Segunda lágrima
El
trayecto al hospital fue calmado, solo se podía escuchar el sonido
de los autos en las calles, nadie hablaba, ni siquiera Erika. Al
llegar al hospital, Erika terminó en la sala de espera, esperando
noticias de Sofía. No pasó mucho antes de que ella saliera junto
con su padre. Ella tenía moretones alrededor de los ojos, la nariz
estaba hinchada, no se veía tan bien como siempre.
—¿Te sientes bien? —Le preguntó Erika a Sofía.
—Sí, ¿Y tú?
—Bien al saber que no te pasó nada malo —Contestó Erika mientras miraba la herida en el rostro de Sofía.
—No lo decía por eso. ¿Segura que estás bien?
—Sí, disculpa por ser tan molesta... ¿podríamos ir a descansar?, no me siento con los mejores ánimos.
—Claro, solo déjenme llenar unos papeles y enseguida nos vamos a la casa —Les dijo el padre de Sofía.
—¿Te sientes bien? —Le preguntó Erika a Sofía.
—Sí, ¿Y tú?
—Bien al saber que no te pasó nada malo —Contestó Erika mientras miraba la herida en el rostro de Sofía.
—No lo decía por eso. ¿Segura que estás bien?
—Sí, disculpa por ser tan molesta... ¿podríamos ir a descansar?, no me siento con los mejores ánimos.
—Claro, solo déjenme llenar unos papeles y enseguida nos vamos a la casa —Les dijo el padre de Sofía.
Las
dos se acercaron a las puertas del hospital, Erika veía los
moretones en el rostro de Sofía.
—Ya se me pasarán —Le dijo Sofía al notar que ella la veía.
—Lamento lo que ocurrió —Se disculpó Erika.
—No fue tu culpa, no fue la culpa de nadie. Solamente ocurrió. Por favor, no te disculpes de algo que no hiciste. No te quiero ver peor que ahora.
—Gracias por preocuparte de mí.
—Ya se me pasarán —Le dijo Sofía al notar que ella la veía.
—Lamento lo que ocurrió —Se disculpó Erika.
—No fue tu culpa, no fue la culpa de nadie. Solamente ocurrió. Por favor, no te disculpes de algo que no hiciste. No te quiero ver peor que ahora.
—Gracias por preocuparte de mí.
Ambas
se dieron un abrazo, el padre de Sofía llegó después de unos
minutos y se las llevó. Entraron al auto, y él las llevo a su
casa.
—Puedes dormir en mi habitación mientras te liberamos un cuarto para ti.
—Puedo dormir en la sala, no quiero ser ninguna molestia.
—No lo eres. Deja de pensar así. Sofía, llévala a tu cuarto, en un momento te llevo cobijas.
—Puedes dormir en mi habitación mientras te liberamos un cuarto para ti.
—Puedo dormir en la sala, no quiero ser ninguna molestia.
—No lo eres. Deja de pensar así. Sofía, llévala a tu cuarto, en un momento te llevo cobijas.
Las
dos chicas subieron por las escaleras, Sofía le abrió la puerta a
Erika y la invitó a su habitación.
—No es creo que sea tan cómoda como tu habitación, pero es algo —Le dijo Sofía mientras le mostraba la cama —Dormiré en el suelo, tú en la cama.
—Pero...
—Sin peros. Es mi forma de pagarte que me hayas invitado a tu fiesta de cumpleaños.
—¿”Fiesta de cumpleaños”?... ¿Recuerdas hace años, cuando accidentalmente quemé a mi muñeca?
—Sí, fue el día en que las tres prometimos siempre cuidarnos las unas a las otras; que siempre estaríamos a su lado, y que nunca le diríamos a nadie sobre lo que hacíamos.
—¿Recuerdas lo felices que estábamos?
—Es imposible olvidar eso... Las tres comimos pastel hasta que ya no pudimos más.
—Sabes, tengo la misma sensación de placer y alegría que tuve ese día.
—¿De qué hablas?
—Maté a mi hermano. Maté al demonio de mis sueños, al demonio que me acechaba. Maté a la persona que me hizo sufrir por tantos años. ¿Y sabes qué? No lo lamento. Podría volver a hacerlo una y otra vez. Podría verlo arder repetidas veces sin sentirme mal por él.
—No puedo decir que sé como te sientes, ya que nunca he pasado por tanto dolor, pero te puedo decir, que la forma en que estas llevando todo esto es increíble.
—No es tan bueno como crees, a veces tengo envidia de que ustedes puedan llorar y yo no.
—¿De qué tanto hablan niñas? Les preguntó el padre de Sofía que subía las escaleras.
—De lo que pasará en el futuro. No podemos dejarla regresar a vivir sola a esa casa. Puede que sea mayor de edad, pero eso no significa que pueda vivir como una soltera con casa propia —Le contestó Sofía.
—¿Qué estas sugiriendo? —Le preguntó su padre.
—Que ella se mude con nosotros.
—Ella ya es adulta, ella decide si se muda o no.
—No tengo a nadie más, así que, si no le molesta, me gustaría vivir aquí junto con su hija —Le dijo Erika.
—¿Segura? Es una decisión que es difícil de tomar.
—Si no tuviese alternativa viviría en esa casa, en la casa en donde Laura murió, recordaría todos los días la forma en que fue asesinada. Si comprende por lo que estoy pasando, sabrá que no quiero volver a esa casa.
—Entiendo. Entonces, cuando se haga el informe de la policía y la casa sea liberada, comenzaremos la mudanza. Solo quiero estar seguro que estas bien.
—Lo estoy, gracias por preocuparse.
—No es creo que sea tan cómoda como tu habitación, pero es algo —Le dijo Sofía mientras le mostraba la cama —Dormiré en el suelo, tú en la cama.
—Pero...
—Sin peros. Es mi forma de pagarte que me hayas invitado a tu fiesta de cumpleaños.
—¿”Fiesta de cumpleaños”?... ¿Recuerdas hace años, cuando accidentalmente quemé a mi muñeca?
—Sí, fue el día en que las tres prometimos siempre cuidarnos las unas a las otras; que siempre estaríamos a su lado, y que nunca le diríamos a nadie sobre lo que hacíamos.
—¿Recuerdas lo felices que estábamos?
—Es imposible olvidar eso... Las tres comimos pastel hasta que ya no pudimos más.
—Sabes, tengo la misma sensación de placer y alegría que tuve ese día.
—¿De qué hablas?
—Maté a mi hermano. Maté al demonio de mis sueños, al demonio que me acechaba. Maté a la persona que me hizo sufrir por tantos años. ¿Y sabes qué? No lo lamento. Podría volver a hacerlo una y otra vez. Podría verlo arder repetidas veces sin sentirme mal por él.
—No puedo decir que sé como te sientes, ya que nunca he pasado por tanto dolor, pero te puedo decir, que la forma en que estas llevando todo esto es increíble.
—No es tan bueno como crees, a veces tengo envidia de que ustedes puedan llorar y yo no.
—¿De qué tanto hablan niñas? Les preguntó el padre de Sofía que subía las escaleras.
—De lo que pasará en el futuro. No podemos dejarla regresar a vivir sola a esa casa. Puede que sea mayor de edad, pero eso no significa que pueda vivir como una soltera con casa propia —Le contestó Sofía.
—¿Qué estas sugiriendo? —Le preguntó su padre.
—Que ella se mude con nosotros.
—Ella ya es adulta, ella decide si se muda o no.
—No tengo a nadie más, así que, si no le molesta, me gustaría vivir aquí junto con su hija —Le dijo Erika.
—¿Segura? Es una decisión que es difícil de tomar.
—Si no tuviese alternativa viviría en esa casa, en la casa en donde Laura murió, recordaría todos los días la forma en que fue asesinada. Si comprende por lo que estoy pasando, sabrá que no quiero volver a esa casa.
—Entiendo. Entonces, cuando se haga el informe de la policía y la casa sea liberada, comenzaremos la mudanza. Solo quiero estar seguro que estas bien.
—Lo estoy, gracias por preocuparse.
El
padre de Sofía le entregó varias cobijas a ella, Sofía las
extendió en el suelo, y cuando su padre se fue las dos comenzaron a
hablar.
—¿Te gustaría dormirte ahora o quieres hablar conmigo acerca de lo ocurrido?
—Me gustaría hablar. No quiero terminar como antes, y tampoco quiero terminar como Vanessa cuando no le dijo a nadie sobre sus problemas.
—Bien.
—¿Te gustaría dormirte ahora o quieres hablar conmigo acerca de lo ocurrido?
—Me gustaría hablar. No quiero terminar como antes, y tampoco quiero terminar como Vanessa cuando no le dijo a nadie sobre sus problemas.
—Bien.
Sofía
se despidió de su padre, cerró la puerta y se sentó en la cama a
un lado de Erika.
—¿Te duele la nariz? —Le preguntó Erika.
—Por décima vez, no, no me duele mucho. Sí, duele, pero puedo soportar el dolor, y con los medicamentos que me mandaron pronto se me pasará. Oye, ¿y cómo te sientes ahora?
—Triste. Quisiera poder verla de nuevo, quisiera tener la oportunidad de pasar más tiempo con ella, de decirle lo mucho que la apreciaba.
—Estoy segura que murió pensando en las mejores cosas acerca de ti, ya sabes, habíamos estado charlando de como nos conocimos años atrás, de todo lo que hicimos; fue, de alguna forma, un recuento de tu vida antes de que ella nos dejase. Eso me deja saber que se fue sabiendo lo increíble que eres.
—Tienes razón. Aún sigo sin creer lo que pasó. Ese idiota, no sé que hizo durante todo este tiempo, pero no parece ser que cambiase en nada. Sabes, a pesar de decir que aprecio mucho su muerte, y que lo mataría cuantas veces quisiera, me siento mal por el hecho de que no cambió nada en su vida, siguió siendo el mismo alcohólico que hace años.
—Las personas cambian, a veces no. Todo es cuestión de como viven su vida. Mírate a ti, haber conocido a Laura te cambió por completo; lo mismo pasó con Vanessa, dejó de hablar a sus padres, a sus amigas, y se volvió en un ser reservado, tímido e introvertido, estuvo a punto de matar a alguien por haber llevado durante años esa carga tan pesada, el simple hecho de haber hablado con sus padres y con nosotras, la cambió completamente; y yo no soy la excepción, mi padre siempre había salido con putas y zorras, ¿recuerdas a Greta?, pues siempre salía con mujeres muy parecidas a ella. Hace ya casi un año se reencontró con Marisol, ella fue la única de sus parejas que realmente me agradó, y el hecho de que ella entrara a mi vida cambió por completo mi relación con mi padre.
—Si es así, si esas cosas tan pequeñas cambiaron nuestras vidas de forma tan grande, me pregunto como cambiará mi vida ahora que he tenido este evento.
—Si estas a nuestro lado, te puedo asegurar que no cambiará mucho tu vida de como es ahora.
—Gracias.
—Deja de decir “gracias” a todo. Para eso son las amigas. No es necesario agradecernos por hacer algo que es nuestra obligación.
—Gracias... perdón.
—Oye, pasarás por días duros, si ocurre algo, si necesitas algo, solo dímelo a mí o a Vanessa. Seremos todo oídos y te ayudaremos como podamos.
—Entendido. Fue bueno hablar contigo, pero ahora estoy un poco cansada, ¿te importaría si me voy a dormir?
—No, estás en tu casa. Puedes dormir cuanto quiera y cuando quieras.
—¿Te duele la nariz? —Le preguntó Erika.
—Por décima vez, no, no me duele mucho. Sí, duele, pero puedo soportar el dolor, y con los medicamentos que me mandaron pronto se me pasará. Oye, ¿y cómo te sientes ahora?
—Triste. Quisiera poder verla de nuevo, quisiera tener la oportunidad de pasar más tiempo con ella, de decirle lo mucho que la apreciaba.
—Estoy segura que murió pensando en las mejores cosas acerca de ti, ya sabes, habíamos estado charlando de como nos conocimos años atrás, de todo lo que hicimos; fue, de alguna forma, un recuento de tu vida antes de que ella nos dejase. Eso me deja saber que se fue sabiendo lo increíble que eres.
—Tienes razón. Aún sigo sin creer lo que pasó. Ese idiota, no sé que hizo durante todo este tiempo, pero no parece ser que cambiase en nada. Sabes, a pesar de decir que aprecio mucho su muerte, y que lo mataría cuantas veces quisiera, me siento mal por el hecho de que no cambió nada en su vida, siguió siendo el mismo alcohólico que hace años.
—Las personas cambian, a veces no. Todo es cuestión de como viven su vida. Mírate a ti, haber conocido a Laura te cambió por completo; lo mismo pasó con Vanessa, dejó de hablar a sus padres, a sus amigas, y se volvió en un ser reservado, tímido e introvertido, estuvo a punto de matar a alguien por haber llevado durante años esa carga tan pesada, el simple hecho de haber hablado con sus padres y con nosotras, la cambió completamente; y yo no soy la excepción, mi padre siempre había salido con putas y zorras, ¿recuerdas a Greta?, pues siempre salía con mujeres muy parecidas a ella. Hace ya casi un año se reencontró con Marisol, ella fue la única de sus parejas que realmente me agradó, y el hecho de que ella entrara a mi vida cambió por completo mi relación con mi padre.
—Si es así, si esas cosas tan pequeñas cambiaron nuestras vidas de forma tan grande, me pregunto como cambiará mi vida ahora que he tenido este evento.
—Si estas a nuestro lado, te puedo asegurar que no cambiará mucho tu vida de como es ahora.
—Gracias.
—Deja de decir “gracias” a todo. Para eso son las amigas. No es necesario agradecernos por hacer algo que es nuestra obligación.
—Gracias... perdón.
—Oye, pasarás por días duros, si ocurre algo, si necesitas algo, solo dímelo a mí o a Vanessa. Seremos todo oídos y te ayudaremos como podamos.
—Entendido. Fue bueno hablar contigo, pero ahora estoy un poco cansada, ¿te importaría si me voy a dormir?
—No, estás en tu casa. Puedes dormir cuanto quiera y cuando quieras.
Sofía
se levantó de la cama y fue a recostarse en el suelo, Erika se metió
entre las cobijas y en poco tiempo terminó por dormirse.
La
mañana siguiente ella despertó creyendo que todo había sido un
sueño, que nada de lo que había pasado la tarde anterior había
ocurrido, pero no era así, al abrir los ojos se encontró recostada
en una cama desconocida, en una habitación extraña, de inmediato
supo que lo que creyó un sueño realmente había pasado. Se levantó
de la cama, miró hacia el suelo, Sofía seguía dormida. Buscó su
reloj que tenía a un lado de su cama, recordó que esa no era su
habitación, por lo que su reloj nunca estaría donde siempre. Miró
hacia la pared de enfrente, había un reloj en el muro, se había
despertado a la misma hora que siempre. Salió de la cama, se puso
sus tenis y fue al baño, era fin de semana, no sabía cuando se
despertaría Sofía o su padre, por lo que regresó a dormir.
Para
su suerte, el fin de semana significaba que evitaría tener que ir a
la preparatoria, evitaría tener que ver a sus compañeros, quien
luego de lo sucedido ya deberían de haber recibido la terrible
noticia de lo que había pasado en la casa de Erika.
Ella
durmió hasta que Sofía decidió despertarla de nuevo, eran varias
horas más tarde. Cuando ella la despertó logró oler un fuerte
aroma a aceite caliente. Sofía de inmediato se dio cuenta de que
Erika logró captar el olor, se levantó de la cama y la ofreció ir
a desayunar. Ambas bajaron al comedor, el padre de Sofía había
puesto la mesa, había cuatro platos en total, cada uno puesto frente
a cada una de las sillas que rodeaban la mesa. Había algunos panes
en el centro de la mesa, Sofía tomó uno y comenzó a arrancarle
pedazos mientras el desayuno era servido.
—¿Cómo dormiste? —Le preguntó Sofía.
—Bien considerando que no dormí en mi cama —Le contestó ella, completamente inexpresiva.
—Erika, ¿te gustaría algo en especial de desayunar? —Le preguntó el padre de Sofía a ella.
—Usted ya está cocinando algo. Lo mejor sería comer lo mismo que los demás.
—Tienes razón, mejor no desperdiciar. Pero si quieres algo más, como un pan dulce, chocolate, jugo, cualquier cosa, no dudes en pedírmelo a mí o a Sofía.
—Gracias —le dijo Erika.
—¿Cómo dormiste? —Le preguntó Sofía.
—Bien considerando que no dormí en mi cama —Le contestó ella, completamente inexpresiva.
—Erika, ¿te gustaría algo en especial de desayunar? —Le preguntó el padre de Sofía a ella.
—Usted ya está cocinando algo. Lo mejor sería comer lo mismo que los demás.
—Tienes razón, mejor no desperdiciar. Pero si quieres algo más, como un pan dulce, chocolate, jugo, cualquier cosa, no dudes en pedírmelo a mí o a Sofía.
—Gracias —le dijo Erika.
El desayuno ya estaba preparado, el padre de Sofía
había llevado el sartén en donde había preparado una enorme ración
de huevos con tocino. Le había puesto una tapa para evitar que se
enfriara. Estaban los tres esperando, Erika no sabía a quien
esperaban, pero le daba vergüenza preguntar, por lo que decidió
esperar y ver que ocurría. Varios minutos desde que se sentaron en
la mesa, alguien llamó a la puerta, Erika vio como los ojos de Sofía
se iluminaban al ver como la puerta se abría. La silueta de una
mujer apareció ante la puerta abierta, de inmediato Erika la
reconoció: era Marisol, la novia del padre de Sofía.
—Erika, hola —Dijo Marisol mientras se acercaba a Erika.
—Hola —Le contestó Erika.
—¿Dormiste bien? —Le preguntó Marisol.
—Sí, no muy bien, pero al menos dormí
—Bueno, ya que estas aquí podemos empezar a desayunar —Le dijo el padre de Sofía a Marisol.
—¿Me estaban esperando? Ya te había dicho que no es necesario, pueden comer sin mi —Le reclamó Marisol.
—Erika, hola —Dijo Marisol mientras se acercaba a Erika.
—Hola —Le contestó Erika.
—¿Dormiste bien? —Le preguntó Marisol.
—Sí, no muy bien, pero al menos dormí
—Bueno, ya que estas aquí podemos empezar a desayunar —Le dijo el padre de Sofía a Marisol.
—¿Me estaban esperando? Ya te había dicho que no es necesario, pueden comer sin mi —Le reclamó Marisol.
Los
cuatro se sirvieron de desayunar, Erika terminó en un par de
minutos, mientras que los demás aún no terminaban. Ella los miraba
mientras hablaban y se sonreían. Era difícil no darse cuenta de lo
felices que eran.
El
resto del día pasó rápidamente, Marisol se quedó en la casa la
mayor parte del día junto al padre de Sofía; Sofía la pasó junto
con Erika. Ninguna habló de nuevo sobre el incidente del día
anterior, tampoco el padre de Sofía ni Marisol. Recibieron una
llamada a medio día, era la policía, que requería entrevistar una
vez más a las chicas para poder terminar de una vez con la
investigación en lo que había ocurrido. Marisol y el padre de Sofía
las llevaron a ambas a la estación, allí se encontraron con Vanessa
y con las tres amigas de Erika que presenciaron la muerte de su
hermano. Llevaron a las seis a diferentes habitaciones, en donde les
preguntaron sobre lo ocurrido.
—¿Qué fue exactamente lo que ocurrió? —Preguntó uno de los oficiales.
—Las cuatro estábamos en la casa de Erika celebrando su cumpleaños. De pronto, alguien tocó en la puerta, Laura fue a revisar la puerta, cuando lo hizo, alguien la atacó enterrándole un cuchillo en el pecho y matándola al instante —Le contestó Sofía.
—¿Quién fue la persona que la atacó?
—Al entrar ninguna lo reconoció, pero luego vimos que había sido el hermano de Erika, hermano que no había visto en años, supuestamente había desaparecido —Le contestó Vanessa.
—¿Qué hiciste cuando supieron su identidad?
—Quedé impactada. No lo había visto en años, y al verlo, recordé de inmediato todo lo que había vivido cuando él estaba conmigo. No me moví, ni reaccioné, no hasta que comenzó a gritarnos —Le contestó Erika.
—¿Cómo fue que terminó con un cuchillo en la espalda?
—Ya le dije, no estuve cuando ocurrió eso. Pero de acuerdo a lo que entendí, Vanessa fue quien lo apuñaló intentando salvar a Sofía —Le contestó una de las amigas.
—¿Cómo terminaste con la nariz rota?
—Él se había acercado a Erika, llevaba en sus manos una botella, ella seguía sin reaccionar. No podía dejar que la lastimara, tomé un cenicero que había cerca, me le abalancé y comencé a golpearlo. Él me sujetó el brazo, no me dejó soltarme de su espalda, comenzó a darme cabezazos con la parte de atrás de su cabeza —Le contestó Sofía.
—Luego de ser golpeado repetidamente con un cenicero en la cabeza y ser apuñalado en la espalda, ¿Cómo es que terminó incendiándose?
—Él cayó al suelo jalando el mantel sobre la mesa, tirando la botella de cerveza sobre él, empapándose con la bebida. No solo tiró la botella, si no que también tiró la vela que había sobre mi rebanada de pastel. La vela cayó sobre él y le prendió fuego —Le dijo Erika.
—Cuando llegaron, ¿qué vieron?
—Vanessa y Sofía estaban al otro lado de la habitación, el cuerpo de Laura estaba tirada frente a la puerta, Erika estaba cerca de la mesa y el cuerpo aún cubierto en llamas de su hermano. Cuando nos vieron entrar, las tres se veían horrorizadas —Le dijo otra de las amigas.
—¿Algo más que nos quieran decir?
—Al parecer, él me había estado vigilando desde hace ya un tiempo. En la mañana cuando fui a la preparatoria sentí que alguien me observaba, poco antes de que Vanessa y Sofía llegaran sentí que me veían mientras iba en la calle. Oh, y, tuve un encuentro con él antes de que apareciese en la casa. No sabía que era él, no tenía ni idea —Le contestó Erika.
—¿Dónde fue?
—En el supermercado cerca de la casa. Fue por unas cervezas, el hombre que atendía la tienda le negó la bebida luego de que él le habló sin respeto, luego lo echó de la tienda. Cuando yo salía me lo encontré en el estacionamiento.
—Entonces eso resuelve otro caso. —Le dijo el hombre
—¿Otro caso?
—Sí, el dueño del supermercado cerca de tu casa fue asesinado. Recibió un disparo en el pecho y dos en la cabeza. Añadiendo la información que nos diste, tu hermano es el primer sospechoso en el asesinato.
—Pero, él no nos atacó con un arma, nos amenazó y nos atacó a puño limpio, ¿está seguro que fue él?
—No, pero encontramos el arma que fue usada contra el dueño de la tienda tirada en un basurero. Comparamos las huellas encontradas en el arma con las de tu hermano sospechando desde un principio que había sido él, la prueba fue positiva, tu hermano usó el arma, o como mínimo, él la tocó. El testimonio que nos diste acerca de que lo viste en la tienda tiempo antes del homicidio, incrimina completamente a tu hermano en el crimen.
—Por favor, no llame a eso mi “hermano”. Él nunca fue mi hermano, nunca lo será.
—Lo lamento. Bueno, eso es todo. Compararemos tu testimonio con el de las demás.
—¿Creen que nosotras fuimos quienes matamos a Laura, encontramos a ese maldito y luego lo matamos?, ¿Cree que Sofía se rompió la nariz por que ella lo quiso? Pueden irse mucho a la mierda si creen que hicimos algo así.
—Lo lamento, no quise ofenderlas así.
—Púdrete.
—¿Qué fue exactamente lo que ocurrió? —Preguntó uno de los oficiales.
—Las cuatro estábamos en la casa de Erika celebrando su cumpleaños. De pronto, alguien tocó en la puerta, Laura fue a revisar la puerta, cuando lo hizo, alguien la atacó enterrándole un cuchillo en el pecho y matándola al instante —Le contestó Sofía.
—¿Quién fue la persona que la atacó?
—Al entrar ninguna lo reconoció, pero luego vimos que había sido el hermano de Erika, hermano que no había visto en años, supuestamente había desaparecido —Le contestó Vanessa.
—¿Qué hiciste cuando supieron su identidad?
—Quedé impactada. No lo había visto en años, y al verlo, recordé de inmediato todo lo que había vivido cuando él estaba conmigo. No me moví, ni reaccioné, no hasta que comenzó a gritarnos —Le contestó Erika.
—¿Cómo fue que terminó con un cuchillo en la espalda?
—Ya le dije, no estuve cuando ocurrió eso. Pero de acuerdo a lo que entendí, Vanessa fue quien lo apuñaló intentando salvar a Sofía —Le contestó una de las amigas.
—¿Cómo terminaste con la nariz rota?
—Él se había acercado a Erika, llevaba en sus manos una botella, ella seguía sin reaccionar. No podía dejar que la lastimara, tomé un cenicero que había cerca, me le abalancé y comencé a golpearlo. Él me sujetó el brazo, no me dejó soltarme de su espalda, comenzó a darme cabezazos con la parte de atrás de su cabeza —Le contestó Sofía.
—Luego de ser golpeado repetidamente con un cenicero en la cabeza y ser apuñalado en la espalda, ¿Cómo es que terminó incendiándose?
—Él cayó al suelo jalando el mantel sobre la mesa, tirando la botella de cerveza sobre él, empapándose con la bebida. No solo tiró la botella, si no que también tiró la vela que había sobre mi rebanada de pastel. La vela cayó sobre él y le prendió fuego —Le dijo Erika.
—Cuando llegaron, ¿qué vieron?
—Vanessa y Sofía estaban al otro lado de la habitación, el cuerpo de Laura estaba tirada frente a la puerta, Erika estaba cerca de la mesa y el cuerpo aún cubierto en llamas de su hermano. Cuando nos vieron entrar, las tres se veían horrorizadas —Le dijo otra de las amigas.
—¿Algo más que nos quieran decir?
—Al parecer, él me había estado vigilando desde hace ya un tiempo. En la mañana cuando fui a la preparatoria sentí que alguien me observaba, poco antes de que Vanessa y Sofía llegaran sentí que me veían mientras iba en la calle. Oh, y, tuve un encuentro con él antes de que apareciese en la casa. No sabía que era él, no tenía ni idea —Le contestó Erika.
—¿Dónde fue?
—En el supermercado cerca de la casa. Fue por unas cervezas, el hombre que atendía la tienda le negó la bebida luego de que él le habló sin respeto, luego lo echó de la tienda. Cuando yo salía me lo encontré en el estacionamiento.
—Entonces eso resuelve otro caso. —Le dijo el hombre
—¿Otro caso?
—Sí, el dueño del supermercado cerca de tu casa fue asesinado. Recibió un disparo en el pecho y dos en la cabeza. Añadiendo la información que nos diste, tu hermano es el primer sospechoso en el asesinato.
—Pero, él no nos atacó con un arma, nos amenazó y nos atacó a puño limpio, ¿está seguro que fue él?
—No, pero encontramos el arma que fue usada contra el dueño de la tienda tirada en un basurero. Comparamos las huellas encontradas en el arma con las de tu hermano sospechando desde un principio que había sido él, la prueba fue positiva, tu hermano usó el arma, o como mínimo, él la tocó. El testimonio que nos diste acerca de que lo viste en la tienda tiempo antes del homicidio, incrimina completamente a tu hermano en el crimen.
—Por favor, no llame a eso mi “hermano”. Él nunca fue mi hermano, nunca lo será.
—Lo lamento. Bueno, eso es todo. Compararemos tu testimonio con el de las demás.
—¿Creen que nosotras fuimos quienes matamos a Laura, encontramos a ese maldito y luego lo matamos?, ¿Cree que Sofía se rompió la nariz por que ella lo quiso? Pueden irse mucho a la mierda si creen que hicimos algo así.
—Lo lamento, no quise ofenderlas así.
—Púdrete.
Erika
salió de la habitación, el hombre se quedó sentado con una
expresión de sorpresa en su rostro, intrigado y a la vez asustado
por la reacción de Erika.
—¿Cómo te fue? —Le preguntó Sofía a Erika al verla salir.
—Me tocó un cretino. Creyó que nosotras matamos a Laura, al hombre del supermercado y al idiota ese.
—¿Qué hombre del supermercado?
—Al parecer el idiota mató al dueño de una tienda cerca de mi casa.
—Espera, ¿Creen que nosotras hicimos esto?, ¿¡Pero qué mierda están pensando esos idiotas!? —Dijo Vanessa.
—Niñas, ¿cómo les fue? —Les dijo la madre de Vanessa mientras caminaba hacia ellas.
—Solo nos hicieron preguntas, no pasó nada más —Le contestó Vanessa.
—Muchas gracias por haber venido. Los testimonios de estas niñas nos ayudarán a entender completamente lo que pasó. Por favor, vayan a sus casas y descansen. Cuando sepamos algo más les avisaremos de inmediato —Les dijo un hombre quien salió de una de las oficinas. Era grande, pasado de peso, la papada también era enorme, y la barba crecía a través de ella. Llevaba traje y corbata, algo apretado para su cuerpo. Tenía una pequeña barba de candado creciendo en su rostro. Era calvo.
—Espere, ¿Qué pasará con Erika? —Le preguntó el padre de Sofía al hombre.
—Ella ya es mayor de edad, además, tengo entendido que la acogió en su casa —Contestó él.
—Sí, pero, ¿qué pasará después?, ¿se realizará algún pago a la criatura por la muerte de Laura? —Le preguntó Marisol.
—Eso es cuestión de si Laura tenía un seguro o no, también es lo mismo para su hermano. Pero si entiendo bien, cuando los padres de Erika murieron, además de haber dejado un testamento a nombre de ella, también hicieron que el pago de su seguro se le fuera entregado a ella. Laura era quien había quedado como la tutora luego de que la muerte de los dos se diera, hubo una disputa, terminando con que su hermano sería su tutor en lugar de Laura. El dinero del seguro ni el contenido del testamento se le fue entregado a Erika, si no que se le fue entregado a Laura.
—Entonces, ¿Laura se robó el dinero?
—No, hace años, antes de que me tomara en sus brazos, ella me visitaba y me daba sobres con dinero. Nunca la cuestioné, ni si quiera en estos últimos años. Supongo que esos sobres eran parte del dinero. Aún tengo la mayor parte ahorrada, son quince mil pesos.
—No tenía información de eso. Regresando a los pagos del seguro, Laura lo recibió completamente al igual que el dinero del testamento, si ella realmente no tomó nada para su uso personal, entonces el dinero debería de ser el mismo que había en la cuenta bancaria hace años. No soy abogado ni nada por el estilo, pero te sugiero que vayas a ver a un abogado y lleves contigo tanto el testamento de tus padres como el de Laura, al igual que el seguro de los tres.
—Gracias, lo tendré en cuenta —Le dijo Erika.
—Con eso dicho, ahora que tienes dieciocho años, automáticamente cualquier parte del testamento que haya quedado a tu nombre, se te será heredada inmediatamente, lo mismo es para el pago del seguro: si el pago fue hecho a tu nombre, se te será entregado de inmediato. Es triste como ocurrió, pero debes de saber que su muerte no te dejó sin nada. Eres mayor de edad, así que si quieres irte a vivir sola, o quieres quedarte con ellos, es tú decisión y no la de nadie más. Pueden retirarse, si algo más ocurre les notificaremos.
—¿Cómo te fue? —Le preguntó Sofía a Erika al verla salir.
—Me tocó un cretino. Creyó que nosotras matamos a Laura, al hombre del supermercado y al idiota ese.
—¿Qué hombre del supermercado?
—Al parecer el idiota mató al dueño de una tienda cerca de mi casa.
—Espera, ¿Creen que nosotras hicimos esto?, ¿¡Pero qué mierda están pensando esos idiotas!? —Dijo Vanessa.
—Niñas, ¿cómo les fue? —Les dijo la madre de Vanessa mientras caminaba hacia ellas.
—Solo nos hicieron preguntas, no pasó nada más —Le contestó Vanessa.
—Muchas gracias por haber venido. Los testimonios de estas niñas nos ayudarán a entender completamente lo que pasó. Por favor, vayan a sus casas y descansen. Cuando sepamos algo más les avisaremos de inmediato —Les dijo un hombre quien salió de una de las oficinas. Era grande, pasado de peso, la papada también era enorme, y la barba crecía a través de ella. Llevaba traje y corbata, algo apretado para su cuerpo. Tenía una pequeña barba de candado creciendo en su rostro. Era calvo.
—Espere, ¿Qué pasará con Erika? —Le preguntó el padre de Sofía al hombre.
—Ella ya es mayor de edad, además, tengo entendido que la acogió en su casa —Contestó él.
—Sí, pero, ¿qué pasará después?, ¿se realizará algún pago a la criatura por la muerte de Laura? —Le preguntó Marisol.
—Eso es cuestión de si Laura tenía un seguro o no, también es lo mismo para su hermano. Pero si entiendo bien, cuando los padres de Erika murieron, además de haber dejado un testamento a nombre de ella, también hicieron que el pago de su seguro se le fuera entregado a ella. Laura era quien había quedado como la tutora luego de que la muerte de los dos se diera, hubo una disputa, terminando con que su hermano sería su tutor en lugar de Laura. El dinero del seguro ni el contenido del testamento se le fue entregado a Erika, si no que se le fue entregado a Laura.
—Entonces, ¿Laura se robó el dinero?
—No, hace años, antes de que me tomara en sus brazos, ella me visitaba y me daba sobres con dinero. Nunca la cuestioné, ni si quiera en estos últimos años. Supongo que esos sobres eran parte del dinero. Aún tengo la mayor parte ahorrada, son quince mil pesos.
—No tenía información de eso. Regresando a los pagos del seguro, Laura lo recibió completamente al igual que el dinero del testamento, si ella realmente no tomó nada para su uso personal, entonces el dinero debería de ser el mismo que había en la cuenta bancaria hace años. No soy abogado ni nada por el estilo, pero te sugiero que vayas a ver a un abogado y lleves contigo tanto el testamento de tus padres como el de Laura, al igual que el seguro de los tres.
—Gracias, lo tendré en cuenta —Le dijo Erika.
—Con eso dicho, ahora que tienes dieciocho años, automáticamente cualquier parte del testamento que haya quedado a tu nombre, se te será heredada inmediatamente, lo mismo es para el pago del seguro: si el pago fue hecho a tu nombre, se te será entregado de inmediato. Es triste como ocurrió, pero debes de saber que su muerte no te dejó sin nada. Eres mayor de edad, así que si quieres irte a vivir sola, o quieres quedarte con ellos, es tú decisión y no la de nadie más. Pueden retirarse, si algo más ocurre les notificaremos.
El hombre volvió a entrar en su oficina, Erika les
pidió a todos que la dejaran a solas con las otras cinco chicas, se
acercó a ellas esperando evitar que alguien más escuchar su
conversación.
—Les pido que no hablen con nadie acerca de lo ocurrido —Les pidió Erika.
—Pero para este momento ya muchos habrán escuchado la noticia —Le dijo una de sus amigas.
—Sí, lo sé. Pero no quiero que ustedes se la pasen repitiendo cosas como: “Ella perdió a su madre, déjenla en paz” o “Está lastimada, tiene que recuperarse” No quiero que me traten así, quiero que todo siga igual que antes, imaginen que esto nunca ocurrió. Si nadie habla de esto, o como mínimo no hablamos mucho con los demás, pronto se olvidarán de este asunto.
—Entendido. Entonces no hablaremos de esto con nadie, ¿pero y si alguien trae el tema a la conversación? —Le preguntó una de las amigas.
—Simplemente lo callamos. Cambien tan pronto como puedan la dirección de la conversación, háganlo discretamente o directamente, no importa como, pero háganlo. No quiero tener que recordar a cada minuto del día lo ocurrido.
—Bien, lo haremos por ti —Le dijo Vanessa.
—Les pido que no hablen con nadie acerca de lo ocurrido —Les pidió Erika.
—Pero para este momento ya muchos habrán escuchado la noticia —Le dijo una de sus amigas.
—Sí, lo sé. Pero no quiero que ustedes se la pasen repitiendo cosas como: “Ella perdió a su madre, déjenla en paz” o “Está lastimada, tiene que recuperarse” No quiero que me traten así, quiero que todo siga igual que antes, imaginen que esto nunca ocurrió. Si nadie habla de esto, o como mínimo no hablamos mucho con los demás, pronto se olvidarán de este asunto.
—Entendido. Entonces no hablaremos de esto con nadie, ¿pero y si alguien trae el tema a la conversación? —Le preguntó una de las amigas.
—Simplemente lo callamos. Cambien tan pronto como puedan la dirección de la conversación, háganlo discretamente o directamente, no importa como, pero háganlo. No quiero tener que recordar a cada minuto del día lo ocurrido.
—Bien, lo haremos por ti —Le dijo Vanessa.
Las
seis se separaron y fueron con sus padres, quienes los esperaban no
muy lejos de ellas.
—¿Qué les dijiste? —Le preguntó Marisol a Erika.
—Les dije que fueran discretas con todo esto, y que si alguien hablaba lo hicieran callar.
—¿No quieres revivir todo esto verdad? Te entiendo. Bueno, seré tan discreta como pueda —Le terminó de decir Marisol.
—¿Qué les dijiste? —Le preguntó Marisol a Erika.
—Les dije que fueran discretas con todo esto, y que si alguien hablaba lo hicieran callar.
—¿No quieres revivir todo esto verdad? Te entiendo. Bueno, seré tan discreta como pueda —Le terminó de decir Marisol.
Los
cuatro salieron de la estación de policía, al salir se encontraron
con las otras, algunas subían en autos, y otras se alejaban
caminando junto con sus padres. Vanessa se despidió mientras las
miraba desde un auto. Los cuatro subieron a su auto y tomaron rumbo
de regreso a la casa del padre de Sofía. Al llegar, las dos
princesas fueron a la habitación de Sofía, Marisol y el papá se
quedaron abajo.
—Y ahora, ¿Qué hacemos? —Le preguntó Sofía a Erika.
—Podemos ir a mi casa a tomar ropa y otras cosas.
—Pero no nos han dicho si ya podemos entrar o no.
—Solo voy a ir por ropa, mi uniforme de la escuela, la comida del refrigerador para evitar que se desperdicie, y lo que se me ocurra llevar además de eso. Puedo ir por mi cuenta, no es necesario que me acompañes —Le explicó Erika.
—Le preguntaré a Marisol, si acepta, tendremos un auto en donde poder meter todas tus cosas —Le añadió Sofía.
—Y ahora, ¿Qué hacemos? —Le preguntó Sofía a Erika.
—Podemos ir a mi casa a tomar ropa y otras cosas.
—Pero no nos han dicho si ya podemos entrar o no.
—Solo voy a ir por ropa, mi uniforme de la escuela, la comida del refrigerador para evitar que se desperdicie, y lo que se me ocurra llevar además de eso. Puedo ir por mi cuenta, no es necesario que me acompañes —Le explicó Erika.
—Le preguntaré a Marisol, si acepta, tendremos un auto en donde poder meter todas tus cosas —Le añadió Sofía.
Ella
salió de la habitación dejando a Erika sola, bajó las escaleras y
buscó a Marisol. Cuando la encontró le habló de lo que Erika tenía
planeado hacer, no lo pensó dos veces y aceptó. Sofía subió
corriendo las escaleras, entró a la habitación y le contó que
Marisol había aceptado ir.
—Dijo que sí. Tomaré un par de mochilas, tu ve a abajo y espera junto a ella a que baje, no tardaré mucho —Le dijo Sofía entusiasmada.
—Dijo que sí. Tomaré un par de mochilas, tu ve a abajo y espera junto a ella a que baje, no tardaré mucho —Le dijo Sofía entusiasmada.
Erika
bajó las escaleras, se encontró con Marisol frente a la puerta de
la casa, cuando se le acercó ella abrió la puerta. Pocos segundos
después Sofía bajó con varias mochilas.
—Las llevaré a la casa de Erika, solo van a ir a tomar un cambio de ropa —Le dijo Marisol al padre de Sofía.
—Sí, se van con cuidado —Contestó él.
—Las llevaré a la casa de Erika, solo van a ir a tomar un cambio de ropa —Le dijo Marisol al padre de Sofía.
—Sí, se van con cuidado —Contestó él.
Las
tres fueron a su auto, una vez dentro fueron a la casa de Erika. El
trayecto fue silencioso, ninguna habló, y cuando llegaron Erika bajó
del auto y corrió al interior de la casa, las otras dos apenas
estaban bajando del auto cuando ella ya estaba entrando a la
casa.
—Lleva prisa —Dijo Marisol.
—Sí. Me siento mal por ella. Espero que mejore con el tiempo.
—El tiempo siempre mejora las cosas, no te preocupes.
—Lleva prisa —Dijo Marisol.
—Sí. Me siento mal por ella. Espero que mejore con el tiempo.
—El tiempo siempre mejora las cosas, no te preocupes.
Ambas entraron a la casa, escucharon ruidos en el piso
de arriba, Sofía subió mientras Marisol tomaba la comida del
refrigerador y de los gabinetes en la cocina. Sofía subió y se
encontró a Erika moviendo muebles dentro de la habitación en donde
Laura solía dormir.
—¿Qué estas haciendo? —Le preguntó Sofía a Erika.
—Busco los papeles de los que había hablado el hombre en la estación.
—Deberían de estar en un lugar seguro, ¿Nunca te habló de ellos?
—... ¡Ya sé! —Dijo Erika al recordar algo.
—¿Qué estas haciendo? —Le preguntó Sofía a Erika.
—Busco los papeles de los que había hablado el hombre en la estación.
—Deberían de estar en un lugar seguro, ¿Nunca te habló de ellos?
—... ¡Ya sé! —Dijo Erika al recordar algo.
Ella
corrió hacia el otro extremo de la habitación, abrió el armario y
sacó varias maletas.
—Ella me dijo una vez, que si necesitaba algo, una copia de una credencial o un comprobante de domicilio, un acta de nacimiento o algo así, podía encontrar los papeles aquí.
—Ella me dijo una vez, que si necesitaba algo, una copia de una credencial o un comprobante de domicilio, un acta de nacimiento o algo así, podía encontrar los papeles aquí.
Llevó
las maletas a la cama y allí las abrió. Comenzó a mirar entre los
cientos de papeles que había dentro de cada una de ellas, sacaba
carpetas llenas de recibos, otras llenas de registros. Sofía decidió
ayudarla a buscar entre los papeles, Marisol no tardó mucho en ir a
ver que hacían, y cuando llegó las encontró aún buscando entre
los papeles.
—Déjenme hacer esto a mí, sé muy bien que es lo que están buscando. Ustedes vayan a tomar ropa y otras cosas que crean que son importantes. Cuando encuentre algo les aviso —Les dijo Marisol.
—Déjenme hacer esto a mí, sé muy bien que es lo que están buscando. Ustedes vayan a tomar ropa y otras cosas que crean que son importantes. Cuando encuentre algo les aviso —Les dijo Marisol.
Las
dos salieron de la habitación, dejando a Marisol entre las varias
maletas llenas de papeles. Las dos fueron a la habitación de Erika,
allí comenzaron a sacar ropa de los cajones y del armario, y la
ponían sobre la cama.
—¿Te llevarás todo o dejarás algo? —Le preguntó Sofía al ver la gran cantidad de ropa que tenía.
—Solo me llevaré un cambio de ropa para la semana y el uniforme. Lo demás puede quedarse aquí.
—¿Te llevarás todo o dejarás algo? —Le preguntó Sofía al ver la gran cantidad de ropa que tenía.
—Solo me llevaré un cambio de ropa para la semana y el uniforme. Lo demás puede quedarse aquí.
Erika
tomó algo de ropa y la metió dentro de una de las mochilas. Siguió
buscando en la habitación que otras cosas podía tomar, agarró un
par de tenis y zapatos, un encendedor y algunas cajas de cerillos.
Metió algunas cosas que estaban encima de su ropero a una de sus
mochilas. Sofía no sabía que hacer, así que decidió salir de la
habitación e ir a continuar tomando cosas del resto de la casa.
Erika había tomado cosas de la mayor parte de su habitación, solo
le faltaba tomar uno de sus objetos mas preciados para terminar su
búsqueda. Se acercó al mueble de televisión que tenía frente a la
cama, se agachó, abrió las dos pequeñas puertas y sacó una caja
de madera. Llevó la caja a su cama, allí lentamente removió la
tapa, revelando su pertenencia más preciada: su muñeca. La muñeca
estaba deforme, el vestido estaba quemado, estaba exactamente igual
como quedó varios años atrás cuando la muñeca terminó en el
fuego accidentalmente. Tomó a la muñeca, la abrazó y luego la
metió en una mochila más pequeña que las otras.
Erika bajó al primer piso llevando consigo las demás
mochilas, vio en el suelo frente a la puerta de la casa la mancha de
sangre que había dejado Laura al morir, luego dirigió la mirada al
comedor, en donde pudo ver una enorme mancha negra en el lugar donde
su hermano murió. En la mesa aún estaba el pastel, había escurrido
una gran parte en el suelo, cubriendo parte de la enorme mancha
negra. Ella dejó las mochilas a un lado de la puerta y fue con
Sofía, ella tomaba indiscriminadamente todo lo que podía de la
cocina.
—¿Qué haces? —Le preguntó Erika.
—No podemos dejar que todo esto se desperdicie, ¿O sí?
—No, pero tendríamos que cargar mucho.
—No llevas mucha ropa, y esta “pasta para hacer espagueti” no puede desperdiciarse —Le contestó Sofía mientras miraba los productos en la alacena —Puede que pienses que creo que no vas a regresar a esta casa, pero te conozco, tu no eres una persona solitaria, nunca lo has sido ni lo serás. Además, soy tu amiga, mi casa es tú casa. Podrás quedarte cuanto quieras.
—Tienes razón. No pienso volver nunca a esta casa. No puedo si quiera estar aquí parada sin pensar en como murió frente a la puerta. Si esta casa se me es entregada como herencia, no pensaré dos veces y la venderé, al igual que la casa donde vivía antes.
—¿Qué haces? —Le preguntó Erika.
—No podemos dejar que todo esto se desperdicie, ¿O sí?
—No, pero tendríamos que cargar mucho.
—No llevas mucha ropa, y esta “pasta para hacer espagueti” no puede desperdiciarse —Le contestó Sofía mientras miraba los productos en la alacena —Puede que pienses que creo que no vas a regresar a esta casa, pero te conozco, tu no eres una persona solitaria, nunca lo has sido ni lo serás. Además, soy tu amiga, mi casa es tú casa. Podrás quedarte cuanto quieras.
—Tienes razón. No pienso volver nunca a esta casa. No puedo si quiera estar aquí parada sin pensar en como murió frente a la puerta. Si esta casa se me es entregada como herencia, no pensaré dos veces y la venderé, al igual que la casa donde vivía antes.
Sofía
siguió sacando comida al no lograr responder a las últimas palabras
de Erika. Ella caminó hacia el comedor, allí vio el enorme pastel,
se acercó a él. Evitó pisar los charcos que había en el suelo
luego de que el pastel había comenzado a derretirse, se acercó lo
suficiente como para olerlo, y así lo hizo, olió con fuerza el
pastel, un fuerte aroma a vainilla y chocolate penetró en su nariz.
Miró una de las partes del pastel en donde había cortado una de las
rebanadas, miró los pedazos de galleta que había dentro del pastel.
Se alejó de la mesa intentando no llorar, luego miró hacia el
extremo contrario en donde se encontraba el pastel, había varias
bolsas de regalos, todas traídas por Vanessa y Sofía. Se acercó a
ellas, las llevó todas al suelo, se hincó frente a ellas, y una por
una fue vaciándoles su contenido: de una de ellas obtuvo un paquete
de maquillaje; de otra, una pinza para hacer chinos en el cabello;
una más tenía varias cajas de chocolates dentro, los favoritos de
Erika; y la última, esta era más grande que las otras tres. Erika
metió ambas manos dentro, había algo pesado, tuvo que recostar la
bolsa en el suelo para poder sacar su contenido. Una enorme caja
quedó en el lugar de la bolsa, estaba envuelta en papel de regalo.
Ella desesperadamente rompió el papel, quitándolo desde el centro
hacia afuera. Al quitar por completo el papel quedó una caja, que en
su interior contenía una fuente de chocolate.
—Feliz cumpleaños —Le dijo Sofía al ver que había sacado sus regalos.
—Feliz cumpleaños —Le dijo Sofía al ver que había sacado sus regalos.
Erika comenzó a llorar repentinamente. Con ambas manos
tomó la caja y la abrazó. Sofía no sabía que hacer, simplemente
la miraba mientras abrazaba con fuerza la enorme caja. Marisol bajó
corriendo las escaleras preguntando que había pasado, cuando llegó
al pie de las escaleras y se encontró a Erika llorando corrió a
abrazarla. Las lágrimas corrían a través del rostro de Erika.
Marisol intentaba consolarla mientras la abrazaba, y le susurraba
“Todo está bien, ya pasó” Una y otra vez.
—¡No! ¡Nada está bien, nada estará bien! —Gritó Erika mientras dejaba a un lado la caja —Laura está muerta... sin ella, nada será como antes, nada volverá a ser lo mismo. Murió en mi cumpleaños, en la mitad de mi fiesta, compró un enorme pastel que nunca podremos comer, hizo lo posible para que esto fuese memorable. Y no fue la única que se esforzó, también ellas dos lo hicieron; Me trajeron unos hermosos regalos, regalos que me los trajeron esperando poder mi cara de sorpresa al saber que eran. Esfuerzo tirado a la basura.
—No, no fue tirado a la basura. Te vi abrir la fuente de chocolate, tu expresión cuando lo hiciste fue hermosa, inolvidable —Le dijo Sofía mientras se sentaba frente a ella.
—No importa cuanta tristeza y dolor suframos, el mundo sigue siendo hermoso, y en algún momento encontraremos de vuelta la felicidad —Le dijo Marisol.
—Pero... nada será igual, ella murió, la vimos morir.
—Lo sé, vi perfectamente qué ocurrió. Sí, como dices, nada será igual, nada lo será. Pero no puedes dejar que esto te cambie la vida, debes de seguir adelante, no digo que la tienes que olvidar, pero debes dejar que los demás te ayuden con esa enorme carga, debes de decirles a los demás sobre tu dolor, igual que como lo acabas de hacer. Libérate, deja que el dolor, el sufrimiento y la tristeza salga. Si solo puedes hacerlo así, llorando y gritando, perfecto, así deberás de hacerlo. Pero por favor, no te detengas, no dejes que esto te cambie, no te quedes viviendo en el pasado —Le dijo Sofía mientras la abrazaba.
—¡No! ¡Nada está bien, nada estará bien! —Gritó Erika mientras dejaba a un lado la caja —Laura está muerta... sin ella, nada será como antes, nada volverá a ser lo mismo. Murió en mi cumpleaños, en la mitad de mi fiesta, compró un enorme pastel que nunca podremos comer, hizo lo posible para que esto fuese memorable. Y no fue la única que se esforzó, también ellas dos lo hicieron; Me trajeron unos hermosos regalos, regalos que me los trajeron esperando poder mi cara de sorpresa al saber que eran. Esfuerzo tirado a la basura.
—No, no fue tirado a la basura. Te vi abrir la fuente de chocolate, tu expresión cuando lo hiciste fue hermosa, inolvidable —Le dijo Sofía mientras se sentaba frente a ella.
—No importa cuanta tristeza y dolor suframos, el mundo sigue siendo hermoso, y en algún momento encontraremos de vuelta la felicidad —Le dijo Marisol.
—Pero... nada será igual, ella murió, la vimos morir.
—Lo sé, vi perfectamente qué ocurrió. Sí, como dices, nada será igual, nada lo será. Pero no puedes dejar que esto te cambie la vida, debes de seguir adelante, no digo que la tienes que olvidar, pero debes dejar que los demás te ayuden con esa enorme carga, debes de decirles a los demás sobre tu dolor, igual que como lo acabas de hacer. Libérate, deja que el dolor, el sufrimiento y la tristeza salga. Si solo puedes hacerlo así, llorando y gritando, perfecto, así deberás de hacerlo. Pero por favor, no te detengas, no dejes que esto te cambie, no te quedes viviendo en el pasado —Le dijo Sofía mientras la abrazaba.
Estuvieron
allí varios minutos, Erika seguía llorando, abrazaba con fuerza a
Sofía, y ella hacía lo mismo. Marisol se había levantado y había
regresado a seguir buscando los papeles del seguro y del testamento.
Ambas chicas se soltaron luego de que Erika comenzó a dejar de
llorar. Sus ojos estaban rojos y brillantes de tanto llorar, sus
mejillas estaban rojas y aún seguían húmedas tras el paso de las
lágrimas.
—¿Mejor? —Le preguntó Sofía.
—Sí, y gracias, muchas gracias por estar a mi lado —Le contestó Erika.
—¿Mejor? —Le preguntó Sofía.
—Sí, y gracias, muchas gracias por estar a mi lado —Le contestó Erika.
Entre las dos tomaron los regalos y los llevaron al
auto, cuando regresaron, Marisol estaba bajando las escaleras, en una
mano llevaba una carpeta, y en la otra llevaba las maletas.
—¿A dónde vas con las maletas? —Le preguntó Sofía.
—Encontré los papeles que buscaban, pero eso no significa que pueden deshacerse de estos. Son importantes, así que si no te importa Erika, me gustaría cuidarlos por ti —Contestó Marisol.
—Gracias, a las dos. No sé como podría agradecerles todo lo que han hecho por mí.
—El simple hecho de que hables conmigo sabiendo que solo soy la pareja sentimental del padre de Sofía es mucho para mí.
—Pronto serás su esposa, así que, prácticamente serás la madre de Sofía —Le añadió Erika.
—Una mejor madre que la original —Le añadió Sofía.
—No digas eso —Le reclamó Marisol a Sofía.
—Es la verdad. Como mínimo no nos has abandonado como ella lo hizo.
—Y nunca lo haré. No dejaré que pases por el mismo dolor dos veces —Le sentenció Marisol a Sofía.
—Ya tenemos todo, ¿Nos vamos?
—Sí —Finalizó Marisol.
—¿A dónde vas con las maletas? —Le preguntó Sofía.
—Encontré los papeles que buscaban, pero eso no significa que pueden deshacerse de estos. Son importantes, así que si no te importa Erika, me gustaría cuidarlos por ti —Contestó Marisol.
—Gracias, a las dos. No sé como podría agradecerles todo lo que han hecho por mí.
—El simple hecho de que hables conmigo sabiendo que solo soy la pareja sentimental del padre de Sofía es mucho para mí.
—Pronto serás su esposa, así que, prácticamente serás la madre de Sofía —Le añadió Erika.
—Una mejor madre que la original —Le añadió Sofía.
—No digas eso —Le reclamó Marisol a Sofía.
—Es la verdad. Como mínimo no nos has abandonado como ella lo hizo.
—Y nunca lo haré. No dejaré que pases por el mismo dolor dos veces —Le sentenció Marisol a Sofía.
—Ya tenemos todo, ¿Nos vamos?
—Sí —Finalizó Marisol.
Marisol
les entregó unas de las maletas a las otras dos chicas, las tres
salieron de la casa y una vez afuera las dos chicas corrieron al auto
y pusieron las maletas junto con las mochilas y los regalos, luego
las dos entraron al auto, seguidas de Marisol quien se había
detenido a cerrar la puerta de la casa. Tan pronto como Marisol
estuvo dentro del auto lo puso en marcha y regresaron a la casa de
Sofía.
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