—Muchas gracias por haberme salvado... "
Agarrados
de la mano bajaron por las escaleras, salieron de la casa y se
dirigieron al jardín trasero.
—Saltaré la valla y quiero que tú lo hagas después de que yo lo haya hecho, ¿entendido? —Le dijo Vanessa mientras caminaba a la valla de madera.
—¿Me harás una broma estando del otro lado?, porque si es así no estoy del humor para tonterías así —Dijo él mientras miraba con preocupación a Vanessa.
—No, no es nada de eso... mira, si no sientes confianza de hacerlo, ve tu primero, yo iré después —Le explicó ella. Él dio unos pasos y se acercó a la valla, de inmediato logró sentir un aroma dulce y agradable.
—¿Qué es ese olor? —Preguntó él.
—Salta la valla y lo sabrás —Le sentenció Vanessa.
—Saltaré la valla y quiero que tú lo hagas después de que yo lo haya hecho, ¿entendido? —Le dijo Vanessa mientras caminaba a la valla de madera.
—¿Me harás una broma estando del otro lado?, porque si es así no estoy del humor para tonterías así —Dijo él mientras miraba con preocupación a Vanessa.
—No, no es nada de eso... mira, si no sientes confianza de hacerlo, ve tu primero, yo iré después —Le explicó ella. Él dio unos pasos y se acercó a la valla, de inmediato logró sentir un aroma dulce y agradable.
—¿Qué es ese olor? —Preguntó él.
—Salta la valla y lo sabrás —Le sentenció Vanessa.
Por
unos instantes él pensó en hacerlo, pero el olor dulce que inundaba
el aire le extrañaba mucho y poco a poco fue llenándolo de
curiosidad por saber qué lo provocaba. Sin pensarlo más, colocó
sus brazos sobre la valla, se dio impulso con ellos y saltó al otro
lado de la valla. Vanessa lo siguió por detrás, haciendo lo mismo
que él. Cuando estuvo del otro lado se encontró con un hermano
completamente diferente, tenía una expresión de fascinación,
estaba sorprendido y completamente impresionado con lo que podía
ver.
—Y bien, ¿Hay algo que quieras decirme? —Le preguntó Vanessa a él mientras le tocaba el hombro.
—No sé qué decir... —Dijo él mientras se acercaba a los pequeños arbustos floreados.
—Sabes, aquí fue a donde traje a Ernesto el martes, el mismo día que tú y nuestra madre se pelearon por el asunto de la preparatoria... esa ha sido la primera vez que he traído a alguien al jardín además de Erika y de Sofía.
—Este lugar, ¿desde hace cuanto ha estado aquí?
—Desde hace un par de meses, y desde que se volvió un lugar placentero, relajante y calmante, he venido aquí cada vez que alguien en la casa decide pelearse —Le explicó Vanessa —Todo esto que vez aquí fue hecho gracias a Sofía. Ella no solo es una de mis mejores amigas, sino que construyó un refugio para mis problemas, un lugar a donde puedo huir si lo necesito. Te muestro esto para que veas que sí tengo sentimientos, para que veas que sí sufro por lo que está pasando en casa ahora mismo, y además, te lo muestro para que sepas que también puedes venir aquí si lo necesitas —Le dijo Vanessa. Ella caminó y se paró frente a él —A pesar de que haya dicho que no hay nada que hacer para evitar que esta familia se destruya, me siguen importando todos ustedes, tanto como mis amigas o mi propia vida —Unas cuantas lágrimas comenzaron a brotar de los ojos del niño, todo mientras Vanessa se hincaba frente a él para poder mirarlo con más detalle —Este será, tanto mi refugio como el tuyo, podrás venir aquí a llorar, a liberarte, a dejar que tus emociones fluyan sin tener miedo, de hecho, es posible que me encuentres aquí muchas veces, ¿y sabes lo que me gustaría? Que ambos pudiéramos compartir nuestros sentimientos, aunque fuese por unos cuantos minutos, pero sería mucho para mí, ya sabes, por los viejos tiempos en que tú, tu otro hermano y yo pasábamos las tardes jugando —Más y más lágrimas siguieron cayendo al suelo, todas de él quien incluso había agachado la cabeza para evitar que ella lo viese llorar —No es necesario que ocultes tu rostro, no hay nada de qué avergonzarse, ¿lo ves? También yo estoy llorando —Él alzó la mirada y se encontró con un montón de lágrimas corriendo por las mejillas de Vanessa. Él sonrió y luego la abrazó.
—¡Gracias, gracias por estar a mi lado en este momento! —Gritó él mientras la abrazaba. El llanto comenzó a volverse más fuerte, pero no solo era el de él, si no que también era el de Vanessa, que lloraba cada vez más conforme él también lo hacía, compartiendo emociones y sentimientos.
—Y bien, ¿Hay algo que quieras decirme? —Le preguntó Vanessa a él mientras le tocaba el hombro.
—No sé qué decir... —Dijo él mientras se acercaba a los pequeños arbustos floreados.
—Sabes, aquí fue a donde traje a Ernesto el martes, el mismo día que tú y nuestra madre se pelearon por el asunto de la preparatoria... esa ha sido la primera vez que he traído a alguien al jardín además de Erika y de Sofía.
—Este lugar, ¿desde hace cuanto ha estado aquí?
—Desde hace un par de meses, y desde que se volvió un lugar placentero, relajante y calmante, he venido aquí cada vez que alguien en la casa decide pelearse —Le explicó Vanessa —Todo esto que vez aquí fue hecho gracias a Sofía. Ella no solo es una de mis mejores amigas, sino que construyó un refugio para mis problemas, un lugar a donde puedo huir si lo necesito. Te muestro esto para que veas que sí tengo sentimientos, para que veas que sí sufro por lo que está pasando en casa ahora mismo, y además, te lo muestro para que sepas que también puedes venir aquí si lo necesitas —Le dijo Vanessa. Ella caminó y se paró frente a él —A pesar de que haya dicho que no hay nada que hacer para evitar que esta familia se destruya, me siguen importando todos ustedes, tanto como mis amigas o mi propia vida —Unas cuantas lágrimas comenzaron a brotar de los ojos del niño, todo mientras Vanessa se hincaba frente a él para poder mirarlo con más detalle —Este será, tanto mi refugio como el tuyo, podrás venir aquí a llorar, a liberarte, a dejar que tus emociones fluyan sin tener miedo, de hecho, es posible que me encuentres aquí muchas veces, ¿y sabes lo que me gustaría? Que ambos pudiéramos compartir nuestros sentimientos, aunque fuese por unos cuantos minutos, pero sería mucho para mí, ya sabes, por los viejos tiempos en que tú, tu otro hermano y yo pasábamos las tardes jugando —Más y más lágrimas siguieron cayendo al suelo, todas de él quien incluso había agachado la cabeza para evitar que ella lo viese llorar —No es necesario que ocultes tu rostro, no hay nada de qué avergonzarse, ¿lo ves? También yo estoy llorando —Él alzó la mirada y se encontró con un montón de lágrimas corriendo por las mejillas de Vanessa. Él sonrió y luego la abrazó.
—¡Gracias, gracias por estar a mi lado en este momento! —Gritó él mientras la abrazaba. El llanto comenzó a volverse más fuerte, pero no solo era el de él, si no que también era el de Vanessa, que lloraba cada vez más conforme él también lo hacía, compartiendo emociones y sentimientos.
Por varios minutos estuvieron allí, abrazándose y
llorando sobre el otro, esto terminó cuando el llanto de él
lentamente comenzó a cesar hasta que al final terminó, ambos
rompieron el abrazo, y mientras se secaban las lágrimas del rostro
se miraron.
—Este lugar será tu refugio, aquí vendrás siempre que te sientas triste o cuando quieras liberar algo. Aquí estarás a salvo y nadie se burlará ni te criticará.
—No lo haremos, lo prometemos —Dijo Erika mientras salía por la puerta de la casa. Él se asustó al verla —Tranquilo, no he venido a juzgarte, de hecho, vine a abrazarte, a hacerte saber que aquí es un lugar en donde las emociones lo son todo. ¿Recuerdas lo que le pasó a mi madre, a Laura?... vengo a veces aquí a llorar por ella, a lamentar su muerte y a recordar los días que pasé con ella. Este lugar no es solo sagrado para tu hermana, también lo es para mí y para Sofía. Aquí es donde nos refugiamos, donde dejamos que nuestras emociones salgan, y lo mejor de todo es que, aquí nadie nos dirá nada sobre ello, no podrán obligarnos a sentir otra cosa que no queramos, podremos llorar sin tener a alguien a nuestro lado que nos esté juzgando... aquí podemos tener una vida —La mirada de él había pasado de una desconcertada a una de entendimiento, aún se veían como las pequeñas lágrimas se formaban en sus ojos, y cuando Erika terminó de hablar algunas cuantas más corrieron por su rostro.
—Llora cuanto quieras, que para eso estamos aquí —Le dijo Vanessa. Alguien llegó por detrás de el y le dio un abrazo por la espalda, por unos instantes tuvo miedo, pero al ver que ni Vanessa ni Erika estaban consternadas se tranquilizó un poco. Dejó que el calor de esa persona lo cubriera, sentía como si su madre estuviese abrazándolo de nuevo, algo que no había pasado en años. Lleno de curiosidad miró hacia arriba buscando el rostro de quien lo estaba abrazando, solo para encontrarse con Sofía quien era quien lo abrazaba. Miró hacia enfrente y se encontró con Vanessa, quien lo miraba con una sonrisa en su rostro, y a su lado se encontraba Erika, quien hacía lo mismo que Vanessa.
—¡Abrazo grupal! —Gritó Erika. Tanto ella como Vanessa se abalanzaron contra él y lo cubrieron. No se había sentido así desde hace ya mucho tiempo, era tanta la emoción, la tristeza, la melancolía por la que pasaba que no pudo contenerse más y simplemente se volvió a romper en llanto. Las tres princesas lo soltaron cuando lograron escucharlo llorar, se miraron asustadas, pero al ver una sonrisa en su rostro lo entendieron todo. Lentamente, una por una fueron rodeándolo de vuelta, primero fue Erika, seguida de Sofía, y al final, Vanessa, quien al abrazarlo colocó su mano sobre su cabeza y comenzó a acariciarla. El llanto ya no era tan desgarrador como lo había sido previamente, ahora era un llanto tranquilo y calmado, todo gracias a lo que ellas estaban haciendo, pasaron los segundos, los minutos, pasó media hora desde que lo habían vuelto a abrazar, y fue en ese momento en qué él decidió hablar de nuevo.
—Gracias a las tres por esto —Dijo él. Lentamente comenzaron a romper el abrazo, dejando a Vanessa como la última en hacerlo, dos de las tres princesas se pararon y miraron a Vanessa y a su hermano aún abrazándose en el suelo —Ya me siento mucho mejor, puedes soltarme —Le dijo él a ella.
—No quiero —Contestó Vanessa. Había hablado con un tono cortado, que de inmediato los tres notaron.
—¿Vanessa...? —Dijo Erika mientras se le acercaba y le tocaba el hombro.
—¡No quiero dejarte! —Gritó Vanessa —No quiero que nuestra familia se separe, no los quiero perder, no quiero que terminemos así, no quiero que todos estos recuerdos felices terminen con uno tan amargo y doloroso... no quiero que esto ocurra, no quiero terminar con nada... ¡Quiero regresar a como éranos hace un mes! —Vanessa había comenzado a llorar, soltó a su hermano y colocó sus manos sobre su rostro, y a pesar de que sus manos cubrían sus ojos, las lágrimas caían por entre sus dedos, yendo a parar directamente al suelo. El llanto de Vanessa era doloroso, tanto como para ella como para los demás, con tan solo oírlo uno sabría que era provocado por dolor, por miedo y por una tristeza inmensa que sentía. Su hermano no sabía que hacer, simplemente miraba a las otras dos princesas quienes tampoco pacerían tener una idea de qué hacer; tenían marcadas expresiones de preocupación, parecía que se le querían lanzar y abrazarla así como hicieron con él, pero no podían, no querían, no sabían que pasaría si lo hacían. Él miró unas cuantas veces más a las otras dos princesas, y sin pensarlo más, sin esperar a seguir viendo y escuchando llorar a su hermana, se arrastró hasta ella y la abrazó.
—Haré lo posible porque eso no pase, haré lo posible para que nuestra familia vuela a ser la de antes, y cumpliré así tu deseo —Le dijo él a ella. Vanessa dejó caer sus brazos, alzó el rostro y lo miró con una expresión de ilusión —Lo haré, solo por ti, hermanita —Ella alzó sus brazos y rodeó a su hermano, y le regresó el caluroso abrazo que él le había dado.
—Este lugar será tu refugio, aquí vendrás siempre que te sientas triste o cuando quieras liberar algo. Aquí estarás a salvo y nadie se burlará ni te criticará.
—No lo haremos, lo prometemos —Dijo Erika mientras salía por la puerta de la casa. Él se asustó al verla —Tranquilo, no he venido a juzgarte, de hecho, vine a abrazarte, a hacerte saber que aquí es un lugar en donde las emociones lo son todo. ¿Recuerdas lo que le pasó a mi madre, a Laura?... vengo a veces aquí a llorar por ella, a lamentar su muerte y a recordar los días que pasé con ella. Este lugar no es solo sagrado para tu hermana, también lo es para mí y para Sofía. Aquí es donde nos refugiamos, donde dejamos que nuestras emociones salgan, y lo mejor de todo es que, aquí nadie nos dirá nada sobre ello, no podrán obligarnos a sentir otra cosa que no queramos, podremos llorar sin tener a alguien a nuestro lado que nos esté juzgando... aquí podemos tener una vida —La mirada de él había pasado de una desconcertada a una de entendimiento, aún se veían como las pequeñas lágrimas se formaban en sus ojos, y cuando Erika terminó de hablar algunas cuantas más corrieron por su rostro.
—Llora cuanto quieras, que para eso estamos aquí —Le dijo Vanessa. Alguien llegó por detrás de el y le dio un abrazo por la espalda, por unos instantes tuvo miedo, pero al ver que ni Vanessa ni Erika estaban consternadas se tranquilizó un poco. Dejó que el calor de esa persona lo cubriera, sentía como si su madre estuviese abrazándolo de nuevo, algo que no había pasado en años. Lleno de curiosidad miró hacia arriba buscando el rostro de quien lo estaba abrazando, solo para encontrarse con Sofía quien era quien lo abrazaba. Miró hacia enfrente y se encontró con Vanessa, quien lo miraba con una sonrisa en su rostro, y a su lado se encontraba Erika, quien hacía lo mismo que Vanessa.
—¡Abrazo grupal! —Gritó Erika. Tanto ella como Vanessa se abalanzaron contra él y lo cubrieron. No se había sentido así desde hace ya mucho tiempo, era tanta la emoción, la tristeza, la melancolía por la que pasaba que no pudo contenerse más y simplemente se volvió a romper en llanto. Las tres princesas lo soltaron cuando lograron escucharlo llorar, se miraron asustadas, pero al ver una sonrisa en su rostro lo entendieron todo. Lentamente, una por una fueron rodeándolo de vuelta, primero fue Erika, seguida de Sofía, y al final, Vanessa, quien al abrazarlo colocó su mano sobre su cabeza y comenzó a acariciarla. El llanto ya no era tan desgarrador como lo había sido previamente, ahora era un llanto tranquilo y calmado, todo gracias a lo que ellas estaban haciendo, pasaron los segundos, los minutos, pasó media hora desde que lo habían vuelto a abrazar, y fue en ese momento en qué él decidió hablar de nuevo.
—Gracias a las tres por esto —Dijo él. Lentamente comenzaron a romper el abrazo, dejando a Vanessa como la última en hacerlo, dos de las tres princesas se pararon y miraron a Vanessa y a su hermano aún abrazándose en el suelo —Ya me siento mucho mejor, puedes soltarme —Le dijo él a ella.
—No quiero —Contestó Vanessa. Había hablado con un tono cortado, que de inmediato los tres notaron.
—¿Vanessa...? —Dijo Erika mientras se le acercaba y le tocaba el hombro.
—¡No quiero dejarte! —Gritó Vanessa —No quiero que nuestra familia se separe, no los quiero perder, no quiero que terminemos así, no quiero que todos estos recuerdos felices terminen con uno tan amargo y doloroso... no quiero que esto ocurra, no quiero terminar con nada... ¡Quiero regresar a como éranos hace un mes! —Vanessa había comenzado a llorar, soltó a su hermano y colocó sus manos sobre su rostro, y a pesar de que sus manos cubrían sus ojos, las lágrimas caían por entre sus dedos, yendo a parar directamente al suelo. El llanto de Vanessa era doloroso, tanto como para ella como para los demás, con tan solo oírlo uno sabría que era provocado por dolor, por miedo y por una tristeza inmensa que sentía. Su hermano no sabía que hacer, simplemente miraba a las otras dos princesas quienes tampoco pacerían tener una idea de qué hacer; tenían marcadas expresiones de preocupación, parecía que se le querían lanzar y abrazarla así como hicieron con él, pero no podían, no querían, no sabían que pasaría si lo hacían. Él miró unas cuantas veces más a las otras dos princesas, y sin pensarlo más, sin esperar a seguir viendo y escuchando llorar a su hermana, se arrastró hasta ella y la abrazó.
—Haré lo posible porque eso no pase, haré lo posible para que nuestra familia vuela a ser la de antes, y cumpliré así tu deseo —Le dijo él a ella. Vanessa dejó caer sus brazos, alzó el rostro y lo miró con una expresión de ilusión —Lo haré, solo por ti, hermanita —Ella alzó sus brazos y rodeó a su hermano, y le regresó el caluroso abrazo que él le había dado.
Su
mirada estaba llena de ilusión, una nueva esperanza había surgido
en su corazón: la esperanza de que su familia podría regresar a lo
que era antes... Pasaron por su mente los cientos de momentos que
habían estado todos juntos; las risas, las alegrías, las largas
charlas que terminaban hasta media noche; los viajes familiares que
lograron hacer en familia, las horas y horas que pasaron unidos...
todo reduciéndose a simples lágrimas que corrían por el rostro de
Vanessa. Unas simples palabras viniendo de su hermano la habían
hecho sentir un fuerte calor en su pecho, un calor que no había
sentido desde que abrazó por primera vez a su padre, era la
felicidad, que lentamente emanaba de su cuerpo y la llenaba de pies a
cabeza. Conforme esa sensación la llenaba, más y más lágrimas
salían, su llanto pasó de ser uno incómodo a uno agradable, las
otras dos princesas habían dejado de mirarla con preocupación, ya
no temían que algo malo estuviese pasando, y tenían la seguridad
que su hermano haría lo posible por protegerla y evitar que se
sintiera triste.
—Muchas gracias por haberme mostrado el buen camino hermana... —Susurró él al oído de Vanessa.
—Muchas gracias por salvarme —Le susurró ella a él.
—Muchas gracias por haberme mostrado el buen camino hermana... —Susurró él al oído de Vanessa.
—Muchas gracias por salvarme —Le susurró ella a él.
El
abrazo continuó por varios minutos más, e incluso fue roto antes de
que Vanessa dejase de llorar, era tanta la alegría que sentía que
no podía dejar de llorar.
—¿Alguien está listo para un poco de anime? —Preguntó Sofía mientras miraba a los tres. Erika la miró con enojo, estuvo a segundos de gritarle cuando Vanessa habló.
—Yo sí —Dijo Vanessa mientras se secaba las lágrimas. Todos la vieron, había tenido un gran cambio en muy poco tiempo, y estaban sorprendidos por ello —Pero si vamos a ver anime, quiero que sea el que yo elija —Les sentenció ella.
—No hay problema, tú elijes —Le dijo Sofía
—¿Alguien está listo para un poco de anime? —Preguntó Sofía mientras miraba a los tres. Erika la miró con enojo, estuvo a segundos de gritarle cuando Vanessa habló.
—Yo sí —Dijo Vanessa mientras se secaba las lágrimas. Todos la vieron, había tenido un gran cambio en muy poco tiempo, y estaban sorprendidos por ello —Pero si vamos a ver anime, quiero que sea el que yo elija —Les sentenció ella.
—No hay problema, tú elijes —Le dijo Sofía
Vanessa
entró en la casa, seguida por Sofía quien miró extrañada por unos
cuantos segundos a los otros dos antes de meterse a la casa. Él
entró después de Sofía, y al final, Erika, quien antes de entrar
en la casa miró el punto en donde Vanessa y su hermano habían
llorado, el camino de piedras estaba húmedo y se podían ver los
puntos en que las lágrimas de ambos habían caído, dejó de mirar y
corrió al interior de la casa, cerrando la puerta detrás de ella.
Era la primera vez que el hermano de Vanessa visitaba
el interior de la casa, siempre había pensado que el lugar estaría
lleno de moho, con todos los muebles echándose a perder y con la
casa apestando a humedad, pero no era así, era incluso más
acogedora que la casa en donde vivía, los muebles eran algo viejos
pero funcionales, había cientos de cosas que no parecían tan
viejas, como una televisión plana en la sala, un refrigerador nuevo
en la cocina, un reloj digital en el muro de uno de los pasillos;
muchas de las paredes tenían pintura nueva y había algunos muebles
que parecían no tan viejos. Siguió a Vanessa y a Sofía hasta el
segundo piso de la casa, llegaron hasta una de las habitaciones, en
donde una televisión de plasma frente a una enorme cama los
esperaba. Vanessa caminó a la televisión, tomó una caja y sacó un
disco, Erika llegó a la habitación justo al momento en que Vanessa
regresaba la caja a donde la había tomado.
—Oh no —Dijo Erika mientras miraba a Sofía y al hermano de Vanessa.
—¿Qué ocurre? —Le preguntó Sofía preocupada por su reacción.
—Es ese —Sentenció Erika.
—¿”Ese”? ¿qué significa eso?, ¿Es algo malo? —Preguntó el hermano mientras miraba con preocupación a Sofía y a Erika.
—Lo sabrás muy pronto... —Le dijo Vanessa.
—Oh no —Dijo Erika mientras miraba a Sofía y al hermano de Vanessa.
—¿Qué ocurre? —Le preguntó Sofía preocupada por su reacción.
—Es ese —Sentenció Erika.
—¿”Ese”? ¿qué significa eso?, ¿Es algo malo? —Preguntó el hermano mientras miraba con preocupación a Sofía y a Erika.
—Lo sabrás muy pronto... —Le dijo Vanessa.
Tomaron
varios de los platos que había a un lado de la cama y los colocaron
en medio, justo encima de varias bandejas que yacían encima de
Vanessa y de su hermano. Vaciaron varias bolsas de frituras,
palomitas y papas fritas en los varios recipientes. Él no sabía que
iba a pasar, pero cuando miraba los rostros de alguna de ellas podía
sentir una sensación de melancolía que ellas sentían al estar
viendo la serie que Vanessa había elegido. A él no le gustaba mucho
ese género de series, en realidad, no le gustaba mucho el anime,
pero no tenía otra alternativa por lo que comenzó a verlo. Las tres
princesas se reían con las cosas cómicas que ocurrían, charlaban
sobre lo que pasaba, parecía como si no estuviesen prestando
atención a lo que ocurría, pero era lo contrario, estaban prestando
tanta atención que se sentían parte de la misma historia. Él
seguía sin comprender, trataba de adentrarse, de concentrarse solo
en la historia, pero no podía, comenzaron a pasar episodio tras
episodio y él seguía sin adentrarse en la historia, y no fue así
hasta que algo ocurrió en la historia que lo llevó a darse cuenta
del porque Vanessa había elegido eso para ver. Habían llegado a una
de las partes emotivas de la historia, en donde uno de los personajes
había comenzado a buscar la ayuda de los personajes principales, él
comenzó a interesarse más y más conforme la historia de ese
personaje fue desarrollándose, y llegado un momento él ya había
comenzado a sentir que estaba dentro de la historia, se había
conectado con el personaje de tal forma que, cuando ocurrió una
tragedia, sus emociones se desataron. Lágrimas tras lágrimas
comenzaron a correr por su rostro conforme la historia triste
continuaba siendo narrada. Las otras tres hacían lo mismo, lloraban
por lo que estaba ocurriendo, pero no tanto como él.
—Aquí viene —Dijo Erika mientras se secaba las lágrimas de su rostro.
—Aquí viene —Dijo Erika mientras se secaba las lágrimas de su rostro.
Él
no sabía qué era de lo que hablaban, pero entonces ocurrió:
tragedia tras tragedia habían llenado los últimos capítulos que
habían visto, pero al final del capítulo que se encontraban viendo,
ocurrió algo que hizo que los cuatro se rompieran en llanto:
creyendo que la última tragedia había ocurrido, los personajes
comenzaron a festejar, pero allí no había terminado su tristeza,
una última tragedia ocurrió, provocando que no solo los personajes,
si no que también las princesas y el hermano de Vanessa se rompieran
en llanto. Él no entendía porque lloraba así, él nunca lo había
hecho antes al ver algo así, creía que sería fuerte para poder
presenciar eso, pero al darse cuenta de que con tan solo ver algo
ficticio su corazón se entristeció, no sabía que ocurriría si
pasase en la vida real. Lloraron por varios minutos más, él ya no
quería, ya no quería seguir sintiendo dolor, ya tenía suficiente
con el que sufría en su vida y no quería ver el de otras personas,
pero conforme continuaron viendo episodio tras episodio, se dio
cuenta de que, tras cada tragedia, tras cada episodio triste y lleno
de lágrimas, se encontraba uno lleno de felicidad y de resoluciones
para los personajes, una situación que le dio esperanzas de que
también le pudiesen ocurrir a él.
Pasaron las horas, las lágrimas, las risas, las
emociones y las alegrías continuaron dándose con los cuatro
mientras continuaban mirando la serie. Llegó el atardecer, luego la
noche, habían pasado toda la tarde mirando la serie, y cuando se
dieron cuenta de lo tarde que era simplemente se miraron, sonrieron y
se rieron entre los cuatro.
—Nunca imaginé que pudiese vivir algo así con mi hermana —Dijo él mientras abrazaba a Vanessa.
—Oye, no te olvides de Erika y de Sofía, ellas también estuvieron aquí.
—Y eso es aún más inimaginable, yo, pasando la tarde con mi hermana y sus amigas, riendo, llorando, pasándola en grande con las tres... Gracias, otra vez, por esto.
—No hay nada de qué agradecer, solo hice lo que debía de haber hecho hace mucho tiempo; además, yo debería de ser quien te da las gracias, tú fuiste quien me abrió los ojos —Le contestó Vanessa.
—¡Hey!, ¿Y nosotras, que acaso no te ayudamos a abrir los ojos? —Le preguntó Sofía mientras la miraba desde el otro extremo de la cama
—Lo hicieron, ¡abrazo grupal! —Entre las tres se abrazaron, dejándolo a él en medio de las tres, siendo apretado entre Vanessa y Erika.
—¡Dejen de hacer eso que me terminarán aplastando! —Les gritó él mientras trataba de salir de allí.
—¿Aún más? —Se burló Sofía.
—Nunca imaginé que pudiese vivir algo así con mi hermana —Dijo él mientras abrazaba a Vanessa.
—Oye, no te olvides de Erika y de Sofía, ellas también estuvieron aquí.
—Y eso es aún más inimaginable, yo, pasando la tarde con mi hermana y sus amigas, riendo, llorando, pasándola en grande con las tres... Gracias, otra vez, por esto.
—No hay nada de qué agradecer, solo hice lo que debía de haber hecho hace mucho tiempo; además, yo debería de ser quien te da las gracias, tú fuiste quien me abrió los ojos —Le contestó Vanessa.
—¡Hey!, ¿Y nosotras, que acaso no te ayudamos a abrir los ojos? —Le preguntó Sofía mientras la miraba desde el otro extremo de la cama
—Lo hicieron, ¡abrazo grupal! —Entre las tres se abrazaron, dejándolo a él en medio de las tres, siendo apretado entre Vanessa y Erika.
—¡Dejen de hacer eso que me terminarán aplastando! —Les gritó él mientras trataba de salir de allí.
—¿Aún más? —Se burló Sofía.
Las
tres dejaron de aplastarlo entre ellas, y cuando él saltó de la
cama las tres se rieron.
—Saben, creo que me parece que son más graciosas que mis amigos de la secundaria.
—¿Te gustaría pasar las tardes con nosotras? —Le preguntó Erika mientras bajaba de la cama y se paraba a estirarse.
—No sé, ¿habría algún problema? —Preguntó él curioso.
—Por mí no lo hay, Vanessa, Sofía, ¿Qué hay de ustedes, podría juntarse con nosotras? —Le preguntó Erika a ellas mientras las miraba.
—Erika, ¿no se te olvida algo? —Le preguntó Sofía a Erika.
—Oh, cierto, eso... eh, podríamos hacerlo mientras él no esté —Sugirió Erika.
—Supongo que están hablando de algo de chicas... no siempre estaré con ustedes, así que podrán hacer lo que quieran cuando no esté—Les explicó él.
—A mí me parece bien eso... Vanessa, ¿qué opinas? —Dijo Sofía mientras salía de la cama e iba a mirar por la ventana.
—¡Me parece perfecto! —Dijo Vanessa con entusiasmo, colocó la bandeja aún con varios recipientes llenos de frituras a un lado de la cama y saltó de esta, estirando sus piernas luego de haber pasado varias horas acostada.
—¿En serio?, pero, ¿no será extraño? —Preguntó él dudando de su decisión.
—Lo será, pero nosotras mismas somos extrañas, así que no hay problema por eso, nuestra extrañeza ocultará el hecho de lo extraño que será el que estés con nosotras —Le explicó Vanessa mientras caminaba hacia él y sujetaba su hombro.
—Saben, creo que me parece que son más graciosas que mis amigos de la secundaria.
—¿Te gustaría pasar las tardes con nosotras? —Le preguntó Erika mientras bajaba de la cama y se paraba a estirarse.
—No sé, ¿habría algún problema? —Preguntó él curioso.
—Por mí no lo hay, Vanessa, Sofía, ¿Qué hay de ustedes, podría juntarse con nosotras? —Le preguntó Erika a ellas mientras las miraba.
—Erika, ¿no se te olvida algo? —Le preguntó Sofía a Erika.
—Oh, cierto, eso... eh, podríamos hacerlo mientras él no esté —Sugirió Erika.
—Supongo que están hablando de algo de chicas... no siempre estaré con ustedes, así que podrán hacer lo que quieran cuando no esté—Les explicó él.
—A mí me parece bien eso... Vanessa, ¿qué opinas? —Dijo Sofía mientras salía de la cama e iba a mirar por la ventana.
—¡Me parece perfecto! —Dijo Vanessa con entusiasmo, colocó la bandeja aún con varios recipientes llenos de frituras a un lado de la cama y saltó de esta, estirando sus piernas luego de haber pasado varias horas acostada.
—¿En serio?, pero, ¿no será extraño? —Preguntó él dudando de su decisión.
—Lo será, pero nosotras mismas somos extrañas, así que no hay problema por eso, nuestra extrañeza ocultará el hecho de lo extraño que será el que estés con nosotras —Le explicó Vanessa mientras caminaba hacia él y sujetaba su hombro.
Él sonrió a las palabras de ella, miró la mano que
se encontraba recargada sobre su hombro y restregó su mejilla contra
ella. Ambos salieron de la casa, dejando a las otras dos princesas
recogiendo la habitación.
—Y bien, ¿la pasaste bien? —Preguntó Vanessa a él.
—Sí, mucho mejor luego de lo que hiciste por mí —Contestó él.
—Ya te dije antes, yo no fui quien hizo algo aquí, fuiste tú, y soy yo quien debo de agradecerte.
—No seas modesta, sabes tan bien que no te hubiese podido ayudar si tú no lo hacías por mí... supongo que ambos merecemos un agradecimiento de parte del otro... Gracias —Le finalizó él.
—Gracias —Dijo ella al mismo tiempo que él.
—Y bien, ¿la pasaste bien? —Preguntó Vanessa a él.
—Sí, mucho mejor luego de lo que hiciste por mí —Contestó él.
—Ya te dije antes, yo no fui quien hizo algo aquí, fuiste tú, y soy yo quien debo de agradecerte.
—No seas modesta, sabes tan bien que no te hubiese podido ayudar si tú no lo hacías por mí... supongo que ambos merecemos un agradecimiento de parte del otro... Gracias —Le finalizó él.
—Gracias —Dijo ella al mismo tiempo que él.
Llegó un nuevo día, Vanessa se despertó, aún estaba
adormecida, apenas podía recordar lo que había ocurrido el día
anterior. Caminó a la puerta de su habitación, se movía sin
equilibrio y varias veces estuvo a punto de caerse. Al llegar a la
puerta la abrió y se dirigió al baño a lavarse el rostro, cuando
salió se encontró con uno de sus hermanos afuera de su habitación,
justo frente a su puerta. No supo quien era así que solo le siguió
hablando.
—Hola —Dijo él.
—Hola —Le respondió ella entre un bostezo y otro. —No te preocupes, en un par de semanas podrás dormirte hasta las diez de la mañana —Dijo él con una gran sonrisa en su rostro.
—No me preocupa eso, de hecho, puedo despertarme a las cuatro de la mañana si quiero o no, lo que realmente me preocupa es el problema por el que la familia está pasando, realmente quiero que termine ahora.
—Oh, eso... —Vanessa poco a poco comenzó a darse cuenta de a cual hermano era al que le estaba hablando, eran casi idénticos, excepto por el hecho de que uno tenía varios granos en su rostro, mientras que el otro tenía los mismos granos pero con una pequeña barba que ya le salía en su barbilla. —Quiero ayudar, realmente quiero que esto termine, quiero que las peleas dejen de ocurrir y que la familia vuelva a la normalidad, realmente lo quiero pero no sé como ayudar, no sé qué hacer ni qué decir, me encuentro en un limbo.
—No te preocupes, no llenes tu mente de problemas, ya no más... nunca más —Le dijo Vanessa mientras se frotaba los ojos.
—¿Por qué lo dices? —Le preguntó él. Con esa pregunta Vanessa supo de inmediato con cual de sus dos hermanos era con el que hablaba, y tan pronto como supo quien era la imagen borrosa de su rostro se volvió visible, era aquel hermano que no tenía barba, el inteligente y que siempre se la pasaba estudiando, su mejor amigo entre los miembros de la familia.
—Ayer hablé con tu hermano, tuvimos una charla muy emotiva... y bueno, no voy a entrar en detalles para no aburrirte y hacerte muy larga la historia... charlamos un rato, y tras haberlo hecho, tanto él como yo logramos entender lo que le estábamos haciendo a esta familia, lo que estábamos ocasionándole... gracias a él entendí lo que debía de hacer, y gracias a mí él también lo hizo.
—¿Es por eso que se apareció con la mirada cansada y los ojos irritados?
—No, eso fue porque pasamos toda la tarde mirando una serie, tan triste, y tan feliz, y tan... bueno, tan emotiva, que con tan solo haber visto unos cuantos capítulos podrías llegar a llorar con y por uno de los personajes.
—¿En serio?
—Sí. Erika, Sofía y yo lloramos mares cuando vimos un capítulo la primera vez, y esta tercera vez no fue diferente, excepto por el hecho de que tu hermano también lo hizo con nosotras... ¡Pero no digas nada!, él no debe de saber que te conté, es un secreto entre mis amigas, él, y ahora tú, así que no se te ocurra decirle a nadie más, y si lo haces, le diré a todo el mundo tu pequeño secreto —Le amenazó ella a él.
—¡Bien, no diré nada! Oye, pero, hay un problema con eso, lo escuché sollozar en su cama, es difícil no suponer o saber que él se encontraba llorando.
—¿En serio estaba llorando en su cama?... Solo espero que haya sido por la serie y no por lo que pasó esa tarde... Eso es, no es fácil saber si estaba llorando por la serie o por lo que pasó, así que no te atrevas a decirle nada a nadie, ni si quiera a él, arruinarías tu relación con él y posiblemente la mía con él, así que te ruego que no lo hagas, no se te ocurra decirle a nadie sobre lo que te acabo de decir —Le rogó Vanessa mientras le sujetaba sus hombros y los sacudía.
—Hola —Dijo él.
—Hola —Le respondió ella entre un bostezo y otro. —No te preocupes, en un par de semanas podrás dormirte hasta las diez de la mañana —Dijo él con una gran sonrisa en su rostro.
—No me preocupa eso, de hecho, puedo despertarme a las cuatro de la mañana si quiero o no, lo que realmente me preocupa es el problema por el que la familia está pasando, realmente quiero que termine ahora.
—Oh, eso... —Vanessa poco a poco comenzó a darse cuenta de a cual hermano era al que le estaba hablando, eran casi idénticos, excepto por el hecho de que uno tenía varios granos en su rostro, mientras que el otro tenía los mismos granos pero con una pequeña barba que ya le salía en su barbilla. —Quiero ayudar, realmente quiero que esto termine, quiero que las peleas dejen de ocurrir y que la familia vuelva a la normalidad, realmente lo quiero pero no sé como ayudar, no sé qué hacer ni qué decir, me encuentro en un limbo.
—No te preocupes, no llenes tu mente de problemas, ya no más... nunca más —Le dijo Vanessa mientras se frotaba los ojos.
—¿Por qué lo dices? —Le preguntó él. Con esa pregunta Vanessa supo de inmediato con cual de sus dos hermanos era con el que hablaba, y tan pronto como supo quien era la imagen borrosa de su rostro se volvió visible, era aquel hermano que no tenía barba, el inteligente y que siempre se la pasaba estudiando, su mejor amigo entre los miembros de la familia.
—Ayer hablé con tu hermano, tuvimos una charla muy emotiva... y bueno, no voy a entrar en detalles para no aburrirte y hacerte muy larga la historia... charlamos un rato, y tras haberlo hecho, tanto él como yo logramos entender lo que le estábamos haciendo a esta familia, lo que estábamos ocasionándole... gracias a él entendí lo que debía de hacer, y gracias a mí él también lo hizo.
—¿Es por eso que se apareció con la mirada cansada y los ojos irritados?
—No, eso fue porque pasamos toda la tarde mirando una serie, tan triste, y tan feliz, y tan... bueno, tan emotiva, que con tan solo haber visto unos cuantos capítulos podrías llegar a llorar con y por uno de los personajes.
—¿En serio?
—Sí. Erika, Sofía y yo lloramos mares cuando vimos un capítulo la primera vez, y esta tercera vez no fue diferente, excepto por el hecho de que tu hermano también lo hizo con nosotras... ¡Pero no digas nada!, él no debe de saber que te conté, es un secreto entre mis amigas, él, y ahora tú, así que no se te ocurra decirle a nadie más, y si lo haces, le diré a todo el mundo tu pequeño secreto —Le amenazó ella a él.
—¡Bien, no diré nada! Oye, pero, hay un problema con eso, lo escuché sollozar en su cama, es difícil no suponer o saber que él se encontraba llorando.
—¿En serio estaba llorando en su cama?... Solo espero que haya sido por la serie y no por lo que pasó esa tarde... Eso es, no es fácil saber si estaba llorando por la serie o por lo que pasó, así que no te atrevas a decirle nada a nadie, ni si quiera a él, arruinarías tu relación con él y posiblemente la mía con él, así que te ruego que no lo hagas, no se te ocurra decirle a nadie sobre lo que te acabo de decir —Le rogó Vanessa mientras le sujetaba sus hombros y los sacudía.
Él
sonrió a las palabras de Vanessa, la miró a los ojos y asintió con
la cabeza, Vanessa sonrió sabiendo que el secreto se encontraría
guardado y sellado, y que nunca saldría por la boca de él. Ella
caminó un lado de él, llegó a su puerta, la abrió, se dio la
vuelta y lo miró de vuelta una vez más, llevó su mano a su
cabello, y como muestra de gratitud se lo sacudió, él simplemente
sonrió. Ella entró en la habitación, cerró la puerta detrás de
ella y caminó hacia su cama. Aún era muy temprano, el solo aún no
salía, pero a pesar de ello ella tenía que prepararse para poder ir
a la preparatoria. Cuando estuvo parada frente a su cama logró ver a
su muñeca tendida en ella, se arrojó a un lado de ella y la alzó
sobre su cabeza.
—Lo sé, no debí, pero merecía saber que los problemas rodeando a esta casa están por desaparecer, como mínimo debía de hacer algo para ayudarlo a calmarse un poco, a relajarse y a dejar de pensar en todas estas cosas —Dijo Vanessa mientras miraba a la muñeca —¿Estás enojada o algo así?, ¿Por qué no me contestas?... ¿Hola? —Vanessa miró con preocupación a la muñeca, se levantó de la cama y la sentó en la esquina de su cómoda, ella se sentó en la cama y la observó con atención —¿Qué ocurre?... —Al no recibir respuesta Vanessa tomó de vuelta a la muñeca en sus manos, la llevó hasta su pecho y allí la abrazó. De un momento a otro, su mirada de preocupación pasó a ser una de tristeza, de desconcierto y de lástima —¿Por qué estás llorando?, ¿Acaso pasó algo?... —Preguntó Vanessa. El silencio llenaba la habitación y lo único que lo rompía era el sonido de su voz —¿Acaso estás enojada porque no te dije antes lo ocurrido con Ernesto? Lo siento, no debía de pasar así, pero estaba demasiado emocionada con todo lo que estaba ocurriendo que había olvidado por completo que debía de decirte algo... ¡¿Que te suelte?! ¡No!, no hasta que me digas qué rayos está pasando, ¿¡Por qué demonios estás llorando!?... así como tú me das consejos, yo también debo de dártelos, y no puedo hacerlo si no piensas decirme ni una palabra de lo que te está ocurriendo... —Vanessa no recibió respuesta alguna, su mirada pasó a ser una de enojo —¡Bien, no me digas nada!
—Lo sé, no debí, pero merecía saber que los problemas rodeando a esta casa están por desaparecer, como mínimo debía de hacer algo para ayudarlo a calmarse un poco, a relajarse y a dejar de pensar en todas estas cosas —Dijo Vanessa mientras miraba a la muñeca —¿Estás enojada o algo así?, ¿Por qué no me contestas?... ¿Hola? —Vanessa miró con preocupación a la muñeca, se levantó de la cama y la sentó en la esquina de su cómoda, ella se sentó en la cama y la observó con atención —¿Qué ocurre?... —Al no recibir respuesta Vanessa tomó de vuelta a la muñeca en sus manos, la llevó hasta su pecho y allí la abrazó. De un momento a otro, su mirada de preocupación pasó a ser una de tristeza, de desconcierto y de lástima —¿Por qué estás llorando?, ¿Acaso pasó algo?... —Preguntó Vanessa. El silencio llenaba la habitación y lo único que lo rompía era el sonido de su voz —¿Acaso estás enojada porque no te dije antes lo ocurrido con Ernesto? Lo siento, no debía de pasar así, pero estaba demasiado emocionada con todo lo que estaba ocurriendo que había olvidado por completo que debía de decirte algo... ¡¿Que te suelte?! ¡No!, no hasta que me digas qué rayos está pasando, ¿¡Por qué demonios estás llorando!?... así como tú me das consejos, yo también debo de dártelos, y no puedo hacerlo si no piensas decirme ni una palabra de lo que te está ocurriendo... —Vanessa no recibió respuesta alguna, su mirada pasó a ser una de enojo —¡Bien, no me digas nada!
La
muñeca fue arrojada con enojo sobre la cama, Vanessa caminó enojada
hacia la puerta de su habitación, tomando en su camino su uniforme y
su mochila, salió de la habitación y cerró la puerta detrás de
ella, azotándola. La habitación quedó en completo silencio y de un
momento a otro un leve sonido logró escucharse, parecía ser que era
el llanto de alguien, pero era tan leve que apenas era audible...
“El
mismo destino estaba por ocurrir, una vez más, mis intentos por
cambiar algo fueron en vano. Pero no entendí, ¿qué me provocó
llorar?, ¿por qué lloré esta vez?, ¿por qué tras tantas veces de
haber repetido la misma historia, porqué lloré?, ¿qué fue
diferente a las demás?...”
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