3 ene 2014

Diario de un sobreviviente: Septiembre, Año 1. Parte 1/3


Ella comenzó a leer, luego yo y una vez más ella, la princesa se interesó en lo que hacíamos y decidió unirse. Tras una semana de estar huyendo, de estar preocupándonos por los zombis, de lamentarnos la muerte de nuestros amigos y familiares, por fin tuvimos un rato de tranquilidad, en donde no pensamos mas que en quienes teníamos cerca y no en quienes nos habían dejado, un rato para pasarla bien y para dejar de preocuparnos de todo excepto por lo que estábamos leyendo, al fin, paz y tranquilidad. 

Lunes 1° de Septiembre


La tormenta cesó mientras dormíamos y cuando nos despertamos solo quedaban los estragos que había dejado. Salí del auto a estirarme y a tomar aire fresco. Hacia mucho frío y el cielo aún continuaba cubierto de nubes, tal vez volvería a llover. Ella me gritó desde el interior del auto, corrí hacia la puerta y la abrió. Subió el volumen del radio. Había una mujer hablando, decía estar en la estación de radio refugiada junto con otros sobrevivientes. No teníamos a donde mas ir así que no podría ser tan malo ir con esa mujer, pero había algo desde ese momento que no me agradó de todo eso. Seguimos escuchando la radio, todos habían salido de los autos a escuchar la transmisión. Estaba en la estación de radio de la ciudad, no la nuestra si no una de las cercanas. Estaba encerrada junto con su grupo dentro de la estación, al parecer alguien los atacó. Comenzó a hablar de cómo la infección apareció en la ciudad, no fue muy diferente a la nuestra, los zombis comenzaron a salir un día y pronto la ciudad entera había caído en sus manos.
Seguimos escuchando un rato la transmisión, la mujer a veces ponía a alguien del grupo a hablar. Nunca supe que era lo que realmente quería ya que no dejaba de hablar, fue casi hasta el final que se le ocurrió decir que necesitaba quien les ayudara a salir del lugar o que al menos se encargara de los maniáticos que la acechaban. La princesa sugirió ser nosotros quienes debíamos de ayudarla, pero no sabíamos si quiera a que nos enfrentaríamos cuando llegáramos a la ciudad, era muy arriesgado tan solo entrar en la ciudad. Ella agregó a todo que era un lugar desconocido y que sería fácil perdernos. Al final decidimos quedarnos y continuamos escuchando la transmisión.
La princesa tuvo la idea de ir a investigar el área para ver a donde podríamos ir, lo primero que se me vino a la mente fue que ella estaba pensando sacarnos de allí para ir a ayudar a la mujer en el radio, pero realmente le preocupaba lo que haríamos después. Caminamos tal vez una hora por el campo, buscando cosas que nos pudieran dar una idea de a donde podríamos ir. Encontramos algunos autos varados en el camino, ninguno parecía funcionar y estaban oxidados, no parecía que habían sido abandonados durante la infección. Llegamos hasta una colina y subimos por ella, estando en la cima vimos a algunos zombis caminando en lo que parecía ser una parte de la carretera. Vimos con detalle el lugar donde estaban los zombis y logramos ver lo que parecía ser un edificio. Bajamos la colina evitando ser vistos, cuando llegamos a la base logramos ver con detalle algunos edificios que se extendían sobre una calle: habíamos llegado a algún lugar habitado. Al mirar hacia la carretera vimos que había un tráiler volteado en ella y tenía una gran fuga de algo. No podíamos pasar por allí sin arriesgarnos a volarnos a todos en pedazos.
Regresamos con el grupo y les dijimos que estábamos cerca de algún poblado. No teníamos mucho que hacer, así que todo el grupo decidió ir. Tomamos la ruta de la carretera para entrar al camino que llevaba al sitio, no encontramos nada hasta que llegamos a la misma parte que la colina. Había zombis caminando hacia los edificios, no lo estaban haciendo antes así que debió de ser algo lo que los atrajo mientras nos habíamos ido, escuchamos un disparo. Salí del auto junto con ella y la princesa y les dijimos al resto que regresaran a la carretera para evitar que los encontraran. Entramos en lo que parecía ser un parque y caminamos un poco entre los arbustos, mirando hacia donde se dirigían los zombis. Logré ver sobre un edificio a un hombre con una botella en una mano y una pistola en la otra, parecía estar ebrio por la forma en que se movía. Ellas lo vieron e inmediatamente pensaron lo mismo.
Nos acercamos un poco a la acera intentando que nos vieran los zombis, aunque no nos ocultamos tan bien como para evitar que el hombre nos viera. Comenzó a gritar intentando llamar nuestra atención, luego comenzó a disparar a los zombis tratando de despejarnos el paso para llegar hasta el. Comencé a hacerle señas para evitar que siguiera haciendo ruido, pero no se calló e incluso gritó aun más fuerte. Miré hacia los lados y me di cuenta de que el hombre había atraído a cientos de infectados al lugar, decidimos salir de allí de la misma forma que como llegamos. Los gruñidos de los zombis eran bastante escalofriantes y me pusieron nervioso, no había pasado antes, tal vez por fin estaba dándome cuenta de lo peligroso que era todo esto. Un horrible olor a putrefacción comenzó a inundar el aire.
Logramos salir del parque y fuimos a la carretera, encontramos al grupo esperándonos dentro de los autos. Les contamos lo que pasó con el hombre, la niña nos preguntó que por que no lo habíamos ayudado, le dijimos que con si quiera pensarlo estaríamos poniéndonos en peligro. Decidimos cruzar por la calle ahora que los zombis ya no estaban allí. Los gritos del hombre se escuchaban hasta el otro lado de la calle. Un último disparo seguido de los gritos desgarradores del hombre nos hizo avanzar más rápido, luego las calles quedaron en completo silencio. Los zombis del lugar habían seguido los primeros disparos del hombre y habían dejado las calles vacías.
Mientras avanzábamos por la avenida principal veíamos las calles solitarias y abandonadas. ¿A dónde íbamos? No lo sabía, simplemente estábamos tratando de cruzar el lugar. Encendí el radio para ver si aún seguía la mujer hablando, lo hacía. Bajé el volumen para evitar que algún zombi nos escuchara. Estuvimos unos cuantos minutos más dentro del lugar antes de llegar de vuelta a la carretera. La mujer seguía hablando, ahora de lo que ella pensaba que estaba ocurriendo en el exterior, como las grandes ciudades estaban intentando detener la plaga de zombis y como el gobierno daba falsas esperanzas a los habitantes de las ciudades.
Seguimos el mismo plan de antes, ir al sur y continuar bajando. Encontramos un prado abierto a un lado de la carretera, era aún más grande que el anterior, estábamos expuestos pero era mucho mejor que estar en medio de una ciudad llena de zombis.
El sol poniéndose sobre nosotros era algo que no habíamos visto en mucho tiempo. El tiempo pasó muy rápido mientras estuvimos descansando a un lado de la carretera, la transmisión de radio continuaba, ya no era la mujer quien hablaba, era un hombre, seguían esperando a que alguien los rescatara. Pensamos en hacerlo luego de que dijera donde estaban, pero era seguía siendo muy peligroso, tal vez incluso más después de que dijo su posición. Si a dos semanas ya habían comenzado a haber lunáticos en las carreteras no quería saber como estaban las ciudades. El calor comenzó a crecer conforme se acercaba la noche, el olor a tierra comenzó a disiparse y pronto el sonido peculiar de los insectos nocturnos comenzó a aparecer. Pasamos toda la tarde hablando entre todos, contándonos historias propias y ajenas, recordando a las personas que nos dejaron. Era difícil no evitar sentirse triste conforme narrábamos partes de nuestras vidas.
¿Era cierto?, ¿El mundo estaba llegando a su fin?, ¿Todo lo que conocíamos dejaría de existir?... Apenas habían pasado dos semanas desde que todo comenzó, y en tan solo tres días una ciudad entera murió. Si así de fácil fue que una gran ciudad cayera sería increíble ver que alguna pequeña ciudad lograra sobrevivir.
Llegó la noche, el insoportable calor se había vuelto una insoportable helada. Comenzamos a entrar en los autos mientras la temperatura bajaba. Nos despedimos mientras el resto se iba resguardando. Ella, la princesa y yo fuimos los últimos en entrar en los autos. Estuvimos contándonos lo que ocurrió en los apartamentos antes de conocer a su grupo, ella nos contó como logró salir de un teatro mientras los zombis invadían el lugar. Al final apenas logramos aguantar el frío así que decidimos entrar al auto y descansar.


Martes 2 de Septiembre


¿”Nuestro grupo es útil”? ¿De dónde habrán sacado esa idea? Tenemos a una maestra de literatura, que por cierto está embarazada, a un anciano que sabe como limpiar armas de fuego, una niña que no llega ni a los doce años, una princesa que sabe actuar, un mecánico, dos amigas que saben álgebra, una cocinera principiante y yo, un universitario que aún no decidía que haría en el futuro… El mejor grupo de todos, tan útil que parecía no servir de mucho. No podía decirles eso a las dos amigas, se enojarían conmigo y me lo echarían en cara todo el día, simplemente las dejé hablando.
La princesa estaba mirando al cielo sentada sobre uno de los autos, al acercarme me preguntó si creía que todo volvería a ser como era antes. Le dije que era posible, no era muy probable, pero había una mínima posibilidad de que ocurriera. Vi a la mujer embarazada comiendo algo dentro de uno de los autos, me le acerqué y se me quedó viendo mientras se llevaba galletas a la boca. Le pregunté por el tiempo de embarazo que tenía, me dijo que tenía siete meses y tres semanas, estaba ya a punto de llegar el mes crítico, el mes en que las embarazadas corren el riesgo de entrar en parto en cualquier momento. Sin que le preguntara nada mas ella sacó a la luz que ella y su hermano fueron prematuros… ¡Rayos! Tan bien que la estábamos pasando aquí en el campo.
Le comenté a la princesa, a ella y al mecánico sobre la situación de la embarazada, los cuatro pensamos en lo mismo, en que debíamos de buscar un lugar para quedarnos. Sugirieron regresar al pequeño poblado de ayer, pero era muy peligroso, además debíamos de continuar yendo hacia el sur para ver si podíamos encontrar algún lugar que no hubiera sido afectado por los zombis. Al final terminamos por decidir que buscaríamos algún lugar para quedarnos mientras viajábamos por la carretera. Tomamos las cosas que sacamos de los autos y volvimos a entrar a la carretera.
Tardamos tal vez una hora en encontrar algo relevante en el camino: fue un automóvil estrellado contra un árbol. Ni siquiera pensamos en detenernos para ir a revisar el auto, simplemente lo miramos mientras cruzábamos a un lado de él. Una vez más, estuvimos varias horas sin ver ni hacer nada interesante. La niña se la pasó tratando de hacer que jugáramos algo, pero nunca terminábamos o simplemente no le hacíamos caso. ¿Qué estábamos haciendo? Estábamos alejándonos de lo que conocíamos y entrabamos en un lugar completamente desconocido y lleno de peligros, en ese momento pensé que debíamos de habernos quedado a un lado de la carretera, o incluso, en el motel cerca de la ciudad… No estaba viendo las cosas desde un lado positivo.
Medio día y no habíamos llegado a ningún lugar, rodeados de campos de cultivo seguíamos avanzando por la carretera. El calor era insoportable así que decidimos detenernos. Se podía ver el calor subir sobre el concreto de la carretera, todos sudábamos y olíamos mal, incluso ella me dijo que apestaba. No habría razón para no hacerlo. Estuvimos bajo la lluvia, luego encerrados por horas dentro de autos, no nos hemos bañado en varios días y hemos matado a muchos zombis en ese lapso de tiempo.
El anciano se veía muy cansado, y a juzgar por su aspecto estaba deshidratado. Le ofrecimos agua y se la bebió, pero no pareció mejorarse. Fue a descansar a un lado de la carretera, al otro lado de donde nosotros estábamos, ella y yo fuimos con él para asegurarnos de que no se desmayara. Estaba sentado, con las piernas colgando sobre una pendiente llena de rocas y árboles. Se veía un poco mejor que antes, incluso había recuperado su color. Cuando nos vio comenzó a habar de cómo había sido su vida antes de que comenzara todo, su esposa, la anciana que vimos en el centro comercial antes de que entraran, había vivido con el durante décadas, siempre habían sido unidos, tuvieron dos hijos y un nieto… Mientras se acercaba al presente comenzó a ponerse triste y su tono de voz cambió, habló de cómo lograron huir de la casa de uno de sus hijos mientras los zombis lo devoraban a él, a su esposa y a su nieto, habló de cómo un grupo de personas los sacaron de las calles y los llevaron a una casa, luego habló de cómo el grupo los abandonó en la casa y terminaron en el centro comercial junto al resto. En ese punto comenzó a llorar, no pudo continuar recordando los últimos minutos de la vida de su esposa. Mientras lloraba la princesa se nos acercó para ver si podía hacer algo, no había nada que hacer más que tratar de tranquilizar al anciano, ella miró hacia la pendiente y dirigió su mirada a lo que parecía ser un tejado de madera que se alzaba sobre los árboles a lo lejos. Nosotros vimos lo mismo poco después.
Llamamos al resto del grupo luego de que el anciano se tranquilizó, les dijimos sobre la estructura en medio del bosque, lo primero que sugirieron fue ir a explorar el área, no era extraño considerando que podría haber algo que podíamos usar. Llevamos al anciano al auto junto a la niña y a la embarazada. Ella y una de las amigas se quedaron con ellos, el resto bajamos por la pendiente.
Arbustos y piedras nos hicieron la bajada por la pendiente un poco complicada, nos resbalábamos e incluso la princesa estuvo por caerse pero logramos sostenerla antes de que cayera; al llegar a la base todo fue mucho mejor, sólo había árboles y algunas piedras en el camino, lo que volvió nuestra caminata más cómoda. Había aún charcos de agua en el suelo a pesar de que ya hacía varios días que no llovía. Seguimos caminando por el bosque, para nuestra suerte no parecía haber ningún zombi cerca. Logramos ver una de las paredes de la cabaña entre los troncos de los árboles, de inmediato corrimos hacia ella.
La puerta estaba cerrada, simplemente rompimos el cristal de una de las ventanas del segundo piso y entramos. Era segura por dentro. La cabaña estaba rodeada por un prado abierto, rodeado de árboles. Era espaciosa, con lugar alrededor para estacionar casi todos los autos y suficientemente grande por dentro para poder refugiarnos todos. Había un camino de tierra que llegaba por atrás, parecía salir a una sección de la carretera, pero no pensamos a ir a explorar por el momento. Nos quedamos un tiempo en el área, viendo si era segura, si había los recursos necesarios para quedarnos un tiempo… Lo había todo; había un río a varios metros de allí, lleno de peces, además de un par de naranjo y manzanos; dentro de la cabaña había medicinas, ropa, camas, cocina con gas, un pequeño generador y varios barriles de gasolina, además de varias habitaciones. Alrededor, por estar en medio del bosque, apenas se podía encontrar, y con los árboles y arbustos rodeando la cabaña era fácil que algún intruso se atorara y tardara tiempo en pasar. Habíamos encontrado nuestro nuevo hogar.
Fuimos por el camino de tierra, estuvimos caminando por una hora o dos hasta que llegamos a la carretera, el camino estaba oculto por la maleza por lo que se nos hizo seguro. Miré hacia la carretera, todo se veía exactamente igual, un bosque por un lado y un montón de campos llenos de trigo, frijol y alguna otra cosa que no importaba en ese momento. A lo lejos, muy a lo lejos logré ver como la carretera subía sobre una elevación, allí era por donde podíamos traer al resto. Algunas nubes comenzaron a cubrir el cielo, ocultando el fuerte sol. Decidimos ir por la carretera para llegar con el grupo. Fue un poco más rápida la caminata ya que nuestros pies no se hundían en el lodo o pisábamos piedras. Tardamos tal vez la mitad del tiempo que tomamos en llegar a la cabaña que lo que tardamos en llegar a los autos. Una vez que estuvimos de vuelta les contamos al resto sobre la cabaña y tan pronto como terminamos tomamos rumbo hacia ella.
Mientras volvíamos por la carretera algo de lluvia comenzó a caer, en poco tiempo llovía a cántaros. Cuando llegamos al camino de tierra este estaba completamente vuelto lodo, apenas logramos entrar, pero luego el resto del camino se volvió un poco mejor. No tardamos mucho en llegar a la cabaña, dejamos los autos alrededor y tan pronto como bajábamos de los vehículos corríamos al interior de la cabaña. El anciano y la embarazada fueron los últimos en entrar.
Lo primero que hicimos al estar dentro fue encender el generador, encendimos las luces y nos reunimos en la sala. Comenzamos a hablar de lo que pasaría luego, podríamos quedarnos aquí o seguir afuera. La decisión final fue quedarnos, no era lo mejor que podíamos encontrar, pero era mucho mejor que estar afuera en la lluvia.
A la cabaña le faltaba mucho para volverse nuestro hogar, necesitábamos proteger mejor los alrededores, aumentar las protecciones en la casa, conseguir materiales y fuentes de comida, explorar más a fondo el área y muchas otras cosas más… Bueno, al menos teníamos un techo donde dormir que no nos obligara a estar amontonados. Encendieron la televisión, y sólo había estática.
Llegó la noche. Ella preparó la cena para todos luego de que estuvimos moviendo los muebles y cubrimos las ventanas con mantas que encontramos. Ella preparó frijoles con carne, claro, de lata, pero la forma en que los preparó hizo que fuer una experiencia diferente. Todos se fueron a dormir poco después de que terminamos de cenar, yo me quedé un poco mas a charlar con ella.


Miércoles 3 de Septiembre


Desperté y ella y el anciano estaban preparando el desayuno. Aún seguía la tormenta, no estaba igual de fuerte que la de la noche anterior. El resto seguía durmiendo. Todo era silencioso, por excepción de la cocina, de donde venían las voces de ella y el anciano mientras charlaban. El olor a comida caliente llegaba hasta la sala. Encendí el televisor esperando a ver a algo, pero fue lo mismo que la noche anterior: solo estática. Había un radio sobre la chimenea, al encenderlo algunas voces se escuchaban, era la misma mujer de antes, seguía buscando ayuda, era triste, pero no había mucho que pudiéramos hacer sin arriesgarnos.
El radio se quedó encendido mientras iba a mirar por la ventana. El cielo era gris, casi negro por las nubes de tormenta. La tierra alrededor de la cabaña estaba vuelta un lodazal, ni siquiera creía que algo lograría pasar por allí sin hundirse en el lodo. La niña bajó y de inmediato se percató del olor a comida, ella se dio cuenta de que estábamos despiertos e inmediatamente nos sirvió dos platos de sopa. Ella se nos unió junto al anciano, pero conforme comenzaron a despertarse y fueron bajando ella se iba y regresaba con platos para ellos, al final, todos estuvimos juntos, comiendo tranquilamente sin estar pensando en los horrores del exterior. Esta vez fue diferente a la de la noche anterior, ahora habíamos dormido, habíamos descansado luego de tantos días horribles, habíamos estado varias horas sin pensar en que ningún zombi nos encontraría. Esta cabaña… fue lo mejor que nos pudo pasar.
Terminamos y limpiamos, pensaron en salir a explorar el área, pero la tormenta seguía. No había mucho que hacer, incluso se sentía aburrido estar dentro, pero mejor estar aburrido que rodeado de zombis.


Jueves 4 de Septiembre


La tormenta cesó durante la noche, cuando despertamos ya había terminado. Salimos a explorar los alrededores de la cabaña, yo ya lo había hecho, pero el resto debía de conocer como era. Les mostré el río que pasaba cerca de la cabaña; el anciano sabía pescar, nos dijo que cuando lo deseáramos podríamos pedirle que nos enseñara a pescar. Les mostré los árboles con frutos que había cerca, tomaron algo de las frutas y las llevamos a la cabaña. Acomodamos los autos frente a la cabaña. Comenzamos a cubrir las ventanas con muebles, únicamente las del primer piso. Sacamos herramientas de un pequeño desván, un hacha, dos palas, picos y tijeras de jardín, una segueta, martillos, clavos… Había una pequeña tienda de herramientas en la casa.
Al mirar los barriles llenos de gasolina nos dimos cuenta de que tendríamos gasolina para varios meses, e incluso tal vez un año. La comida enlatada en la cabaña era suficiente para un mes, añadiendo lo nuestro sería para cuatro meses. Podíamos estar medio año antes de que comenzáramos a tener problemas, faltaba mucho para eso, así que simplemente dejé de pensar en ello.
Pasamos el día protegiendo la casa y los alrededores, cuando llegó la tarde todos entramos a la casa y no volvimos a salir.


Viernes 6 de Septiembre


La transmisión de radio cesó. La mujer había seguido hablando durante todos estos días, y de pronto, luego de que se escucharan disparos la radio quedó en silencio. No volvimos a escuchar de ella en todo el día… ojalá esté bien.


Domingo 7 de Septiembre


Ya no hay nubes de tormenta, pero ahora está comenzando a hacer frío, por suerte había bastantes cobijas y colchas en la cabaña, al parecer los dueños gustaban de pasar el invierno aquí.
El anciano sugirió ir a pescar algo al río, pero por el frío tuvimos que posponerlo.


Martes 9 de Septiembre


Por fin fuimos a pescar. El anciano pasó horas y horas regañándonos por que no hacíamos lo que él decía. Todos estábamos allí pescando, pasando el tiempo. Al final llevamos a casa cuatro pescados y los preparamos como cena. Por fin, algo diferente que comer.


Jueves 11 de Septiembre


Fuimos temprano a pescar para sorprender al anciano, pero cuando yo y la princesa íbamos de regreso a la casa, vimos a un lado del río a un zombi, nos escondimos tan pronto como lo vimos. No sabemos de donde salió, pero al oler la sangre de los pescados que dejamos en el suelo comenzó a caminar hacia ellos. No teníamos nada con que protegernos. Comenzamos a caminar en cuclillas para alejarnos del zombi, pero las hojas secas en el suelo hicieron demasiado ruido, haciendo que el zombi nos descubriera. No era rápido, pero estaba muy cerca de nosotros. Ella se cayó al suelo al tratar de correr, el zombi caminó hacia ella y a punto de que se le arrojara encima le lancé una roca a la cabeza. La cabeza le estalló y el cuerpo cayó al suelo frente a ella. La ayudé a levantarse, tomamos los pescados y regresamos a la cabaña.
Cuando llegamos nos encontramos a ella y al mecánico buscándonos, les hablamos sobre el zombi y una vez que habíamos dejado los pescados en la cocina regresamos al río. El mecánico dijo que si dejábamos el cuerpo allí, si volvía a llover el agua lo podía arrastrar al río y lo podría contaminar. Tomamos el cuerpo y lo llevamos lejos del río, luego regresamos. Mientras los cargábamos nos dimos cuenta de que no estaba tan putrefacto como lo hubiéramos esperado, incluso tenía la ropa limpia… era reciente. Cuando regresamos al río fuimos por el camino por el que llegó el zombi y buscamos algo que nos diera alguna idea de por donde vino, encontramos un rastro de sangre y lo seguimos hasta una pendiente, en un donde un auto aún con el motor encendido yacía. El auto se salió del camino y cayó por la pendiente, estrellándose con algunas piedras y árboles en el camino, y terminó en el suelo.
Al mirar hacia dentro del auto vimos a una mujer, tenía una herida en la cabeza. Ella le habló a la mujer, quien de inmediato abrió los ojos y comenzó a gruñir… Era uno de ellos. Comenzó a arrastrarse por el auto para poder salir, todos nos alejamos mientras que el mecánico había tomado una piedra y se la había dejado caer a la mujer. La sangre se esparció por todo el suelo al momento de que la cabeza estallara. Ella estuvo a punto de vomitar. El mecánico se acercó al cuerpo y lo comenzó a revisar. Nosotros también lo hicimos. Nos percatamos de la falta de mordidas en su cuerpo. Si no fue mordida, ¿cómo es que se transformó? Llevamos el cuerpo junto al otro.
Miramos el interior del auto, encontramos algo de comida, cosas personales y ropa, tomamos todo y los llevamos a la casa. Ella no se sentía cómoda robándole a los muertos, pero no podíamos dejar eso allí afuera esperando a que se echara a perder. Entre las cosas personales que encontramos había una foto de la mujer, el hombre y un niño que no habíamos visto en el auto. Cuando el resto despertó les contamos de lo ocurrido.


Sábado 13 de Septiembre


Los últimos días pasaron muy lento. El anciano al parecer se enfermó, pero esta mañana despertó mucho mejor que los otros días, aunque la princesa está preocupada por él. Le hemos puesto o mucha atención a su estado ya que tuvo fiebre e incluso dejó de moverse unas horas. El mismo dice que se siente bien, aunque diga eso, no le quitamos los ojos de encima.
Mientras el anciano y la niña recolectaban naranjas, el anciano se desplomó en el suelo. De inmediato lo metimos a la casa. Pasó la tarde durmiendo, cuando se despertó estaba como antes.
El resto seguimos preocupados por él durante el resto del día, había algo mal en el. Llegó la noche, cenamos y fuimos a dormirnos, esperando que el anciano estuviera mejor para el día siguiente.


Domingo 14 de Septiembre


Al despertarnos encontramos al anciano tendido en su cama, sin vida. El anciano murió sin que supiéramos que tenía, se veía lleno de vida antes de que se pusiera así, y de pronto, de un día para otro pierde toda la energía y muere.
Fue triste para todos que nos dejara así, y lo peor, no pudimos hacer mucho para evitar que pasara. Tomamos el cuerpo, seguía tibio, no hacia mucho que había muerto. El mecánico y yo cavamos a un lado de la cabaña una pequeña tumba para el anciano. Una vez que estuvo lo suficientemente profunda colocamos al anciano en el agujero y lo cubrimos de vuelta no sin antes haberle puesto una cubierta de madera para que el olor no saliera. Colocamos piedras en donde lo enterramos, así ningún animal lograría sacar el cuerpo.
No lo habíamos pensado antes, ¿pero y si regresaba? Ya lo habíamos visto antes, esas dos personas en el auto murieron sin mordidas, y habían regresado como zombis… No lo habíamos pensado cuando enterramos al anciano… No podemos simplemente sacarlo, eso no sería moralmente correcto.
La moral del grupo estuvo muy baja el resto del día, pasábamos a un lado de la habitación del anciano y nos sentíamos mal.
Llegó la noche y por fin habíamos comenzado a dejar a un lado la muerte del anciano. Ella sacó algunos libros de entre sus cosas, uno de ellos titulado: “historias para todas las edades”. Comenzamos a leerlo entre todos, terminándolo en la misma noche. 

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