31 may 2014

Pequeñas Princesas: La caída del Reino Parte 11/11 FINAL


Final



“Recuerdo muy bien ese día. Las tres se encontraban tendidas en una cama de flores blancas que cubrían un enorme campo. El viento soplaba y el atardecer comenzaba a darse. El cielo estaba cubierto de nubes blancas, y conforme el sol fue desapareciendo detrás de las montañas estas se tiñeron de un color rosa.
Las tres chicas se encontraban recostadas sobre aquella cama de flores blancas mientras el atardecer llegaba y el día llegaba a su fin. Las tres se encontraban sujetadas de mano formando un triángulo siendo las piernas de cada una de ellas las puntas del mismo. Tenían los ojos cerrados, y en sus rostros se podía ver una expresión de calma de tranquilidad.
El viento sopló con intensidad manando a volar cientos de pétalos de los millares de flores que las rodeaban. Una pequeña hoja sujetada a la camisa de Vanessa se agitó con el viento. Este pequeño trozo de papel se encontraba sujetado al cuello de su camisa con un pequeño broche, y aunque pequeño, era lo suficientemente fuerte y resistente como para poder aguantar el viento de aquella tarde.
De no ser por aquél pequeño trozo de papel sujeto al cuello de Vanessa y la botella plástica transparente que Sofía y Erika sujetaban juntas en sus manos, se podría creer que las tres se encontraban simplemente acostadas, disfrutando del atardecer, pero no era así, la realidad era otra. Aquél pequeño envase plástico que sujetaban ambas en sus manos era un envase, que minutos antes había almacenado un montón de pastillas para dormir, de esas que se les da a las personas que sufren de insomnio. Las tres habían ingerido todo el contenido del frasco indiscriminadamente, lo habían dejado vacío, procurando tragarse hasta la última de las pastillas. El frasco tenía un número escrito a un lado, justo sobre una etiqueta blanca: “Cincuenta pastillas. Una cada noche” Decía la etiqueta. Cincuenta pastillas que se habían dividido entre las tres, dieciséis Vanessa, y diecisiete para Erika y otras diecisiete para Sofía. Las tres habían tragado más pastillas de las que una persona, no importando que tan fuerte fuese su caso de insomnio, debería de tragar.
El viento sopló una vez más, lanzando al aire un nuevo mar de pétalos. Algunos de estos blancos pétalos cayeron sobre las ropas de estas tres chicas quienes yacían en medio de este enorme campo. Un pétalo cayó sobre el trozo de papel, y en cuanto el viento volvió a soplar este salió volando, siguiendo la misma dirección que los demás pétalos que cubrían el cielo del campo.
Con una letra suave, legible y calmada estaba algo escrito en la nota en el cuello de Vanessa. No era difícil saber que era, pero suponiendo que aquellas tres chicas se encontraban admirando el atardecer recostadas en ese campo de flores, era difícil entender que se suponía que hacía esa nota en el cuello de Vanessa, una suposición, aunque posible, incorrecta en esta situación.
“Buscamos la felicidad, la buscamos por todos lados e incluso intentamos traérsela a los demás... fuimos estúpidas, muy estúpidas.
Creímos que éramos tristes, creímos que nuestras vidas ya no tenían sentido, lo tenían, teníamos mucho sentido para continuar, había mucho por hacer, pero no nos dimos cuenta y llegamos al extremo.
En busca de la felicidad cometimos lo contrario: Les entregamos tristeza y dolor a muchas personas, incluyéndonos a nosotras y los seres cercanos y que tanto amábamos. Fuimos estúpidas, muy estúpidas.
Aquí estamos, esta tarde, en medio de este enorme campo de flores blancas, despidiéndonos de este mundo. Lo que hicimos fue algo imperdonable, trajimos el dolor creyendo que hacíamos el bien, y destruimos las vidas de muchas personas. No merecemos perdón, y nuestra muerte no será suficiente como para poder compararse con los actos atroces que hicimos, seguiremos sufriendo por el resto de la eternidad, sufriremos el mismo dolor que causamos, lo sufriremos multiplicado por mil. Y así lo haremos durante toda la eternidad.
Sabemos que lo que hicimos estuvo mal, lo sabemos, por eso estamos aquí despidiéndonos de todo. Ya hemos causado mucho dolor, y sabemos perfectamente que nuestra partida logrará sanar un poco de aquellas heridas que abrimos en nuestra instancia en este mundo... Le devolveremos un poco de felicidad a este mundo, felicidad que le arrebatamos creyendo que hacíamos lo contrario.
Escribiendo esto me doy cuenta del gran daño que hicimos, mucho más daño que lo que habíamos pensado que habíamos hecho, pero saben algo, quien quiera que esté leyendo esto, debes de saber una cosa: A pesar de tener tantos arrepentimientos, de estar llevándonos esta gran culpa con nosotras, hemos logrado encontrar la felicidad en nuestros últimos minutos de vida. Siempre había estado frente a nosotras, la felicidad siempre estuvo a unos cuantos centímetros de distancia... No necesitábamos encontrarla, estaba allí, siempre estuvo frente a nosotras... Erika, Sofía... lamento mucho haberlas jalado conmigo, lastimé a muchas personas, pero fueron ustedes a quienes lastimé más. Las llevé a pensar que eran infelices y que debían de buscar la felicidad, las cegué, y las evité ver la realidad... Pero al menos, al menos al final de nuestra existencia descubrimos la verdad, aquellas vendas cayeron de nuestros ojos y descubrimos la verdad... todo el tiempo la felicidad había estado justo frente a nuestros ojos, acompañándonos todo el tiempo... amigas... lo lamento tanto...
Nosotras fuimos las culpables, nosotras fuimos quienes cometimos esos asesinatos, sí, aquellos asesinatos de los que se habla tanto en las noticias. Fuimos nosotras. No, no decidimos salir de la forma más fácil y evitar así un castigo, no fue así, de hecho este fue el castigo más grande... llevar a la muerte a mis amigas... lo lamento tanto, lo lamento mucho... Erika, Sofía, perdónenme...”
Aquellas palabras se encontraban escritas en el papel sujeto al cuello de la camisa de Vanessa. Mientras leía estas palabras, pude ver como las tres chicas justo al mismo tiempo dejaban de respirar. Sus pechos cayeron, se desinflaron, y terminaron en un estado estático, ya no se expandían y se contraían siguiendo el ritmo natural de su respiración, se habían detenido. De entre las manos de Erika y de Sofía el envase plástico rodó y cayó en el suelo, las manos de ambas se deslizaron lentamente alejándose entre sí, y siguieron así hasta que ambas estuvieron separadas cayendo sobre varias de las flores. Los rostros de las tres tenían la misma sonrisa calmada de antes. Sentían remordimiento, sabían que lo que habían hecho había estado mal, pero todo eso había quedado olvidado cuando las vendas de la realidad cayeron y pudieron observar con sus ojos el mundo que las rodeaba, de allí el hecho de que tuviesen esas sonrisas en sus rostros. En sus últimos minutos habían logrado encontrar la felicidad que tanto anhelaban, felicidad que llevarían con ellas pasada la muerte. Con el simple hecho de mirar sus rostros se podía sentir una sensación de serenidad, una calma que emanaba de las tres, pero no continuó así por mucho. Aquella sensación de calma que salía de sus cuerpos pronto dejó de emanar, sus sonrisas seguían en sus rostros, pero ya no se sentía lo mismo de antes, y de hecho, se sentía una tristeza enorme, como si el corazón hubiese sido roto tras una traición o una gran tragedia. Al mirar a Vanessa, no podía creer lo que veía: una pequeña lágrima corría desde el lado de su ojo, por su mejilla hasta su oreja, en donde terminó por caer hasta el suelo...”
—... ¡Pero no fue así, ahora ellas están muertas y yo también lo estaré! Ya no importa lo que haga, ¡ha llegado el fin! —Vanessa encendió la sierra apretando el par de gatillos de la misma, la sierra circular comenzó a girar velozmente, Irene sabía que ella estaba por asesinarlo con la sierra, no lo pensó dos veces y se le arrojó encima, sin importarle que eso le pudiese quitar la vida.
—¡No! —Irene se arrojó sobre Vanessa, la empujó hacia atrás, alejándola del hombre, empujándola contra el muro, pero al mismo tiempo acercando la sierra hacia ella; esta estuvo por cortarle la frente a la mitad cuando se acercó a su rostro mientras empujaba a Vanessa, pero para su suerte solo logró cortarle un par de mechones de su cabello antes de que Vanessa decidiera empujarla. Irene cayó al suelo, había sido derrotada, y por extraño que fuese, le pareció sorprendente el hecho de que Vanessa evitase por completo que la sierra la asesinara; ya no podía hacer nada para salvarlo, y tampoco podría salvarse a si misma, pero, lo que pasó después fue algo que no esperaba. Vanessa acercó la sierra a su cuello, mechones de cabello comenzaron a caer al suelo mientras esta se acercaba a su garganta, ella miró a Irene y sonrió.
—¡Muchas gracias por haberme intentado detener! —Esas fueron las últimas palabras de Vanessa, últimas palabras antes de que ella se cortase la garganta con la sierra.
Sangre era salpicada hacia todos lados mientras la sierra le rebanaba el cuello por la mitad comenzando justo por el centro de su garganta; pronto Irene estuvo empapada de sangre mientras la sangre era salpicada justo sobre ella, tan sólo podía ver con horror como Vanessa se quitaba la vida, no podía moverse, no sabía qué hacer, simplemente se quedó allí, tendida en el suelo, mirando lentamente como Vanessa sonreía mientras se cortaba el cuello. Pronto la sierra terminó por cortar el cuello de Vanessa, cortó el extremo izquierdo, y cuando eso ocurrió, la sierra dejó de girar, los dedos de Vanessa habían soltado los gatillos, se deslizaron sobre los botones plásticos y luego cayeron hacia abajo junto con todo su brazo; el cuerpo de Vanessa cayó al suelo, siguiendo la dirección contraria con la que la sierra había avanzado, cayendo hacia la derecha, embarrando sangre en la pared mientras lo hacía. Su cabeza estuvo a unos cuantos centímetros de haber sido decapitada del resto de su cuerpo, solo se encontraba sujetada por un delgado trozo de piel, carne y cartílago que había entre el resto del cuello y la cabeza, y todo esto porque Vanessa había decidido cortarse el cuello desde el centro y no desde el extremo contrario. La sierra quedó enterrada en el muro de madera, estaba completamente cubierta de sangre e incluso unas cuantas gotas caían al suelo; tenía algunos pedazos de carne y piel colgando de la navaja, y además, detrás de esta se podía ver el camino que siguió la sierra al momento de que las navajas comenzaron a cortar el cuello de Vanessa y parte del muro. Irene vio con horror el cuerpo de Vanessa, esta, a pesar de estar tendida en el suelo sobre un hombro, tenía su cabeza alzada en el aire, y todo gracias a que una parte de su cabello había quedado atorado en la sierra; la cabeza estaba colgando en medio del aire, y todo aún teniendo ese delgado trozo de piel uniéndola al resto del cuerpo; chorros de sangre salían disparados de su cuello, y en poco tiempo cubrieron por completo el suelo alrededor del cuerpo. Varios pasos se escucharon venir por detrás de Irene, esta no hizo nada, pero en cuanto sintió que algo la tocó ella saltó llena de horror y gritó.
—Tranquila, somos de la policía... ¿qué ha pasado? —Preguntó un hombre quien llevaba puesta una gabardina y un sombrero.
—Se suicidó... Me dijo que no importaba que más pasara todo estaba por terminar... y luego se cortó el cuello con la sierra —Irene había comenzado a llorar, y mientras lo hacía, una chica llegó corriendo hacia Irene y el hombre. Se quedó parada detrás de ambos mientras miraba el cuerpo.
—Rayos... Vanessa... no sé lo que te pudo llevar a hacer esto, y a pesar de que no merecías perdón por todo esto, tu final no debía de haber sido tan horrible —Dijo la chica al agacharse y ver el estado en como había terminado el cuerpo de Vanessa. Varios oficiales entraron en la habitación, justo por detrás de Irene.
—Pero, dijiste que merecía pagar, por lo de tu hermano, por Ernesto —Le dijo otro policía.
—Sí, pero no de esta forma —Le finalizó ella
—¡Tenemos algo aquí! —Gritó un oficial quien había entrado en el refrigerador y se había encontrado con el cuerpo colgando del gancho.
—Cielos, ¿pero qué rayos es esto? —Preguntó otro de los policías al encontrarse con el cuerpo colgando.
—No lo sé, pero hay hilos y alambres por todo el cuerpo... —Le explicó el primer oficial mientras observaba con detalle el cuerpo. La chica continuó mirando el cuerpo, y mientras tanto, el hombre de la gabardina alzó a Irene y la sacó de allí.
“Esta vez fue algo completamente distinto. Ninguna se dio cuenta de nada, lo que las llevó a su final temprano, lo peor de todo, ni si quiera se les cumplió el sueño de morir juntas... murieron separadas, las tres princesas que dominaban este reino murieron a causa de sus súbditos, quienes no seguían sus ideales y deseaban que se detuviesen. La felicidad nunca les llegó, y mucho menos la realidad se volvió visible. Murieron ignorantes de la existencia de un mejor final, de un mejor destino, al menos dos de ellas, la tercera lo sabía, sabía perfectamente que existía un mejor final, y por eso hizo lo que hizo, quería y tenía la esperanza de que, haciendo lo que hizo, podría conseguir ese final tan anhelado.. Ellas fueron quienes terminaron así, fueron quienes se sentenciaron a este final... aunque debo de admitir que... en cierto sentido, también es mi culpa. Yo desee que esto ocurriese, desee que sus vidas terminasen desde un comienzo, yo no la ayudé cuando debía, y lo lamenté en ese momento... un lamento que he extendido hasta este día, este día en el que su final ha llegado. Si tan solo hubiese hecho algo antes, si tan solo hubiese intervenido cuando tenía la oportunidad este final nunca hubiese llegado, y como mínimo, habría tenido la oportunidad de verla de nuevo tendida en ese campo de flores blancas, sujetada de las manos de sus mejores amigas, viendo por una última vez aquel atardecer tan hermoso, viviendo una vez más aquel día...”

—Así que... por eso mataste a Ernesto... Tu diario está lleno de tantas respuestas a tantas preguntas que tuve por tanto tiempo. No te odio, hiciste lo que pudiste y supiste hacer, y aunque no supiste como enfrentar aquél terrible hecho y cometiste un error imperdonable, debo admitir que también hubiese hecho lo mismo, también lo hubiese matado si me hubiese enterado de que él había matado a mi familia de una manera tan horrible.
—¿Con quién hablas? —Preguntó el hombre de la gabardina mientras entraba en la habitación.
—Con Vanessa —Le contestó la chica mientras apuntaba a una libreta en sus manos.
—Ella no es Vanessa, es un cuaderno.
—Ya lo sé, hablo de su diario. Ella escribió cada aspecto de su vida y lo plasmó de tal forma que es como si ella estuviese aún con nosotros.
—¿Has encontrado algo útil?
—Bueno, Ernesto sí fue asesinado por ella... luego de que descubrió que él había matado a su familia.
—Cielos.
—Sí, eso mismo dije. No he tenido la oportunidad de leer los demás diarios, pero, juzgando por esto, por todo lo que he leído, su vida había estado llena de montañas rusas emocionales, subía, bajaba, subía y volvía a bajar. Tarde o temprano terminó rompiéndose emocionalmente y terminó haciendo lo que hizo... y ese momento ocurrió gracias a lo de mi hermano... ¿Algo de información que hayas obtenido tú?
—Bueno, el forense miró el “cuerpo” que encontramos en aquél refrigerador. Los hilos que tenía eran hilos que habían sido cosidos para evitar que se separaran las partes del cuerpo, es decir, Vanessa había unido partes de distintos cuerpos y los había unido, formando una especie de maniquí. Aún le faltaban varios dedos, un pie, y, bueno, la cabeza, pero estaba casi terminado. El forense a identificado cincuenta y siete partes de víctimas distintas, trece de las cuales no teníamos datos.
—Rayos... En su diario leí algo acerca de una muñeca perfecta, eso había ocurrido en su niñez. Creo que, aquello que encontramos en el refrigerador es el reflejo de sus deseos infantiles. Quería crear un cuerpo perfecto, y se dio cuenta de que muñecas y peluches no serían suficiente, así que comenzó a usar partes humanas como sus nuevos objetos de trabajo.
—Eso es horrible.
—Lo sé. Por cierto, ¿cómo está la chica con la que la encontramos?
—Está bien, está recibiendo ayuda psicológica junto con su amiga Andrea. Creo que estarán bien... fue horrible lo que vieron, pero con ayuda profesional se les pasará —A la habitación entró el hombre de la barba, al ver a los dos hablando se acercó a ellos.
—Caso resuelto, ¿no lo creen? —Dijo él mientras se paraba frente a los dos.
—Sí. No solo encontramos a las tres asesinas, si no que una de ellas nos encontró a otro de los asesinos que buscábamos —Le contestó el hombre de la gabardina.
—Y que lo digas. Ese violador está en el hospital, pero en cuanto lo den de alta recibirá su castigo... un castigo que terminará de una sola vez el que Vanessa comenzó —Añadió la chica.
—“Al final, el conteo de víctimas haciende a más de ciento cincuenta, aún se sigue investigando en base a los mapas encontrados en una de las casas de las perpetradoras. Se estima que el número de víctimas ascienda a las doscientas en cuanto las investigaciones lleguen a una conclusión” —La televisión estaba encendida, haciendo sonido de fondo, los tres la voltearon a ver.
—¿Tres chicas mataron a tantas personas? Increíble —Dijo un oficial que iba pasando.
—“De todas las víctimas hubo solo dos supervivientes; una chica quien logró ser rescatada luego de que una de las asesinas se disparase en la cabeza; y un hombre, el muy conocido violador quien atormentó a las calles de la ciudad por semanas antes de que la noticia sobre estas tres asesinas saliese a la luz, quien fue rescatado estando al borde de la muerte luego de que fuese torturado por su atacante, quien se quitó la vida al cortarse el cuello con una sierra...”
—Creo que podemos decir que, sí, esto es un caso cerrado —Dijo la chica.
—Mírate, eras quien más quería encontrar al asesino y ahora estás tan triste y desanimada —Le dijo el hombre de la gabardina —Relájate, todo ha terminado.
—No es eso... me entristece mucho lo que pasó con Vanessa. Ernesto incluso me había hablado de ella antes de morir, me habló de lo dulce y amigable, de la buena persona que era... y el hecho de que ella y sus dos amigas resultasen ser las asesinas es bastante impactante para mí.
—Lo que está hecho está hecho, no podemos cambiar el pasado, pero al menos podemos tratar de cambiar el futuro. De esto podemos aprender sobre qué y qué no hacer. Hay que investigar los reportes de abusos en contra de menores, mantener un ojo sobre los hijos de padres divorciados, y colocar mucha atención en las familias que aparentan ser perfectas. Así evitaremos más situaciones como estas.
—Por cierto, encontramos esta muñeca en el pantalón de Vanessa —El hombre de la barba sacó una pequeña bolsa de plástico transparente, dentro de esta había una muñeca con una gran cantidad de agujeros en su cuerpo, no tenía cabeza y el vestido blanco que tenía estaba casi por romperse.
—Esa muñeca... es la misma que nombra varias veces en su diario. Al parecer era algo muy preciado para ella. Es algo bueno que haya muerto con ella a un lado —Le explicó la chica. Ella tomó la pequeña bolsa y la miró por unos segundos, luego de ello, fue y la dejó sobre la mesa a un lado de ellos.
—Bien, vayámonos de aquí, dejemos a los demás a limpiar, nosotros ya hemos cumplido con nuestro deber —Dijo el hombre de la barba. Los tres comenzaron a caminar hacia la puerta, instantes de silencio los rodearon hasta que alguien decidió hablar.
—¿Te gustaría ir a beber algo? —Le preguntó el hombre de la gabardina a la chica.
—Estoy deprimida, ¿crees que quiero una bebida? —Contestó ella.
—¿Sí? —Dijo él dudoso de su respuesta.
—¡Por su puesto, quiero lo más caro y fuerte que puedas comprar!
—Pero nunca dije que yo pagaría...
—Yo lo dije, y lo haces... —Los tres se rieron, y salieron de la habitación dejando atrás los montones de papeles y las cajas apiladas que llenaban los rincones de la habitación.
En la mesa yacía una caja de madera, y encima de esta la pequeña muñeca sin cabeza. A un lado un montón de libretas estaban amontonadas, y no muy lejos, varias cajas llenas de vestidos y otras prendas, todo eso siendo pertenencias de Vanessa, o mejor dicho, siendo las pertenencias que una vez fueron de Vanessa.
“Buscando la felicidad, la justicia, y aquello a lo que ella llamaba “perfección”, llegaron al mismo final de siempre, consiguieron sus muertes y sentenciaron al mundo a repetir la misma historia. Un evento que ocurrió hace 14 años, un pequeño accidente con una muñeca, algo tan simple que terminó por desatar la cadena de eventos que llevó a estas tres chicas a sufrir un terrible destino, un destino que, no importando cuantas veces lo presencie, cuantas veces cambie, siempre termina con un terrible desenlace... Un final trágico para tres chicas, tres chicas quienes comenzaron con una tranquila y agradable vida... y terminó con la muerte de las tres...”


EL FIN...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja un comentario con tu opinión acerca de lo que leíste ;)