"—Sí, eres aún más especial que otras personas... tus amigos y tus familiares tienen la gran bendición de tenerte cerca..."
Llevó
sus manos a la máquina de coser,
movió algunas partes de esta y en un momento estuvo encendida, la
razón por la que sabía esto era porque se podía ver una pequeño
foco encendido en la parte de atrás de esta. Su pie se movió varias
veces, y mientras lo hacía, la aguja en la máquina también lo
hizo, haciendo un constante movimiento de arriba hacia abajo mientras
un constante ruido se escuchaba, era el motor de la máquina de
coser, que se movía conforme Vanessa pisaba un pedal conectado a
esta. La máquina no era tan vieja, de hecho, era nueva y la había
comprado hace menos de un año, podía usarse sin pedal, pero a
Vanessa le gustaba usarlo, sí, cuando estaba cansada no lo usaba,
pero normalmente hacía uso de él. Tomó la tela, la tocó, la
acarició y sintió en sus manos; era muy suave y por lo tanto, no
muy resistente; tenía pequeños bordados de flores amarillas, que
por cierto fueron hechos por ella misma; por unos segundos la
sostuvo, y luego le vino a la mente algo que podía hacer con ella.
Dobló la tela a la mitad, tomó las tijeras e hizo un corte ondulado
muy cerca del borde de esta, a tal vez diez centímetros del borde,
lo único que sostenía ambas partes de la tela eran unos cuantos
hilos, y cuando los cortó el pedazo de tela que no era sostenido por
ella cayó sobre el mueble. Sostuvo en su manos el pedazo de tela
recién cortado, sus cortes habían sido perfectos, sostuvo la tela
contra la luz del foco en el techo de su habitación y sonrió. La
tela era semitransparente se podían ver las yemas de sus dedos, no
completamente ya que las flores tapaban una parte de estos, pero se
podían ver sus siluetas en la tela. Agitó un poco la tela en el
aire, y admiró la forma en que esta se movía, regresó al mueble,
colocó la tela recién cortada a un lado de la máquina y tomó la
otra tela que había caído. Con las tijeras y usando una cinta
métrica que había detrás de la máquina, cortó la parte de donde
había sacado la otra tela, dejando un corte recto en lugar de uno
ondulado, una vez así, usando la cinta métrica comenzó a tomar
medidas de la tela, y con varios alfileres y agujas comenzó a marcar
diferentes áreas de ésta. Terminó de usar la cinta métrica, y
cuando miró la tela se encontró con un montón de alfileres puestos
por todos lados, si alguien que no supiese de la confección de
prendas viese eso no tendría ni la menor idea de lo que era. Tomó
las tijeras y comenzó a cortar siguiendo el camino de alfileres,
apoyándose en su cinta para poder cortar. Mientras hacía cortes en
la tela, se podía escuchar el constante choque entre ambas navajas
de las tijeras, además de eso, el agua que continuaba cayendo afuera
de la casa; de vez en cuando se veían relámpagos, seguidos por sus
respectivos truenos, y algunas cuantas veces autos que pasaban por la
calle. Cuando Vanessa terminó de cortar, quitó los trozos de tela
que no usó, arrojándolos a un cesto de basura, y luego prosiguió a
hacer dobleces en las orillas de la tela. Tenía la forma de un
camisón, la tela era delgada, y aunque podría ya ser usada, a
Vanessa le faltaba mucho por hacer. Colocó la tela a un lado, junto
a la pequeña que había cortado minutos antes, y tomó nuevas de
otra de las bolsas. Esta nueva era un poco más gruesa que la
anterior y tenía una textura un poco más suave, era de color
amarilla, aunque esta era un poco más oscura. La colocó sobre el
mueble, y comenzó a hacer lo mismo que hizo con la otra. Tomó la
cinta métrica, y como lo hizo anteriormente, comenzó a marcar
diferentes lugares de la tela, luego prosiguió a hacer cortes.
Básicamente, repitió todo lo que hizo con la tela anterior,
exceptuando por el hecho de que era más pequeña. Cuando terminó
llevó también esa tela a donde estaban las otras. Prosiguió a
tomar la tela con la que había trabajado y comenzó a acomodarla,
colocó la tela pequeña, seguida por la tela más grande, tomó
varios listones que acomodó a lo largo de los tirantes, y cuando los
tuvo allí usó la máquina en ellos para poder unirlos a las telas
debajo de estos. Cruzó por los tirantes cubriendo por completo el
área del corpiño, pero dejando sin unir el resto del camisón, como
el área inferior, que evitó por completo.
Desde la cama se podía ver todo lo que Vanessa hacía,
la muñeca miraba hacía allí, como si estuviese siguiendo sus
movimientos. Se podía escuchar por toda la habitación el constante
golpe del pie de Vanessa contra el pedal y el movimiento que hacía
la aguja al moverse de arriba hacia abajo. Parecía que Vanessa había
acomodado a la muñeca de tal forma que esta siempre estuviese
mirando hacia ella, no era extraño que lo hubiese hecho esa vez, ya
que casi todo el tiempo la sentaba en la dirección en la que ella
iba a estar.
—Ya casi —Dijo Vanessa, rompiendo la monotonía del ruido de sus pisadas contra el pedal y el de la máquina de coser —Solo me falta añadir algunos detalles y termino —Tomó el trozo de tela que había cortado al principio, lo extendió sobre la tela y de inmediato lo llevó debajo de la aguja, tan pronto como estuvo allí comenzó de nuevo a usar el pedal, haciendo que miles de veces la aguja entrara y saliese por la tela, uniendo firmemente todas las partes que había cortado y hecho. Tras varios segundos, la máquina se detuvo al mismo tiempo que el constante movimiento de su pie, lentamente y con cuidado retiró la tela de debajo de la aguja y se la mostró a la muñeca —Gracias. Realmente no esperaba poder hacer algo así en menos de dos horas y menos con varias semanas sin haber practicado. Claro, aún no está terminada, puedo añadirle algunos listones para que formen un borde en la base y tal vez alguna flor que combine con el resto del camisón... Pero ahora solo lo admiraré, ya tendré más tiempo para trabajar en él más tarde.
—Ya casi —Dijo Vanessa, rompiendo la monotonía del ruido de sus pisadas contra el pedal y el de la máquina de coser —Solo me falta añadir algunos detalles y termino —Tomó el trozo de tela que había cortado al principio, lo extendió sobre la tela y de inmediato lo llevó debajo de la aguja, tan pronto como estuvo allí comenzó de nuevo a usar el pedal, haciendo que miles de veces la aguja entrara y saliese por la tela, uniendo firmemente todas las partes que había cortado y hecho. Tras varios segundos, la máquina se detuvo al mismo tiempo que el constante movimiento de su pie, lentamente y con cuidado retiró la tela de debajo de la aguja y se la mostró a la muñeca —Gracias. Realmente no esperaba poder hacer algo así en menos de dos horas y menos con varias semanas sin haber practicado. Claro, aún no está terminada, puedo añadirle algunos listones para que formen un borde en la base y tal vez alguna flor que combine con el resto del camisón... Pero ahora solo lo admiraré, ya tendré más tiempo para trabajar en él más tarde.
Vanessa tomó un gancho de su armario, colgó en él el
camisón que había creado y lo colgó sobre el mueble de su
computadora, teniendo una vista directa de él estando acostada en la
cama. Fue con su muñeca, la levantó en sus brazos, se acostó, y
luego la colocó a un lado de ella, ambas mirando hacia el camisón.
Los cortes que Vanessa había hecho no se veían por el hecho de que
usó listones para cubrirlos, pero no solo los usó para cubrir los
cortes, si no que también los usó para delimitar las áreas de su
prenda: Se veía perfectamente cuál era el área del corpiño, y no
era solo por el hecho de que las telas que lo conformaban estaban
cosidas entre sí, también era el hecho de que una pequeña tela con
bordados de flores amarillos delimitaba y separaba el resto del
camisón. Los listones amarillos que cubrían todo el borde del
corpiño incluyendo los tirantes añadían un toque llamativo a toda
la prenda. El resto del camisón no fue tan trabajado, al frente te
podías encontrar esa delgada pero aún no tan transparente tela con
pequeñas flores bordadas, y detrás de esta, una tela un poco más
gruesa de un tono más oscuro, puesta obviamente para evitar que
alguien pudiese ver detrás de ella. No era el mejor trabajo de ella,
pero era como si hubiese sido uno de los mejores que hubiese hecho en
todo su tiempo en la confección de ropa.
—¿Te gustaría, en serio? ¡Me parece estupendo! Trataré de ver que día puedo darte algunas clases, tampoco creo que puedas hacer mucho siendo una muñeca, pero ya sabes lo que dicen: “Nunca juzgues a un libro por su portada” —Dijo Vanessa hablando con su muñeca.
—¡Vanessa, tu padre está por llegar, vete preparando! —Gritó su madre desde fuera de su habitación. Vanessa de inmediato miró el reloj a un lado de su cama, se sorprendió de lo rápida que fue en terminar el camisón. Miró una última vez hacia él antes de saltar de la cama y prepararse para ir a su cita del día.
—¿Te gustaría, en serio? ¡Me parece estupendo! Trataré de ver que día puedo darte algunas clases, tampoco creo que puedas hacer mucho siendo una muñeca, pero ya sabes lo que dicen: “Nunca juzgues a un libro por su portada” —Dijo Vanessa hablando con su muñeca.
—¡Vanessa, tu padre está por llegar, vete preparando! —Gritó su madre desde fuera de su habitación. Vanessa de inmediato miró el reloj a un lado de su cama, se sorprendió de lo rápida que fue en terminar el camisón. Miró una última vez hacia él antes de saltar de la cama y prepararse para ir a su cita del día.
Volvieron a bajar del auto, esta vez llevaban un
paraguas, que los cubrió de la lluvia. Llegaron al edificio sin
estar empapados, entraron, y repitieron lo mismo que el miércoles:
ambos padres fueron a la recepción, hablaron un poco con la mujer
allí y luego comenzaron a caminar junto con Vanessa en dirección al
consultorio de Rosa. Se sentaron en las sillas a esperar a que su
cita comenzara, pasaron algunos minutos antes de que una mujer
saliese de la habitación, detrás de ella, Rosa, quien sonrió al
ver a los tres sentados en las sillas frente a su consultorio.
—Hola —Dijo ella mientras salía por la puerta y saludaba de mano a los tres —Vamos a continuar la cita del miércoles, ustedes dos tendrán que quedarse aquí mientras hablo con él, no creo que pase mucho tiempo, así que no se desesperen —Dijo Rosa mientras el padre de Vanessa se levantaba y entraba en la habitación. Rosa entró después de él, cerrando la puerta detrás de ella. Vanessa y su madre se quedaron allí esperando.
—Hola —Dijo ella mientras salía por la puerta y saludaba de mano a los tres —Vamos a continuar la cita del miércoles, ustedes dos tendrán que quedarse aquí mientras hablo con él, no creo que pase mucho tiempo, así que no se desesperen —Dijo Rosa mientras el padre de Vanessa se levantaba y entraba en la habitación. Rosa entró después de él, cerrando la puerta detrás de ella. Vanessa y su madre se quedaron allí esperando.
La
lluvia seguía cayendo, Vanessa miró hacia la ventana unas cuantas
veces, la primera, esperando poder admirar el jardín, pero por lo
nublado que estaba no se podía ver bien el exterior, las siguientes
veces que miró hacia ella simplemente lo hacía con la esperanza de
que hubiese dejado de llover y que por fin se pudiese ver hacia
fuera, pero nunca pasó eso, y al final simplemente se concentró en
jugar con su celular. Pasó media hora, y de un momento a otro, la
perilla de la puerta comenzó a hacer ruidos, giró, y luego la
puerta se abrió. El padre de Vanessa salió seguido de Rosa, quien
la miró a ella.
—Es tu turno Vanessa —Dijo Rosa mientras la miraba. Vanessa guardó su celular en su pantalón, se levantó y entró en la habitación.
—Es tu turno Vanessa —Dijo Rosa mientras la miraba. Vanessa guardó su celular en su pantalón, se levantó y entró en la habitación.
Al momento de entrar, esa extraña sensación de calma
le llegó de pronto, podía ser el dulce olor de vainilla que
inundaba el ambiente, el suave color de la pintura en las paredes, o
la dulce voz de Rosa quien hablaba con Vanessa, pidiéndole que se
sentara en el sofá.
—Bueno, eres la última, antes de comenzar, ¿hay algo que te gustaría decirme desde ahora?
—No realmente, de hecho, sí, hay algunas cosas, pero me gustaría decírselas conforme fueron pasando y no simplemente soltárselas.
—Me parece perfecto, bueno, comencemos —Dijo Rosa mientras llevaba su silla y la colocaba frente a Vanessa, luego se sentó en ella y miró a Vanessa con interés.
—No sé como empezar... Si quiere puede preguntarme, estoy segura que de allí podremos seguir avanzando —Le dijo Vanessa mientras se recargaba contra el sofá y miraba a Rosa a los ojos.
—Bueno, háblame de tu niñez —Dijo Rosa.
—Mi niñez, eh... Bueno, sabía que sería de las primeras cosas de las que preguntaría.... Está bien, ¿pero podría hacer otra pregunta acerca de ella? No sé realmente con qué empezar.
—Bueno, tus años en primaria... ese sería un buen lugar en donde comenzar.
—Está bien...
—Bueno, eres la última, antes de comenzar, ¿hay algo que te gustaría decirme desde ahora?
—No realmente, de hecho, sí, hay algunas cosas, pero me gustaría decírselas conforme fueron pasando y no simplemente soltárselas.
—Me parece perfecto, bueno, comencemos —Dijo Rosa mientras llevaba su silla y la colocaba frente a Vanessa, luego se sentó en ella y miró a Vanessa con interés.
—No sé como empezar... Si quiere puede preguntarme, estoy segura que de allí podremos seguir avanzando —Le dijo Vanessa mientras se recargaba contra el sofá y miraba a Rosa a los ojos.
—Bueno, háblame de tu niñez —Dijo Rosa.
—Mi niñez, eh... Bueno, sabía que sería de las primeras cosas de las que preguntaría.... Está bien, ¿pero podría hacer otra pregunta acerca de ella? No sé realmente con qué empezar.
—Bueno, tus años en primaria... ese sería un buen lugar en donde comenzar.
—Está bien...
Vanessa se acomodó en el sofá, recargando su cabeza
en este, y mientras lo hacía, con una voz seria y calmada comenzó a
hablar.
—Cuando entré a la primaria aún no había conocido a mis amigas, a Erika y a Sofía. Pasaba la mayor parte del tiempo jugando con mis muñecas y apenas hablaba con el resto de mis compañeros. Era lo mismo en mi casa, apenas hablaba con mis padres o con mis hermanos... era muy solitaria, y fue así hasta que las conocí. Fue la primera vez en años que me sentía tan feliz, estaba con unas personas maravillosas que me apoyaban todo el tiempo, y que disfrutaban de estar conmigo —Dijo Vanessa, siendo interrumpida por Rosa.
—Espera... lamento interrumpirte pero, estás hablando en pasado, ¿algo pasó, ya no son tus amigas? —Preguntó Rosa extrañada.
—No, estaba hablando en pasado porque ocurrió en el pasado, nada ha cambiado... bueno, han cambiado algunas cosas, pero seguimos siendo las mismas amigas... no las mismas, de hecho, mejores que antes —Le explicó Vanessa, luego continuó — Bueno, prosigo. Tras haberlas conocido mi vida dio un gran giro, comencé a socializar con mis compañeros de clase, con mis maestros y con mi familia, me volví más amigable y disfrutaba más de estar con personas. Dejé de ser la chica solitaria que se iba hasta los baños a comer, lejos de todos, ya no era la chica que se escondía detrás de otros... había cambiado completamente y todo gracias a ellas. Nuestras vidas continuaron cambiando, y conforme el tiempo fue pasando nos volvimos más y más unidas, e incluso más con los hechos que siguieron en los años siguientes. El padre de Sofía tenía una novia en esos tiempos, Greta era su nombre, ni ella ni Sofía se llevaban bien, y mucho menos nosotras con ella. Una tarde, las tres estábamos en su casa teniendo una pequeña reunión, una fiesta por decirlo así, y de un momento a otro Greta llega. Hubo un conflicto entre ambas, y de pronto Greta atacó a Sofía y la intentó ahogar al meterla en una tina llena de agua, nosotras la ayudamos golpeando a Greta para que soltara a Sofía, hicimos todo lo que pudimos y logramos salvar así a Sofía, luego llegó su padre y al final, nunca volvimos a ver a Greta.
—¿En serio pasó eso? —Preguntó Rosa extrañada por la peculiar explicación de Vanessa.
—Sí, así fue. Greta era una maldita desgraciada que únicamente buscaba el dinero del padre de Sofía, y el haber atacado a Sofía era porque quería deshacerse de ella. Algo estúpido de hacer considerando que su padre nunca terminaría con ella sabiendo que la habría asesinado... pero bueno, muchas personas son así, actúan antes de pensar y terminan haciendo cosas estúpidas —Dijo Vanessa mientras se movía a otro lado del sofá.
—Añadiendo algo a eso, ¿qué tal que pensaba desaparecer su cuerpo una vez que la ahogase? —Dijo Rosa.
—Pensamos en eso muchas veces, Greta era muy estúpida, sería imposible que si quiera hubiese pensado en eso.
—Oh, bueno, continúa.
—Sí. Tras esa situación con Greta, las tres nos unimos aún más, y siguió así hasta que algo grandioso pasó con Erika. Una mujer constantemente le entregaba sobres con dinero, lo había hecho desde que sus padres murieron, y aunque nunca se hablaron, ella siempre estaba muy agradecida con la mujer por lo que hacía, un día, la mujer decidió hablarle a Erika. Ese día fue el día en que Erika decidió abandonar su casa, alejarse de su hermano abusivo y romper toda conexión con él o con su pasado, yéndose a vivir con la mujer, quien en un futuro se volvería su difunta madre. Al principio ella había estado asustada, no quería quedarse sola, así que decidimos ir a dormir con ella algunas veces, de hecho, pasamos más tiempo en su nueva casa que lo que pasábamos en nuestras casas durante ese periodo de tiempo. Tenía miedo de que él la encontrara, no quería regresar a su vida anterior, a una vida de abusos y de peleas. Un día simplemente nos pidió dejarla, había dejado por completo el miedo de que él en algún momento podría aparecerse, ya no nos necesitaba a su lado para protegerla, ella podía hacerlo sola. Al principio nos sentimos mal, pero luego nos dimos cuenta de que era algo bueno y sería lo mejor para ella. Su vida cambió estando al lado de la mujer. Continuamos viéndonos, y todo siguió mejorando conforme el tiempo fue pasando. Teníamos pequeñas reuniones en las casas de las otras, pequeñas... “fiestas”; teníamos una gran relación tanto con ella como con el padre de Sofía, y ellas tenían una relación muy similar con mi madre. De allí en adelante todo fueron risas y diversiones... hasta que entramos a la preparatoria.
—Oye, ¿cómo era tu relación con tu padre?, ¿se hablaban o no? —Le preguntó Rosa mientras continuaba anotando cosas en su libreta.
—Él nunca estaba en la casa, siempre se iba muy temprano a trabajar y regresaba muy tarde, siempre que yo estaba ya dormida. Por lo mismo nunca hablábamos, no había tiempo para hacerlo, y durante los fines de semana, cuando él me invitaba a salir con ellos simplemente lo ignoraba o le decía rechazaba la invitación.
—Entonces desde ese entonces no le hablabas a tu padre... entiendo. Tu relación con tu madre y tus hermanos, ¿era como ahora?
—Sí, no ha cambiado mucho. Al principio hacía lo que una hermana mayor haría, abusar de ellos, pero luego comencé a dejar de ser tan abusiva y me hice su amiga. Con mi madre... al principio era difícil, pasaban cosas como con mi padre, que la ignoraba y le contestaba groseramente, pero las cosas cambiaron y dejé de ser así, y como con mis hermanos, también me volví su amiga.
—Entendido... por cierto, noté que dijiste “hasta que entramos a la preparatoria”... ¿algo pasó?
—Muchas cosas pasaron. En el primer año las tres seguimos viéndonos, pero poco a poco comenzamos a dejar de vernos, ellas conocieron nuevas personas, mientras que yo había entrado en una etapa de depresión, de tristeza, estaba cansada, harta de la rutina diaria, y las cosas empeoraron cuando conocí a mis abusivos... o mas bien, cuando ellos me conocieron. Al principio eran burlas acerca de mi cuerpo, acerca de mi forma de pensar, pero luego pasaron a ser abusos físicos, comenzaron a arrojarme cosas, me tiraban la comida, me robaban mi dinero o mis cosas de la escuela, tenían incluso el descaro de hacerlo frente a otras personas e incluso, frente a los profesores. La única persona con la que hablaba acerca de eso era con Sofía, y no le contaba todo, solo algunos detalles, Erika estaba con sus nuevas amigas, así que apenas pasaba tiempo con nosotras. A pesar de que me desahogaba un poco al platicare a Sofía, no servía de mucho, seguía sintiendo rabia, enojo, seguía dolida y lastimada por sus constantes burlas y abusos, un día, todo explotó. Estábamos en la clase de ciencias, ellos seguían burlándose de mi, el profesor salió, y aprovechando eso comenzaron a arrojarme cosas, entre ellas, un sacapuntas de metal que me golpeo directamente en la cabeza... eso fue la gota que derramó el vaso. Me levanté de mi banco, lo tomé y se los arrojé, al hacerlo, todos mis compañeros salieron corriendo horrorizados al escucharme gritarles y al ver que no me detendría y continuaría arrojándoles más bancos. Dejé de arrojar cosas, tomé uno de los bancos y caminé hacia ellos, y con este comencé a golpearlos repetidas veces... Estaba fúrica, pero no fui tan insensible como para no detenerme en cuanto me lo pidieron, lo hice, me di la vuelta y comencé a caminar, pero uno de ellos volvió a burlarse de mí, me regresé y continué atacándolo. Luego de eso me llevaron a la oficina de la directora, allí me regañaron por haber hecho todo eso, di mi punto de vista y las cosas se volvieron un poco más claras para la directora. Luego de eso, mis compañeros seguía horrorizados, nadie me hablaba, por excepción de un par de chicas, quienes parecía no importarles el hecho de que había explotado violentamente y había atacado a varios de mis compañeros. Los días siguientes se comenzó a buscar otras víctimas que ellos tuvieron , se encontraron bastantes, las suficientes como para poder expulsarlos. En mi caso, no me expulsaron, lo hice en defensa propia, y además, fui víctima de ellos, por lo que solo me dieron varios días de suspensión y me regañaron. Esas dos chicas que ese día decidieron acercarse se volvieron mis amigas de la preparatoria.
—Eso que te ocurrió fue algo horrible.
—Sí, así fue.
—¿Te diste cuenta del problema que te llevó a esa situación?
—¿Que no hablaba ni con mis amigas ni con mis padres y mucho menos con mis profesores, que no le decía a nadie más y que dejé que todo se juntara? Sí, me doy cuenta de ello. Debí de hablar más con Sofía y con Erika, debí de decirle a mis padres, debí de hablar con algún profesor acerca de esos abusivos que constantemente me acosaban y me atacaban... no debí de quedarme callada... Me di cuenta de ello demasiado tarde, pero me di cuenta de eso, tarde, pero lo hice.
—Te hiciste daño a ti misma, le hiciste daño a otros.
—Sí, lo sé. Y durante mucho tiempo lo reflexioné, pensé en ello, y muchas veces regresaba a molestarme. Pero fue una situación que le dio un giro a mi vida, pasé a volver a hablarle a mis hermanos y a mi madre, me volví más social y dejé de ser la rebelde que fingía ser. Lo aprendí por las malas, pero lo hice, que es lo que importa. No permitiré que vuelva a ocurrir algo así, y si pasa, tendré en cuenta que tengo amigos y familia a quien contarles.
—Bueno, lo has dicho, al menos te diste cuenta de lo que pasaba, tarde, pero lo hiciste.
—Sí... —Por unos instantes Vanessa recargó su cabeza en su hombro y se puso a pensar en lo que había pasado.
—Aunque, estoy segura de que te lo dijeron antes, te lo repetiré de nuevo: La violencia nunca es la solución.
—¿Y cree que unos simples regaños y castigos por parte de sus padres y sus profesores hubieran sido suficientes como para poder hacerlos cambiar de parecer acerca de lo que hacían? —Dijo Vanessa un poco enojada por el comentario de Rosa —¡Por su puesto que no! —Gritó Vanessa enojada respondiendo así a su propia pregunta —Personas como ellos no entienden con simples palabras, necesitan de acciones grandes, de cosas que los hagan de cambiar de parecer de una sola vez, y expulsarlos no habría cambiado el hecho de que en un futuro continuarían haciendo lo mismo en otras escuelas.
—Lo sé, lo entiendo muy bien, pero reitero lo dicho. La violencia no es la solución. Te volviste en lo que odiabas para poder hacer justicia por ti misma, y al hacerlo te lastimaste más de lo que debías.
—¡Y lo sé! Eso en un principio no debió de pasar, no debí de dejar de hablar con mis amigas, no debí de quedarme callada y ver como día tras día ellos se volvían más agresivos conmigo y con otras personas. Debí de hablar en un principio, pero mi estupidez no me dejó... Fue mi culpa al final de cuentas, cometí muchos errores de los que estoy avergonzada, errores que me gustaría poder evitar volviendo al pasado y decirme a mi misma las cosas que debía de hacer.
—A eso, déjame añadirte algo. ¿cómo sabrías que esas cosas no estaban hechas para ocurrir?, ¿cómo saber que cambiar el pasado no dejaría todo peor? Tú lo dijiste, esto que te ocurrió fue algo que te cambió la vida, si no hubiese ocurrido, si hubieses hablado antes de que todo se tornara turbio, entonces probablemente no hubieses conocido a tus nuevas amigas, hubieses seguido sin hablar con tus padres, hubieras seguido bajando por la espiral de depresión por la que pasabas, y podrías haber tenido un horrible final; o bien, habría pasado lo mismo exceptuando el hecho de que nunca habrías sido atacada, habrías seguido conociendo a tus nuevas amigas, habrías hablado con tus padres, y tendrías una larga vida llena de alegrías y felicidad. Sé que no tiene mucho que ver con una terapia psicológica, pero es bueno que lo tengas en mente, cambiar el pasado para que sea como quieras que sea no siempre puede resultar como quieres, es mucho mejor aprender a vivir con nuestros errores, dejar que se vuelvan cicatrices y simplemente recordarlos como lo que son, simples errores que ya no pueden volver a afectarnos ya que aprendimos cosas importantes de ellos.
—Sabe, dice muchas cosas que mis amigas me han dicho en estos últimos días.
—Me alegra el poder ser como una de tus amigas —Dijo Rosa mientras se inclinaba en dirección a Vanessa.
—Pero aún no eres mi amiga, apenas llevas menos de dos horas conmigo, necesitarás un poco más para que te pueda llamar “amiga”.
—No hay problema, estoy segura que en algún momento seré tu amiga, y a pesar de que me grites, no será lo suficiente como para hacerme cambiar de parecer. Regresando a lo que estábamos... ¿pasaron otras cosas desde ese punto hasta aquí, pasó algo en la semana pasada que te llevó a cambiar?
—De hecho, sí. Durante estos dos últimos años todo siguió mejorando una vez más, las tres conocimos a más personas, y a pesar de eso, nos continuamos juntando y estrechando aún más nuestra relación. Y todo siguió así hasta la semana pasada, en el cumpleaños de Erika... no sé si debo o no hablar sobre ello, es algo personal de ella —Le dijo Vanessa, quien se acostó en el sofá.
—Es tú decisión en este momento, pero estamos hablando de la privacidad de otra persona, así que te sugeriría no hablar por ella —Le explicó Rosa.
—Está bien... solo deje decirle que, el hermano de ella se apareció y una tragedia ocurrió, obligando a Erika a irse a vivir con Sofía.
—Eso me llamó un poco la atención... continúa.
—Erika estuvo muy triste en los siguientes días, Sofía hizo lo posible por animarla, y lo logró, pero no fue suficiente, así que decidimos hacer una pequeña intervención para ayudarla a pasar este mal trago.
—Espera, ¿la obligaron a olvidar la tristeza, la obligaron a dejar de pensar en ello?
—No, la hicimos darse cuenta de que estaba bien sentirse triste, de que estaba bien llorar, de que estaba bien recordar, pero que estaba mal tener que recordar a cada minuto de cada día la tragedia que había ocurrido.
—Eso no se hace. Todas las personas tienen sus formas de pasar por momentos tristes —Le reclamó Rosa, quien puso a un lado de su escritorio la libreta y miró a Vanessa.
—Lo sé, pero no podíamos verla sufrir tanto. Ella nos tenía a nosotras, y no hacer nada por ella hubiese sido lo peor que le habríamos hecho. Le enseñamos a vivir con el dolor y a no dejar que este fuese su vida.
—¡Pero lo hicieron a una semana de que una tragedia le ocurriese! No dejaron siquiera que procesara lo ocurrido.
—¿Y qué quería?, ¿qué la dejáramos sola, llorando, que no fuese a clases por temer a que sus emociones se desataran de un momento a otro, quería que la olvidáramos y que sufriese aún más? ¡No! Pasé por lo mismo, mi gatito murió, no tuve a nadie a mi lado, ni si quiera a ellas dos a mi familia, estaba sola, pasé semanas llorando su muerte, culpándome a mi misma por ello, no podía seguir, tuve que tragarme mis emociones, dejar que se sepultaran muy dentro de mí, y olvidé básicamente el hecho de que ella existió... No podía hacerle lo mismo a otra persona, y mucho menos a una persona que quiero tanto. No iba a dejar que olvidara por completo el hecho de que Laura existía, no dejaría que olvidase los buenos momentos que tuvo como yo lo hice con mi gatita. ¡No! Estoy aquí protegerlas, y si tuve que hacer eso para apoyarla, para ayudarla, entonces no lamento nada de lo que hice y me siento orgullosa de ello —Le gritó Vanessa mientras la miraba a los ojos. Estaba enojada.
—Eso no fue lo mejor que pudiste hacer, pero, me lo acabas de decir, dejarla sola no hubiera sido la mejor opción. Si lograron hacerla pasar el mal trago, sin haberle negado el llorar, el expresarse, entonces, hicieron algo muy bueno. Tengo envidia de que tengan amigas tan buenas, yo nunca tuve amigas así, nadie se preocupaba por mí, tuve que hacer todo por mi cuenta, llegué hasta aquí sin preocuparme por nadie más y sin nadie que lo hiciese por mí... —Los ojos de Rosa comenzaron a volverse cristalinos, estaba apunto de llorar —Yo no debería de ser la que llora aquí, deberían de ser mis pacientes, pero, con ustedes es diferente, sus problemas pasan de ser de los peores a resolverse en instantes, y ustedes terminan incluso mucho mejor que antes; pasan por tragedias y terminan con alegrías... nunca había visto a nadie así, nunca en todos mis años como terapeuta.
—Por favor, llore cuanto quiera, no me importa, y si quiere, estaré aquí para ayudarla.
—Pero yo debo de ayudarte, no al contrario —Le contestó Rosa, ella comenzó a mirar al suelo, escondiendo así sus emociones de Vanessa.
—Los humanos son débiles, y por eso necesitan de otros humanos para volverse más fuertes. Como dicen, “solos no somos nada, pero juntos, somos imparables”. Así que déjeme ayudarla, déjeme estar a su lado, permita que yo pueda cuidar de usted.
—Cuando entré a la primaria aún no había conocido a mis amigas, a Erika y a Sofía. Pasaba la mayor parte del tiempo jugando con mis muñecas y apenas hablaba con el resto de mis compañeros. Era lo mismo en mi casa, apenas hablaba con mis padres o con mis hermanos... era muy solitaria, y fue así hasta que las conocí. Fue la primera vez en años que me sentía tan feliz, estaba con unas personas maravillosas que me apoyaban todo el tiempo, y que disfrutaban de estar conmigo —Dijo Vanessa, siendo interrumpida por Rosa.
—Espera... lamento interrumpirte pero, estás hablando en pasado, ¿algo pasó, ya no son tus amigas? —Preguntó Rosa extrañada.
—No, estaba hablando en pasado porque ocurrió en el pasado, nada ha cambiado... bueno, han cambiado algunas cosas, pero seguimos siendo las mismas amigas... no las mismas, de hecho, mejores que antes —Le explicó Vanessa, luego continuó — Bueno, prosigo. Tras haberlas conocido mi vida dio un gran giro, comencé a socializar con mis compañeros de clase, con mis maestros y con mi familia, me volví más amigable y disfrutaba más de estar con personas. Dejé de ser la chica solitaria que se iba hasta los baños a comer, lejos de todos, ya no era la chica que se escondía detrás de otros... había cambiado completamente y todo gracias a ellas. Nuestras vidas continuaron cambiando, y conforme el tiempo fue pasando nos volvimos más y más unidas, e incluso más con los hechos que siguieron en los años siguientes. El padre de Sofía tenía una novia en esos tiempos, Greta era su nombre, ni ella ni Sofía se llevaban bien, y mucho menos nosotras con ella. Una tarde, las tres estábamos en su casa teniendo una pequeña reunión, una fiesta por decirlo así, y de un momento a otro Greta llega. Hubo un conflicto entre ambas, y de pronto Greta atacó a Sofía y la intentó ahogar al meterla en una tina llena de agua, nosotras la ayudamos golpeando a Greta para que soltara a Sofía, hicimos todo lo que pudimos y logramos salvar así a Sofía, luego llegó su padre y al final, nunca volvimos a ver a Greta.
—¿En serio pasó eso? —Preguntó Rosa extrañada por la peculiar explicación de Vanessa.
—Sí, así fue. Greta era una maldita desgraciada que únicamente buscaba el dinero del padre de Sofía, y el haber atacado a Sofía era porque quería deshacerse de ella. Algo estúpido de hacer considerando que su padre nunca terminaría con ella sabiendo que la habría asesinado... pero bueno, muchas personas son así, actúan antes de pensar y terminan haciendo cosas estúpidas —Dijo Vanessa mientras se movía a otro lado del sofá.
—Añadiendo algo a eso, ¿qué tal que pensaba desaparecer su cuerpo una vez que la ahogase? —Dijo Rosa.
—Pensamos en eso muchas veces, Greta era muy estúpida, sería imposible que si quiera hubiese pensado en eso.
—Oh, bueno, continúa.
—Sí. Tras esa situación con Greta, las tres nos unimos aún más, y siguió así hasta que algo grandioso pasó con Erika. Una mujer constantemente le entregaba sobres con dinero, lo había hecho desde que sus padres murieron, y aunque nunca se hablaron, ella siempre estaba muy agradecida con la mujer por lo que hacía, un día, la mujer decidió hablarle a Erika. Ese día fue el día en que Erika decidió abandonar su casa, alejarse de su hermano abusivo y romper toda conexión con él o con su pasado, yéndose a vivir con la mujer, quien en un futuro se volvería su difunta madre. Al principio ella había estado asustada, no quería quedarse sola, así que decidimos ir a dormir con ella algunas veces, de hecho, pasamos más tiempo en su nueva casa que lo que pasábamos en nuestras casas durante ese periodo de tiempo. Tenía miedo de que él la encontrara, no quería regresar a su vida anterior, a una vida de abusos y de peleas. Un día simplemente nos pidió dejarla, había dejado por completo el miedo de que él en algún momento podría aparecerse, ya no nos necesitaba a su lado para protegerla, ella podía hacerlo sola. Al principio nos sentimos mal, pero luego nos dimos cuenta de que era algo bueno y sería lo mejor para ella. Su vida cambió estando al lado de la mujer. Continuamos viéndonos, y todo siguió mejorando conforme el tiempo fue pasando. Teníamos pequeñas reuniones en las casas de las otras, pequeñas... “fiestas”; teníamos una gran relación tanto con ella como con el padre de Sofía, y ellas tenían una relación muy similar con mi madre. De allí en adelante todo fueron risas y diversiones... hasta que entramos a la preparatoria.
—Oye, ¿cómo era tu relación con tu padre?, ¿se hablaban o no? —Le preguntó Rosa mientras continuaba anotando cosas en su libreta.
—Él nunca estaba en la casa, siempre se iba muy temprano a trabajar y regresaba muy tarde, siempre que yo estaba ya dormida. Por lo mismo nunca hablábamos, no había tiempo para hacerlo, y durante los fines de semana, cuando él me invitaba a salir con ellos simplemente lo ignoraba o le decía rechazaba la invitación.
—Entonces desde ese entonces no le hablabas a tu padre... entiendo. Tu relación con tu madre y tus hermanos, ¿era como ahora?
—Sí, no ha cambiado mucho. Al principio hacía lo que una hermana mayor haría, abusar de ellos, pero luego comencé a dejar de ser tan abusiva y me hice su amiga. Con mi madre... al principio era difícil, pasaban cosas como con mi padre, que la ignoraba y le contestaba groseramente, pero las cosas cambiaron y dejé de ser así, y como con mis hermanos, también me volví su amiga.
—Entendido... por cierto, noté que dijiste “hasta que entramos a la preparatoria”... ¿algo pasó?
—Muchas cosas pasaron. En el primer año las tres seguimos viéndonos, pero poco a poco comenzamos a dejar de vernos, ellas conocieron nuevas personas, mientras que yo había entrado en una etapa de depresión, de tristeza, estaba cansada, harta de la rutina diaria, y las cosas empeoraron cuando conocí a mis abusivos... o mas bien, cuando ellos me conocieron. Al principio eran burlas acerca de mi cuerpo, acerca de mi forma de pensar, pero luego pasaron a ser abusos físicos, comenzaron a arrojarme cosas, me tiraban la comida, me robaban mi dinero o mis cosas de la escuela, tenían incluso el descaro de hacerlo frente a otras personas e incluso, frente a los profesores. La única persona con la que hablaba acerca de eso era con Sofía, y no le contaba todo, solo algunos detalles, Erika estaba con sus nuevas amigas, así que apenas pasaba tiempo con nosotras. A pesar de que me desahogaba un poco al platicare a Sofía, no servía de mucho, seguía sintiendo rabia, enojo, seguía dolida y lastimada por sus constantes burlas y abusos, un día, todo explotó. Estábamos en la clase de ciencias, ellos seguían burlándose de mi, el profesor salió, y aprovechando eso comenzaron a arrojarme cosas, entre ellas, un sacapuntas de metal que me golpeo directamente en la cabeza... eso fue la gota que derramó el vaso. Me levanté de mi banco, lo tomé y se los arrojé, al hacerlo, todos mis compañeros salieron corriendo horrorizados al escucharme gritarles y al ver que no me detendría y continuaría arrojándoles más bancos. Dejé de arrojar cosas, tomé uno de los bancos y caminé hacia ellos, y con este comencé a golpearlos repetidas veces... Estaba fúrica, pero no fui tan insensible como para no detenerme en cuanto me lo pidieron, lo hice, me di la vuelta y comencé a caminar, pero uno de ellos volvió a burlarse de mí, me regresé y continué atacándolo. Luego de eso me llevaron a la oficina de la directora, allí me regañaron por haber hecho todo eso, di mi punto de vista y las cosas se volvieron un poco más claras para la directora. Luego de eso, mis compañeros seguía horrorizados, nadie me hablaba, por excepción de un par de chicas, quienes parecía no importarles el hecho de que había explotado violentamente y había atacado a varios de mis compañeros. Los días siguientes se comenzó a buscar otras víctimas que ellos tuvieron , se encontraron bastantes, las suficientes como para poder expulsarlos. En mi caso, no me expulsaron, lo hice en defensa propia, y además, fui víctima de ellos, por lo que solo me dieron varios días de suspensión y me regañaron. Esas dos chicas que ese día decidieron acercarse se volvieron mis amigas de la preparatoria.
—Eso que te ocurrió fue algo horrible.
—Sí, así fue.
—¿Te diste cuenta del problema que te llevó a esa situación?
—¿Que no hablaba ni con mis amigas ni con mis padres y mucho menos con mis profesores, que no le decía a nadie más y que dejé que todo se juntara? Sí, me doy cuenta de ello. Debí de hablar más con Sofía y con Erika, debí de decirle a mis padres, debí de hablar con algún profesor acerca de esos abusivos que constantemente me acosaban y me atacaban... no debí de quedarme callada... Me di cuenta de ello demasiado tarde, pero me di cuenta de eso, tarde, pero lo hice.
—Te hiciste daño a ti misma, le hiciste daño a otros.
—Sí, lo sé. Y durante mucho tiempo lo reflexioné, pensé en ello, y muchas veces regresaba a molestarme. Pero fue una situación que le dio un giro a mi vida, pasé a volver a hablarle a mis hermanos y a mi madre, me volví más social y dejé de ser la rebelde que fingía ser. Lo aprendí por las malas, pero lo hice, que es lo que importa. No permitiré que vuelva a ocurrir algo así, y si pasa, tendré en cuenta que tengo amigos y familia a quien contarles.
—Bueno, lo has dicho, al menos te diste cuenta de lo que pasaba, tarde, pero lo hiciste.
—Sí... —Por unos instantes Vanessa recargó su cabeza en su hombro y se puso a pensar en lo que había pasado.
—Aunque, estoy segura de que te lo dijeron antes, te lo repetiré de nuevo: La violencia nunca es la solución.
—¿Y cree que unos simples regaños y castigos por parte de sus padres y sus profesores hubieran sido suficientes como para poder hacerlos cambiar de parecer acerca de lo que hacían? —Dijo Vanessa un poco enojada por el comentario de Rosa —¡Por su puesto que no! —Gritó Vanessa enojada respondiendo así a su propia pregunta —Personas como ellos no entienden con simples palabras, necesitan de acciones grandes, de cosas que los hagan de cambiar de parecer de una sola vez, y expulsarlos no habría cambiado el hecho de que en un futuro continuarían haciendo lo mismo en otras escuelas.
—Lo sé, lo entiendo muy bien, pero reitero lo dicho. La violencia no es la solución. Te volviste en lo que odiabas para poder hacer justicia por ti misma, y al hacerlo te lastimaste más de lo que debías.
—¡Y lo sé! Eso en un principio no debió de pasar, no debí de dejar de hablar con mis amigas, no debí de quedarme callada y ver como día tras día ellos se volvían más agresivos conmigo y con otras personas. Debí de hablar en un principio, pero mi estupidez no me dejó... Fue mi culpa al final de cuentas, cometí muchos errores de los que estoy avergonzada, errores que me gustaría poder evitar volviendo al pasado y decirme a mi misma las cosas que debía de hacer.
—A eso, déjame añadirte algo. ¿cómo sabrías que esas cosas no estaban hechas para ocurrir?, ¿cómo saber que cambiar el pasado no dejaría todo peor? Tú lo dijiste, esto que te ocurrió fue algo que te cambió la vida, si no hubiese ocurrido, si hubieses hablado antes de que todo se tornara turbio, entonces probablemente no hubieses conocido a tus nuevas amigas, hubieses seguido sin hablar con tus padres, hubieras seguido bajando por la espiral de depresión por la que pasabas, y podrías haber tenido un horrible final; o bien, habría pasado lo mismo exceptuando el hecho de que nunca habrías sido atacada, habrías seguido conociendo a tus nuevas amigas, habrías hablado con tus padres, y tendrías una larga vida llena de alegrías y felicidad. Sé que no tiene mucho que ver con una terapia psicológica, pero es bueno que lo tengas en mente, cambiar el pasado para que sea como quieras que sea no siempre puede resultar como quieres, es mucho mejor aprender a vivir con nuestros errores, dejar que se vuelvan cicatrices y simplemente recordarlos como lo que son, simples errores que ya no pueden volver a afectarnos ya que aprendimos cosas importantes de ellos.
—Sabe, dice muchas cosas que mis amigas me han dicho en estos últimos días.
—Me alegra el poder ser como una de tus amigas —Dijo Rosa mientras se inclinaba en dirección a Vanessa.
—Pero aún no eres mi amiga, apenas llevas menos de dos horas conmigo, necesitarás un poco más para que te pueda llamar “amiga”.
—No hay problema, estoy segura que en algún momento seré tu amiga, y a pesar de que me grites, no será lo suficiente como para hacerme cambiar de parecer. Regresando a lo que estábamos... ¿pasaron otras cosas desde ese punto hasta aquí, pasó algo en la semana pasada que te llevó a cambiar?
—De hecho, sí. Durante estos dos últimos años todo siguió mejorando una vez más, las tres conocimos a más personas, y a pesar de eso, nos continuamos juntando y estrechando aún más nuestra relación. Y todo siguió así hasta la semana pasada, en el cumpleaños de Erika... no sé si debo o no hablar sobre ello, es algo personal de ella —Le dijo Vanessa, quien se acostó en el sofá.
—Es tú decisión en este momento, pero estamos hablando de la privacidad de otra persona, así que te sugeriría no hablar por ella —Le explicó Rosa.
—Está bien... solo deje decirle que, el hermano de ella se apareció y una tragedia ocurrió, obligando a Erika a irse a vivir con Sofía.
—Eso me llamó un poco la atención... continúa.
—Erika estuvo muy triste en los siguientes días, Sofía hizo lo posible por animarla, y lo logró, pero no fue suficiente, así que decidimos hacer una pequeña intervención para ayudarla a pasar este mal trago.
—Espera, ¿la obligaron a olvidar la tristeza, la obligaron a dejar de pensar en ello?
—No, la hicimos darse cuenta de que estaba bien sentirse triste, de que estaba bien llorar, de que estaba bien recordar, pero que estaba mal tener que recordar a cada minuto de cada día la tragedia que había ocurrido.
—Eso no se hace. Todas las personas tienen sus formas de pasar por momentos tristes —Le reclamó Rosa, quien puso a un lado de su escritorio la libreta y miró a Vanessa.
—Lo sé, pero no podíamos verla sufrir tanto. Ella nos tenía a nosotras, y no hacer nada por ella hubiese sido lo peor que le habríamos hecho. Le enseñamos a vivir con el dolor y a no dejar que este fuese su vida.
—¡Pero lo hicieron a una semana de que una tragedia le ocurriese! No dejaron siquiera que procesara lo ocurrido.
—¿Y qué quería?, ¿qué la dejáramos sola, llorando, que no fuese a clases por temer a que sus emociones se desataran de un momento a otro, quería que la olvidáramos y que sufriese aún más? ¡No! Pasé por lo mismo, mi gatito murió, no tuve a nadie a mi lado, ni si quiera a ellas dos a mi familia, estaba sola, pasé semanas llorando su muerte, culpándome a mi misma por ello, no podía seguir, tuve que tragarme mis emociones, dejar que se sepultaran muy dentro de mí, y olvidé básicamente el hecho de que ella existió... No podía hacerle lo mismo a otra persona, y mucho menos a una persona que quiero tanto. No iba a dejar que olvidara por completo el hecho de que Laura existía, no dejaría que olvidase los buenos momentos que tuvo como yo lo hice con mi gatita. ¡No! Estoy aquí protegerlas, y si tuve que hacer eso para apoyarla, para ayudarla, entonces no lamento nada de lo que hice y me siento orgullosa de ello —Le gritó Vanessa mientras la miraba a los ojos. Estaba enojada.
—Eso no fue lo mejor que pudiste hacer, pero, me lo acabas de decir, dejarla sola no hubiera sido la mejor opción. Si lograron hacerla pasar el mal trago, sin haberle negado el llorar, el expresarse, entonces, hicieron algo muy bueno. Tengo envidia de que tengan amigas tan buenas, yo nunca tuve amigas así, nadie se preocupaba por mí, tuve que hacer todo por mi cuenta, llegué hasta aquí sin preocuparme por nadie más y sin nadie que lo hiciese por mí... —Los ojos de Rosa comenzaron a volverse cristalinos, estaba apunto de llorar —Yo no debería de ser la que llora aquí, deberían de ser mis pacientes, pero, con ustedes es diferente, sus problemas pasan de ser de los peores a resolverse en instantes, y ustedes terminan incluso mucho mejor que antes; pasan por tragedias y terminan con alegrías... nunca había visto a nadie así, nunca en todos mis años como terapeuta.
—Por favor, llore cuanto quiera, no me importa, y si quiere, estaré aquí para ayudarla.
—Pero yo debo de ayudarte, no al contrario —Le contestó Rosa, ella comenzó a mirar al suelo, escondiendo así sus emociones de Vanessa.
—Los humanos son débiles, y por eso necesitan de otros humanos para volverse más fuertes. Como dicen, “solos no somos nada, pero juntos, somos imparables”. Así que déjeme ayudarla, déjeme estar a su lado, permita que yo pueda cuidar de usted.
Las palabras de Vanessa le llegaron a Rosa como si
fuesen apuñaladas a su corazón, sus emociones se dispararon,
tristeza, miedo, dolor, remordimiento, todas comenzaron a salir una
por una conforme Vanessa hablaba, y eran mostradas en el exterior en
forma de lágrimas que comenzaron a correr por las mejillas de Rosa.
Vanessa se le acercó y la abrazó, más y más lágrimas comenzaron
a brotar de los ojos de Rosa, y mientras caían sobre Vanessa, ella
seguía dándole un amistoso y reconfortante abrazo. Pasaron los
minutos, poco a poco Rosa fue calmándose.
—Perdón, lo lamento mucho, no debía de pasar esto, es tú sesión, no la mía, lo lamento tanto —Dijo Rosa mientras Vanessa se alejaba de ella. Tomó la caja de pañuelos y comenzó a secarse las lágrimas.
—No lo lamentes. Somos humanos, debemos de sentir dolor, debemos de vivir con el dolor, no está mal llorar de vez en cuando.
—Supongo que eso lo aprendiste de tus amigas —Dijo Rosa.
—Sí, así es —Contestó Vanessa mientras se reía levemente.
—Me lo temía. Tienes amigos increíbles, una familia que te quiere, y sobre todo, personas cerca de ti que se preocupan por ti, y tú haces lo mismo por todos ellos, e incluso, por personas desconocidas.
—He aprendido que todos pueden ser mis amigos si me esfuerzo lo suficiente, así que, debo de preocuparme por todos los que pueda, incluso con aquellos que apenas he conocido pero que sé que pasaré muchas cosas con ellos, como por ejemplo, usted.
—Me alaga el hecho de que pienses eso de mí.
—A mí me extraña el hecho de que le esté diciendo todo esto a un adulto... el único adulto del que soy amiga y no es parte de mi familia es de uno de mis profesores, y aquí entre nos, él también tuvo algo de culpa en haberme hecho cambiar —Rosa se pasó unas cuantas veces más algunos pañuelos por su rostro, luego dejó la caja en donde estaba y miró con seriedad a Vanessa.
—De hecho, ellos solo te hablaron, tú fuiste la única que hizo todo esto posible. Si no hubieras querido cambiar, si no hubieras deseado ser diferente, todo lo que te dijeron te hubiera entrado por un lado y te hubiera salido por el otro, tú fuiste la única que te llevó a este punto, no los demás.
—¿”Soy una persona especial”? —Dijo Vanessa, recordando las palabras que Rosa les había dicho el miércoles.
—Sí, eres aún más especial que otras personas... tus amigos y tus familiares tienen la gran bendición de tenerte cerca —Le contestó Rosa —Lo lamento, nos fuimos de nuevo del punto de esta sesión. Lo que pasó el viernes pasado fue lo que desató estos siguientes eventos, desató tus cambios emocionales y tus cambios mentales, lo que te llevó a hablarle a tu padre en respuesta a todo lo que te pasó a tu alrededor... ¿cierto?
—Sí... creo. Usted es la terapeuta aquí, yo solo respondo —Le sentenció Vanessa.
—¿Hay algo más? Todo puede ser importante para saber un poco más acerca de lo ocurrido y las razones por lo que ocurrió —Le dijo Rosa mientras la miraba con más seriedad que antes. Por unos segundos Vanessa pensó muy bien, se le vino a la mente decirle sobre como el hermano de Erika murió quemado luego de que ella lo apuñaló; pensó en decirle sobre como Sofía fue la primera que intentó a ahogar a Greta; pensó en decirle sobre su manía que tuvo de niña con buscar a la muñeca perfecta y sobre como durante semanas dejó de salir de su habitación por ello... se dio cuenta de que había tardado mucho en contestar, por lo que decidió hacer algo para que no sospechase nada.
—Me gusta hacer mi propia ropa —Dijo Vanessa tímidamente —¿Ve esta camisa?, yo misma la hice hace unos meses.
—¿En serio? Vaya, eres muy buena, parece incluso que es de marca, como si hubiera sido vendida en una tienda de ropa de gran prestigio.
—¿En serio cree eso? ¡Gracias! —Dijo Vanessa mientras miraba con alegría a Rosa.
—En serio lo creo... ¿crees que algún día podrías traerme algunas otras prendas que hayas hecho?
—¿Y si mejor le hago una sola para usted?
—No quiero molestarte, con que solo me traigas algo ya hecho para verlo me es suficiente...
—No es presión, no me molesta... y de hecho, sería perfecto ahora que luego de varias semanas sin haber confeccionado nada estoy volviendo a hacerlo —Le dijo Vanessa con una enorme sonrisa en su rostro.
—Bueno, pero no quiero que te sientas presionada, ni molesta, y tampoco quiero que lo hagas solo por mí, hazlo por ti, ¿entendido? —Le dijo Rosa mientras se levantaba de su silla y caminaba a la puerta.
—Entendido —Dijo Vanessa mientras se levantaba del sofá a estirar las piernas.
—Dejaré entrar a tus padres, hablaremos un poco sobre lo que aprendí de ustedes, y bueno, les daré una conclusión acerca de lo ocurrido, no queda mucho tiempo, así que será una explicación corta, pero la siguiente semana hablaremos de todo esto con más detalle —Dijo Rosa quien abrió la puerta y les dio la orden a los padres de Vanessa de entrar. Ambos caminaron a un lado de ella, se sentaron en el sofá, dejando un hueco a Vanessa en medio de ambos, Rosa cerró la puerta y se sentó en la silla frente a los tres —Los tres me dieron información muy importante, cosas esenciales que podrían ayudarnos en estas sesiones. Me mostraron sus emociones, sus intereses, me hablaron sobre sus vidas, su niñez y su adolescencia, me hablaron sobre sus amistades, sobre las cosas que hacen, y principalmente, me mostraron como eran. Fueron las dos sesiones más provechosas que he tenido con algún paciente, y me alegra mucho de que haya sido así... Los tres me dieron información muy importante que me ha llevado a formular una pequeña conclusión, no es exacta y tampoco significa que sea la razón de todo, es solo algo superficial... El hecho de que tú no hayas estado con ella durante su niñez la llevó a olvidarte, provocó que su relación se viniese abajo y que inevitablemente se dañara para siempre... hasta ahora. No sé si lo saben pero, estos últimos días tanto Vanessa como tú estuvieron reflexionando las cosas, una por una tragedia que ocurrió cerda de ella, y el otro gracias a que sus amigos le mostraron algunas situaciones que le hicieron pensar mucho sobre su vida, estas dos situaciones fueron lo que llevaron a, que uno decidiera hablarle al otro, y a que el otro decidiera perdonar al primero.
—¿Algo tan sencillo como no estar durante un tiempo en casa llevó a que nosotros nos odiáramos de por vida? —Preguntó el padre preocupado y sorprendido por lo que Rosa acababa de decir.
—Sí y no. Dejaron de hablarse, sí, pero no se odiaban, simplemente no sabían como expresarse uno con el otro, no tenían idea de como interactuar entre sí, y la forma más rápida y sencilla que encontraban, era gritándose y ofendiéndose.
—Yo... yo... no, no hice nada para evitar todo esto... tuve la culpa de que llegasen hasta aquí... debí de haber trabajado desde antes, no debí de dejarle toda la carga a él —Dijo la madre de Vanessa, quien puso sus manos en su rostro, sintiendo una gran culpa.
—En realidad no fue así. Tú fuiste el pilar de ambos durante ese tiempo, tú fuiste quien los mantuvo cerca, de no haber estado, ambos hubiesen continuado distanciándose y nunca hubiesen llegado aquí aunque hubiesen hablado con sus amigos o hubieran sufrido la misma situación... fuiste lo que permitió que su relación fuese reparable —Ella comenzó a llorar al escuchar la explicación de Rosa, él sujetó su cabeza y la recargó contra su pecho mientras ella lloraba, Vanessa simplemente miraba a Rosa, ella le dio la caja de pañuelos a su madre.
—Espera... esto era la razón por la que habíamos venido, esta fue la razón por la que todo ocurrió... ¿significa que no tendremos más sesiones?
—No tengo idea de si así vaya a ser o no. Los tres aún tienen muchas cosas que liberar, y además, no he conocido a tus dos hermanos...
—Cierto, aunque le advierto, solo uno de ellos será agradable de conocer, el otro es bastante travieso y no se concentra muy bien que digamos... será un dolor en el trasero —Le dijo Vanessa.
—¡Vanessa! —Le reclamó su madre quien la miraba con enojo por la expresión que dijo.
—¿Qué?, es la verdad, lo es.
—No te preocupes, con ustedes lo acabo de ver todo, podré con un par de niños más —Dijo Rosa con un tono de confidencia —Con esto terminamos la sesión del día, aún quedan algunos cuantos minutos por si quieren quedarse más...
—A mí me gustaría irme de una vez, los tres debemos de descansar y no parece que vaya a mejorar el clima conforme anochezca —Dijo Vanessa mientras se levantaba del sofá. Su madre puso la caja de vuelta en la mesa, había dejado de llorar y miró a Rosa.
—Gracias, muchas gracias por todo —Dijo ella. Se le acercó y la abrazó. Rosa estaba sorprendida por lo que ella había hecho, no esperaba un abrazo de su parte.
—De nada —Dijo Rosa con una expresión de sorpresa.
—Oh, no, no quise ponerte incómoda, perdón —Le dijo a Rosa al mirarle el rostro luego de romper el abrazo.
—No importa, solo era que no me lo esperaba, las únicas personas que me daban abrazos eran los niños pequeños cuando terminábamos con sus sesiones, nunca había tenido un adulto que lo hiciese.
—Y tú decías que ya habías visto todo... —Se burló Vanessa.
—¡Ya!, no te burles... pero así es, al parecer aún me falta mucho por conocer y por vivir... No sé si lo dije antes o no, pero tuve la suerte de haberlos conocido a ustedes, y estoy muy agradecida de ello.
—Llevamos solo cuatro horas de habernos conocido... —Le dijo Vanessa extrañada por su comentario.
—Pero recuerden que me han hablado sobre toda su vida, es como si hubiésemos sido amigos desde hace mucho tiempo.
—Tienes razón. Oye, entonces, ¿para la sesión del miércoles puedo traer algunas de las prendas? —Le preguntó Vanessa a Rosa.
—Sí, como gustes, no hay prisa.
—Perdón, lo lamento mucho, no debía de pasar esto, es tú sesión, no la mía, lo lamento tanto —Dijo Rosa mientras Vanessa se alejaba de ella. Tomó la caja de pañuelos y comenzó a secarse las lágrimas.
—No lo lamentes. Somos humanos, debemos de sentir dolor, debemos de vivir con el dolor, no está mal llorar de vez en cuando.
—Supongo que eso lo aprendiste de tus amigas —Dijo Rosa.
—Sí, así es —Contestó Vanessa mientras se reía levemente.
—Me lo temía. Tienes amigos increíbles, una familia que te quiere, y sobre todo, personas cerca de ti que se preocupan por ti, y tú haces lo mismo por todos ellos, e incluso, por personas desconocidas.
—He aprendido que todos pueden ser mis amigos si me esfuerzo lo suficiente, así que, debo de preocuparme por todos los que pueda, incluso con aquellos que apenas he conocido pero que sé que pasaré muchas cosas con ellos, como por ejemplo, usted.
—Me alaga el hecho de que pienses eso de mí.
—A mí me extraña el hecho de que le esté diciendo todo esto a un adulto... el único adulto del que soy amiga y no es parte de mi familia es de uno de mis profesores, y aquí entre nos, él también tuvo algo de culpa en haberme hecho cambiar —Rosa se pasó unas cuantas veces más algunos pañuelos por su rostro, luego dejó la caja en donde estaba y miró con seriedad a Vanessa.
—De hecho, ellos solo te hablaron, tú fuiste la única que hizo todo esto posible. Si no hubieras querido cambiar, si no hubieras deseado ser diferente, todo lo que te dijeron te hubiera entrado por un lado y te hubiera salido por el otro, tú fuiste la única que te llevó a este punto, no los demás.
—¿”Soy una persona especial”? —Dijo Vanessa, recordando las palabras que Rosa les había dicho el miércoles.
—Sí, eres aún más especial que otras personas... tus amigos y tus familiares tienen la gran bendición de tenerte cerca —Le contestó Rosa —Lo lamento, nos fuimos de nuevo del punto de esta sesión. Lo que pasó el viernes pasado fue lo que desató estos siguientes eventos, desató tus cambios emocionales y tus cambios mentales, lo que te llevó a hablarle a tu padre en respuesta a todo lo que te pasó a tu alrededor... ¿cierto?
—Sí... creo. Usted es la terapeuta aquí, yo solo respondo —Le sentenció Vanessa.
—¿Hay algo más? Todo puede ser importante para saber un poco más acerca de lo ocurrido y las razones por lo que ocurrió —Le dijo Rosa mientras la miraba con más seriedad que antes. Por unos segundos Vanessa pensó muy bien, se le vino a la mente decirle sobre como el hermano de Erika murió quemado luego de que ella lo apuñaló; pensó en decirle sobre como Sofía fue la primera que intentó a ahogar a Greta; pensó en decirle sobre su manía que tuvo de niña con buscar a la muñeca perfecta y sobre como durante semanas dejó de salir de su habitación por ello... se dio cuenta de que había tardado mucho en contestar, por lo que decidió hacer algo para que no sospechase nada.
—Me gusta hacer mi propia ropa —Dijo Vanessa tímidamente —¿Ve esta camisa?, yo misma la hice hace unos meses.
—¿En serio? Vaya, eres muy buena, parece incluso que es de marca, como si hubiera sido vendida en una tienda de ropa de gran prestigio.
—¿En serio cree eso? ¡Gracias! —Dijo Vanessa mientras miraba con alegría a Rosa.
—En serio lo creo... ¿crees que algún día podrías traerme algunas otras prendas que hayas hecho?
—¿Y si mejor le hago una sola para usted?
—No quiero molestarte, con que solo me traigas algo ya hecho para verlo me es suficiente...
—No es presión, no me molesta... y de hecho, sería perfecto ahora que luego de varias semanas sin haber confeccionado nada estoy volviendo a hacerlo —Le dijo Vanessa con una enorme sonrisa en su rostro.
—Bueno, pero no quiero que te sientas presionada, ni molesta, y tampoco quiero que lo hagas solo por mí, hazlo por ti, ¿entendido? —Le dijo Rosa mientras se levantaba de su silla y caminaba a la puerta.
—Entendido —Dijo Vanessa mientras se levantaba del sofá a estirar las piernas.
—Dejaré entrar a tus padres, hablaremos un poco sobre lo que aprendí de ustedes, y bueno, les daré una conclusión acerca de lo ocurrido, no queda mucho tiempo, así que será una explicación corta, pero la siguiente semana hablaremos de todo esto con más detalle —Dijo Rosa quien abrió la puerta y les dio la orden a los padres de Vanessa de entrar. Ambos caminaron a un lado de ella, se sentaron en el sofá, dejando un hueco a Vanessa en medio de ambos, Rosa cerró la puerta y se sentó en la silla frente a los tres —Los tres me dieron información muy importante, cosas esenciales que podrían ayudarnos en estas sesiones. Me mostraron sus emociones, sus intereses, me hablaron sobre sus vidas, su niñez y su adolescencia, me hablaron sobre sus amistades, sobre las cosas que hacen, y principalmente, me mostraron como eran. Fueron las dos sesiones más provechosas que he tenido con algún paciente, y me alegra mucho de que haya sido así... Los tres me dieron información muy importante que me ha llevado a formular una pequeña conclusión, no es exacta y tampoco significa que sea la razón de todo, es solo algo superficial... El hecho de que tú no hayas estado con ella durante su niñez la llevó a olvidarte, provocó que su relación se viniese abajo y que inevitablemente se dañara para siempre... hasta ahora. No sé si lo saben pero, estos últimos días tanto Vanessa como tú estuvieron reflexionando las cosas, una por una tragedia que ocurrió cerda de ella, y el otro gracias a que sus amigos le mostraron algunas situaciones que le hicieron pensar mucho sobre su vida, estas dos situaciones fueron lo que llevaron a, que uno decidiera hablarle al otro, y a que el otro decidiera perdonar al primero.
—¿Algo tan sencillo como no estar durante un tiempo en casa llevó a que nosotros nos odiáramos de por vida? —Preguntó el padre preocupado y sorprendido por lo que Rosa acababa de decir.
—Sí y no. Dejaron de hablarse, sí, pero no se odiaban, simplemente no sabían como expresarse uno con el otro, no tenían idea de como interactuar entre sí, y la forma más rápida y sencilla que encontraban, era gritándose y ofendiéndose.
—Yo... yo... no, no hice nada para evitar todo esto... tuve la culpa de que llegasen hasta aquí... debí de haber trabajado desde antes, no debí de dejarle toda la carga a él —Dijo la madre de Vanessa, quien puso sus manos en su rostro, sintiendo una gran culpa.
—En realidad no fue así. Tú fuiste el pilar de ambos durante ese tiempo, tú fuiste quien los mantuvo cerca, de no haber estado, ambos hubiesen continuado distanciándose y nunca hubiesen llegado aquí aunque hubiesen hablado con sus amigos o hubieran sufrido la misma situación... fuiste lo que permitió que su relación fuese reparable —Ella comenzó a llorar al escuchar la explicación de Rosa, él sujetó su cabeza y la recargó contra su pecho mientras ella lloraba, Vanessa simplemente miraba a Rosa, ella le dio la caja de pañuelos a su madre.
—Espera... esto era la razón por la que habíamos venido, esta fue la razón por la que todo ocurrió... ¿significa que no tendremos más sesiones?
—No tengo idea de si así vaya a ser o no. Los tres aún tienen muchas cosas que liberar, y además, no he conocido a tus dos hermanos...
—Cierto, aunque le advierto, solo uno de ellos será agradable de conocer, el otro es bastante travieso y no se concentra muy bien que digamos... será un dolor en el trasero —Le dijo Vanessa.
—¡Vanessa! —Le reclamó su madre quien la miraba con enojo por la expresión que dijo.
—¿Qué?, es la verdad, lo es.
—No te preocupes, con ustedes lo acabo de ver todo, podré con un par de niños más —Dijo Rosa con un tono de confidencia —Con esto terminamos la sesión del día, aún quedan algunos cuantos minutos por si quieren quedarse más...
—A mí me gustaría irme de una vez, los tres debemos de descansar y no parece que vaya a mejorar el clima conforme anochezca —Dijo Vanessa mientras se levantaba del sofá. Su madre puso la caja de vuelta en la mesa, había dejado de llorar y miró a Rosa.
—Gracias, muchas gracias por todo —Dijo ella. Se le acercó y la abrazó. Rosa estaba sorprendida por lo que ella había hecho, no esperaba un abrazo de su parte.
—De nada —Dijo Rosa con una expresión de sorpresa.
—Oh, no, no quise ponerte incómoda, perdón —Le dijo a Rosa al mirarle el rostro luego de romper el abrazo.
—No importa, solo era que no me lo esperaba, las únicas personas que me daban abrazos eran los niños pequeños cuando terminábamos con sus sesiones, nunca había tenido un adulto que lo hiciese.
—Y tú decías que ya habías visto todo... —Se burló Vanessa.
—¡Ya!, no te burles... pero así es, al parecer aún me falta mucho por conocer y por vivir... No sé si lo dije antes o no, pero tuve la suerte de haberlos conocido a ustedes, y estoy muy agradecida de ello.
—Llevamos solo cuatro horas de habernos conocido... —Le dijo Vanessa extrañada por su comentario.
—Pero recuerden que me han hablado sobre toda su vida, es como si hubiésemos sido amigos desde hace mucho tiempo.
—Tienes razón. Oye, entonces, ¿para la sesión del miércoles puedo traer algunas de las prendas? —Le preguntó Vanessa a Rosa.
—Sí, como gustes, no hay prisa.
El
padre de Vanessa fue el último en pararse, le dio la mano a Rosa
despidiéndose de ella y caminó a la puerta, las otras dos se
despidieron también dándole la mano, caminaron a la puerta ya
abierta, y antes de salir, Vanessa se dio la vuelta y sacudió su
mano despidiéndose de nuevo de Rosa, salió después de su madre, y
detrás de ella, él, quien le sonrió a Rosa.
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