia ellos, cuando estuvo a su lado los tres se dirigieron a un pasillo. Lo primero que notaron fue que había muchas puertas en el pasillo, era lógico saber que esas eran las puertas a los consultorios. Mientras caminaba, la madre de Vanessa miraba continuamente un papel en sus manos, y de inmediato miraba a las puertas, estaba buscando algo. Los tres continuaron caminando, y de un momento a otro se detuvieron mirando a una de las puertas. Vanessa supo de inmediato que detrás de esa puerta se encontraría su terapeuta. Se acercó y miró la pequeña placa metálica frente a la puerta: “Dra. Rosa Aurora...” Decía la placa. La puerta se abrió hacia dentro, haciendo que Vanessa se hiciese para atrás asustada. Un par de niños salieron corriendo, seguidos de una mujer, poco después, luego de que los tres desaparecieron de la vista de Vanessa y sus padres, una segunda mujer se asomó por un lado de la puerta, y al verlos parado frente a la puerta salió de prisa y se paró frente a ellos.
—Hola —Dijo la mujer.
—Hola —Contestaron los otros tres al mismo tiempo. La mujer sonrió a la peculiar forma de los tres.
—Ustedes deben de ser... —Mientras la mujer habla, Vanessa trataba de mirar al interior de la habitación, pero el hecho de que la mujer estaba parada casi enfrente de ella y además era más alta, no pudo ver mucho además de unas ventanas al otro lado de la habitación. Ella regresó su atención a la mujer cuando esta pronunció su nombre —Mucho gusto en conocerlos. Soy la Doctora Rosa aurora, pero pueden llamarme “Rosa”, “Aurora" o “Rosita”, como gusten
—¿Cómo es que te llaman comúnmente? —Preguntó Vanessa.
—Rosita —Contestó la mujer.
—Entonces no te llamaré así. Serás Rosa... si no te molesta —Le dijo Vanessa.
—Claro que no, por cierto, gracias por preguntar sobre mis preferencias, eso habla muy bien de ti.
—Eso es lo que ahora piensa, cuando terminemos esta reunión sabrá que no somos lo que parecemos —Le advirtió Vanessa.
—Lo sé, tampoco es burla pero, por alguna razón están aquí en este momento, ¿no?
—De hecho, la razón por la que estamos aquí ya no existe, bueno, solo su recuerdo, algo pasó que nos llevó a resolver ese problema.
—Me gustaría que me hablasen más de eso, por favor, pasen.
Rosa se movió a un lado y dejó a los otros tres pasar al consultorio. Vanessa fue la última de los tres en entrar, y cuando lo hizo pudo ver con más detalle el interior del consultorio: A un lado de la ventana había un escritorio con una computadora, carpetas llenas de papeles y frente a este una silla de escritorio; En la esquina contraria de donde se encontraba el escritorio, había un pequeño sillón reclinable y frente a este una pequeña mesa con una caja de pañuelos; al otro lado de la habitación había un enorme sofá y aun lado un pequeño florero. Los muros estaban pintados con pintura color durazno y había algunas líneas blancas cruzando por la mitad de estos, había un dulce olor a anís en el interior de la habitación. Era muy diferente al resto del edificio, allí se podía sentir calma, y uno fácilmente podría relajarse al momento de entrar en la habitación.
—Tomen asiento —Dijo Rosa mientras cerraba la puerta del consultorio y se sentaba en la silla frente al escritorio. Los otros tres se sentaron en el sofá y vieron como Rosa giraba su silla para verlos con más detalle —Así que... Díganme con detalle qué fue lo que los trajo aquí.
—Bueno, durante años hubo una serie de conflictos y riñas entre ellos dos, siempre ocurría cuando alguno le hablaba al otro, y eso lentamente fue destruyendo nuestra relación, pero no solo entre ellos dos, también la mía y la de mis otros dos hijos —Contestó la madre de Vanessa con un rostro de preocupación mientras le relataba los detalles a Rosa.
—¿Otros dos hijos? Son una familia de cinco, ¿no?. Podría decirles que es común que las familias numerosas son las que más rápido se rompen y sufren de problemas en sus relaciones, pero en su caso, al parecer se concentra entre Vanessa y su padre. ¿Ese ese el problema que dijeron que se había resuelto? —Preguntó ella.
—Sí —Contestó Vanessa —La noche anterior algo increíble pasó. Luego de haber pasado la tarde con mis amigas, cuando regresé a la casa, me encontré con ellos cenando, me invitaron a cenar con ellos, pero estaba cansada y me quería ir, de pronto él hizo una broma, a lo que yo respondí, y extrañamente, no respondí como siempre, gritándole... no, esta vez fue diferente, fue una respuesta amable y calmada, algo que no había ocurrido antes.
—¿Es eso cierto? —Le preguntó Rosa al padre de Vanessa.
—Sí, no me gustaría decir que así es, pero es la verdad. No sé que me pasó que me hizo hablar, de hecho, una noche anterior habíamos hecho un trato su madre y yo para que yo no le volviese a hablar —Contestó él con tristeza.
—¿En serio?, pero es su hija. ¿Estaba dispuesto a dejar de hablarle?
—Sí, me dolió mucho el siquiera pensarlo, pero si esa era la solución para nuestros problemas entonces debía de hacerlo —Le añadió él.
—Aquí es donde probablemente decidan odiarme. Eso que ibas a hacer no sería la solución, únicamente estarías escondiéndote de tus problemas, estarías huyendo de la realidad... Bueno, con esto que ambos me han dicho, hay algunas cosas que debemos de hablar, como el hecho de que de pronto ambos decidieron hablarse entre ustedes; que llegaron al punto en que incluso pensaron en dejarle de hablar; y principalmente, el porqué su relación se deterioró tanto como para llegar a este punto. Claro, podremos hacer todo esto, podremos llegar al origen de todo, solo si ustedes lo quieren —Les sentenció Rosa, quien miró a los tres esperando su respuesta.
—Espere, ¿con tan solo unos minutos puede darse cuenta que tenemos un problema tan grande?, ¿qué le hace pensar que no podemos resolver este asunto por nosotros? —Le preguntó Vanessa.
—Primero, porque buscaron ayuda aquí; segundo, porque acordaron dejar de hablarte con tal de evitar tener más problemas; tercero, porque con lo que me dijeron supe de inmediato que algo afectó a ambos y los llevó a, de ser agresivos unos con otros, a tener una perfecta relación padre e hija. Por eso sé que ustedes tienen un problema muy grande en sus manos, un problema que solos no podrán resolverlo.
—Sabe, sin saberlo, mi hija y yo hicimos algo similar el día de la cena: Hablamos con nuestros amigos de nuestros problemas diarios, de cosas que nos aquejaban, y con ayuda de mi esposa llegamos a la conclusión de que algo de lo que hablamos con ellos fue lo que nos llevó a hablarnos esa misma noche. Podemos solucionar nuestros problemas sin su ayuda, tampoco lo tome a mal, no es una ofensa —Contestó el padre de Vanessa.
—No lo tomo a mal, y como dije antes, sabía que el momento en que me comenzaran a odiar estaba cerca. Regresando al tema, eso, exactamente eso que me acabas de decir acaba de abrir la caja de sus problemas, acaban de mostrarme su “Caja de Pandora”, y me han permitido ver que no solo tienen tres problemas con qué lidiar, si no que tienen una infinidad de estos. Sí, los amigos son una gran ayuda, y lo han demostrado, sólo vean lo que lograron hacer con ustedes. Pero no siempre pueden ser la mejor ayuda, sí, pueden sostenerse sobre ellos, pero en algún momento necesitarán algo más que un soporte, y si me lo permite, yo podré ser su soporte —Les explicó Rosa en respuesta a su comentario.
—Disculpa pero, ¿esta no es una terapia familiar? —Preguntó Vanessa extrañada por el comentario de Rosa.
—Lo es si ustedes quieren, pero podemos dividir la sesión en cuatro: una para cada uno de ustedes y la última para los tres juntos —Le explicó ella.
—De hecho, sé que al decir esto pareceré tener un problema, pero no es así, no tengo ningún problema del que yo sepa, y para serle sincera, quiero verlos a ellos felices, por lo que me gustaría quedar excluida de las sesiones individuales con tal de que pueda resolver sus problemas más rápido —Dijo la madre de Vanessa.
—No la voy a obligar, pero tampoco voy a permitir que se retire sin más. La felicidad de ellos también es la suya, si solo ellos han arreglado sus problemas y usted aún no, entonces no podrán ser felices y menos usted. Para que las relaciones se arreglen, todos deben de participar en esto.
—Lo haré, pero solo en el tiempo de la terapia familia. Cuando haya terminado con ellos dos, le prometo que seré toda su suya.
—Preferiría que tomara terapia al mismo tiempo que ellos, pero ya lo he dicho, no la voy a obligar a hacer algo que no quiere. Por otro lado, ustedes, ¿qué desean hacer?, ¿quieren mi ayuda o quieren tratar de hacerlo por ustedes mismos?
—Lo dijo antes, no podemos hacerlo por nosotros mismos. Sigo reacio a hacerlo, pero si es por nuestro bien, entonces es lo que debemos de hacer —Dijo el padre de Vanessa. Los tres la miraron a ella, esperando una respuesta.
—Yo fui quien acepté hacer esto, yo fui quien se dio cuenta de que había algo ocurriendo, y lo hice a pesar de que mis amigos me ayudaron a reflexionar y a pensar sobre diferentes cosas; sabía que no iba a ser suficiente. Mi respuesta debería de serle clara, pero no solo a ustedes, si no que también para mí: Necesito ayuda y estoy dispuesta a recibirla.
—Me parece increíble por ambas partes.
—Una pregunta antes de continuar, ¿siempre preguntas estas cosas con cada nuevo paciente?
—Puedes ponerlo de esa manera, pero normalmente trato de conocer más a mis pacientes antes de preguntarles sobre sus problemas, pero esta vez hubo algo que me pareció importante en ustedes tres, algo que me pareció debía de ser explorado cuanto antes, y bueno, tuve razón, así era.
—Entonces, ¿lo que sigue será conocernos más a fondo? —Preguntó la madre de Vanessa.
—Así es. Sabemos cuales son algunos de los problemas, pero antes de poder ir tras ellos, debo de conocerlos un poco mejor para saber la mejor forma de resolverlos. ¿Cómo vamos a hacer esto? Esa es la pregunta que debemos de hacernos en este momento. Por motivos de privacidad, pueden decidir si hablar conmigo estando frente a los otros, o, pueden hablar conmigo estando a un lado de ellos. Pueden haber cosas muy personales de las que quieran hablar, cosas privadas, o cosas que no quieren que el resto sepa, como sus emociones o sentimientos hacia alguien, pensamientos... cualquier cosa que no deseen compartir.
—A mi me gustaría primero hablar contigo, y ya después con ellos a mi lado —Le dijo Vanessa, quien miró apenada hacia el suelo.
—A mí también me gustaría así, no se ofendan, pero hay cosas que es mejor que no sepan en este momento, no las quiero preocupar —Dijo el padre de Vanessa.
—Yo, a diferencia de ellos estoy dispuesta a que me conozca frente a ellos. No tengo nada que ocultar y nada que me parezca inapropiado de decirles.
—Entiendo sus decisiones, no hay problema alguno en ellas. Está bien, comenzaremos contigo. Cuando hayas terminado comenzaremos con él, y al final, con Vanessa. Lamentablemente, por sus decisiones tendremos que separar la sesión desde ahora, no esperaba hacerlo hasta varias sesiones después pero no importa, podemos hacerlo —Dijo Rosa. Ella arrastró su silla y la puso frente a la madre de Vanessa, y sin que pasaran minutos de haber terminado la conversación con los otros comenzó a preguntarle cosas sobre su vida a ella. Ella respondía tan pronto como escuchaba las respuestas.
Los demás simplemente se quedaron callados, escuchando las preguntas de Rosa y las respuestas que la madre de Vanessa daba. Rosa preguntaba sobre la niñez, sobre su vida como niña y sus años de estudio, ella hacía respuestas sencillas y poco elaboradas, manteniendo sus respuestas como las que una persona normalmente daría al habar sobre su pasado. Ambos miraban a las otras dos mientras hablaban, les parecía muy extraño las respuesta que daba: “A veces me molestaban en la secundaria, pero a pesar de eso siempre mantuve mi compostura”, “Salía a jugar a la calle con mis vecinos, a veces me juntaba con mis amigas, y en la escuela siempre pasaba el descanso con mis amigos”... Eran respuestas que les parecían extrañas considerando que ellos mismos y algunas de las personas más cercanas a ellos pasaron por lo mismo. Conocer lo simple que la vida de ella fue los dejó sorprendidos y sin palabras, era algo destacable para ellos, ya que no habría forma de que supiera como se sentían y mucho menos podría tener una idea de todo lo que pasaron, ninguno de los dos sabía lo que el otro pensaba, no en ese momento. Las preguntas seguían saliendo de la boca de Rosa y la madre de Vanessa continuaba contestando, así siguió la sesión por casi media hora, y no se detuvo hasta que Rosa hizo la última pregunta.
—¿Estás feliz con tu familia, estás feliz como eres ahora, estás conforme con lo que lograste en tu vida?
—Sí, sí y sí. Tuve tres hijos, dos de ellos gemelos y una hermosa hija, los tres, los mejores hijos del mundo. Me casé con un maravilloso hombre, tengo una casa y un trabajo que aprecio y que me permite continuar con mi vida. La perfección no existe, claro que tengo cosas que no me gustan de mí, como el hecho de que mi cabello se cae o que a mi edad aún me salen granos, pero no puedo pedir más, estoy saludable y tengo una grandiosa familia, es lo único que necesito.
—Me parece perfecto. Tu vida fue simple y sencilla, pero no tan sencilla como para ser aburrida y querer cambiar algo. Lograste muchas cosas y cumpliste muchas, por no decir todas las cosas que te planteaste, y eso es excelente. Tus traumas son mínimos, y se refleja en tu vida diaria como ama de casa y trabajadora. Claro, digo todo esto en base a lo que me contaste de tu vida —Le finalizó Rosa, quien tomó una libreta del escritorio y comenzó a escribir las cosas que había aprendido de la madre de Vanessa —Bueno, tú sigues. Tendrán que salir ambas mientras hablo con él, probablemente no haya suficiente tiempo como para hablar contigo Vanessa, perdón, así que tendrás que esperar a la siguiente sesión.
—No hay problema... —Le contestó Vanessa. Se levantó seguida de su madre y caminaron a la puerta, Vanessa se dio la vuelta y miró a su padre —Estaremos afuera, esperándote —Las dos salieron, siendo Vanessa la última. Antes de que la puerta se cerrara detrás de ellas, Vanessa miró a su padre con una sonrisa.
—En un rato las veo —Dijo él poco antes de que cerraran la puerta.
Ambas se sentaron en las sillas a un lado de la puerta al consultorio. Peculiarmente, esas sillas eran mejores que las que había en la sala de espera en la entrada del edificio. Ambas se quedaron sentadas allí, esperando a que el padre de Vanessa saliese. El tiempo que Rosa tardó en hablar con la madre de Vanessa fue de casi una hora, y por lo visto la charla con su padre duraría más tiempo de lo normal. Ambas buscaron cosas que pudieran hacer mientras esperaban: Vanessa tomó su celular y comenzó a jugar con él, y su madre sacó un pequeño libro de su bolso y comenzó a leer. El tiempo fue pasando lentamente, no podía escucharse la conversación entre Rosa y la madre, únicamente se podía escuchar el constante movimiento de las hojas del libro de la madre de Vanessa mientras cambiaba de páginas, algunos estornudos viniendo del final del pasillo, y de vez en cuando algún niño llorando. A veces Vanessa miraba por la ventana que se encontraba al final del pasillo en la dirección contraria a la sala de espera, se podía ver un jardín frente a esta, con flores, arbustos e incluso se podía ver un camino hecho de piedras que cruzaba no muy cerca de la ventana. Al mirar al cielo se podían ver unas enormes nubes de tormenta que lentamente hacían su camino en la dirección del centro médico.
Vieron a varias personas salir de algunos de los consultorios, y las observaron con miradas juzgadoras, no era que ellos fueran diferentes, también estaban yendo allí por que necesitaban ayuda, así que no había razón obvia para ellas como para que las estuvieran juzgando. A pesar de eso, no se sentían tan incómodas, no como cuando estaban pasando frente a todos cuando llegaron al edificio. Poco a poco la temperatura en el interior del edificio comenzó a descender conforme las nubes cubrían el cielo, y con tan solo unos cuantos minutos de que el cielo estuviese completamente cubierto comenzó a llover, haciendo un fuerte ruido mientras la lluvia golpeaba las ventanas. Ambas miraron con mucha atención como la lluvia golpeaba la enorme ventana y escurría por un lado de ella. Vanessa guardó su celular, se levantó y se acercó a mirar al jardín por la ventana; su madre, al ver como Vanessa decidió levantarse e ir a mirar por la ventana, decidió acompañarla, metió un separador con una imagen de un gatito en la página del libro en donde se quedó, lo guardó en su bolso y caminó hacia Vanessa.
—Es hermoso, ¿no lo crees? —Dijo su madre mientras se paraba a un lado de ella y miraba al jardín que era bañado en agua de lluvia.
—¿Qué?
—La lluvia, es hermosa la forma en que cae en el jardín. Solo observa como las plantas se mueven conforme las gotas de lluvia caen en sus hojas y las hacen danzar.
—No sabía que tenías esa clase de pensamientos.
—Ninguno sabía que teníamos esta clase de pensamientos, ni si quiera nosotros mismos.
—¿Te diste cuenta por haber venido aquí?
—No, no realmente. Hace menos de un día hablé de una forma similar, y lo curioso es que, la situación que me llevó a hacerlo fueron las peleas entre tú y tu padre. Esta situación nos ha llevado a vivir tantas cosas.
—Y que lo digas. Nunca hubiese pensado que esto podría cambiar nuestras vidas tan drásticamente. Un día somos personas que no se dan cuenta de sus problemas ni el de otras personas, y al otro somos personas completamente diferentes que saben sobre sus problemas y buscan solucionarlos.

Las dos continuaron mirando por la ventana hasta que era demasiado oscuro como para poder ver al exterior, cuando ocurrió eso ambas caminaron de regreso a las sillas a un lado de la puerta al consultorio de Rosa. Había pasado ya casi una hora, y justo a tiempo, cuando la sesión de dos horas llegó a su fin, la puerta del consultorio se abrió, el padre de Vanessa salió y detrás de él Rosa.
—La sesión de hoy terminó. Debo admitir que fue la sesión más interesante que he tenido, de hecho, ha sido la mejor sesión que he tenido con un paciente durante mis doce años de terapeuta.
—¿Por qué lo dice?
—Bueno, cooperaron con la sesión, dijeron cosas muy importantes, y algo muy bueno, no solo para mí, fue que se habían dado cuenta de sus problemas y sabían muy bien qué era lo que afectaba sus vidas. Con otros pacientes puede tomar muchas sesiones encontrar un problema, y casi siempre ese solo es el problema superficial, siempre hay más problemas detrás de este que lo ocasionaron, ustedes enfrentaron el primer problema y ahora ya están buscando el origen de todo, todo sin mi ayuda, sabiendo esto, será muy fácil encontrar qué fue lo que provocó todo esto.
—Primera vez que me siento especial —Dijo la madre de Vanessa.
—Hablaremos de eso el viernes. Pero por ahora, todos somos diferentes, por lo tanto, somos especiales, tengan los tres eso en cuenta —Le dijo Rosa.
—Claro, gracias. Pues te vemos en nuestra siguiente cita, nos vemos —Dijo la madre de Vanessa. Los tres se despidieron de Rosa, se dieron la vuelta y comenzaron a caminar en dirección a la recepción. Unas cuantas personas pasaron a un lado de ellos mientras caminaban, algunas de ellas desaparecieron en el interior de otros consultorios, algunas cuantas simplemente siguieron caminando en dirección contraria a ellos. Llegaron a la entrada, se podía ver desde el frente de la recepción como aún llovía. Los padres de Vanessa hablaron de nuevo con la chica en la recepción, Vanessa caminó y se dirigió a las puertas y miró por las ventanas. Los faroles que había a un lado de las escaleras iluminaban lo suficiente como para poder como el agua de lluvia se había acumulado por todo el suelo y corría por las escaleras. Vanessa había dejado de prestar atención a sus alrededores, ignoró por completo el hecho de que una niña caminó a su lado e hizo lo mismo que ella, no se dio cuenta de las varias personas que compraban bebidas de una máquina expendedora cerca de ella, y tampoco se dio cuenta de cuando sus padres llegaron por atrás.
—Listo, podemos irnos —Dijo su padre. Vanessa se dio vuelta completamente sorprendida por no haberse dado cuenta de que ellos se le habían acercado sin que se diese cuenta. Su madre se dio cuenta de esto.
—Te gusta mucho la lluvia, ¿verdad? —Preguntó ella.
—Sí, me relaja. Tampoco es que sea como Sofía que le gusta tanto que se queda horas mirando, pero me libera un poco el verla, el escucharla y el olerla, me hace sentir como si el mundo estuviese en mis manos.
—Te entiendo, el olor a chocolate me hace sentir bien —Dijo su padre.
—¿Qué? Tú sí tienes extraños fetiches papá —Le dijo Vanessa burlándose de su revelación.
—¡Hey...! —Las dos se rieron mientras él trataba de buscar algo con que responder al comentario de Vanessa, y al no saber qué decirle la abrazó. —No puedo creer lo mucho que nos perdimos.
—Tampoco yo —Le dijo Vanessa con una voz cortada, se podía sentir un tono de tristeza en su voz pero a la vez se podía ver una sonrisa en el rostro de Vanessa, no era una sonrisa maléfica, no, era una sonrisa de placer, de alegría y de regocijo. Ella estaba feliz por el hecho de que, por primera vez en años, podía abrazar a su padre.



Siguiente parte

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja un comentario con tu opinión acerca de lo que leíste ;)