El hombre frente a ellas
comenzó a dar señas y con ellas el resto de los alumnos comenzaron
a sentarse en los asientos. Tania y Erika quedaron a un lado de la
otra.
—Estoy algo nerviosa —Dijo Erika mientras tomaba una servilleta que llevaba en el bolsillo de su toga color vino.
—Todos lo estamos, de hecho, atrás escuché a alguien llorar —Le añadió Tania —Solo espera y podrás escuchar —Ambas se quedaron calladas y esperaron, entre las voces y los ruidos lograron escuchar el llanto de dos chicas, ambas se rieron.
—¡Dios santo, sí que hay personas que están peor que yo! —Se burló Erika.
—¿Significa que no llorarás cuando nos separemos?
—¡Estaremos en el mismo salón! —Le reclamó Erika enojada. Tania solo se rió.
—Lo sé, me gusta mucho hacerte enojar —Le explicó ella.
—Estoy algo nerviosa —Dijo Erika mientras tomaba una servilleta que llevaba en el bolsillo de su toga color vino.
—Todos lo estamos, de hecho, atrás escuché a alguien llorar —Le añadió Tania —Solo espera y podrás escuchar —Ambas se quedaron calladas y esperaron, entre las voces y los ruidos lograron escuchar el llanto de dos chicas, ambas se rieron.
—¡Dios santo, sí que hay personas que están peor que yo! —Se burló Erika.
—¿Significa que no llorarás cuando nos separemos?
—¡Estaremos en el mismo salón! —Le reclamó Erika enojada. Tania solo se rió.
—Lo sé, me gusta mucho hacerte enojar —Le explicó ella.
Los minutos fueron pasando,
más y más personas llenaron el lugar, cada vez más voces se
escuchaban y de vez en cuando el llanto de algunas personas, la
mayoría de estudiantes. Sofía se apareció entre la multitud, y por
azares del destino terminó sentada justo detrás de Erika y de
Tania.
—Erika, hola de nuevo —Le dijo Sofía a Erika mientras se acercaba hacia ella. Erika giró la cabeza al igual que Tania y miraron a Sofía.
—Hola de nuevo, oye, ¿sabes lo de los rumores? —Le preguntó Erika.
—Claro, conforme este día fue acercándose los rumores se hicieron más fuertes, de hecho, dicen que hay un discurso completamente hecho para ella, él y también para ti.
—Mierda... no quiero ser recordada una y otra vez de lo ocurrido. El pasado debe de quedarse en el pasado y no estar una y otra vez recordándolo. ¿Saben qué?, iré a hablar con la directora, con suerte ella entenderá —Sentenció Erika. Ella se levantó y comenzó a caminar en dirección al escenario.
—Erika, hola de nuevo —Le dijo Sofía a Erika mientras se acercaba hacia ella. Erika giró la cabeza al igual que Tania y miraron a Sofía.
—Hola de nuevo, oye, ¿sabes lo de los rumores? —Le preguntó Erika.
—Claro, conforme este día fue acercándose los rumores se hicieron más fuertes, de hecho, dicen que hay un discurso completamente hecho para ella, él y también para ti.
—Mierda... no quiero ser recordada una y otra vez de lo ocurrido. El pasado debe de quedarse en el pasado y no estar una y otra vez recordándolo. ¿Saben qué?, iré a hablar con la directora, con suerte ella entenderá —Sentenció Erika. Ella se levantó y comenzó a caminar en dirección al escenario.
Cruzó a un lado de varios
alumnos, empujando a un par que estorbaban en el camino, fue en
dirección al escenario, y cuando estuvo frente a los escalones
rápidamente los subió esperando a que nadie la viese. Una vez
arriba comenzó a mirar hacia todos lados en busca de la directora,
se encontró con varias pancartas, letreros, una enorme red en el
techo del escenario que tenía cientos de globos y papeles; un montón
de adornos floreados siendo llevados a la parte de atrás del
escenario y notó un enorme par de gradas que cubrían el fondo del
escenario, probablemente allí sería en donde los harían pararse;
encontró todo menos a quien buscaba. Se adentró a los bastidores
cruzando justo por detrás del telón, y para su suerte del otro lado
se encontraba la directora leyendo un par de papeles, ella de
inmediato se le acercó y se paró frente a ella.
—Directora... tengo algo de que hablarle, es sobre los rumores que hay rondando —Le dijo Erika con timidez.
—¿Rumores? Ya es algo tarde como para continuarlos negando. Sí haremos algo conmemorativo para aquellos que tuvieron perdidas, ya fuesen los mismos estudiantes o los padres de familia que perdieron a alguno de sus hijos. Y bien, ahora que sabes puedes irte, ya no tienes nada qué hacer aquí y la ceremonia comenzará muy pronto, así que regresa a tu asiento.
—El caso es que... yo soy Erika, una de las “afectadas” —Dijo ella mientras observaba a la directora.
—¿Tú eres Erika, la misma que perdió a su...? —Antes de terminar Erika la interrumpió.
—Sí, la misma. Ahora, por favor, he venido aquí para que evite hablar, he venido aquí para pedirle, para rogarle que por favor no haga esto, no hable de mi vida, no hable de lo ocurrido en mi pasado, y mucho menos, no hable de la muerte de ella.
—Pero...
—Por favor, no hable por ella, no hable por mí, no hable como si supiese lo que es una perdida así de grande, no hable como si hubiese sentido el mismo dolor que pasamos. Rayos, ¿sabe quién es Vanessa, cierto? Pues ella es una de las otras afectadas. Ella no está aquí, ella sigue encerrada en su casa, completamente deprimida e inconsolable luego de lo ocurrido con su familia. ¿Acaso le gustaría que le reviviesen una horrible situación, acaso le gustaría vivir de nuevo algo que una vez ya la atormentó? En mi caso, no, no me gustaría pasar por eso, y estoy segura que a ella tampoco. Ya he sufrido mucho con su pérdida, no quiero sufrir aún más recordándola —Le dijo Erika. Esperó unos cuantos segundos dándole a la directora de hablar, pero no recibió respuesta y continuó —Lo ocurrido en el pasado se queda en el pasado, no podemos ni debemos de traerlo de vuelta, así que por favor, no hable de eso, no hable ni de mi situación ni la de Vanessa, creo que tampoco sería bueno que hablase de la situación de Ernesto.
—No sé qué decir.
—Puede intentar pedirnos perdón: Puede pensar en que pudo haber tratado de hablar conmigo, con Vanessa o con alguien más que supiese o hubiese vivido una perdida, y no simplemente arrojarse y tratar de hacer algo que parecía ser bueno y agradable, que de alguna manera podría ayudarnos... algo que haría todo lo contrario, que nos devastaría mental y emocionalmente y que, muy probablemente nos llevaría a sufrir mucho más... Tampoco es que la esté regañando, pero, a pesar de que el ser humano tenga la capacidad de sentir empatía, no significa que sus acciones darán exactamente los mismos resultados que uno esperaba de ellas —La directora no habló, simplemente la miró con una expresión de culpa.
—Lo entiendo, y lo lamento —Dijo ella con una voz cortante. Erika sonrió, se dio la vuelta y caminó en la misma dirección en la que había llegado.
—Gracias, por escuchar y por entender —Le dijo Erika mientras desaparecía de su vista.
—Directora... tengo algo de que hablarle, es sobre los rumores que hay rondando —Le dijo Erika con timidez.
—¿Rumores? Ya es algo tarde como para continuarlos negando. Sí haremos algo conmemorativo para aquellos que tuvieron perdidas, ya fuesen los mismos estudiantes o los padres de familia que perdieron a alguno de sus hijos. Y bien, ahora que sabes puedes irte, ya no tienes nada qué hacer aquí y la ceremonia comenzará muy pronto, así que regresa a tu asiento.
—El caso es que... yo soy Erika, una de las “afectadas” —Dijo ella mientras observaba a la directora.
—¿Tú eres Erika, la misma que perdió a su...? —Antes de terminar Erika la interrumpió.
—Sí, la misma. Ahora, por favor, he venido aquí para que evite hablar, he venido aquí para pedirle, para rogarle que por favor no haga esto, no hable de mi vida, no hable de lo ocurrido en mi pasado, y mucho menos, no hable de la muerte de ella.
—Pero...
—Por favor, no hable por ella, no hable por mí, no hable como si supiese lo que es una perdida así de grande, no hable como si hubiese sentido el mismo dolor que pasamos. Rayos, ¿sabe quién es Vanessa, cierto? Pues ella es una de las otras afectadas. Ella no está aquí, ella sigue encerrada en su casa, completamente deprimida e inconsolable luego de lo ocurrido con su familia. ¿Acaso le gustaría que le reviviesen una horrible situación, acaso le gustaría vivir de nuevo algo que una vez ya la atormentó? En mi caso, no, no me gustaría pasar por eso, y estoy segura que a ella tampoco. Ya he sufrido mucho con su pérdida, no quiero sufrir aún más recordándola —Le dijo Erika. Esperó unos cuantos segundos dándole a la directora de hablar, pero no recibió respuesta y continuó —Lo ocurrido en el pasado se queda en el pasado, no podemos ni debemos de traerlo de vuelta, así que por favor, no hable de eso, no hable ni de mi situación ni la de Vanessa, creo que tampoco sería bueno que hablase de la situación de Ernesto.
—No sé qué decir.
—Puede intentar pedirnos perdón: Puede pensar en que pudo haber tratado de hablar conmigo, con Vanessa o con alguien más que supiese o hubiese vivido una perdida, y no simplemente arrojarse y tratar de hacer algo que parecía ser bueno y agradable, que de alguna manera podría ayudarnos... algo que haría todo lo contrario, que nos devastaría mental y emocionalmente y que, muy probablemente nos llevaría a sufrir mucho más... Tampoco es que la esté regañando, pero, a pesar de que el ser humano tenga la capacidad de sentir empatía, no significa que sus acciones darán exactamente los mismos resultados que uno esperaba de ellas —La directora no habló, simplemente la miró con una expresión de culpa.
—Lo entiendo, y lo lamento —Dijo ella con una voz cortante. Erika sonrió, se dio la vuelta y caminó en la misma dirección en la que había llegado.
—Gracias, por escuchar y por entender —Le dijo Erika mientras desaparecía de su vista.
Erika bajó por los pequeños
escalones que daban al escenario, lo hizo a hurtadillas y evitó así
que la vieran, al mirar de vuelta a los asientos vio como en el
pequeño lapso de tiempo que se había ido la gran mayoría de los
asientos habían sido llenados. Entre los alumnos en las filas detrás
de la suya se encontró con un asiento vacío, justo a un lado de
Melinda, la amiga de Vanessa. Ella caminó rápidamente y fue a su
asiento, allí Tania la esperaba mientras que Sofía charlaba con
ella de las cosas que haría en la universidad.
—¿Cómo te fue? —Le preguntó Sofía a Erika al verla sentarse a un lado de Tania.
—Logré hacerla cambiar de parecer, ya no hablará de lo ocurrido, ni por mi parte ni por la de Vanessa. Por cierto... me parece que aún hay personas esperando a que Vanessa llegue. Miren atrás y díganme si no es cierto —Les dijo Erika. Ambas miraron hacia atrás y se encontraron con Melinda sentada a un lado de un asiento vacío.
—Realmente esperan a que ella llegue en cualquier momento —Dijo Tania.
—Sí... aunque eso me extraña, Melinda me dijo que no habían hablado con ella, no entiendo porqué le han dejado incluso hasta un lugar para sentarse —Añadió Erika.
—Se preocupan mucho, igual que nosotras, de hecho, haríamos lo mismo, solo que no será tan obvio, no sé, llevaríamos una fotografía de ella y la alzaríamos con tal de que apareciese en la foto de la graduación, pero dejarle un lugar sin si quiera saber si iría es algo que no llegaríamos a hacer —Explicó Sofía. Las tres se dieron la vuelta y dirigieron su mirada al escenario.
—Sigo nerviosa —Dijo Erika.
—¿Nerviosa? Me da risa que digas eso, de las tres, tú siempre has sido quien menos nervios tiene en toda situación. Recuerda como eras tú siempre quien nos regañaba por estar mordiéndonos las uñas o por andar jugando con nuestro cabello, tú siempre has sido quien nos ha apoyado en estas cosas, así que no se te ocurra tener un colapso nervioso en medio de la ceremonia, ¿Está bien? —Sofía se levantó de su asiento y caminó hacia Erika, se paró detrás de ella y comenzó a respirar sobre su hombro tratando de intimidar a Erika.
—Bueno... lo intentaré... pero deja de hacer eso que me pones aún más nerviosa.
—No lo intentarás, lo lograrás —Le sentenció Sofía mientras regresaba a su asiento —Y no te preocupes, es la primera vez que lo he hecho y probablemente la última.
—¿Y para qué demonios lo hiciste? —Preguntó Erika mientras se giraba y la veía con enojo.
—No lo sé, quería saber que se sentía hacerlo, ya sé —Se burló ella.
—¿Cómo te fue? —Le preguntó Sofía a Erika al verla sentarse a un lado de Tania.
—Logré hacerla cambiar de parecer, ya no hablará de lo ocurrido, ni por mi parte ni por la de Vanessa. Por cierto... me parece que aún hay personas esperando a que Vanessa llegue. Miren atrás y díganme si no es cierto —Les dijo Erika. Ambas miraron hacia atrás y se encontraron con Melinda sentada a un lado de un asiento vacío.
—Realmente esperan a que ella llegue en cualquier momento —Dijo Tania.
—Sí... aunque eso me extraña, Melinda me dijo que no habían hablado con ella, no entiendo porqué le han dejado incluso hasta un lugar para sentarse —Añadió Erika.
—Se preocupan mucho, igual que nosotras, de hecho, haríamos lo mismo, solo que no será tan obvio, no sé, llevaríamos una fotografía de ella y la alzaríamos con tal de que apareciese en la foto de la graduación, pero dejarle un lugar sin si quiera saber si iría es algo que no llegaríamos a hacer —Explicó Sofía. Las tres se dieron la vuelta y dirigieron su mirada al escenario.
—Sigo nerviosa —Dijo Erika.
—¿Nerviosa? Me da risa que digas eso, de las tres, tú siempre has sido quien menos nervios tiene en toda situación. Recuerda como eras tú siempre quien nos regañaba por estar mordiéndonos las uñas o por andar jugando con nuestro cabello, tú siempre has sido quien nos ha apoyado en estas cosas, así que no se te ocurra tener un colapso nervioso en medio de la ceremonia, ¿Está bien? —Sofía se levantó de su asiento y caminó hacia Erika, se paró detrás de ella y comenzó a respirar sobre su hombro tratando de intimidar a Erika.
—Bueno... lo intentaré... pero deja de hacer eso que me pones aún más nerviosa.
—No lo intentarás, lo lograrás —Le sentenció Sofía mientras regresaba a su asiento —Y no te preocupes, es la primera vez que lo he hecho y probablemente la última.
—¿Y para qué demonios lo hiciste? —Preguntó Erika mientras se giraba y la veía con enojo.
—No lo sé, quería saber que se sentía hacerlo, ya sé —Se burló ella.
A pesar de que todo el teatro
se encontraba repleto, con todos los asientos usados exceptuando el
que se encontraba a un lado de Melinda, la ceremonia aún no
comenzaba. Había muchas voces haciendo eco en el enorme auditorio,
las risas, los llantos y las charlas se podían escuchar venir de
todos lados. El escenario de vez en cuando percibía movimiento, se
iban a mover de lugar adornos, se movían los haces de luz y algunas
veces se movieron de lugar las diferentes plataformas que había a lo
largo del escenario en donde los alumnos se pararían frente a todo
el auditorio. Las luces comenzaron a apagarse, y con esto, todos en
el interior del edificio sabían lo que estaba por ocurrir.
La directora se apareció
frente al escenario, justo en el centro, se paró frente a un
micrófono y miró al auditorio repleto de alumnos y familiares de
estos.
—Muchas gracias a todos por venir. Es increíble ver el gran compromiso que tanto los alumnos como familiares tienen sobre asuntos escolares, me agrada mucho eso. Yendo directo a lo que vinimos a hacer, todos los alumnos presentes fueron quienes, tras tres largos años llenos de tragedias, de dolor, de cansancio y de lágrimas; de alegrías y de desesperaciones; de trabajo arduo y pesado; de cientos de cosas que los volvieron lo que son ahora; fueron aquellos quienes lograron pasar sobre toda adversidad y lograron volverse adultos responsables. Ustedes, sí, todos ustedes, les puedo asegurar que empezaron como gatos asustados, y mírense ahora, enormes leones que no le temen a nada, leones capaces de hacer todo lo que les apetezca... —Mientras el discurso de la directora era dicho, Erika le daba vueltas al asunto referente a Vanessa, no podía quitarse de la cabeza el hecho de que le habían apartado un lugar, tal vez ellos habían sido quienes iban a hacer el evento por ella, tal vez ellos la llamaron y estaban esperando a que se apareciera... no tenía ni una idea de lo que estaría por pasar, y eso la incomodaba mucho.
—Muchas gracias a todos por venir. Es increíble ver el gran compromiso que tanto los alumnos como familiares tienen sobre asuntos escolares, me agrada mucho eso. Yendo directo a lo que vinimos a hacer, todos los alumnos presentes fueron quienes, tras tres largos años llenos de tragedias, de dolor, de cansancio y de lágrimas; de alegrías y de desesperaciones; de trabajo arduo y pesado; de cientos de cosas que los volvieron lo que son ahora; fueron aquellos quienes lograron pasar sobre toda adversidad y lograron volverse adultos responsables. Ustedes, sí, todos ustedes, les puedo asegurar que empezaron como gatos asustados, y mírense ahora, enormes leones que no le temen a nada, leones capaces de hacer todo lo que les apetezca... —Mientras el discurso de la directora era dicho, Erika le daba vueltas al asunto referente a Vanessa, no podía quitarse de la cabeza el hecho de que le habían apartado un lugar, tal vez ellos habían sido quienes iban a hacer el evento por ella, tal vez ellos la llamaron y estaban esperando a que se apareciera... no tenía ni una idea de lo que estaría por pasar, y eso la incomodaba mucho.
Mientras alumno tras alumno
era llamado para recibir su certificados de graduación, ella
constantemente giraba y miraba hacia el asiento vacío, de vez en
cuando veía a Melinda hablar con el compañero que tenía a su lado,
y en una de esas, cuando Erika miraba hacia atrás, su mirada se topó
con la de Melinda, quien ya había visto varias veces a Erika girar
en su dirección. Melinda agitó su mano saludando a Erika, ella de
inmediato se dio la vuelta y puso su mirada de regreso al escenario,
en donde los alumnos subían y se paraban sobre las gradas que ella
había visto previamente.
—¿Qué ocurre? —Le preguntó Tania a Erika. Ella no respondió —Te he visto mirar hacia atrás varias veces en los últimos minutos, ¿qué ocurre, acaso algo te molesta? —Preguntó de nuevo Tania con preocupación.
—Es sobre Vanessa... Si miras hacia atrás verás a Melinda, ella está como si nada estuviese ocurriendo, como si ella nunca hubiese existido, pero a un lado de ella tienes la prueba irrefutable de que aún se preocupa por ella, la prueba de que espera a que llegue y se siente allí, a un lado de ella... No lo entiendo —Le explicó Erika. Tania miró hacia atrás, y como Erika le describió, allí se encontraba Melinda hablando con su compañera, con una gran sonrisa en su rostro, como si lo de Vanessa no le fuese importante, luego miró hacia el asiento, y era exactamente como ella lo había dicho, había un asiento vacío.
—Tal vez es como lo han dicho, el pasado debe de quedarse en el pasado, debemos de dejar de darle importancia a los hechos que nos ocurrieron y darle más importancia a los hechos que nos están por ocurrir —Le trató de explicar Tania.
—Pero allí está lo extraño, ella, a pesar de que parece haber dejado atrás esa situación, la vuelve a traer al presente al haber dejado esa silla sola.
—Puede que solo haya sido un error, tal vez se esperaba que Vanessa llegase a la graduación y por eso se dejó el asiento.
—Mira de nuevo. Estamos separados por un profesor, cada grupo está separado por un profesor que se encuentra sentado en un asiento, si miras y tratas de buscar al profesor encargado del grupo de Melinda, lo encontrarás en el suelo y no en un asiento como el resto— Dijo Erika—Espera... no fue planeado —Se murmuró Erika. Una expresión de sorpresa apareció en su rostro.
—¿Qué? —
—No fue planeado, por eso el profesor está en el suelo. Debieron de haberle pedido que se fuese a sentar allí para dejarle lugar a Vanessa —Le explicó Erika a Tania mientras la miraba directamente a sus ojos.
—Erika, cálmate, incluso si fue así, puede que ella ni siquiera venga, y si viene, entonces deberías de alegrarte y no ponerte tan histérica —Le dijo Tania intentando calmarla. Sofía se dio cuenta de lo desesperada que Erika se veía y se inclinó hacia ambas.
—Cálmense. Si no piensan unirme a su conversación entonces no hagan tanto alboroto que aquí hay personas intentando escuchar música —Les dijo Sofía mientras se quitaba uno de sus auriculares.
—Melinda y su grupo están planeando hacer algo con Vanessa —Le dijo rápidamente Erika a Sofía, su expresión cada vez mostraba más lo desesperada que se encontraba.
—¿Qué?... no te entendí, habla más lento por favor.
—Vanessa vendrá y le harán algo especial... no podemos dejar que hagan eso, no podemos dejar que lastimen a Vanessa de nuevo —Le repitió Erika a Tania. Ella de inmediato miró hacia Melinda, ella notó eso y le regresó la mirada.
—¿Qué ocurre? —Le preguntó Tania a Erika. Ella no respondió —Te he visto mirar hacia atrás varias veces en los últimos minutos, ¿qué ocurre, acaso algo te molesta? —Preguntó de nuevo Tania con preocupación.
—Es sobre Vanessa... Si miras hacia atrás verás a Melinda, ella está como si nada estuviese ocurriendo, como si ella nunca hubiese existido, pero a un lado de ella tienes la prueba irrefutable de que aún se preocupa por ella, la prueba de que espera a que llegue y se siente allí, a un lado de ella... No lo entiendo —Le explicó Erika. Tania miró hacia atrás, y como Erika le describió, allí se encontraba Melinda hablando con su compañera, con una gran sonrisa en su rostro, como si lo de Vanessa no le fuese importante, luego miró hacia el asiento, y era exactamente como ella lo había dicho, había un asiento vacío.
—Tal vez es como lo han dicho, el pasado debe de quedarse en el pasado, debemos de dejar de darle importancia a los hechos que nos ocurrieron y darle más importancia a los hechos que nos están por ocurrir —Le trató de explicar Tania.
—Pero allí está lo extraño, ella, a pesar de que parece haber dejado atrás esa situación, la vuelve a traer al presente al haber dejado esa silla sola.
—Puede que solo haya sido un error, tal vez se esperaba que Vanessa llegase a la graduación y por eso se dejó el asiento.
—Mira de nuevo. Estamos separados por un profesor, cada grupo está separado por un profesor que se encuentra sentado en un asiento, si miras y tratas de buscar al profesor encargado del grupo de Melinda, lo encontrarás en el suelo y no en un asiento como el resto— Dijo Erika—Espera... no fue planeado —Se murmuró Erika. Una expresión de sorpresa apareció en su rostro.
—¿Qué? —
—No fue planeado, por eso el profesor está en el suelo. Debieron de haberle pedido que se fuese a sentar allí para dejarle lugar a Vanessa —Le explicó Erika a Tania mientras la miraba directamente a sus ojos.
—Erika, cálmate, incluso si fue así, puede que ella ni siquiera venga, y si viene, entonces deberías de alegrarte y no ponerte tan histérica —Le dijo Tania intentando calmarla. Sofía se dio cuenta de lo desesperada que Erika se veía y se inclinó hacia ambas.
—Cálmense. Si no piensan unirme a su conversación entonces no hagan tanto alboroto que aquí hay personas intentando escuchar música —Les dijo Sofía mientras se quitaba uno de sus auriculares.
—Melinda y su grupo están planeando hacer algo con Vanessa —Le dijo rápidamente Erika a Sofía, su expresión cada vez mostraba más lo desesperada que se encontraba.
—¿Qué?... no te entendí, habla más lento por favor.
—Vanessa vendrá y le harán algo especial... no podemos dejar que hagan eso, no podemos dejar que lastimen a Vanessa de nuevo —Le repitió Erika a Tania. Ella de inmediato miró hacia Melinda, ella notó eso y le regresó la mirada.
Por unos segundos se
estuvieron mirando, pero luego fueron interrumpidas cuando la
directora llamó al grupo de Melinda a que pasase al frente del
escenario. Rápidamente Melinda se alejó y la mirada entre ambas se
rompió.
—Erika, cálmate, no pasará nada malo —Le dijo Tania intentando calmar a la desesperada Erika.
—No lo entiendes, si Vanessa llega y ellos deciden hablar sobre lo ocurrido, entonces todo terminará horriblemente mal —Le dijo Erika mientras miraba a Melinda subir hacia el escenario.
—Cálmate, si vemos que algo malo está por ocurrir intervenimos, si no es así, entonces no hacemos nada, ¿está bien? —Le sentenció Tania.
—Pero...
—Erika, cálmate por favor. Guarda esas energías para cuando sea necesario, como la siguiente semana, que será mi cumpleaños y mis padres no estarán —Le pidió Sofía mientras la miraba con una sonrisa en su rostro.
—Bien... lo haré, pero, en serio, si vemos que algo está por ocurrir, intervenimos, no quiero verla llorar de nuevo —Finalizó Erika.
—Erika, cálmate, no pasará nada malo —Le dijo Tania intentando calmar a la desesperada Erika.
—No lo entiendes, si Vanessa llega y ellos deciden hablar sobre lo ocurrido, entonces todo terminará horriblemente mal —Le dijo Erika mientras miraba a Melinda subir hacia el escenario.
—Cálmate, si vemos que algo malo está por ocurrir intervenimos, si no es así, entonces no hacemos nada, ¿está bien? —Le sentenció Tania.
—Pero...
—Erika, cálmate por favor. Guarda esas energías para cuando sea necesario, como la siguiente semana, que será mi cumpleaños y mis padres no estarán —Le pidió Sofía mientras la miraba con una sonrisa en su rostro.
—Bien... lo haré, pero, en serio, si vemos que algo está por ocurrir, intervenimos, no quiero verla llorar de nuevo —Finalizó Erika.
Las tres volvieron a prestar
atención a lo que ocurría en el escenario, Erika y Tania sentada en
los asientos y Sofía hincada en el suelo mirando sobre el hombro de
Erika. Lentamente los alumnos del grupo de Melinda fueron pasando a
recibir su certificado de graduación de manos de la directora, quien
a todos les dio un fuerte y amigable saludo de mano. A la mitad del
grupo, poco antes de que Melinda pasase por su certificado, el ruido
de unas puertas abriéndose en la parte trasera del auditorio, justo
en la entrada a este, se escuchó resonar por todo el lugar, de
inmediato todos giraron sus cabezas hacia atrás en busca del origen
de ese ruido. Por unos segundos no se escuchó ni se vio nada, y
cuando la esperanza de que algo ocurriese desapareció lentamente
todos comenzaron a mirar de vuelta hacia el escenario, todos lo
hicieron, todos menos Erika, Sofía y Tania, quienes siguieron
mirando las entradas esperando a que algo se apareciese.
—Tal vez fue alguien que salió del lugar —Trató de explicar Tania.
—Pero es extraño, ¿no? Esas puertas deberían de abrirse y cerrarse en silencio para evitar que se distraiga al auditorio así como acaba de ocurrir... no lo sé pero, me parece muy extraño y peculiar.
—Hoy estás muy sospechosa de todo Erika, será mejor irnos directamente a mi casa en lugar de la fiesta.
—Tal vez lo esté, pero, hay muchas razones para sospechar.... No sé en qué pensar... —Dijo ella mientras se agarraba el cabello.
—Deja de pensar en esas cosas, solo piensa en lo que harás en las vacaciones ahora que las clases han terminado, ya no tendrías que estar yendo de un lado a otro, y, tendrás todo el tiempo del mundo para hacer cualquier cosa que se te ocurra.
—Lo haré... por mi bien... —Suspiró al final Erika.
—Tal vez fue alguien que salió del lugar —Trató de explicar Tania.
—Pero es extraño, ¿no? Esas puertas deberían de abrirse y cerrarse en silencio para evitar que se distraiga al auditorio así como acaba de ocurrir... no lo sé pero, me parece muy extraño y peculiar.
—Hoy estás muy sospechosa de todo Erika, será mejor irnos directamente a mi casa en lugar de la fiesta.
—Tal vez lo esté, pero, hay muchas razones para sospechar.... No sé en qué pensar... —Dijo ella mientras se agarraba el cabello.
—Deja de pensar en esas cosas, solo piensa en lo que harás en las vacaciones ahora que las clases han terminado, ya no tendrías que estar yendo de un lado a otro, y, tendrás todo el tiempo del mundo para hacer cualquier cosa que se te ocurra.
—Lo haré... por mi bien... —Suspiró al final Erika.
Su atención regresó al
escenario, allí vieron como el resto del grupo de Melinda pasó,
aunque hubo un corto silencio luego de que todos hubiesen pasado,
quien nombraba y llamaba a los distintos alumnos volvió a
hablar.
—Vanessa... —Cuando el nombre hizo eco en el auditorio y llegó a los oídos de Erika, esta se puso en alerta, ya no solo tenía toda su atención puesta en el frente del escenario, si no que ahora la tenía puesta completamente a sus alrededores. Un silencio incómodo se haba apoderado del auditorio, nadie hablaba, y de vez en cuando se escuchaba a alguien toser. Pasaron segundos, y fue hasta que la directora se limpió la garganta tosiendo un par de veces que el silencio que llenaba el auditorio se rompió.
—Vanessa... —Cuando el nombre hizo eco en el auditorio y llegó a los oídos de Erika, esta se puso en alerta, ya no solo tenía toda su atención puesta en el frente del escenario, si no que ahora la tenía puesta completamente a sus alrededores. Un silencio incómodo se haba apoderado del auditorio, nadie hablaba, y de vez en cuando se escuchaba a alguien toser. Pasaron segundos, y fue hasta que la directora se limpió la garganta tosiendo un par de veces que el silencio que llenaba el auditorio se rompió.
—Pasaremos al siguiente grupo.
¡Felicidades a todos los del grupo...! —Dijo la directora con
emoción, pero antes de poder terminar de hablar, algunos de los
ahora ex-alumnos que yacían detrás de ella comenzaron a hablar y a
hacer expresiones de sorpresa.
La directora notó el
alboroto que se estaba dando, cuando se dio la vuelta se encontró
con muchos de los alumnos hablando entre sí, y algunos cuantos
señalando hacia la sala. Erika notó como una enorme sonrisa
aparecía en el rostro de Melinda, de inmediato se dio la vuelta,
haciendo lo mismo que muchas otras personas estaban haciendo. Al
girarse su mirada se topó con una chica quien caminaba por el
pasillo justo a la izquierda de Erika. Llevaba una toga color vino,
justo igual al del resto de los estudiantes. Llevaba unas zapatillas
azules, y justo por debajo de la toga se podía ver que llevaba un
vestido del mismo color. Mientras aquella chica caminaba por el
pasillo en dirección al escenario, la mirada de Erika siguió
subiendo por su cuerpo, viéndolo detenidamente. Se encontró con un
corto y despeinado cabello que le llegaba hasta el cuello, cabello
que ni si quiera el birrete podía cubrir. Erika no pudo ver su
rostro, pero sabía perfectamente quien era. Aquella chica quien
caminaba se detuvo justo en la fila en donde Erika se encontraba
sentada, ella se dio media vuelta y miró justo a donde ella se
encontraba.
—Vanessa —Murmuró Erika cuando pudo ver por primera vez el rostro de aquella chica. Era Vanessa, aquella chica quien caminaba solitariamente por el pasillo era su amiga de toda la vida, Vanessa.
—¡Vanessa, vamos, ven a recoger tu reconocimiento!
—¿Por qué hacen tanto alboroto sobre una chica? —Preguntó alguien frente a Erika. Ella pensó en contestarles e incluso llevó las palabras a su boca, pero se detuvo a si misma, no quería hacer de algo ya muy llamativo aún más, no quería afectar de forma negativa a Vanessa.
—Vanessa —Murmuró Erika cuando pudo ver por primera vez el rostro de aquella chica. Era Vanessa, aquella chica quien caminaba solitariamente por el pasillo era su amiga de toda la vida, Vanessa.
—¡Vanessa, vamos, ven a recoger tu reconocimiento!
—¿Por qué hacen tanto alboroto sobre una chica? —Preguntó alguien frente a Erika. Ella pensó en contestarles e incluso llevó las palabras a su boca, pero se detuvo a si misma, no quería hacer de algo ya muy llamativo aún más, no quería afectar de forma negativa a Vanessa.
Vanessa siguió caminando,
llegó hasta los pequeños escalones que daban al escenario y subió,
caminó a la directora y se paró a su lado. Ella extendió su mano
en donde tenía el certificado de Vanessa, con calma lo tomó y lo
acercó a su pecho, sujetándolo con fuerza. Ella notó de inmediato
que algunas personas se le quedaron viendo extrañadas por su
peculiar acción, de inmediato bajó el papel y lo sujetó con ambas
manos, se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia las gradas en
donde el resto de sus compañeros la esperaban, pero encontrándose
justo a la mitad del camino, Melinda bajó corriendo de las gradas y
fue hacia a un lado de la directora.
—Vanessa... ¿puedes acercarte de nuevo? —Le preguntó Melinda a Vanessa quien había sujetado de vuelta el papel muy cerca de su pecho.
—Espera, no vayas a decir el discurso, no lo hagas —Le susurró la directora a Melinda, si bien tenía buenas intenciones le salió todo mal, le susurró tan de cerca que lo que le había dicho logró pasar al micrófono, y todo el auditorio escuchó lo que dijo. Cuando ella se percató de eso tomó a Melinda del brazo y la alejó del micrófono, dejando a Vanessa sola, parada justo en medio del escenario. Erika estaba tranquila sabiendo que la directora evitaría que Melinda hablase, pero cuando vio a Vanessa acercarse al micrófono comenzó a sudar y se puso nerviosa, no sabía qué pasaría.
—Hola —Dijo Vanessa con pena y timidez —No sé como empezar a hablar... de hecho, nunca he sido buena con los discursos... Eh... Bien. Mi nombre es Vanessa. Soy estudiante, o bien, era estudiante de esta preparatoria. Aquella chica con la que la directora está hablando es Melinda, una de mis amigas y compañeras de mi clase. Es bien sabido por muchos aquí que, hace un tiempo yo tuve una perdida, no me meteré en detalles, no lo haré, no pensaré en algo que ya me lastimó mucho, no recordaré de nuevo aquel dolor que sufrí... Puede que Melinda haya tenido buenas intenciones, puede que la directora también lo haya hecho, puede que muchos de ustedes las tengan ahora mismo, pero, ¿en realidad creen que sus buenas intenciones provocarán un bien tan grande como esperan? En el caso de mi problema y el de otras personas aquí presentes, no, no lo hará, solo lo empeorará. Perdóname Melinda, también usted directora, pero lo único que harían con esos discursos sería encender de nuevo la mecha, nos empujarían de vuelta en aquellos caminos de dolor y de tristeza, y nos harían más mal que bien.
—Vanessa —Se murmuró a si misma Erika mientras escuchaba con atención las palabras que Vanessa tenía que decir.
—Aquellos eventos que nos ocurrieron en el pasado, sean tristes, alegres, placenteros y lamentables... son del pasado y deben de quedarse en el pasado. No hay razones para traerlos de vuelta, ¿y saben por qué? Porque tanto el presente como el futuro son más importantes que el pasado. ¿Por qué recordar una y otra vez un error que cometimos si podemos intentar enmendarlo?; ¿Por qué seguir picando las heridas y no dejar que se cierren si bien podemos dejar que se hagan cicatrices y así tener el placer de poder quitarlas? Nuestro presente y nuestro futuro deben de ser lo más importante de nuestras vidas, deberían de ser aquello que nos permiten continuar avanzando, que nos permiten ver que hay un camino más adelante. Yo me di cuenta de ello algo tarde, no sabía que podía avanzar así que simplemente me quedé atascada, esperando a que algo ocurriese, recordando cada día mi pasado... y a pesar de que me había quedado estancada mis amigas siempre regresaban a tratar de ayudarme, me daban palabras de aliento que me permitían tratar seguir avanzando... y hace unos días ocurrió, ellas fueron a mi casa, me llenaron de ideas, de pensamientos, me empujaron, me sacaron de aquel agujero en donde había caído. Ellas me salvaron y me permitieron ver el camino oculto, un camino que siempre había estado frente a mis ojos. Hace un par de semanas no había ni pensado en venir a la ceremonia, pero luego de que ellas me visitaron todo se volvió más claro y tomé mis decisiones, y ahora estoy aquí, hablándole a un auditorio entero lleno de un montón de personas desconocidas. Como dije antes, tus intenciones son buenas Melinda, pero no harías más que mal con ellas. Nuestro presente y nuestro futuro deberían de ser aquellos cosas que rigen nuestras vidas, no nuestro pasado —Finalizó Vanessa.
—Vanessa... ¿puedes acercarte de nuevo? —Le preguntó Melinda a Vanessa quien había sujetado de vuelta el papel muy cerca de su pecho.
—Espera, no vayas a decir el discurso, no lo hagas —Le susurró la directora a Melinda, si bien tenía buenas intenciones le salió todo mal, le susurró tan de cerca que lo que le había dicho logró pasar al micrófono, y todo el auditorio escuchó lo que dijo. Cuando ella se percató de eso tomó a Melinda del brazo y la alejó del micrófono, dejando a Vanessa sola, parada justo en medio del escenario. Erika estaba tranquila sabiendo que la directora evitaría que Melinda hablase, pero cuando vio a Vanessa acercarse al micrófono comenzó a sudar y se puso nerviosa, no sabía qué pasaría.
—Hola —Dijo Vanessa con pena y timidez —No sé como empezar a hablar... de hecho, nunca he sido buena con los discursos... Eh... Bien. Mi nombre es Vanessa. Soy estudiante, o bien, era estudiante de esta preparatoria. Aquella chica con la que la directora está hablando es Melinda, una de mis amigas y compañeras de mi clase. Es bien sabido por muchos aquí que, hace un tiempo yo tuve una perdida, no me meteré en detalles, no lo haré, no pensaré en algo que ya me lastimó mucho, no recordaré de nuevo aquel dolor que sufrí... Puede que Melinda haya tenido buenas intenciones, puede que la directora también lo haya hecho, puede que muchos de ustedes las tengan ahora mismo, pero, ¿en realidad creen que sus buenas intenciones provocarán un bien tan grande como esperan? En el caso de mi problema y el de otras personas aquí presentes, no, no lo hará, solo lo empeorará. Perdóname Melinda, también usted directora, pero lo único que harían con esos discursos sería encender de nuevo la mecha, nos empujarían de vuelta en aquellos caminos de dolor y de tristeza, y nos harían más mal que bien.
—Vanessa —Se murmuró a si misma Erika mientras escuchaba con atención las palabras que Vanessa tenía que decir.
—Aquellos eventos que nos ocurrieron en el pasado, sean tristes, alegres, placenteros y lamentables... son del pasado y deben de quedarse en el pasado. No hay razones para traerlos de vuelta, ¿y saben por qué? Porque tanto el presente como el futuro son más importantes que el pasado. ¿Por qué recordar una y otra vez un error que cometimos si podemos intentar enmendarlo?; ¿Por qué seguir picando las heridas y no dejar que se cierren si bien podemos dejar que se hagan cicatrices y así tener el placer de poder quitarlas? Nuestro presente y nuestro futuro deben de ser lo más importante de nuestras vidas, deberían de ser aquello que nos permiten continuar avanzando, que nos permiten ver que hay un camino más adelante. Yo me di cuenta de ello algo tarde, no sabía que podía avanzar así que simplemente me quedé atascada, esperando a que algo ocurriese, recordando cada día mi pasado... y a pesar de que me había quedado estancada mis amigas siempre regresaban a tratar de ayudarme, me daban palabras de aliento que me permitían tratar seguir avanzando... y hace unos días ocurrió, ellas fueron a mi casa, me llenaron de ideas, de pensamientos, me empujaron, me sacaron de aquel agujero en donde había caído. Ellas me salvaron y me permitieron ver el camino oculto, un camino que siempre había estado frente a mis ojos. Hace un par de semanas no había ni pensado en venir a la ceremonia, pero luego de que ellas me visitaron todo se volvió más claro y tomé mis decisiones, y ahora estoy aquí, hablándole a un auditorio entero lleno de un montón de personas desconocidas. Como dije antes, tus intenciones son buenas Melinda, pero no harías más que mal con ellas. Nuestro presente y nuestro futuro deberían de ser aquellos cosas que rigen nuestras vidas, no nuestro pasado —Finalizó Vanessa.
Nadie
habló, todos miraban impresionados e impactados por el discurso que
Vanessa hecho. Ella no esperaba nada, pero cuando alguien del publico
comenzó a aplaudir una sonrisa apareció en su rostro: Era Erika
quien aplaudía, y para que Vanessa la pudiese ver ella decidió
levantarse de su asiento y aplaudir con más fuerza. La sonrisa en el
rostro de Vanessa se volvió aún más grande al darse cuenta de que
era su amiga quien lo hacía. Instantes después tanto Tania como
Sofía también se levantaron de sus asientos y comenzaron a
aplaudir, seguidas por Marisol, el padre de Sofía, Claudia y muchos
de los compañeros de los alumnos. Pronto todo el auditorio,
incluyendo a los estudiantes que se encontraban sobre el escenario,
estaban aplaudiendo. Un par de lágrimas corrieron por las mejillas
de Vanessa, eran de alegría, estaba totalmente impresionada por lo
que todos estaban haciendo, y lo que la hacía más feliz era el
hecho de que lo estaban haciendo por ella. Melinda se acercó a ella
mientras aplaudía, se paró frente a ella y le dio un abrazo, cuando
Melinda la soltó Vanessa vio como Erika, Sofía, su padre y Marisol
corrían por entre los pasillos, yendo en dirección al escenario,
cuando estuvieron parados frente a los escalones los subieron
corriendo y se acercaron a Vanessa con los brazos extendidos. Los
cuatro la rodearon y le dieron un abrazo, ella se soltó en llanto y
les regresó el abrazo a todos.
—El pasado está escrito, pero el futuro no lo está. Nuestras decisiones son infinitas. Vanessa lo ha dicho, hace semanas ella no tenía pensado venir, ahora está aquí presente, parada frente al escenario rodeada de personas que la aprecian y la quieren, todo gracias a que dejó atrás a su pasado. ¡Vamos, todos dejen atrás su pasado y vivan el presente, piensen en sus futuros. Piensen en las miles de posibilidades. Piensen en el hecho de que mañana podrán encontrarse rodeados de seres queridos, de personas que los quieren; piensen en el hecho de que podrán ganar un ascenso en su trabajo, o incluso ganar la lotería. Piensen en las posibilidades y no en las cosas que ya ocurrieron, en las cosas que ya no pueden cambiar! —Les dijo la directora con mucho entusiasmo mientras caminaba y se situaba justo frente Vanessa y al resto —Este mundo...
—El pasado está escrito, pero el futuro no lo está. Nuestras decisiones son infinitas. Vanessa lo ha dicho, hace semanas ella no tenía pensado venir, ahora está aquí presente, parada frente al escenario rodeada de personas que la aprecian y la quieren, todo gracias a que dejó atrás a su pasado. ¡Vamos, todos dejen atrás su pasado y vivan el presente, piensen en sus futuros. Piensen en las miles de posibilidades. Piensen en el hecho de que mañana podrán encontrarse rodeados de seres queridos, de personas que los quieren; piensen en el hecho de que podrán ganar un ascenso en su trabajo, o incluso ganar la lotería. Piensen en las posibilidades y no en las cosas que ya ocurrieron, en las cosas que ya no pueden cambiar! —Les dijo la directora con mucho entusiasmo mientras caminaba y se situaba justo frente Vanessa y al resto —Este mundo...
“...
Está lleno de posibilidades... Cada decisión que tomamos nos abre
nuevas puertas a nuevas posibilidades. Es una cadena interminable,
una cadena que, al menos, a
diferencia del destino
podremos llegar a cambiar...”
Siguiente parte
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