Ella
comenzó a leer, luego yo y una vez más ella, la princesa se
interesó en lo que hacíamos y decidió unirse. Tras una semana de
estar huyendo, de estar preocupándonos por los zombis, de
lamentarnos la muerte de nuestros amigos y familiares, por fin
tuvimos un rato de tranquilidad, en donde no pensamos mas que en
quienes teníamos cerca y no en quienes nos habían dejado, un rato
para pasarla bien y para dejar de preocuparnos de todo excepto por lo
que estábamos leyendo, al fin, paz y tranquilidad.
Lunes
1° de Septiembre
La
tormenta cesó mientras dormíamos y cuando nos despertamos solo
quedaban los estragos que había dejado. Salí del auto a estirarme y
a tomar aire fresco. Hacia mucho frío y el cielo aún continuaba
cubierto de nubes, tal vez volvería a llover. Ella me gritó desde
el interior del auto, corrí hacia la puerta y la abrió. Subió el
volumen del radio. Había una mujer hablando, decía estar en la
estación de radio refugiada junto con otros sobrevivientes. No
teníamos a donde mas ir así que no podría ser tan malo ir con esa
mujer, pero había algo desde ese momento que no me agradó de todo
eso. Seguimos escuchando la radio, todos habían salido de los autos
a escuchar la transmisión. Estaba en la estación de radio de la
ciudad, no la nuestra si no una de las cercanas. Estaba encerrada
junto con su grupo dentro de la estación, al parecer alguien los
atacó. Comenzó a hablar de cómo la infección apareció en la
ciudad, no fue muy diferente a la nuestra, los zombis comenzaron a
salir un día y pronto la ciudad entera había caído en sus manos.
Seguimos
escuchando un rato la transmisión, la mujer a veces ponía a alguien
del grupo a hablar. Nunca supe que era lo que realmente quería ya
que no dejaba de hablar, fue casi hasta el final que se le ocurrió
decir que necesitaba quien les ayudara a salir del lugar o que al
menos se encargara de los maniáticos que la acechaban. La princesa
sugirió ser nosotros quienes debíamos de ayudarla, pero no sabíamos
si quiera a que nos enfrentaríamos cuando llegáramos a la ciudad,
era muy arriesgado tan solo entrar en la ciudad. Ella agregó a todo
que era un lugar desconocido y que sería fácil perdernos. Al final
decidimos quedarnos y continuamos escuchando la transmisión.
La
princesa tuvo la idea de ir a investigar el área para ver a donde
podríamos ir, lo primero que se me vino a la mente fue que ella
estaba pensando sacarnos de allí para ir a ayudar a la mujer en el
radio, pero realmente le preocupaba lo que haríamos después.
Caminamos tal vez una hora por el campo, buscando cosas que nos
pudieran dar una idea de a donde podríamos ir. Encontramos algunos
autos varados en el camino, ninguno parecía funcionar y estaban
oxidados, no parecía que habían sido abandonados durante la
infección. Llegamos hasta una colina y subimos por ella, estando en
la cima vimos a algunos zombis caminando en lo que parecía ser una
parte de la carretera. Vimos con detalle el lugar donde estaban los
zombis y logramos ver lo que parecía ser un edificio. Bajamos la
colina evitando ser vistos, cuando llegamos a la base logramos ver
con detalle algunos edificios que se extendían sobre una calle:
habíamos llegado a algún lugar habitado. Al mirar hacia la
carretera vimos que había un tráiler volteado en ella y tenía una
gran fuga de algo. No podíamos pasar por allí sin arriesgarnos a
volarnos a todos en pedazos.
Regresamos
con el grupo y les dijimos que estábamos cerca de algún poblado. No
teníamos mucho que hacer, así que todo el grupo decidió ir.
Tomamos la ruta de la carretera para entrar al camino que llevaba al
sitio, no encontramos nada hasta que llegamos a la misma parte que la
colina. Había zombis caminando hacia los edificios, no lo estaban
haciendo antes así que debió de ser algo lo que los atrajo mientras
nos habíamos ido, escuchamos un disparo. Salí del auto junto con
ella y la princesa y les dijimos al resto que regresaran a la
carretera para evitar que los encontraran. Entramos en lo que
parecía ser un parque y caminamos un poco entre los arbustos,
mirando hacia donde se dirigían los zombis. Logré ver sobre un
edificio a un hombre con una botella en una mano y una pistola en la
otra, parecía estar ebrio por la forma en que se movía. Ellas lo
vieron e inmediatamente pensaron lo mismo.
Nos
acercamos un poco a la acera intentando que nos vieran los zombis,
aunque no nos ocultamos tan bien como para evitar que el hombre nos
viera. Comenzó a gritar intentando llamar nuestra atención, luego
comenzó a disparar a los zombis tratando de despejarnos el paso para
llegar hasta el. Comencé a hacerle señas para evitar que siguiera
haciendo ruido, pero no se calló e incluso gritó aun más fuerte.
Miré hacia los lados y me di cuenta de que el hombre había atraído
a cientos de infectados al lugar, decidimos salir de allí de la
misma forma que como llegamos. Los gruñidos de los zombis eran
bastante escalofriantes y me pusieron nervioso, no había pasado
antes, tal vez por fin estaba dándome cuenta de lo peligroso que era
todo esto. Un horrible olor a putrefacción comenzó a inundar el
aire.
Logramos
salir del parque y fuimos a la carretera, encontramos al grupo
esperándonos dentro de los autos. Les contamos lo que pasó con el
hombre, la niña nos preguntó que por que no lo habíamos ayudado,
le dijimos que con si quiera pensarlo estaríamos poniéndonos en
peligro. Decidimos cruzar por la calle ahora que los zombis ya no
estaban allí. Los gritos del hombre se escuchaban hasta el otro lado
de la calle. Un último disparo seguido de los gritos desgarradores
del hombre nos hizo avanzar más rápido, luego las calles quedaron
en completo silencio. Los zombis del lugar habían seguido los
primeros disparos del hombre y habían dejado las calles vacías.
Mientras
avanzábamos por la avenida principal veíamos las calles solitarias
y abandonadas. ¿A dónde íbamos? No lo sabía, simplemente
estábamos tratando de cruzar el lugar. Encendí el radio para ver si
aún seguía la mujer hablando, lo hacía. Bajé el volumen para
evitar que algún zombi nos escuchara. Estuvimos unos cuantos minutos
más dentro del lugar antes de llegar de vuelta a la carretera. La
mujer seguía hablando, ahora de lo que ella pensaba que estaba
ocurriendo en el exterior, como las grandes ciudades estaban
intentando detener la plaga de zombis y como el gobierno daba falsas
esperanzas a los habitantes de las ciudades.
Seguimos
el mismo plan de antes, ir al sur y continuar bajando. Encontramos un
prado abierto a un lado de la carretera, era aún más grande que el
anterior, estábamos expuestos pero era mucho mejor que estar en
medio de una ciudad llena de zombis.
El
sol poniéndose sobre nosotros era algo que no habíamos visto en
mucho tiempo. El tiempo pasó muy rápido mientras estuvimos
descansando a un lado de la carretera, la transmisión de radio
continuaba, ya no era la mujer quien hablaba, era un hombre, seguían
esperando a que alguien los rescatara. Pensamos en hacerlo luego de
que dijera donde estaban, pero era seguía siendo muy peligroso, tal
vez incluso más después de que dijo su posición. Si a dos semanas
ya habían comenzado a haber lunáticos en las carreteras no quería
saber como estaban las ciudades. El calor comenzó a crecer conforme
se acercaba la noche, el olor a tierra comenzó a disiparse y pronto
el sonido peculiar de los insectos nocturnos comenzó a aparecer.
Pasamos toda la tarde hablando entre todos, contándonos historias
propias y ajenas, recordando a las personas que nos dejaron. Era
difícil no evitar sentirse triste conforme narrábamos partes de
nuestras vidas.
¿Era cierto?, ¿El mundo estaba llegando a su fin?, ¿Todo lo que conocíamos dejaría de existir?... Apenas habían pasado dos semanas desde que todo comenzó, y en tan solo tres días una ciudad entera murió. Si así de fácil fue que una gran ciudad cayera sería increíble ver que alguna pequeña ciudad lograra sobrevivir.
¿Era cierto?, ¿El mundo estaba llegando a su fin?, ¿Todo lo que conocíamos dejaría de existir?... Apenas habían pasado dos semanas desde que todo comenzó, y en tan solo tres días una ciudad entera murió. Si así de fácil fue que una gran ciudad cayera sería increíble ver que alguna pequeña ciudad lograra sobrevivir.
Llegó
la noche, el insoportable calor se había vuelto una insoportable
helada. Comenzamos a entrar en los autos mientras la temperatura
bajaba. Nos despedimos mientras el resto se iba resguardando. Ella,
la princesa y yo fuimos los últimos en entrar en los autos.
Estuvimos contándonos lo que ocurrió en los apartamentos antes de
conocer a su grupo, ella nos contó como logró salir de un teatro
mientras los zombis invadían el lugar. Al final apenas logramos
aguantar el frío así que decidimos entrar al auto y descansar.
Martes
2 de Septiembre
¿”Nuestro
grupo es útil”? ¿De dónde habrán sacado esa idea? Tenemos a una
maestra de literatura, que por cierto está embarazada, a un anciano
que sabe como limpiar armas de fuego, una niña que no llega ni a los
doce años, una princesa que sabe actuar, un mecánico, dos amigas
que saben álgebra, una cocinera principiante y yo, un universitario
que aún no decidía que haría en el futuro… El mejor grupo de
todos, tan útil que parecía no servir de mucho. No podía decirles
eso a las dos amigas, se enojarían conmigo y me lo echarían en cara
todo el día, simplemente las dejé hablando.
La
princesa estaba mirando al cielo sentada sobre uno de los autos, al
acercarme me preguntó si creía que todo volvería a ser como era
antes. Le dije que era posible, no era muy probable, pero había una
mínima posibilidad de que ocurriera. Vi a la mujer embarazada
comiendo algo dentro de uno de los autos, me le acerqué y se me
quedó viendo mientras se llevaba galletas a la boca. Le pregunté
por el tiempo de embarazo que tenía, me dijo que tenía siete meses
y tres semanas, estaba ya a punto de llegar el mes crítico, el mes
en que las embarazadas corren el riesgo de entrar en parto en
cualquier momento. Sin que le preguntara nada mas ella sacó a la luz
que ella y su hermano fueron prematuros… ¡Rayos! Tan bien que la
estábamos pasando aquí en el campo.
Le
comenté a la princesa, a ella y al mecánico sobre la situación de
la embarazada, los cuatro pensamos en lo mismo, en que debíamos de
buscar un lugar para quedarnos. Sugirieron regresar al pequeño
poblado de ayer, pero era muy peligroso, además debíamos de
continuar yendo hacia el sur para ver si podíamos encontrar algún
lugar que no hubiera sido afectado por los zombis. Al final
terminamos por decidir que buscaríamos algún lugar para quedarnos
mientras viajábamos por la carretera. Tomamos las cosas que sacamos
de los autos y volvimos a entrar a la carretera.
Tardamos
tal vez una hora en encontrar algo relevante en el camino: fue un
automóvil estrellado contra un árbol. Ni siquiera pensamos en
detenernos para ir a revisar el auto, simplemente lo miramos mientras
cruzábamos a un lado de él. Una vez más, estuvimos varias horas
sin ver ni hacer nada interesante. La niña se la pasó tratando de
hacer que jugáramos algo, pero nunca terminábamos o simplemente no
le hacíamos caso. ¿Qué estábamos haciendo? Estábamos alejándonos
de lo que conocíamos y entrabamos en un lugar completamente
desconocido y lleno de peligros, en ese momento pensé que debíamos
de habernos quedado a un lado de la carretera, o incluso, en el motel
cerca de la ciudad… No estaba viendo las cosas desde un lado
positivo.
Medio
día y no habíamos llegado a ningún lugar, rodeados de campos de
cultivo seguíamos avanzando por la carretera. El calor era
insoportable así que decidimos detenernos. Se podía ver el calor
subir sobre el concreto de la carretera, todos sudábamos y olíamos
mal, incluso ella me dijo que apestaba. No habría razón para no
hacerlo. Estuvimos bajo la lluvia, luego encerrados por horas dentro
de autos, no nos hemos bañado en varios días y hemos matado a
muchos zombis en ese lapso de tiempo.
El
anciano se veía muy cansado, y a juzgar por su aspecto estaba
deshidratado. Le ofrecimos agua y se la bebió, pero no pareció
mejorarse. Fue a descansar a un lado de la carretera, al otro lado de
donde nosotros estábamos, ella y yo fuimos con él para asegurarnos
de que no se desmayara. Estaba sentado, con las piernas colgando
sobre una pendiente llena de rocas y árboles. Se veía un poco mejor
que antes, incluso había recuperado su color. Cuando nos vio comenzó
a habar de cómo había sido su vida antes de que comenzara todo, su
esposa, la anciana que vimos en el centro comercial antes de que
entraran, había vivido con el durante décadas, siempre habían sido
unidos, tuvieron dos hijos y un nieto… Mientras se acercaba al
presente comenzó a ponerse triste y su tono de voz cambió, habló
de cómo lograron huir de la casa de uno de sus hijos mientras los
zombis lo devoraban a él, a su esposa y a su nieto, habló de cómo
un grupo de personas los sacaron de las calles y los llevaron a una
casa, luego habló de cómo el grupo los abandonó en la casa y
terminaron en el centro comercial junto al resto. En ese punto
comenzó a llorar, no pudo continuar recordando los últimos minutos
de la vida de su esposa. Mientras lloraba la princesa se nos acercó
para ver si podía hacer algo, no había nada que hacer más que
tratar de tranquilizar al anciano, ella miró hacia la pendiente y
dirigió su mirada a lo que parecía ser un tejado de madera que se
alzaba sobre los árboles a lo lejos. Nosotros vimos lo mismo poco
después.
Llamamos
al resto del grupo luego de que el anciano se tranquilizó, les
dijimos sobre la estructura en medio del bosque, lo primero que
sugirieron fue ir a explorar el área, no era extraño considerando
que podría haber algo que podíamos usar. Llevamos al anciano al
auto junto a la niña y a la embarazada. Ella y una de las amigas se
quedaron con ellos, el resto bajamos por la pendiente.
Arbustos
y piedras nos hicieron la bajada por la pendiente un poco complicada,
nos resbalábamos e incluso la princesa estuvo por caerse pero
logramos sostenerla antes de que cayera; al llegar a la base todo
fue mucho mejor, sólo había árboles y algunas piedras en el
camino, lo que volvió nuestra caminata más cómoda. Había aún
charcos de agua en el suelo a pesar de que ya hacía varios días que
no llovía. Seguimos caminando por el bosque, para nuestra suerte no
parecía haber ningún zombi cerca. Logramos ver una de las paredes
de la cabaña entre los troncos de los árboles, de inmediato
corrimos hacia ella.
La
puerta estaba cerrada, simplemente rompimos el cristal de una de las
ventanas del segundo piso y entramos. Era segura por dentro. La
cabaña estaba rodeada por un prado abierto, rodeado de árboles. Era
espaciosa, con lugar alrededor para estacionar casi todos los autos
y suficientemente grande por dentro para poder refugiarnos todos.
Había un camino de tierra que llegaba por atrás, parecía salir a
una sección de la carretera, pero no pensamos a ir a explorar por el
momento. Nos quedamos un tiempo en el área, viendo si era segura, si
había los recursos necesarios para quedarnos un tiempo… Lo había
todo; había un río a varios metros de allí, lleno de peces, además
de un par de naranjo y manzanos; dentro de la cabaña había
medicinas, ropa, camas, cocina con gas, un pequeño generador y
varios barriles de gasolina, además de varias habitaciones.
Alrededor, por estar en medio del bosque, apenas se podía encontrar,
y con los árboles y arbustos rodeando la cabaña era fácil que
algún intruso se atorara y tardara tiempo en pasar. Habíamos
encontrado nuestro nuevo hogar.
Fuimos
por el camino de tierra, estuvimos caminando por una hora o dos hasta
que llegamos a la carretera, el camino estaba oculto por la maleza
por lo que se nos hizo seguro. Miré hacia la carretera, todo se veía
exactamente igual, un bosque por un lado y un montón de campos
llenos de trigo, frijol y alguna otra cosa que no importaba en ese
momento. A lo lejos, muy a lo lejos logré ver como la carretera
subía sobre una elevación, allí era por donde podíamos traer al
resto. Algunas nubes comenzaron a cubrir el cielo, ocultando el
fuerte sol. Decidimos ir por la carretera para llegar con el grupo.
Fue un poco más rápida la caminata ya que nuestros pies no se
hundían en el lodo o pisábamos piedras. Tardamos tal vez la mitad
del tiempo que tomamos en llegar a la cabaña que lo que tardamos en
llegar a los autos. Una vez que estuvimos de vuelta les contamos al
resto sobre la cabaña y tan pronto como terminamos tomamos rumbo
hacia ella.
Mientras
volvíamos por la carretera algo de lluvia comenzó a caer, en poco
tiempo llovía a cántaros. Cuando llegamos al camino de tierra este
estaba completamente vuelto lodo, apenas logramos entrar, pero luego
el resto del camino se volvió un poco mejor. No tardamos mucho en
llegar a la cabaña, dejamos los autos alrededor y tan pronto como
bajábamos de los vehículos corríamos al interior de la cabaña. El
anciano y la embarazada fueron los últimos en entrar.
Lo
primero que hicimos al estar dentro fue encender el generador,
encendimos las luces y nos reunimos en la sala. Comenzamos a hablar
de lo que pasaría luego, podríamos quedarnos aquí o seguir afuera.
La decisión final fue quedarnos, no era lo mejor que podíamos
encontrar, pero era mucho mejor que estar afuera en la lluvia.
A
la cabaña le faltaba mucho para volverse nuestro hogar,
necesitábamos proteger mejor los alrededores, aumentar las
protecciones en la casa, conseguir materiales y fuentes de comida,
explorar más a fondo el área y muchas otras cosas más… Bueno, al
menos teníamos un techo donde dormir que no nos obligara a estar
amontonados. Encendieron la televisión, y sólo había estática.
Llegó
la noche. Ella preparó la cena para todos luego de que estuvimos
moviendo los muebles y cubrimos las ventanas con mantas que
encontramos. Ella preparó frijoles con carne, claro, de lata, pero
la forma en que los preparó hizo que fuer una experiencia diferente.
Todos se fueron a dormir poco después de que terminamos de cenar, yo
me quedé un poco mas a charlar con ella.
Miércoles
3 de Septiembre
Desperté
y ella y el anciano estaban preparando el desayuno. Aún seguía la
tormenta, no estaba igual de fuerte que la de la noche anterior. El
resto seguía durmiendo. Todo era silencioso, por excepción de la
cocina, de donde venían las voces de ella y el anciano mientras
charlaban. El olor a comida caliente llegaba hasta la sala. Encendí
el televisor esperando a ver a algo, pero fue lo mismo que la noche
anterior: solo estática. Había un radio sobre la chimenea, al
encenderlo algunas voces se escuchaban, era la misma mujer de antes,
seguía buscando ayuda, era triste, pero no había mucho que
pudiéramos hacer sin arriesgarnos.
El
radio se quedó encendido mientras iba a mirar por la ventana. El
cielo era gris, casi negro por las nubes de tormenta. La tierra
alrededor de la cabaña estaba vuelta un lodazal, ni siquiera creía
que algo lograría pasar por allí sin hundirse en el lodo. La niña
bajó y de inmediato se percató del olor a comida, ella se dio
cuenta de que estábamos despiertos e inmediatamente nos sirvió dos
platos de sopa. Ella se nos unió junto al anciano, pero conforme
comenzaron a despertarse y fueron bajando ella se iba y regresaba con
platos para ellos, al final, todos estuvimos juntos, comiendo
tranquilamente sin estar pensando en los horrores del exterior. Esta
vez fue diferente a la de la noche anterior, ahora habíamos dormido,
habíamos descansado luego de tantos días horribles, habíamos
estado varias horas sin pensar en que ningún zombi nos encontraría.
Esta cabaña… fue lo mejor que nos pudo pasar.
Terminamos
y limpiamos, pensaron en salir a explorar el área, pero la tormenta
seguía. No había mucho que hacer, incluso se sentía aburrido estar
dentro, pero mejor estar aburrido que rodeado de zombis.
Jueves
4 de Septiembre
La
tormenta cesó durante la noche, cuando despertamos ya había
terminado. Salimos a explorar los alrededores de la cabaña, yo ya lo
había hecho, pero el resto debía de conocer como era. Les mostré
el río que pasaba cerca de la cabaña; el anciano sabía pescar, nos
dijo que cuando lo deseáramos podríamos pedirle que nos enseñara a
pescar. Les mostré los árboles con frutos que había cerca, tomaron
algo de las frutas y las llevamos a la cabaña. Acomodamos los autos
frente a la cabaña. Comenzamos a cubrir las ventanas con muebles,
únicamente las del primer piso. Sacamos herramientas de un pequeño
desván, un hacha, dos palas, picos y tijeras de jardín, una
segueta, martillos, clavos… Había una pequeña tienda de
herramientas en la casa.
Al
mirar los barriles llenos de gasolina nos dimos cuenta de que
tendríamos gasolina para varios meses, e incluso tal vez un año. La
comida enlatada en la cabaña era suficiente para un mes, añadiendo
lo nuestro sería para cuatro meses. Podíamos estar medio año antes
de que comenzáramos a tener problemas, faltaba mucho para eso, así
que simplemente dejé de pensar en ello.
Pasamos
el día protegiendo la casa y los alrededores, cuando llegó la tarde
todos entramos a la casa y no volvimos a salir.
Viernes
6 de Septiembre
La
transmisión de radio cesó. La mujer había seguido hablando durante
todos estos días, y de pronto, luego de que se escucharan disparos
la radio quedó en silencio. No volvimos a escuchar de ella en todo
el día… ojalá esté bien.
Domingo
7 de Septiembre
Ya
no hay nubes de tormenta, pero ahora está comenzando a hacer frío,
por suerte había bastantes cobijas y colchas en la cabaña, al
parecer los dueños gustaban de pasar el invierno aquí.
El
anciano sugirió ir a pescar algo al río, pero por el frío tuvimos
que posponerlo.
Martes
9 de Septiembre
Por
fin fuimos a pescar. El anciano pasó horas y horas regañándonos
por que no hacíamos lo que él decía. Todos estábamos allí
pescando, pasando el tiempo. Al final llevamos a casa cuatro pescados
y los preparamos como cena. Por fin, algo diferente que comer.
Jueves
11 de Septiembre
Fuimos
temprano a pescar para sorprender al anciano, pero cuando yo y la
princesa íbamos de regreso a la casa, vimos a un lado del río a un
zombi, nos escondimos tan pronto como lo vimos. No sabemos de donde
salió, pero al oler la sangre de los pescados que dejamos en el
suelo comenzó a caminar hacia ellos. No teníamos nada con que
protegernos. Comenzamos a caminar en cuclillas para alejarnos del
zombi, pero las hojas secas en el suelo hicieron demasiado ruido,
haciendo que el zombi nos descubriera. No era rápido, pero estaba
muy cerca de nosotros. Ella se cayó al suelo al tratar de correr, el
zombi caminó hacia ella y a punto de que se le arrojara encima le
lancé una roca a la cabeza. La cabeza le estalló y el cuerpo cayó
al suelo frente a ella. La ayudé a levantarse, tomamos los pescados
y regresamos a la cabaña.
Cuando
llegamos nos encontramos a ella y al mecánico buscándonos, les
hablamos sobre el zombi y una vez que habíamos dejado los pescados
en la cocina regresamos al río. El mecánico dijo que si dejábamos
el cuerpo allí, si volvía a llover el agua lo podía arrastrar al
río y lo podría contaminar. Tomamos el cuerpo y lo llevamos lejos
del río, luego regresamos. Mientras los cargábamos nos dimos cuenta
de que no estaba tan putrefacto como lo hubiéramos esperado, incluso
tenía la ropa limpia… era reciente. Cuando regresamos al río
fuimos por el camino por el que llegó el zombi y buscamos algo que
nos diera alguna idea de por donde vino, encontramos un rastro de
sangre y lo seguimos hasta una pendiente, en un donde un auto aún
con el motor encendido yacía. El auto se salió del camino y cayó
por la pendiente, estrellándose con algunas piedras y árboles en el
camino, y terminó en el suelo.
Al
mirar hacia dentro del auto vimos a una mujer, tenía una herida en
la cabeza. Ella le habló a la mujer, quien de inmediato abrió los
ojos y comenzó a gruñir… Era uno de ellos. Comenzó a arrastrarse
por el auto para poder salir, todos nos alejamos mientras que el
mecánico había tomado una piedra y se la había dejado caer a la
mujer. La sangre se esparció por todo el suelo al momento de que la
cabeza estallara. Ella estuvo a punto de vomitar. El mecánico se
acercó al cuerpo y lo comenzó a revisar. Nosotros también lo
hicimos. Nos percatamos de la falta de mordidas en su cuerpo. Si no
fue mordida, ¿cómo es que se transformó? Llevamos el cuerpo junto
al otro.
Miramos
el interior del auto, encontramos algo de comida, cosas personales y
ropa, tomamos todo y los llevamos a la casa. Ella no se sentía
cómoda robándole a los muertos, pero no podíamos dejar eso allí
afuera esperando a que se echara a perder. Entre las cosas personales
que encontramos había una foto de la mujer, el hombre y un niño que
no habíamos visto en el auto. Cuando el resto despertó les contamos
de lo ocurrido.
Sábado
13 de Septiembre
Los
últimos días pasaron muy lento. El anciano al parecer se enfermó,
pero esta mañana despertó mucho mejor que los otros días, aunque
la princesa está preocupada por él. Le hemos puesto o mucha
atención a su estado ya que tuvo fiebre e incluso dejó de moverse
unas horas. El mismo dice que se siente bien, aunque diga eso, no le
quitamos los ojos de encima.
Mientras
el anciano y la niña recolectaban naranjas, el anciano se desplomó
en el suelo. De inmediato lo metimos a la casa. Pasó la tarde
durmiendo, cuando se despertó estaba como antes.
El
resto seguimos preocupados por él durante el resto del día, había
algo mal en el. Llegó la noche, cenamos y fuimos a dormirnos,
esperando que el anciano estuviera mejor para el día siguiente.
Domingo
14 de Septiembre
Al
despertarnos encontramos al anciano tendido en su cama, sin vida. El
anciano murió sin que supiéramos que tenía, se veía lleno de vida
antes de que se pusiera así, y de pronto, de un día para otro
pierde toda la energía y muere.
Fue
triste para todos que nos dejara así, y lo peor, no pudimos hacer
mucho para evitar que pasara. Tomamos el cuerpo, seguía tibio, no
hacia mucho que había muerto. El mecánico y yo cavamos a un lado de
la cabaña una pequeña tumba para el anciano. Una vez que estuvo lo
suficientemente profunda colocamos al anciano en el agujero y lo
cubrimos de vuelta no sin antes haberle puesto una cubierta de madera
para que el olor no saliera. Colocamos piedras en donde lo
enterramos, así ningún animal lograría sacar el cuerpo.
No
lo habíamos pensado antes, ¿pero y si regresaba? Ya lo habíamos
visto antes, esas dos personas en el auto murieron sin mordidas, y
habían regresado como zombis… No lo habíamos pensado cuando
enterramos al anciano… No podemos simplemente sacarlo, eso no sería
moralmente correcto.
La
moral del grupo estuvo muy baja el resto del día, pasábamos a un
lado de la habitación del anciano y nos sentíamos mal.
Llegó
la noche y por fin habíamos comenzado a dejar a un lado la muerte
del anciano. Ella sacó algunos libros de entre sus cosas, uno de
ellos titulado: “historias para todas las edades”. Comenzamos a
leerlo entre todos, terminándolo en la misma noche.
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