7 ago 2013

Diario de un sobreviviente: Agosto, Año 1. Parte 3/3



Parte 2 

Decidimos pasar la noche en el centro comercial, ya que ellos nos dijeron que durante la noche los infectados se vuelven más violentos y pueden escuchar mejor. Seguimos nuestros instintos y decidimos quedarnos con ellos. El sonido de la lluvia cayendo fue lo último que escuché antes de quedarme dormido en una tienda de alimentos...

Miércoles 27 de Agosto


               
Al despertarme lo primero que pensé fue que ellos nos habían robado el auto y nos habían dejado tirados en la calle bajo la lluvia, pero no fue así, seguía dormido en el sofá a un lado de un mostrador lleno de bolsas de comida frita. Tomé una bolsa y comencé a comer su contenido, papas fritas y saladas. Salí de la pequeña tienda y los vi a los dos esperando en la entrada. Parecía que llevaban ya mucho tiempo despiertos pero apenas se había despertado. El guardia de seguridad se acercó a la puerta y la abrió, dejándonos ver una vez más el exterior, el inseguro, peligroso y mojado exterior. Salimos y fuimos al auto, una vez dentro vimos como la malla del centro comercial terminó de cerrarse. Encendí el auto y tomamos rumbo en dirección hacia nuestro edificio.
                Las calles se veían diferentes a pesar de que habíamos pasado por ellas un día antes, la lluvia las había transformado en pequeños ríos de color marrón, llenos de basura y lo que parecía ser cuerpos. El camino era peor que ayer, con grandes charcos de lodo que hacían más lento el trayecto. Lo que mas extraño fue que no nos encontramos con zombis la primera vez que pasamos, pero la segunda vez nos encontramos con algunos grupos grandes de ellos, caminando por las calles como si no tuvieran un objetivo claro, incluso estuvimos en medio de uno de ellos. Estábamos en el auto entrando hacia una avenida y de pronto, a la vuelta de la esquina había un grupo inmenso de ellos, tal vez unos veinte o treinta de ellos caminando en nuestra dirección. Cuando los vimos eché hacia atrás el auto y lo apagué de inmediato. Los zombis aparecieron corriendo, obviamente atraído por el sonido del auto, caminaron hacia donde estacioné el auto e incluso se estrellaron contra las ventanas algunas veces, dejando manchas sobre ellas.
                Al final llegamos hasta los departamentos, luego de estar mas de ocho horas esquivando grupos de zombis, esperar a que se alejaran y tratar de sacar el auto de los charcos de lodo. Cuando llegamos vimos que todo seguía igual que ayer, por excepción del zombi de la entrada del estacionamiento, que ahora se encontraba a la mitad de la calle. La chica salió del auto cuando estuvimos frente al estacionamiento y luego abrió la entrada, metí el auto y la cerró. Estacioné el auto junto al resto y dejé las llaves pegadas a la puerta. Los tres subimos las pequeñas escaleras que separaban a los apartamentos del estacionamiento, abrimos la puerta y nos encontramos con cientos de cajas amontonadas unas sobre otras, algunas maletas de viaje y varias mochilas. Subimos hasta nuestro piso, y al tocar varias veces nadie nos respondió en ninguno de los apartamentos. Nos pusimos tensos al pensar que habían salido a buscarnos, pero luego los fuimos a buscar en la azotea y nos encontramos con todos allí arriba. En el momento en que abrimos la puerta ella se fue sobre mí y me abrazó, fue extraño, pero inmediatamente supe que era lo único que le quedaba y le regresé el abrazo. Regresamos al interior del edificio.
                Pasamos todo el resto de la tarde platicándoles lo que nos pasó ayer y hoy, les contamos sobre los sobrevivientes del centro comercial, sobre su plan de unirnos y lo que haríamos después. Todos apoyaron la decisión de movernos hasta el centro comercial, lo cual haríamos inmediatamente al amanecer. Ella no paraba de hablar de cómo actuaban los infectados, incluso sin haber estado ni un momento cerca de uno de ellos, únicamente hacía conjeturas a base de lo que le habíamos contado. Todo lo que decía era exactamente lo que dicen en las películas de zombis, que son mas rápidos y peligrosos durante la noche, oyen mejor y huelen mejor durante la noche, pueden tener unas cuantas memorias de cuando estuvieron vivos y por eso parece que caminan sin rumbo. No me importó que estuviera repitiendo todo, con tal de que se diera cuenta del peligro que ahora era el exterior.

Jueves 28 de Agosto
               
                La mañana fue tormentosa y el agua caía a cántaros. Ella estaba comiendo pan junto a la niña y le daba un poco de vez en cuando. Estaba sentado en el sofá frente a la silla, y lo primero que vi fue la ciudad inundada. Fui con ellas, las saludé a las dos y saqué un pan de uno de los empaques que tenían sobre la mesa, luego fui de nuevo hacia la ventana y miré hacia las calles. Se veía desde arriba el agua que corría por las calles, y dentro de ella cuerpos que eran arrastrados como si fueran tan ligeros como el papel. El cielo estaba azuloso, y no un azul claro, no, un azul oscuro, tan oscuro que apenas se podía ver el exterior. Una vela iluminaba el interior del apartamento, y ella se la pasó un buen rato mirándola.
                Salí del departamento y me encontré con las dos amigas platicando en las escaleras. Comenzaron a platicar de cómo se conocieron en la universidad, luego hablaron sobre sus planes para el futuro y luego lloraron la muerte de sus amigos. Al parecer el shock inicial había comenzado a pasarse entre algunos de nosotros. El anciano salió y vio a las dos chicas llorando, me preguntó si yo les había hecho eso, le dije que no y luego me llevó al estacionamiento. Allí me hizo comenzar a llevar las cajas a los vehículos que usaríamos cuando saliéramos. Mientras yo hacía todo el trabajo, el estaba sentado sobre uno de los autos y me platicaba lo que el pensaba que había originado a los zombis.
                No le presté atención a lo que decía, y no se calló hasta que llevé la última caja a un auto. Los dos regresamos a nuestro piso, el entró a su departamento y yo me quedé con el hombre y la mujer que me acompañaron ayer al centro comercial. Estaban hablando de posponer la mudanza al centro comercial por la fuerte lluvia, cuando tomamos una decisión llamamos a todo el grupo y les dijimos que no saldríamos del edificio hasta que la tormenta cesara o se tranquilizara un poco. Todos estaban aliviados de no tener que abandonar el lugar a pesar de que hace unos días todos apoyaron la decisión de salir de él, no los culpo, una tormenta inunda la ciudad y arrastra  todo lo que hay en las calles.
                Fui con ella luego de dar la noticia y continuamos leyendo libros al azar, terminamos dos, uno muy corto y uno muy largo. Sólo nos quedaban un par de libros antes de haber leído todos los que teníamos, era tiempo de pensar en una nueva actividad además de leer sin cesar, mirar velas y comer cada cinco minutos. La niña nos dio una buena idea, hacer manualidades, no era mi fuerte, pero no perdía nada en intentarlo. Comencé haciendo objetos de papel, luego pasé a construir cosas con palos de madera, lo último que recuerdo es que estaba en la azotea junto a ella y la niña, ellas me arrojaban las cosas que acabábamos de hacer y yo las golpeaba con un tubo, destrozándolas en el aire.

Viernes 29 de Agosto

                La lluvia era menos fuerte que la de ayer, algunos rayos de sol cruzaban entre las nubes y comenzaban a iluminar la ciudad. El silencio llenaba el apartamento mientras miraba por la ventana, dirigí mi atención a las calles y comencé a ver el daño que había ocasionado la tormenta: piedras enormes a la mitad de la calle, cuerpos en donde antes no había, charcos de agua y lodo, cables y árboles caídos, a lo lejos se podían ver algunas columnas de humo. Me levanté del sofá y salí del apartamento al ver que ella y la niña no estaban. Los busqué en la azotea y no estaban allí, así que me dirigí al primer piso y me encontré con ellas dos afuera del estacionamiento y con el resto del grupo dentro de él. Cuando entré al estacionamiento todos comenzaron a entrar en los autos, ella y la niña me siguieron a uno de los autos y entraron junto conmigo. Las dos amigas fueron a abrir la puerta del estacionamiento, y cuando lo hicieron el agua del exterior entró y llevó consigo basura. Las dos chicas corrieron hacia uno de los autos para no mojarse los pies.
                Puse en marcha mi auto y fui el primero en salir, seguido del resto del grupo en sus propios autos. No cerramos la puerta ya que no teníamos pensado regresar ahí. Entré a las calles y tomé la dirección del grupo, cuando me movía hacia un lado, el resto del grupo lo hacía en el mismo lugar, cuando giraba, el resto también lo hacía. Fue más fácil moverse por las calles que la segunda vez, probablemente por que los zombis fueron arrastrados por el agua o por que se podía ver bien hacia a donde íbamos. Estando a unas cuantas calles de llegar al centro comercial nos encontramos con un gran grupo de zombis que venía de la calle a donde íbamos. Tan pronto como vi al primer zombi detuve el auto y usando una radio de mano les avisé al resto del grupo de zombis que veían en nuestra dirección. Les ordené apagar sus autos y que se quedaran callados mientras el grupo se alejaba.
                Eran cientos de zombis, todos con la ropa empapada por la tormenta de ayer. La mayoría tenía heridas a la vista, mordidas, disparos, golpes, cortadas y áreas destazadas, todas ya con plantas, tierra y otras cosas pegadas a la herida. Conforme pasaban a un lado del auto podía ver sus tenebrosas expresiones que tenían, sus ojos estaban como atorados, siempre mirando hacia adelante. Sus prendas estaban en su mayor parte desgarradas y sucias, colgando y arrastrándose por donde caminaban. Gruñían mientras caminaban, incluso parecía que se estaban quejando de algo. Estuvimos tal vez una hora o dos esperando a que los zombis se fueran, al final unos cuantos se quedaron, mirando por las ventanas de los autos sabiendo que había algo dentro de ellos. Tuvimos suerte de que todo olía a humedad y a tierra mojada, si no, nos hubieran descubierto tan pronto como se hubieran acercado. Cuando vimos que el gran grupo se había alejado y ya no se encontraban cerca pusimos en marcha  los autos y avanzamos tan pronto como pudimos entre los que se quedaron. Los arrollamos y pasamos sobre ellos sin pensarlo ni un momento, no eran muchos, pero corríamos el riesgo de que alguno de los autos se quedara atascado y fuera atacado por los zombis. Unos cuantos lograron evitar ser arrollados y estuvieron detrás de nosotros unos minutos, antes de que uno de los autos pasara sobre ellos.
                Llegamos a la entrada del centro comercial, pero algo no iba bien, las puertas estaban destrozadas y la cortina de acero estaba a medio cerrar, había algunos cuerpos en la entrada y algunos zombis caminando por allí. Ella y la niña pensaron en lo mismo que yo: los zombis habían logrado entrar al edificio. Lo primero que hice luego de ver la entrada destrozada fue decirles al resto del grupo lo que había ocurrido, algunos comenzaron a decir que sería mejor regresar a nuestro edificio mientras el resto decía que debíamos de salir de la ciudad de una vez y otros que debíamos de ver si habían sobrevivientes. La decisión caía en mis manos, así que opté por ver si había quedado alguien con vida. Algunos zombis ya habían visto movimiento dentro de los autos y habían comenzado a caminar en nuestra dirección, así que cuando comenzamos a salir de los autos lo primero que hicimos fue golpearlos con algo, al salir atrajimos la atención del resto de los zombis. La niña y el anciano se quedaron dentro de los autos, mientras el resto nos estábamos encargando de los zombis que iban hacia nosotros. En la pelea, mi vecina casi es mordida por uno de ellos cuando ella estaba rematando a un zombi en el suelo, ella logró salvarla tirando al zombi al suelo. Cuando terminamos de deshacernos de los zombis, todos tenían una expresión de terror y asco ante los zombis, sería la primera vez que algunos mataban zombis tras haberse metido a nuestro edificio algunas semanas atrás, tal vez recordaron lo que vivieron ese día, tal vez se sintieron mal por lo que habían hecho.
                Luego de que todos estuvieron un poco mejor decidimos llevar los autos al estacionamiento del centro comercial, allí encontramos a algunos zombis que terminamos por arrollar o matar luego de que bajamos de los autos. La niña y el anciano estaban en medio del grupo, siendo protegidos por todos. Era algo riesgoso llevar a todo el grupo a un edificio que probablemente estaba lleno de zombis, pero no podíamos simplemente dejar a unos en el edificio y regresar por ellos después ya que serían muchos viajes y no teníamos ni el tiempo ni la gasolina para hacerlo. Todos nos movimos hacia la entrada frontal del centro comercial, ya que la entrada del estacionamiento seguía bloqueada. Lo primero que vimos al entrar fue algunos cuerpos tirados sobre algunos carritos de compras, unos cuantos sobre algún  mostrador y algunos otros mas regados por el suelo, al parecer se habían defendido al ataque de los zombis. No vimos a ningún zombi en la entrada, solo algunos cuerpos. Llegamos al otro lado del centro comercial, solo habiendo encontrado a tres zombis, pero cuando comenzamos a subir por las escaleras hacía el tejado encontramos tal vez a trece o a catorce de ellos intentando cruzar la puerta hacia al exterior. El espacio era muy angosto, así que todos regresamos a la base de las escaleras y comenzamos a hacer ruidos para llamar la atención de los zombis, poco a poco comenzaron a darse cuenta de nuestra presencia y fueron bajando, o mejor dicho cayendo por las escaleras, rodaban hasta el suelo frente a nosotros y comenzábamos a golpearlos hasta que dejaban de moverse. Fueron seis los que matamos en la base de las escaleras, el resto seguía tratando de salir o intentaban llegar a nosotros pero el barandal de las escaleras no se los permitía. Subí junto a mi vecina y comenzamos a atacar a los zombis mientras avanzaban hacia nosotros, al final solo quedaron unos cuantos que tenían los brazos atrapados entre la puerta y el muro. Les destruimos la cabeza aprovechando que estaban atorados y cayeron al suelo, inmediatamente la puerta comenzó a abrir se lentamente, una mujer se asomaba por la abertura, y cuando vio que no éramos zombis  abrió completamente la puerta. Llamamos al resto del grupo y pronto todos estuvimos en el tejado.
                El grupo del centro comercial era más pequeño que antes, el ataque debió de haber sido sorpresivo para ellos y tal vez apenas los pocos sobrevivientes que quedaron lograron llegar al tejado. Miré al grupo, todos estaban cansados, asustados, y lo peor de todo, algunos tenían mordidas visibles en los brazos y uno en el cuello. Solo eran seis, y tres de ellos estaban mordidos; las probabilidades de que las mordidas sean lo que transforman a las personas en zombis son muy altas, considerando que casi todos los zombis que he visto han tenido mordidas, y un hombre se transformó frente a mi luego de haber sido mordido. La chica que nos abrió la puerta era una de las princesas de antes, la otra no estaba entre ellos. Los mordidos eran el doctor, uno de los gemelos y un hombre, se veían mal, pálidos y tenían la mirada cansada, el resto que no estaba mordido eran la chica embarazada, el mecánico y la princesa. Le dijimos a los no mordidos sobre lo que pasaría con el resto, ellos ya lo sabían, pero no harían nada hasta que ocurriera, les advertimos de que sería peligroso esperar pero nos repitieron lo mismo de antes.
                Tras habernos resguardado en el tejado y haber hablado un poco con los sobrevivientes comenzamos a pensar en nuestro siguiente paso, con la mitad de su grupo a punto de morir y con varios de los nuestros apenas capaces de defenderse estábamos en un grave problema. Estuvimos planeando nuestro siguiente paso tal vez por dos horas, antes de que el primero de ellos cayera inconsciente al suelo, corrimos a levantarlo, y sabiendo lo que iba a ocurrir lo llevamos a la farmacia del edificio. Nuestro pequeño viaje fue corto, pero peligroso, las luces se habían apagado y todo estaba a oscuras, nos tropezamos algunas veces con algunas cosas en el suelo, pero no fue tan malo como para retrasarnos. Llegamos a la farmacia y colocamos al doctor sobre el mostrador. La princesa y el mecánico lo miraban mientras él sostenía un cuchillo de cocina frente al rostro del doctor, todos estábamos esperando a que se levantara y nos atacara, pero nunca ocurrió. Estuvimos varios minutos esperando, cambiando de lugares, moviéndolo para ver si reaccionaba, al final, nunca regresó. Les pregunté sobre la herida, me dijeron que fue de los primeros en ser mordidos cuando los zombis entraron al centro comercial durante la mañana; si no se transformó luego de tanto tiempo solo había unas cuantas explicaciones para la falta de su transformación, entre ellas, el era inmune o la infección dejó de propagarse, no podíamos estar seguros hasta ver al resto, y sabiendo que el doctor estaba muerto decidimos destrozarle la cabeza, esperando que no regresara. Les dije a los dos mi posible explicación sobre el doctor, estaban pensando lo mismo que yo.
                Cuando regresamos al tejado todos nos preguntaron que le había pasado al doctor, les dijimos que murió, pero que no se transformó. Comenzaron a hablar y argumentar sobre lo que pudo haber pasado con él, por que no se transformó si fue mordido y si ocurriría lo mismo con el resto de los mordidos. Al final no llegamos a ninguna conclusión, todos se quedaron con sus ideas y decidimos proseguir con la planeación de nuestro siguiente paso. Algunos pensaron en regresar al edificio, pero ya estábamos aquí, así que sería una tontería volver, otros hablaron de quedarnos en el centro comercial hasta que todo pasara, no era tan mala idea, pero si los zombis lograron entrar una vez iban a volver a entrar de nuevo, eso me recordó que nunca les preguntamos cómo fue que los zombis entraron. Al final el plan original volvió a ponerse sobre la mesa, salir de la ciudad. No sabíamos aún si las salidas seguían cerradas o si la infección no se había propagado a los alrededores, pero debíamos de hacer algo pronto.
                Llegó la noche, decidimos ir a ver una de las salidas de la ciudad para ver si había forma de salir. Pensamos hacerlo al momento en que nos decidimos, pero debíamos de proteger el lugar anticipándonos a otro posible ataque. Algunos bajamos hacia la tienda y fuimos a la entrada, seguía como la habíamos dejado. Bajamos la golpeada malla de acero y la ajustamos lo mejor posible al suelo, luego comenzamos a amontonar carritos y muebles en la entrada. Terminamos y fuimos a checar la sala de maquinas del centro comercial para ver si podíamos reactivar la electricidad, no logramos encender el lugar, pero encontramos muchas lámparas que nos permitieron iluminar un poco el lugar. Bajamos a todos a la tienda, y tan pronto estuvieron abajo fueron a acomodarse para pasar la noche.
                Ella y la niña se fueron a dormir al pasillo de los cereales, pasaron la noche comiendo cereal y jugo mientras yo estaba a unos pasillos de distancia discutiendo con la princesa, el mecánico y mi vecina acerca de lo que haríamos con los dos mordidos restantes. No sabíamos  si se transformarían así que deberíamos de tener cuidado con ellos, pensamos en llevarlos y encerrarlos en la enfermería, pero la princesa dijo que sería insensible y que si no se volvían podrían necesitar ayuda, al final los dos mordidos se quedaron junto con el anciano, no era recomendable, pero quiso cuidarlos. Llegó el momento en que nos separamos y fuimos con el resto, teníamos que descansar bien, mañana nos esperaba un largo día.

Sábado 30 de Agosto

                Durante la madrugada, los gritos de una de las amigas nos despertaron cuando uno de los mordidos se había transformado y estaba tratando de atacarlas, ellas se estaban defendiendo con un sartén cuando llegamos, golpeé a uno y lo derribe, había otro que comenzaba a levantarse del suelo, ella le enterró en la cabeza un cuchillo. El que derribé fue asesinado por una de las amigas, que lo golpeó tan fuerte con el sartén que le hizo estallar la cabeza. Todo se había tranquilizado, todos estaban alrededor de nosotros y los cuerpos, ella, el mecánico y yo llevamos los cuerpos a la bodega. Regresamos y tratamos de dormir.
                En la mañana el grupo tenía algunas cajas y mochilas llenas de medicamentos cerca de la puerta al estacionamiento, al comenzar a llevar las cosas a los autos nos dimos cuenta de que no había suficiente espacio para todos, lo primero que pensamos fue en dejar algunas cosas, pero éramos muchos y no podíamos permitirnos dejar comida. Alguien dijo haber visto un autobús cerca, pero sería muy difícil encontrar las llaves, al final decidimos traer otros autos para poder llevar a todos.
                La princesa, el mecánico, las dos amigas y yo comenzamos a buscar autos cerca del centro comercial, encontramos una camioneta con las llaves dentro, las dos amigas la llevaron de regreso al estacionamiento. Seguimos buscando autos con llaves a la vista, mientras lo hacíamos, todos estábamos igual de atentos por cualquier sonido que escuchábamos. El lugar era irreconocible a pesar de que hace unas cuantas semanas era a donde iba a hacer las compras mensuales; los autos estrellados, las tiendas y las casas en ruinas, los cuerpos regados y la basura lo volvieron un sitio inexplorado y extraño. Seguimos buscando autos, encontramos un taxi con llaves las puestas, el mecánico lo llevó al estacionamiento. La princesa y yo seguimos buscando, todos los que encontrábamos no tenían llaves, estaban estrellados o no funcionaban. Mientras regresábamos al estacionamiento vimos un auto estrellado dentro de una tienda, no estaba dañado y lo mejor: tenía las llaves puestas. Tomamos el auto y fuimos al estacionamiento, al salir de la tienda golpeamos algo que calló al suelo y provocó un gran estruendo, miramos hacia el interior de la tienda esperando a que ningún zombi saliera, no apareció ninguno y terminamos de salir de la tienda. Llegamos inmediatamente al estacionamiento, y cuando estuvimos a un lado de los otros autos todos salieron corriendo de la tienda, cargando algo con que protegerse. Corrieron a los autos y entraron a cada uno de ellos, por suerte ningún zombi nos vio entrar en los autos.
                Una vez dentro de los autos comenzamos a contactarnos usando unos radios que nos repartimos durante la mañana. Nos pusimos de acuerdo y tomamos una calle libre para salir a alguna de las avenidas principales, el grupo avanzaba lentamente, intentando evitar hacer ruido. La calle que tomamos estaba vacía, ni un auto, zombis o cuerpos a la vista, al vez algunos muebles amontonados, pero no presentaban un problema. Era extraño haber encontrado una calle así teniendo toda la ciudad en una situación peor, al final fue mejor dar gracias por haber encontrado un lugar así que estar preguntándose por que estaba así.
                En unos cuantos minutos salimos de la calle y entramos a una de las avenidas principales: igualmente de destrozada que el resto de la ciudad. La avenida estaba llena de autos y basura, cuerpos y algunos cuantos zombis caminando. Era peligroso seguir por ella, así que decidimos tomar otra ruta, dimos la vuelta y tomamos otra calle. Seguíamos avanzando y regresando, siempre había zombis en el camino o autos bloqueando el paso, seguíamos encontrando calles que no estaban tan mal como las otras, continuamos así tal vez como por tres horas, hasta que por fin encontramos una avenida libre que nos podría llevar a la salida de la ciudad. Llegamos a un punto en que todos estuvieron cansados, pensé en continuar ya que estábamos muy cerca de la salida, pero también estaba cansado y quería salir un rato del auto. Encontramos un buen espacio para estacionarnos estando sobre la avenida. Por fin, aire fresco.
                Mientras estábamos afuera observamos las ruinas de la ciudad, recordé como eran los días antes de que comenzara todo esto: siempre había vida, gente por doquier, autos en movimiento y ruidos comunes, ahora solo había una atmosfera de depresión, un fuerte olor a muerte, edificios destrozados y principalmente, muertos caminando por las calles. Todo había cambiado en tan solo tres semanas desde el brote zombi en la ciudad.
                El grupo se reunió en medio de los autos. Todos se veían cansados, pero a pesar de eso se veía como disfrutaban poder estar en el exterior sin tener que preocuparse por los zombis. Comimos algo antes de regresar a los autos y retomar nuestro viaje hacia fuera de la ciudad. Recordé la frase: “la calma previa a la tormenta”… fue una horrible coincidencia pensar en ella antes de que cientos de zombis comenzaran a salir de los alrededores y empezaran a acercarse rápidamente hacia nosotros. Todos corrimos a los autos: la princesa, la niña, ella y yo a uno de los autos, el resto entró a los que quedaron. Tan pronto como estuvimos dentro de los autos tomamos rumbo hacia la salida, los zombis salían de todos lados, rápidamente volviéndose grupos gigantes. Tan pronto como logramos ver las casetas de peaje la mitad del grupo se dividió, ya que un gran grupo de zombis obstruyó el camino. Nosotros seguimos hacia adelante, dejando que el resto del grupo tomara una ruta alterna para salir. Los podíamos escuchar en el radio mientras gritaban por donde podían cruzar, pero siempre terminaban eligiendo otro camino. Nosotros logramos salir, ni siquiera fue difícil  salir a pesar de que había varios camiones militares y varios muros de contención en la ruta, pero el resto seguía  buscando una forma de llegar. Intentamos quedarnos a esperarlos, pero no tardaron mucho los zombis en comenzar a salir por donde nosotros también lo hicimos. Optamos por buscar un lugar para descansar y para esperar al resto.
                No recuerdo cuanto tiempo estuvimos en la carretera hasta que encontramos un motel a la orilla de ésta. Decidimos que sería nuestro lugar de encuentro, les dijimos por el radio y comenzamos a explorar el motel. Varias habitaciones, todas completamente abandonadas al igual que la del dueño del lugar. Había algunos autos  en el motel, todos abandonados a su suerte. No encontramos ni un solo zombi, que en ese momento sería nuestra principal preocupación. Colocamos los autos alrededor de la entrada del motel, bajamos unas cuantas cajas y las llevamos al interior del edificio. En lo que quedó del día no recibimos ni un mensaje del grupo en la ciudad, recibíamos de vez en cuando estática, pero ni una sola vez la voz de alguno de ellos. En nuestra parte del grupo estaba la princesa, la niña, ella, las dos amigas, el mecánico la embarazada y el anciano: nueve personas contándome a mí. Todos estábamos preocupados por el resto del grupo, pero aun más por los zombis, que podrían llegar en cualquier momento.
                Estuvimos vigilando la carretera, esperando poder ver a lo lejos luces de vehículos acercándose, pero nunca ocurrió. Llegó la noche, nada ocurrió. Decidimos descansar y esperar al siguiente día, tal vez llegarían en la mañana.

Domingo 31 de Agosto

                Un nuevo día ha llegado. Sería la primera vez en mucho tiempo que podía respirar aire limpio, sin el olor a muerto de la ciudad. Al salir de la habitación en donde estaba lo primero que sentí fue una fuerte brisa de aire fresco: otoño ya estaba llegando, y con él algunas nubes. El cielo estaba un poco nublado: grises, azules y completamente negras nubes se situaban sobre nosotros, muchas, pero no las suficientes como para poder ocultar los rayos del sol. Al pasar a un lado de las habitaciones no se escuchaba nada, solo silencio, al llegar hasta la recepción algunas voces se podían escuchar, entré y me encontré con ella, la niña y el mecánico sentados alrededor de un radio. En el radio había una mujer hablando, decía como el ejercito estaba tratando de detener el avance de los zombis en la ciudad, claro que no era en la nuestra, fue abandonada hace tanto tiempo, ¿pero entonces dónde era? Les pregunté, no sabían. Me senté con ellos  escuché a la mujer en el radio.
Habló de los primeros días, de cómo inició, de cómo un mar de zombis llegó desde el sur y entró a la ciudad durante una tarde… Los zombis llegaron ese día a esa ciudad, tal vez el mismo día que los helicópteros aparecieron en nuestra ciudad… Salieron antes, lo sabía, los zombis salieron mucho antes de que los helicópteros aparecieron, por eso aparecieron tantos, iban a ver los recientes reportes de infectados en la zona… No sé por que me sentí tan bien por saber eso, sabiendo que era algo malo que hubieran salido de la ciudad.
Seguí escuchando la radio, en un momento dijo el nombre de la ciudad donde se encontraba… estaba a dos ciudades de distancia de nosotros. ¿El mar de zombis cruzó dos ciudades enteras? Si fue así, deberíamos de suponer que el fin estaría por llegar.
La mujer en el radio habló de las otras ciudades infestadas, dijo que en solo unos cuantos días la fuerza militar cayó y las ciudades terminaron bajo el control de los no muertos. Las evacuaciones fueron exitosas hasta un punto, ya que corrían el riesgo de llevar la infección a otras ciudades, lo que finalmente ocurrió con la última evacuación, que llevó la infección aún mas lejos. Todos estábamos muy interesados en lo que decía la mujer en el radio, tan preocupados que no vimos como el resto del grupo se reunió con nosotros a escuchar la transmisión.
Me di cuenta y les pregunté si habían visto algún auto o algo así pasar durante la noche, nadie vio nada. Tomé el radio de mano y traté de contactar con el grupo, nada, ni siquiera estática. No podíamos quedarnos aquí sin hacer nada. Si algo les pasó a ellos deberíamos de irnos y no dejar que sus muertes hayan sido en vano, no podemos simplemente quedarnos y esperar a que lleguen. Les dije al resto del grupo lo que pensaba, todos estuvieron de acuerdo, exceptuando a la pequeña niña, que nos preguntó por el resto del grupo. Simplemente le dijimos que trataríamos de encontrarlos en un lugar mas seguro.
Comenzamos a tomar cosas y las llevamos a los autos: cobijas, ropa, algo más de comida y medicinas que encontramos en el lugar. El sol saliendo por el horizonte fue la mejor imagen que pudimos tener antes de salir del motel. Subimos a los autos y mientras avanzábamos por la carretera escuchábamos la transmisión de antes. Nos alejamos del motel, y mientras lo hacíamos comenzó a llover.
La transmisión continuaba hablando de cómo continuaban las evacuaciones en esa ciudad. Se podía escuchar al fondo los gruñidos de los infectados. Se escuchaba que allí también estaba lloviendo. Mientras avanzábamos por la carretera vimos algunos autos abandonados o estrellados, probablemente fueron de las primeras personas que lograron salir de la ciudad. La tormenta sobre nosotros se volvía más y más fuerte conforme avanzábamos, el cielo pronto  se cubrió completamente por las nubes de la tormenta. A lo lejos comenzamos a ver como el bosque que rodeaba la ciudad terminaba y comenzaban a aparecer los campos en el horizonte.
La tormenta era fuerte, los relámpagos sonaban por segundos, prácticamente minutos enteros. Podíamos ver como los rayos bajaban y golpeaban el suelo a lo lejos. El sonido de la lluvia nos calmaba, pero el estruendo de los truenos era bastante fuerte y nos alteraba. La transmisión se cortó de pronto y quedamos en silencio.
Llevábamos dos horas en la carretera cuando uno de los autos comenzó a fallar. Nos avisaron por el radio que el auto estaba crujiendo. Vimos un prado abierto a un lado de la carretera y nos detuvimos allí. La lluvia era muy fuerte, tan fuerte que con solo salir de los autos ya estábamos empapados. El mecánico fue hacia el auto que estaba dejando de funcionar, no pude ver que hacía, pero una pequeña de humo salió del auto, me miró y me dijo que el auto ya no podía aguantar más. Sacamos las cosas del auto y las llevamos a los otros. Al final subimos de vuelta y regresamos a la carretera.
Nadie habló ni siquiera cuando paramos en la carretera. Había algo que no veía, algo que tenía a todos preocupados y tristes, ¿Sería todo esto de los zombis?, ¿estarían extrañando a alguien que perdieron en la ciudad? No lo sabía en ese momento. Yo también estaba así, pero ni siquiera podía adivinar que era lo que me ponía así. Había pasado tanto en tan poco tiempo que todo lo que nos ocurría nos golpeaba con fuerza y no nos dejaba levantarnos, lo que vino después no nos ayudó en nada.
Mientras seguíamos en la carretera, unas luces llamaron nuestra atención. Inmediatamente supe que eran luces de un vehículo. Nos detuvimos al ver a tres personas afuera del auto. La princesa y yo salimos, vimos a una niña en los brazos de una mujer y un hombre frente a ellos. La tormenta era tan fuerte que no logramos distinguir lo que estaban diciendo, únicamente vimos como la mujer movió un poco a la niña y comenzó a llorar sobre ella, el hombre alzó una pistola y la apuntó contra la mujer. La princesa quiso acercarse pero la retuve, era peligroso acercarse, ella salió del auto y al momento que miró la niña logró ver como ella se lanzaba sobre la mujer y el hombre le disparaba, la niña cayó al suelo y la mujer simplemente se quedó ahí, hincada a un lado del cuerpo de la niña. El hombre se le acercó, colocó la pistola en la cabeza de la mujer y le disparó. Ni ella ni la princesa soportaron ver esa horrible escena, así que corrieron hacia el hombre, él colocó el arma en su cabeza y antes de que las dos lo alcanzaran se disparó, cayendo al suelo frente al cuerpo de las otras dos. Ella gritó llena de horror mientras la princesa solo se quedó parada viendo los cuerpos en el suelo. Me acerqué para ver si alguno de ellos aún seguía con vida, lamentablemente no, los tres habían muerto. Al mirar a la niña pude ver que tenía una mordida en uno de sus brazos. La mujer no tenía ninguna herida, mas que la que le dejó el disparo en la cabeza, lo mismo para el hombre. Las dos estaban horrorizadas, una se veía que estaba a punto de llorar, la otra simplemente mantenía la misma mirada de horror y se había quedado parada. La tormenta era horrible, la lluvia y el viento helados no eran lo mejor para nosotros. No sabía que hacer, pero no podíamos quedarnos afuera bajo la tormenta. Me acerqué a los cuerpos y los comencé a acercar, la princesa se percató y me ayudó a mover los cuerpos. Los colocamos a los tres juntos, como si el hombre y la mujer estuvieran abrazando a la niña.
Regresamos al auto completamente empapados y escurriendo agua, tenía frio y apenas podía sentir mis pies, pero eso no me detuvo de seguir adelante. Pasamos a un lado del auto y de los tres cuerpos, nadie habló sobre ellos luego de que nos vieron regresar horrorizados. Ella se había tranquilizado, pero no dejaba de mostrar ese rostro lleno de horror. La tormenta no cesaba, era un completo monzón allá afuera, no dejaba de pensar en lo que podríamos haber estado haciendo si nos hubiéramos quedado en el motel o incluso en los departamentos.
La tardé llegó, ahora ella manejaba luego de que nos cambiamos la ropa en la parte de atrás del auto. La tormenta seguía y hacía mucho frio. Estuvimos platicando con el resto del grupo sobre lo que ocurrió con la niña y las dos personas, al charlar sobre eso pude ver como ella, la princesa y yo nos aliviamos, ellas dos se relajaron y quitaron sus caras tristes, yo hice lo mismo.
La tormenta no cesaba y parecía que cada vez se hacía más fuerte. Comenzamos a pensar en hacer un pequeño campamento para pasar la noche, estuvimos pensándolo un tiempo, no supe cuanto fue, pero cuando nos dimos cuenta de que aún nos faltaba mucho para llegar a algún lugar decidimos apartarnos del camino así que entramos a un prado y nos detuvimos allí. La tormenta seguía cayendo y era demasiado fuerte como para salir de los autos y acampar afuera. Simplemente nos quedamos dentro de los autos y hablamos usando los radios, estuvimos así hasta que llegó la noche. Ella sacó un libro de entre sus cosas, no sabía cual era hasta que vi la portada: era el mismo libro que habíamos dejado de leer hace una semana. Ella comenzó a leer, luego yo y una vez más ella, la princesa se interesó en lo que hacíamos y decidió unirse. Tras una semana de estar huyendo, de estar preocupándonos por los zombis, de lamentarnos la muerte de nuestros amigos y familiares, por fin tuvimos un rato de tranquilidad, en donde no pensamos mas que en quienes teníamos cerca y no en quienes nos habían dejado, un rato para pasarla bien y para dejar de preocuparnos de todo excepto por lo que estábamos leyendo, al fin, paz y tranquilidad.



Sig.

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