—¿Comprar
la casa?, ¿Esta casa?
—Sí. Llevamos años aquí, y sería bueno poder adquirir la propiedad como si fuese nuestra. Así estaríamos seguras de que la casa nunca sería vendida a nadie más.
—Estaría bien comprarla, pero no con tu dinero. Si la llegásemos a comprar, sería con el dinero de las tres y no con el de solo una —Le explicó Sofía.
—Además de que creo que es imposible comprarla. Nunca se ha aparecido ningún comprador, un vendedor, y como ya hemos dicho antes, el contrato eléctrico y el del servicio del agua siguen intactos. Es probable que se crea que esta casa aún sigue habitada por los viejos dueños y por eso nunca ha venido nadie a reclamarla —Le añadió Vanessa mientras la miraba a los ojos.
—Entonces, ¿No podemos comprarla por que aún es de alguien?
—No. Esta casa no es de nadie. A nuestro entendimiento, esta casa es de nosotros. No podemos comprarla porque ya es nuestra —Le sentenció Vanessa.
—¿Puedo traer los muebles de la casa, verdad?
—¿Los muebles de tu casa?
—Sí, no creo que sean comprados junto con la casa, no todos claro, y venderlos por separado no nos dará tanto dinero, así que sería mejor tenerlos en algún lugar en donde les demos el mejor uso. Serían perfectos para esta casa —Les dijo Erika.
—Estaría bien, pero sería mucho movimiento en la casa, podríamos atraer atención y echar a perder todos nuestros planes. Por el momento, si quieres, lleva esos muebles a mi casa, cuando sepamos como y cuando traeremos los muebles aquí. Pero por el momento no hay que pensar en hacer cambios grandes aquí —Le explicó Sofía.
—Lo entiendo, gracias —Les dijo Erika mientras se recostaba de vuelta en el sofá, aún sujetando en sus brazos el cojín.
—Hablando de esto. Erika, cuando estábamos en el auto de su padre, tu comenzaste a ponerte nerviosa e incómoda , ¿no es así?, ¿qué ocurrió? —Le preguntó Vanessa preocupada por lo que había ocurrido antes.
—Verlo a él tan unido con ustedes dos me hizo recordarla a ella. Su actitud era muy similar a la de él.
—Lo sé, fue algo que siempre noté en ambos. Siempre tan cariñosos, gentiles y amables con nosotros. Mira, sé que estás triste por lo que ocurrió, sé que no ha pasado si quiera una semana de lo ocurrido. Si quieres llorar, si quieres gritar, hazlo, lo entenderemos. Puedes recordarla cuantas veces quieras, puedes llorar cuanto quieras, pero debes aprender a vivir con ese dolor. Somos seres humanos, tenemos emociones y eso es lo que nos hace humanos, vivir sin dolor es vivir sin tener nada que hacer. Vivir con ese dolor, vivir recordando su muerte es mejor que vivir sin recordarla, sin pensar en ella, vivir habiéndola olvidado por completo. Comparto tu dolor, comparto en parte tus emociones, y sí, alguna vez hemos parecido que no somos humanas, pero lo somos, siempre lo fuimos, y lo seguiremos siendo —Le dijo Vanessa mientras se levantaba del sofá y caminaba hacia Erika. Se paró frente a ella y miró a sus cristalinos ojos, que lentamente dejaban salir lágrimas —Quiero que vivas con este dolor, quiero que aprendas a vivir con esto. No quiero que la olvides, pero tampoco quiero que sus recuerdos te detengan. Tienes que saber cuando liberar tus emociones, quiero que aprendas a expresarte. Si necesitas llorar, llora, pero no cuando no sea el momento para hacerlo. El dolor debe de ser parte de ti, debe de vivir contigo, y no que este sea tu vida. ¿Recuerdas a mi gatito? Cuando murió pasé semanas deprimida, llorando cada momento del día, recordándolo, viendo fotos de él. El dolor era tanto que pensé en quitarme la vida, había perdido a mi mejor amigo y no podía soportarlo. Pero aprendí a vivir con el dolor, poco a poco fui dejándolo a un lado, fui aprendiendo a vivir con él. Ahora, cada vez que veo a un gato me río mientras recuerdo al mío, mientras recuerdo con nostalgia los momentos que pasé con él. Debes de aprender a recordar los buenos momentos y no los malos, a aprender a recordar su vida, y no su muerte.
—Sí. Llevamos años aquí, y sería bueno poder adquirir la propiedad como si fuese nuestra. Así estaríamos seguras de que la casa nunca sería vendida a nadie más.
—Estaría bien comprarla, pero no con tu dinero. Si la llegásemos a comprar, sería con el dinero de las tres y no con el de solo una —Le explicó Sofía.
—Además de que creo que es imposible comprarla. Nunca se ha aparecido ningún comprador, un vendedor, y como ya hemos dicho antes, el contrato eléctrico y el del servicio del agua siguen intactos. Es probable que se crea que esta casa aún sigue habitada por los viejos dueños y por eso nunca ha venido nadie a reclamarla —Le añadió Vanessa mientras la miraba a los ojos.
—Entonces, ¿No podemos comprarla por que aún es de alguien?
—No. Esta casa no es de nadie. A nuestro entendimiento, esta casa es de nosotros. No podemos comprarla porque ya es nuestra —Le sentenció Vanessa.
—¿Puedo traer los muebles de la casa, verdad?
—¿Los muebles de tu casa?
—Sí, no creo que sean comprados junto con la casa, no todos claro, y venderlos por separado no nos dará tanto dinero, así que sería mejor tenerlos en algún lugar en donde les demos el mejor uso. Serían perfectos para esta casa —Les dijo Erika.
—Estaría bien, pero sería mucho movimiento en la casa, podríamos atraer atención y echar a perder todos nuestros planes. Por el momento, si quieres, lleva esos muebles a mi casa, cuando sepamos como y cuando traeremos los muebles aquí. Pero por el momento no hay que pensar en hacer cambios grandes aquí —Le explicó Sofía.
—Lo entiendo, gracias —Les dijo Erika mientras se recostaba de vuelta en el sofá, aún sujetando en sus brazos el cojín.
—Hablando de esto. Erika, cuando estábamos en el auto de su padre, tu comenzaste a ponerte nerviosa e incómoda , ¿no es así?, ¿qué ocurrió? —Le preguntó Vanessa preocupada por lo que había ocurrido antes.
—Verlo a él tan unido con ustedes dos me hizo recordarla a ella. Su actitud era muy similar a la de él.
—Lo sé, fue algo que siempre noté en ambos. Siempre tan cariñosos, gentiles y amables con nosotros. Mira, sé que estás triste por lo que ocurrió, sé que no ha pasado si quiera una semana de lo ocurrido. Si quieres llorar, si quieres gritar, hazlo, lo entenderemos. Puedes recordarla cuantas veces quieras, puedes llorar cuanto quieras, pero debes aprender a vivir con ese dolor. Somos seres humanos, tenemos emociones y eso es lo que nos hace humanos, vivir sin dolor es vivir sin tener nada que hacer. Vivir con ese dolor, vivir recordando su muerte es mejor que vivir sin recordarla, sin pensar en ella, vivir habiéndola olvidado por completo. Comparto tu dolor, comparto en parte tus emociones, y sí, alguna vez hemos parecido que no somos humanas, pero lo somos, siempre lo fuimos, y lo seguiremos siendo —Le dijo Vanessa mientras se levantaba del sofá y caminaba hacia Erika. Se paró frente a ella y miró a sus cristalinos ojos, que lentamente dejaban salir lágrimas —Quiero que vivas con este dolor, quiero que aprendas a vivir con esto. No quiero que la olvides, pero tampoco quiero que sus recuerdos te detengan. Tienes que saber cuando liberar tus emociones, quiero que aprendas a expresarte. Si necesitas llorar, llora, pero no cuando no sea el momento para hacerlo. El dolor debe de ser parte de ti, debe de vivir contigo, y no que este sea tu vida. ¿Recuerdas a mi gatito? Cuando murió pasé semanas deprimida, llorando cada momento del día, recordándolo, viendo fotos de él. El dolor era tanto que pensé en quitarme la vida, había perdido a mi mejor amigo y no podía soportarlo. Pero aprendí a vivir con el dolor, poco a poco fui dejándolo a un lado, fui aprendiendo a vivir con él. Ahora, cada vez que veo a un gato me río mientras recuerdo al mío, mientras recuerdo con nostalgia los momentos que pasé con él. Debes de aprender a recordar los buenos momentos y no los malos, a aprender a recordar su vida, y no su muerte.
Erika
había comenzado a llorar, sus ojos se habían puesto rojos, se
habían irritado mientras las lágrimas fluían libremente por su
rostro. Abrazaba al cojín como si fuese una persona, y escondía su
rostro de tristeza agachando la cabeza sobre él.
—El dolor es algo con lo que debemos de vivir diariamente, es algo que debemos de enfrentar, es algo con lo que debemos de aprender a vivir. Y si nos lo permites, te ayudaremos con tu dolor, te permitiremos continuar viviendo, continuar disfrutando de tu vida. ¿Nos dejarías hacerlo? —Le preguntó Vanessa mientras se hincaba frente a ella.
—¡Sí! —Gritó Erika mientras alzaba el rostro y miraba a Vanessa a los ojos.
—El dolor es algo con lo que debemos de vivir diariamente, es algo que debemos de enfrentar, es algo con lo que debemos de aprender a vivir. Y si nos lo permites, te ayudaremos con tu dolor, te permitiremos continuar viviendo, continuar disfrutando de tu vida. ¿Nos dejarías hacerlo? —Le preguntó Vanessa mientras se hincaba frente a ella.
—¡Sí! —Gritó Erika mientras alzaba el rostro y miraba a Vanessa a los ojos.
Ella
lloraba mares, sus ojos estaban tan irritados que provocaba que más
lágrimas salieran de ellos. Sus mejillas estaban enrojecidas, y las
lágrimas pasaban por ellas. Cuando ella levantó la cabeza, Vanessa
de inmediato se llenó de cariño, de amor, de aprecio y afecto. Se
acercó a Erika y la abrazó. Cuando la abrazó Erika volvió a
gritar llena de dolor y de tristeza. Sofía se acercó a ella,
recargó su mano sobre su cabeza y lentamente la acarició. Con cada
frote, con cada muestra de afecto que alguna de ellas le mostraba,
más y más lágrimas brotaban, y era lo mismo para sus emociones,
que lentamente fueron llegando a su límite. Se podía ver en su
rostro su tristeza, su angustia, y cada vez que alguna de las dos lo
veía sentían como su corazón se partía al ver a su amiga
llorar.
—Ya, ya. Pronto pasará todo, te lo prometo, ¿y sabes por qué estoy tan segura? Porque somos tus amigas, siempre lo seremos y siempre estaremos a tu lado, siempre contigo —Le dijo Vanessa mientras la abrazaba con más fuerza.
—Ya, ya. Pronto pasará todo, te lo prometo, ¿y sabes por qué estoy tan segura? Porque somos tus amigas, siempre lo seremos y siempre estaremos a tu lado, siempre contigo —Le dijo Vanessa mientras la abrazaba con más fuerza.
Ella
seguía llorando, sus emociones y sus sentimientos estaban explotando
dentro de ella, y gracias a sus amigas, eso fue posible. La tristeza
lentamente fue desapareciendo, lo mismo para la angustia y el miedo;
su enojo y su frustración por no haber podido hacer nada para
salvarla pronto dejaron su mente. Las lágrimas seguían corriendo,
ahora cayendo en la camisa de Vanessa quien seguía abrazándola.
Ella ya no sentía remordimiento, ni el dolor de antes, pero debía
de continuar llorando, debía de liberar todo lo que tenía
encerrado, y así se lo propuso, siguió llorando por casi una hora,
y lo hizo así hasta que su mente estuvo completamente liberada,
libre de emociones, sentimientos y pensamientos malos. Vanessa se
había sentado en la mesa frente a ella, y Sofía había recargado la
cabeza de Erika en sus piernas. Luego de haber llorado había
comenzado a dormirse, y cuando lo hizo las otras dos princesas se
alejaron. Sofía lentamente movió la cabeza de Erika y la recostó
en el sofá.
—Pobrecilla —Dijo Sofía al ver a Erika acostada en el sofá.
—Lo sé, me siento tan mal por ella. Pero creo que esto ha sido lo que necesitaba. ¿Viste cuanto lloró? Yo lloré más que ella, lloré por horas, no tenía a nadie quien me ayudara, quien me apoyara, ella sí. Me siento tan bien al haberla ayudado, pero no es el fin, como tú y como yo, tenemos que seguir avanzando, encontrar nuevas cosas que hacer —Le dijo Vanessa a Sofía mientras la miraba.
—Sí. Pasamos mucho tiempo adentro, vamos a continuar trabajando en el jardín un rato mientras ella se despierta —Le dijo Sofía, quien se dio la vuelta y caminó a la puerta.
—Vamos —Le dijo Vanessa, quien salió detrás de Sofía.
—Pobrecilla —Dijo Sofía al ver a Erika acostada en el sofá.
—Lo sé, me siento tan mal por ella. Pero creo que esto ha sido lo que necesitaba. ¿Viste cuanto lloró? Yo lloré más que ella, lloré por horas, no tenía a nadie quien me ayudara, quien me apoyara, ella sí. Me siento tan bien al haberla ayudado, pero no es el fin, como tú y como yo, tenemos que seguir avanzando, encontrar nuevas cosas que hacer —Le dijo Vanessa a Sofía mientras la miraba.
—Sí. Pasamos mucho tiempo adentro, vamos a continuar trabajando en el jardín un rato mientras ella se despierta —Le dijo Sofía, quien se dio la vuelta y caminó a la puerta.
—Vamos —Le dijo Vanessa, quien salió detrás de Sofía.
Ambas salieron al jardín y comenzaron a trabar de
nuevo en él. El sol ya se había ocultado, el cielo era oscuro y ni
si quiera la luna se veía. Hacía un poco de aire fresco y se podía
oler humedad en el ambiente, probablemente llovería en la noche. Era
oscuro, pero las luces de las casa vecinas daban suficiente
iluminación como para poder ver el jardín en el que trabajaban.
Decidieron trabajar en las plantas de gran tamaño, cortando así las
enormes plantas que llegaban a los tres metros de alto, algunas
enredaderas que se habían amontonado al nivel del suelo, y algunos
mezquites, que si bien eran grandes, no habían alcanzado el tamaño
suficiente como para ser imposibles de cortar. Las dos comenzaron a
hablar cuando hubieron avanzado bastante.
—Mañana vendremos durante la tarde, no importa que no estés con nosotras —Le dijo Sofía mientras usaba las tijeras contra unas de las enredaderas. Cortó varios tallos luego de aplicar suficiente fuerza en las tijeras como para lograr cortarlos. Luego de hacerlo suspiró y miró a Vanessa.
—No hay problema. Mientras más se distraiga mejor, si es posible, cuando regrese de la cita me uniré a ustedes un par de horas.
—Sí, como quieras. Sabes, no sabía que podías llegar a ser así, no sabía que podías hablarle así a una persona —Le dijo Sofía mientras seguía cortando las plantas.
—Oye, ya lo dije, a veces no parecemos humanos, y ocurre eso porque escondemos nuestras emociones de los demás. Uno debe de ser duro en este mundo cruel, ya que si no lo es será fácilmente llevado al límite. Tengo sentimientos, emociones, y como acabo de decir, debo de ser dura, claro, hay momentos en que dejo que mis emociones se suelten, pero no es tan común que la gente me vea en esa posición. Soy un ser humano, y me preocupo por los demás, y en especial, los más cercanos a mí —Le explicó Vanessa mientras se secaba el sudor de la frente.
—Lo entiendo, no mucho ya que no siempre me guardo todo, algunas veces dejo que mis emociones me lleven.
—Yo también hago lo mismo, ¿recuerdas lo que me pasó ayer? Mis emociones fueron liberadas —Le añadió Vanessa recordando lo que le había ocurrido.
—Sí, pero tu liberas, muestras emociones fuertes, como el dolor, tristeza y el enojo, mientras que las mías son suaves, como alegría, satisfacción, regocijo, a veces miedo. Pero no son tan fuertes como las tuyas. Sabes, Erika no es la única que debe de aprender a manejar sus emociones, tú también. No puedes dejar que solo esas emociones rijan tu vida, a veces tienes que dejar que las demás te lleven un poco —Le explicó Sofía. Las tijeras habían quedado atoradas en otro tallo, por lo que decidió comenzar a arrojar a un lado las ramas que había cortado.
—Pero si lo hago seré débil.
—¡No! No serás débil, serás más fuerte tanto a nuestros ojos como a los de Erika. Incluso puedes usar eso en tu favor, puedes parecer débil a los ojos de otros, y si tratan de usarte o de abusar de ti puedes girar el tablero en tu favor. Piénsalo, no digo que lo hagas, solo piénsalo —Le dijo Sofía mientras continuaba arrojando ramas al montón de hierbas, que había terminado por derrumbarse luego de que le pusieron mucho peso encima, esparciendo las ramas, los tallos y las hojas por el suelo. Sofía se acercó y comenzó a juntar de nuevo todo.
—Mañana vendremos durante la tarde, no importa que no estés con nosotras —Le dijo Sofía mientras usaba las tijeras contra unas de las enredaderas. Cortó varios tallos luego de aplicar suficiente fuerza en las tijeras como para lograr cortarlos. Luego de hacerlo suspiró y miró a Vanessa.
—No hay problema. Mientras más se distraiga mejor, si es posible, cuando regrese de la cita me uniré a ustedes un par de horas.
—Sí, como quieras. Sabes, no sabía que podías llegar a ser así, no sabía que podías hablarle así a una persona —Le dijo Sofía mientras seguía cortando las plantas.
—Oye, ya lo dije, a veces no parecemos humanos, y ocurre eso porque escondemos nuestras emociones de los demás. Uno debe de ser duro en este mundo cruel, ya que si no lo es será fácilmente llevado al límite. Tengo sentimientos, emociones, y como acabo de decir, debo de ser dura, claro, hay momentos en que dejo que mis emociones se suelten, pero no es tan común que la gente me vea en esa posición. Soy un ser humano, y me preocupo por los demás, y en especial, los más cercanos a mí —Le explicó Vanessa mientras se secaba el sudor de la frente.
—Lo entiendo, no mucho ya que no siempre me guardo todo, algunas veces dejo que mis emociones me lleven.
—Yo también hago lo mismo, ¿recuerdas lo que me pasó ayer? Mis emociones fueron liberadas —Le añadió Vanessa recordando lo que le había ocurrido.
—Sí, pero tu liberas, muestras emociones fuertes, como el dolor, tristeza y el enojo, mientras que las mías son suaves, como alegría, satisfacción, regocijo, a veces miedo. Pero no son tan fuertes como las tuyas. Sabes, Erika no es la única que debe de aprender a manejar sus emociones, tú también. No puedes dejar que solo esas emociones rijan tu vida, a veces tienes que dejar que las demás te lleven un poco —Le explicó Sofía. Las tijeras habían quedado atoradas en otro tallo, por lo que decidió comenzar a arrojar a un lado las ramas que había cortado.
—Pero si lo hago seré débil.
—¡No! No serás débil, serás más fuerte tanto a nuestros ojos como a los de Erika. Incluso puedes usar eso en tu favor, puedes parecer débil a los ojos de otros, y si tratan de usarte o de abusar de ti puedes girar el tablero en tu favor. Piénsalo, no digo que lo hagas, solo piénsalo —Le dijo Sofía mientras continuaba arrojando ramas al montón de hierbas, que había terminado por derrumbarse luego de que le pusieron mucho peso encima, esparciendo las ramas, los tallos y las hojas por el suelo. Sofía se acercó y comenzó a juntar de nuevo todo.
Vanessa no sabía qué responder a eso. Ella se había
prometido no pensar en cosas malas, se había prometido dejar de
pensar en cosas que pudieran estar afectándolas, pero lo que Sofía
le acababa de decir era muy cierto, ella no parecía un ser humano,
no lo hacía ni siquiera con sus amigas, eso la impactó, la hizo
darse cuenta de un error más que había cometido.
—Lo haré. Tienes razón, no puedo ni siquiera ser humana con mis amigas, y no quiero eso, así que lo haré.
—Que bueno, que bueno que lo vayas a hacer. Estaré a tu lado cuando me necesites, así que no dudes en pedirme ayuda si es necesario.
—Sí, gracias.
—Lo haré. Tienes razón, no puedo ni siquiera ser humana con mis amigas, y no quiero eso, así que lo haré.
—Que bueno, que bueno que lo vayas a hacer. Estaré a tu lado cuando me necesites, así que no dudes en pedirme ayuda si es necesario.
—Sí, gracias.
Vanessa
cortó un par de ramas y luego las llevó al montículo, vio que
Sofía seguía recogiendo las hojas y los tallos que se cayeron, se
agachó a su lado y la comenzó a ayudar.
—Sabes, mis amigas de la preparatoria nunca me harían entrar en razón como ustedes.
—Porque no te conocen de casi toda la vida, solo llevas tres años con ellas, mientras que nosotras llevas muchos más. Además, somos como hermanas, las tres vemos por el bienestar de las otras, y si es necesario, intervenimos para poder ayudarlas.
—Tienes razón. Es increíble lo ingenuo que uno puede ser, las cientos de cosas que se le pueden pasar, el gran daño que se provoca a si mismo al ser tan ignorante.
—No es que uno sea ignorante, si no que no tiene la perspectiva de otras personas para darse cuenta de que está haciendo mal al no realizar algo, o al hacer algo. Pero para eso están los amigos, para llevarte por el buen camino, o por el mal camino si es que ellos tampoco tienen una idea de lo que están haciendo. Recuerdo cuando habías pasado por esa etapa oscura de tu vida, no hablabas con nadie, y apenas lo hacías con nosotras, estabas lentamente matándote. Querías estar sola, lo entiendo, pero los seres humanos no pueden estar solos, siempre necesitan a alguien a su lado, a alguien que los guíe, que les enseñe, que los cuide. En esos tiempos creías que eras débil, pero aún así no nos buscabas a nosotras para ayudarte.
—Porque creía que también eran débiles.
—Y lo éramos. Pero por eso nos juntamos y nos apoyamos entre nosotros. “Podremos ser débiles separados, pero juntos somos una fuerza imparable”... eso lo vi en un videojuego. Varias naciones que habían estado en guerra por siglos, luego de encontrar un enemigo en común decidieron aliarse y vencieron. Separadas no podían con él, eran fácilmente vencidos, pero juntos, lograron detener al mal que acechaba su mundo, y así llegar a la prosperidad. Si nos hubieras hablado en ese entonces, si hubieras decidido pedir nuestra ayuda, hubiéramos llegado a algo más, tu problema no hubiera crecido tanto y no habrías pasado por tantas cosas malas.
—Hable un poco contigo acerca de mi problema, pero no quería molestar a Erika con él. Tengo tantas cosas en las que pensar. Debo ser un mejor ser humano, debo de ver por los demás, ser sus amigos y no una perra sin sentimientos.
—Al menos te diste cuenta antes de que te afectara aun más.
—No lo habría hecho si no fuese por ti y por Erika.
—No creo que estaríamos en este momento si no hubiera sido por ti o por ella, no creo si quiera que hubiésemos sobrevivido de no ser porque nos conocimos esa tarde en el parqué —Le añadió Sofía.
—Recuerdo ese día como si hubiese sido ayer. Estaba mirando por mi ventana, y a lo lejos las vi a ambas jugando en el parque. Erika estaba debajo de un árbol observando el sol que se ocultaba, y tú estabas corriendo debajo de la lluvia —Dijo Vanessa mientras miraba al cielo, recordando el día en que las tres princesas se conocieron.
—También recuerdo muy bien eso. Creíamos que era eso posible porque alguien había usado magia y nos había hecho felices a ambas. Ahora sabemos que eso ocurre seguido y que no es una situación extraña el que esté lloviendo mientras el sol aún sigue visible —Le respondió Sofía.
—A veces pienso en lo que habría pasado si no nos hubiéramos conocido. Probablemente yo estaría muerta, tu estarías deprimida por que tu padre estaría casada con... ¿cuál era su nombre?
—¿Greta? —Le respondió Sofía.
—Ah, sí, ella. Recuerdo lo maldita que era, era una puta. Como decía, tu padre estaría casada con Greta y tú muy deprimida por lo mismo; y probablemente Erika estaría muerta o viviendo en las calles.
—Creo que las tres estaríamos muertas de no habernos conocido. Creo que fue lo mejor que nos pudo pasar a las tres en toda nuestra vida. Conocimos la felicidad, nuestra razón de vivir y encontramos amistades inquebrantables.
—Eso me responde otra de mis dudas.
—¿Cuál?
—“¿Hubiera sido mejor el no haberlas conocido?”
—¿Por qué preguntaste eso?
—Recordaba cuando era pequeña y había comenzado a despedazar las muñecas. Me di cuenta de que había estado muy cerca de encontrar la perfección, y luego supe que dejé de hacerlo, dejé de buscar la perfección porque las conocí a ustedes. Pensé que habría pasado si no las hubiese conocido. Llegué a la conclusión de que habría encontrado la perfección, mi vida no tendría sentido y terminaría suicidándome.
—Cielos, parece que tienes muchas cosas guardadas.
—Lo sé, y no soy la única. Tanto tú como Erika también se encuentran en la misma posición. Las tres debemos de cambiar, no solo nosotras dos.
—Lo sé, lo sé. Lo pensé mientras te estaba diciendo sobre tus problemas. Las amigas están para apoyarse, y si para apoyarlas también debo de cambiar, lo haré.
—De una forma, nosotras te estamos ayudando a hacer eso; te diste cuenta de que también necesitas cambiar al ver nuestros problemas, así que decidiste hacerlo al igual que nosotras.
—Sea como sea, el cambio nos rodeará estos meses, ¿cierto?
—Cierto. Solo esperemos que el cambio sea para bien y no para mal —Le sentenció Vanessa.
—Sabes, mis amigas de la preparatoria nunca me harían entrar en razón como ustedes.
—Porque no te conocen de casi toda la vida, solo llevas tres años con ellas, mientras que nosotras llevas muchos más. Además, somos como hermanas, las tres vemos por el bienestar de las otras, y si es necesario, intervenimos para poder ayudarlas.
—Tienes razón. Es increíble lo ingenuo que uno puede ser, las cientos de cosas que se le pueden pasar, el gran daño que se provoca a si mismo al ser tan ignorante.
—No es que uno sea ignorante, si no que no tiene la perspectiva de otras personas para darse cuenta de que está haciendo mal al no realizar algo, o al hacer algo. Pero para eso están los amigos, para llevarte por el buen camino, o por el mal camino si es que ellos tampoco tienen una idea de lo que están haciendo. Recuerdo cuando habías pasado por esa etapa oscura de tu vida, no hablabas con nadie, y apenas lo hacías con nosotras, estabas lentamente matándote. Querías estar sola, lo entiendo, pero los seres humanos no pueden estar solos, siempre necesitan a alguien a su lado, a alguien que los guíe, que les enseñe, que los cuide. En esos tiempos creías que eras débil, pero aún así no nos buscabas a nosotras para ayudarte.
—Porque creía que también eran débiles.
—Y lo éramos. Pero por eso nos juntamos y nos apoyamos entre nosotros. “Podremos ser débiles separados, pero juntos somos una fuerza imparable”... eso lo vi en un videojuego. Varias naciones que habían estado en guerra por siglos, luego de encontrar un enemigo en común decidieron aliarse y vencieron. Separadas no podían con él, eran fácilmente vencidos, pero juntos, lograron detener al mal que acechaba su mundo, y así llegar a la prosperidad. Si nos hubieras hablado en ese entonces, si hubieras decidido pedir nuestra ayuda, hubiéramos llegado a algo más, tu problema no hubiera crecido tanto y no habrías pasado por tantas cosas malas.
—Hable un poco contigo acerca de mi problema, pero no quería molestar a Erika con él. Tengo tantas cosas en las que pensar. Debo ser un mejor ser humano, debo de ver por los demás, ser sus amigos y no una perra sin sentimientos.
—Al menos te diste cuenta antes de que te afectara aun más.
—No lo habría hecho si no fuese por ti y por Erika.
—No creo que estaríamos en este momento si no hubiera sido por ti o por ella, no creo si quiera que hubiésemos sobrevivido de no ser porque nos conocimos esa tarde en el parqué —Le añadió Sofía.
—Recuerdo ese día como si hubiese sido ayer. Estaba mirando por mi ventana, y a lo lejos las vi a ambas jugando en el parque. Erika estaba debajo de un árbol observando el sol que se ocultaba, y tú estabas corriendo debajo de la lluvia —Dijo Vanessa mientras miraba al cielo, recordando el día en que las tres princesas se conocieron.
—También recuerdo muy bien eso. Creíamos que era eso posible porque alguien había usado magia y nos había hecho felices a ambas. Ahora sabemos que eso ocurre seguido y que no es una situación extraña el que esté lloviendo mientras el sol aún sigue visible —Le respondió Sofía.
—A veces pienso en lo que habría pasado si no nos hubiéramos conocido. Probablemente yo estaría muerta, tu estarías deprimida por que tu padre estaría casada con... ¿cuál era su nombre?
—¿Greta? —Le respondió Sofía.
—Ah, sí, ella. Recuerdo lo maldita que era, era una puta. Como decía, tu padre estaría casada con Greta y tú muy deprimida por lo mismo; y probablemente Erika estaría muerta o viviendo en las calles.
—Creo que las tres estaríamos muertas de no habernos conocido. Creo que fue lo mejor que nos pudo pasar a las tres en toda nuestra vida. Conocimos la felicidad, nuestra razón de vivir y encontramos amistades inquebrantables.
—Eso me responde otra de mis dudas.
—¿Cuál?
—“¿Hubiera sido mejor el no haberlas conocido?”
—¿Por qué preguntaste eso?
—Recordaba cuando era pequeña y había comenzado a despedazar las muñecas. Me di cuenta de que había estado muy cerca de encontrar la perfección, y luego supe que dejé de hacerlo, dejé de buscar la perfección porque las conocí a ustedes. Pensé que habría pasado si no las hubiese conocido. Llegué a la conclusión de que habría encontrado la perfección, mi vida no tendría sentido y terminaría suicidándome.
—Cielos, parece que tienes muchas cosas guardadas.
—Lo sé, y no soy la única. Tanto tú como Erika también se encuentran en la misma posición. Las tres debemos de cambiar, no solo nosotras dos.
—Lo sé, lo sé. Lo pensé mientras te estaba diciendo sobre tus problemas. Las amigas están para apoyarse, y si para apoyarlas también debo de cambiar, lo haré.
—De una forma, nosotras te estamos ayudando a hacer eso; te diste cuenta de que también necesitas cambiar al ver nuestros problemas, así que decidiste hacerlo al igual que nosotras.
—Sea como sea, el cambio nos rodeará estos meses, ¿cierto?
—Cierto. Solo esperemos que el cambio sea para bien y no para mal —Le sentenció Vanessa.
Las
dos continuaron recogiendo las ramas y las arrojaron de vuelta al
montículo en donde habían puesto las demás. Cuando terminaron,
tomaron una enorme lona de plástico negra y la colocaron sobre el
montículo, esperando así evitar que se mojase durante la
noche.
—Creo que hasta aquí llegamos por hoy —Dijo Sofía mientras tomaba su celular y veía la hora.
—Creo que hasta aquí llegamos por hoy —Dijo Sofía mientras tomaba su celular y veía la hora.
La
puerta hacia el jardín se abrió con un rechinido, ambas miraron
hacia atrás y se encontraron con Erika, quien tenía una gran
sonrisa en su rostro.
—Les agradezco mucho lo que han hecho por mí —Les dijo ella mientras se acercaba a ellas. Tenía el cuerpo entumido por haber dormido en el sofá, por lo que no pudo caminar rápidamente, y lo tuvo que hacer lento.
—Para eso son las amigas, ¿No? —Dijo Vanessa mientras miraba a Sofía.
—Sí, así es, para eso están las amigas —Le respondió Sofía mientras le regresaba la mirada a Vanessa.
—Les agradezco mucho lo que han hecho por mí —Les dijo ella mientras se acercaba a ellas. Tenía el cuerpo entumido por haber dormido en el sofá, por lo que no pudo caminar rápidamente, y lo tuvo que hacer lento.
—Para eso son las amigas, ¿No? —Dijo Vanessa mientras miraba a Sofía.
—Sí, así es, para eso están las amigas —Le respondió Sofía mientras le regresaba la mirada a Vanessa.
Erika
caminó hacia ellas, y estando frente a ambas les dio un abrazo a las
dos. Vanessa creía que en cualquier momento Erika se soltaría en
llanto, pero no fue así. Rompió el abrazo y dio un par de pasos
hacia atrás. Comenzó a inspeccionar el jardín con la poca luz que
llegaba, pero eso le fue suficiente como para darse una idea de como
había terminado.
—Te prometo que mañana tendremos esto aún mejor que ahora —Le dijo Erika a Vanessa.
—En realidad, esto de estar trabajando en el jardín es para Sofía, no para mí, así que deberías de prometérselo a ella en lugar de a mí.
—No, están equivocadas. Este jardín será para las tres, así que deberíamos de hacer esto por nosotras. Deberíamos de prometernos a nosotras mismas que este lugar quedará mejor el día de mañana —Les dijo Sofía mientras acomodaba las palas, las tijeras, las bolsas de fertilizantes y el pico en el cobertizo, luego regresó y se paró en medio del jardín, observando a las otras dos princesas —No creo que podamos hacer más en este día, será mejor irnos y esperar a mañana para seguir trabajando.
—Sí, todo este trabajo me dejó cansada. Les deseo suerte, y espero que mañana no les duelan los músculos luego de haber hecho todo esto.
—Nos dolerán, pero así podremos saber que hicimos un gran trabajo y que pasamos por mucho para poder dejar el jardín como nosotras quisimos. Una gran recompensa para mucho trabajo y dolor. Así es la vida. Sufrimos, pero al final tendremos una gran recompensa.
—Así es. Bueno, Sofía, será mejor irnos. Vanessa, mañana nos vemos. Te cuidas, duermes bien —Le dijo Erika a Vanessa mientras se llevaba a Sofía del brazo.
—Tú también Erika, lo mismo para ti Sofía.
—Te prometo que mañana tendremos esto aún mejor que ahora —Le dijo Erika a Vanessa.
—En realidad, esto de estar trabajando en el jardín es para Sofía, no para mí, así que deberías de prometérselo a ella en lugar de a mí.
—No, están equivocadas. Este jardín será para las tres, así que deberíamos de hacer esto por nosotras. Deberíamos de prometernos a nosotras mismas que este lugar quedará mejor el día de mañana —Les dijo Sofía mientras acomodaba las palas, las tijeras, las bolsas de fertilizantes y el pico en el cobertizo, luego regresó y se paró en medio del jardín, observando a las otras dos princesas —No creo que podamos hacer más en este día, será mejor irnos y esperar a mañana para seguir trabajando.
—Sí, todo este trabajo me dejó cansada. Les deseo suerte, y espero que mañana no les duelan los músculos luego de haber hecho todo esto.
—Nos dolerán, pero así podremos saber que hicimos un gran trabajo y que pasamos por mucho para poder dejar el jardín como nosotras quisimos. Una gran recompensa para mucho trabajo y dolor. Así es la vida. Sufrimos, pero al final tendremos una gran recompensa.
—Así es. Bueno, Sofía, será mejor irnos. Vanessa, mañana nos vemos. Te cuidas, duermes bien —Le dijo Erika a Vanessa mientras se llevaba a Sofía del brazo.
—Tú también Erika, lo mismo para ti Sofía.
Ambas princesas entraron a la casa, tomaron sus
suéteres y luego salieron por la puerta de enfrente. Vanessa entró
poco después, tomó su suéter, apagó las luces y luego salió para
dirigirse a su casa. Cruzó por debajo de la valla, estaba muy
cansada, por lo que decidió arrastrarse por el suelo, ensuciando aún
más sus medias y su falda. Cuando pasó al otro lado del jardín,
terminó en el de su casa. Se sacudió la falda y caminó a la puerta
de enfrente, tomó las llaves del bolsillo en su suéter y abrió la
puerta. Su madre, su padre y sus dos hermanos estaban cenando, tenían
la mesa puesta y ellos estaban alrededor de esta comiendo. La madre
de Vanessa escuchó el sonido de las llaves abriendo la puerta, de
inmediato supo que era Vanessa.
—Vanessa, hola, ¿Nos acompañarías a cenar? —Le preguntó ella desde la mesa del comedor.
—No lo creo. Estoy muy cansada. Junto con las chicas me puse a trabajar en su jardín —Le contestó Vanessa mientras daba un par de pasos a las escaleras, esperando por subir a su habitación sin ser detenida.
—¿Trabajar en un jardín?, ¿Qué clase de actividades femeninas son esas? —Preguntó su padre, esperando socializar un poco con ella.
—Los tiempos han cambiado, ahora no todas las mujeres están en metidas en las muñecas, los vestidos y la pastelería —Contestó Vanessa. No sabía que había ocurrido, no se puso irritable como siempre ocurría cuando él hablaba.
—Excepto tú, a ti te gusta jugar con muñecas, preparas algunos de los más deliciosos pasteles e incluso coses tu propia ropa —Le dijo uno de sus hermanos. Los cinco se rieron, incluyendo a su padre. Era extraño para ambos, no habían terminado atacándose verbalmente luego de que él había hecho su pequeña broma, esto sorprendió a Vanessa y a su padre, pero aún más a su madre, quien había esperado a que los dos arruinaran la cena.
—Sí, fue un mal ejemplo. Pero no solo me gusta hacer eso, también me gustan los videojuegos, y lo mismo se aplica para ellas. Nos gusta hacer cosas que, hablando de estereotipos, solo a los hombres les gusta, como el hecho de trabajar cortando enredaderas enormes, o arrancando hierbas y hiedra venenosa. Somos chicas actuales —Les explicó ella mientras caminaba al comedor.
—¿Y qué piensan hacer con el jardín? —Preguntó su madre.
—Bueno, arreglarlo, darle color y hacerlo nuestro —Contestó Vanessa. No era una mentira, era la verdad, aunque no completa, así que no le di problemas a Vanessa decirla.
—Bien por ti hija —Dijo su padre. Él no supo porqué habló, no tenía idea. Los niños y la madre quedaron impresionados por lo que acababa de decir, y de inmediato miraron a Vanessa.
—Gracias... papá —Vanessa quedó paralizada por lo que acababa de decir, pero no solo ella, todos quedaron impactados por lo mismo.
—¡No puede ser! Primera vez que no se responden usando groserías —Dijo uno de los niños.
—No digas eso —Le reclamó la madre al niño.
—No, es verdad. Es la primera vez en años que hablamos sin si quiera lanzarnos miradas amenazadoras, o gritarnos hasta quedarnos sin aliento.
—No entiendo que está pasando —Dijo otro de los niños.
—Vanessa, hola, ¿Nos acompañarías a cenar? —Le preguntó ella desde la mesa del comedor.
—No lo creo. Estoy muy cansada. Junto con las chicas me puse a trabajar en su jardín —Le contestó Vanessa mientras daba un par de pasos a las escaleras, esperando por subir a su habitación sin ser detenida.
—¿Trabajar en un jardín?, ¿Qué clase de actividades femeninas son esas? —Preguntó su padre, esperando socializar un poco con ella.
—Los tiempos han cambiado, ahora no todas las mujeres están en metidas en las muñecas, los vestidos y la pastelería —Contestó Vanessa. No sabía que había ocurrido, no se puso irritable como siempre ocurría cuando él hablaba.
—Excepto tú, a ti te gusta jugar con muñecas, preparas algunos de los más deliciosos pasteles e incluso coses tu propia ropa —Le dijo uno de sus hermanos. Los cinco se rieron, incluyendo a su padre. Era extraño para ambos, no habían terminado atacándose verbalmente luego de que él había hecho su pequeña broma, esto sorprendió a Vanessa y a su padre, pero aún más a su madre, quien había esperado a que los dos arruinaran la cena.
—Sí, fue un mal ejemplo. Pero no solo me gusta hacer eso, también me gustan los videojuegos, y lo mismo se aplica para ellas. Nos gusta hacer cosas que, hablando de estereotipos, solo a los hombres les gusta, como el hecho de trabajar cortando enredaderas enormes, o arrancando hierbas y hiedra venenosa. Somos chicas actuales —Les explicó ella mientras caminaba al comedor.
—¿Y qué piensan hacer con el jardín? —Preguntó su madre.
—Bueno, arreglarlo, darle color y hacerlo nuestro —Contestó Vanessa. No era una mentira, era la verdad, aunque no completa, así que no le di problemas a Vanessa decirla.
—Bien por ti hija —Dijo su padre. Él no supo porqué habló, no tenía idea. Los niños y la madre quedaron impresionados por lo que acababa de decir, y de inmediato miraron a Vanessa.
—Gracias... papá —Vanessa quedó paralizada por lo que acababa de decir, pero no solo ella, todos quedaron impactados por lo mismo.
—¡No puede ser! Primera vez que no se responden usando groserías —Dijo uno de los niños.
—No digas eso —Le reclamó la madre al niño.
—No, es verdad. Es la primera vez en años que hablamos sin si quiera lanzarnos miradas amenazadoras, o gritarnos hasta quedarnos sin aliento.
—No entiendo que está pasando —Dijo otro de los niños.
Vanessa
era quien siempre comenzaba las peleas, cada vez que él se le
dirigía, ella siempre reaccionaba agresivamente hacia él, como si
fuese algo programado en su cerebro para actuar cada vez que
ocurriese eso. Pero esta vez había sido completamente diferente, las
palabras que salieron de la boca de Vanessa no fueron groserías, y
mucho menos ataques, fueron palabras que aprobaban el comportamiento
de su padre hacia ella, complementos, y agradecimientos a él, algo
que nunca había pasado.
—No quiero arruinar esto... Me voy —Vanessa salió corriendo del comedor, dejando a su padre levantado de la mesa y a los demás completamente atónitos.
—¡Vanessa! —Gritó la madre mientras la veía desaparecer.
—No quiero arruinar esto... Me voy —Vanessa salió corriendo del comedor, dejando a su padre levantado de la mesa y a los demás completamente atónitos.
—¡Vanessa! —Gritó la madre mientras la veía desaparecer.
Vanessa
corrió a su habitación, cerró la puerta detrás de ella y se
arrojó a su cama. Tomó a la muñeca en sus brazos y la alzó en el
aire.
—Tengo tanto que decirte —Le dijo Vanessa a la muñeca.
—Tengo tanto que decirte —Le dijo Vanessa a la muñeca.
Comenzó
a narrarle su día, como si fuese su diario, le decía cada detalle,
cada momento, cada conversación que tuvo a lo largo del día; las
cientos de cosas de las que habló con sus amigas, lo que pasaron por
la tarde, lo que ocurrió con Erika. No se le pasó ningún detalle,
le dijo todo. La muñeca era su diario, a ella le decía todo,
absolutamente todo, y también reflexionaba con lo que la muñeca le
tenía que decir. En realidad, la muñeca era, una muñeca, de
plástico inerte, sin vida, pero de igual forma ella hablaba con ella
como si tuviese vida. Lo había hecho desde años atrás, y nunca lo
había dejado de hacer. Le decía a su muñeca todos sus secretos,
todo acerca de su vida, era en donde dejaba todo, era su confidente.
Le tenía incluso más confianza a su muñeca que a sus tres mejores
amigas; era un acto hipócrita, pero no podía decirles a ellas lo
mismo que ya habían vivido, y tampoco quería llenarlas con
problemas ajenos teniendo ya muchos por si solas. Pasó una hora
relatando su día a la muñeca, a veces podía escuchar pasos fuera
de su habitación, podía ser cualquiera. A veces le decía a la
muñeca la confundida que estaba por lo que había ocurrido,
continuamente se lo repetía y esperaba una respuesta de ella, pero
no esperaba suficientemente tiempo como para recibir una respuesta y
seguía hablando. Algunas veces su madre o alguno de sus hermanos le
hablaba desde el otro lado de la puerta, pero ella prefería seguir
hablando con su muñeca que con ellos. Terminó hablándole sobre lo
que había ocurrido en la cena, y cuando terminó la recostó a un
lado de ella, como siempre.
—¿Qué crees que haya pasado? —Le preguntó Vanessa a la muñeca mientras le acariciaba el cabello —¿Crees que haya tenido que ver con lo que pasó durante el día, el hecho de que Erika lloró, Sofía me confrontó y me di cuenta de cientos de cosas? Puede ser, puede ser todo o nada de eso. Pero simplemente me es increíble lo que pasó. Sin quererlo, sin pensarlo terminé aprendiendo de lo que pasó en el día, y terminé aplicándolo en mi vida.
—¿Qué crees que haya pasado? —Le preguntó Vanessa a la muñeca mientras le acariciaba el cabello —¿Crees que haya tenido que ver con lo que pasó durante el día, el hecho de que Erika lloró, Sofía me confrontó y me di cuenta de cientos de cosas? Puede ser, puede ser todo o nada de eso. Pero simplemente me es increíble lo que pasó. Sin quererlo, sin pensarlo terminé aprendiendo de lo que pasó en el día, y terminé aplicándolo en mi vida.
Miró
a la muñeca por varios segundos antes de volver a hablar, y al
hacerlo parecía haber recibido una respuesta a sus preguntas.
—¿”Es normal”? Bueno, no lo creo... No sé qué pensar. Me iré a dormir, mañana veremos qué pasa, si esto sigue igual, entonces estaré más confusa que antes.
—¿”Es normal”? Bueno, no lo creo... No sé qué pensar. Me iré a dormir, mañana veremos qué pasa, si esto sigue igual, entonces estaré más confusa que antes.
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