—¡Pero están vestidas con la ropa con la que durmieron! —"
La
celebración estaba por empezar, tanto Erika, como Sofía y Vanessa
se encontraban rodeando la mesa. Marisol y el padre de Sofía se
habían ido a su luna de miel y habían dejado a Sofía sola, todo
con tal de darle unos cuantos días para poder celebrar su cumpleaños
al máximo. Le habían dejado suficiente dinero, y como ambos sabían
que no beberían ni fumarían por obvias razones, estaban seguros de
que nada pasaría, nada que fuese malo para alguna de las tres.
Tenían puesta una pequeña
mesa justo en medio de la sala, frente al televisor y justo por
delante del sofá. Tenían un montón de cajas de DVD
con películas y series que querían ver, unas de ellas que ya habían
visto con anterioridad pero que querían volver a ver. Tanto el
control del televisor como del reproductor de discos yacían sobre la
mesa. Tenían un teléfono celular en medio de la mesa y había una
cartera con varios billetes saliendo de esta justo en el borde de la
mesa. Había varios platos de diferentes tamaños en la mesa, varios
platos planos y algunos tazones; había cuchillos, tenedores y
cucharas además de varios vasos esparcidos por toda la mesa. El
timbre de la puerta sonó y Erika pasó corriendo por la sala, tomó
la billetera y salió hacia el pasillo que daba a la puerta de la
casa. Cuando abrió la puerta se encontró a un repartidor de pizzas
que se quedó viendo a Erika al ver que se encontraba desnuda,
únicamente cubierta por una toalla blanca.
—¿Cuánto será? —Le preguntó Erika mientras comenzaba a sacar unos cuantos billetes de la billetera. No recibió respuesta, pero cuando se dio cuenta del porqué de inmediato regañó al repartidor —¿Acaso nunca has visto a una adolescente con una toalla? —Él de inmediato se asustó por el tono de voz con el que ella le había reclamado, le entregó las pizzas y miró hacia su cara, estaba sonrojado —De nuevo, ¿Cuánto será? —Volvió a preguntar ella.
—Son ciento cincuenta —Respondió él. Extendió su mano acercándola a la de Erika, ella sacó tres billetes y se los entregó. Él los recibió con mucha pena y vergüenza, se dio la vuelta y corrió a su motocicleta que lo esperaba justo en la acera frente a la casa.
—¡Gracias! —Le gritó Erika mientras él se subía en su motocicleta y se iba.
—¿Cuánto será? —Le preguntó Erika mientras comenzaba a sacar unos cuantos billetes de la billetera. No recibió respuesta, pero cuando se dio cuenta del porqué de inmediato regañó al repartidor —¿Acaso nunca has visto a una adolescente con una toalla? —Él de inmediato se asustó por el tono de voz con el que ella le había reclamado, le entregó las pizzas y miró hacia su cara, estaba sonrojado —De nuevo, ¿Cuánto será? —Volvió a preguntar ella.
—Son ciento cincuenta —Respondió él. Extendió su mano acercándola a la de Erika, ella sacó tres billetes y se los entregó. Él los recibió con mucha pena y vergüenza, se dio la vuelta y corrió a su motocicleta que lo esperaba justo en la acera frente a la casa.
—¡Gracias! —Le gritó Erika mientras él se subía en su motocicleta y se iba.
Erika dejó las tres cajas
que le había entregado el repartidor sobre la mesa en la sala, dejó
la billetera a un lado de la televisión y fue al comedor, allí se
encontró a Sofía y a Vanessa riéndose.
—Pagarán —Les dijo Erika mientras caminaba hacia la estufa y tomaba su ropa que yacía sobre uno de los muebles.
—Sí, lo sabemos... pero fue bastante interesante. No creía que lo fueses a hacer —Le dijo Vanessa mientras continuaba riéndose. Erika salió de la habitación, desapareciendo de la vista de ambas princesas.
—Yo sí cumplo. Y como dije, pagarán, ambas, no se salvarán de mi furia —Les amenazó Erika. En unos segundos ella regresó completamente vestida, tenía una camisa naranja, un pantalón de mezclilla y llevaba el cabello suelto. Se paró frente a ellas y las miró con detenimiento —¿Acaso no piensan arreglarse?
—Ya estamos arregladas —Le contestó Vanessa.
—¡Pero están vestidas con la ropa con la que durmieron! —Les reclamó Erika. Ambas se rieron y salieron de la cocina.
—¡Ya, vente a la sala o empezaremos sin ti! —Le gritó Sofía desde la otra habitación. Erika tomó un par de bolsas de papas fritas y una botella de salsa picante y salió de la cocina, fue a la sala y dejó las cosas debajo de la mesa.
—Pagarán —Les dijo Erika mientras caminaba hacia la estufa y tomaba su ropa que yacía sobre uno de los muebles.
—Sí, lo sabemos... pero fue bastante interesante. No creía que lo fueses a hacer —Le dijo Vanessa mientras continuaba riéndose. Erika salió de la habitación, desapareciendo de la vista de ambas princesas.
—Yo sí cumplo. Y como dije, pagarán, ambas, no se salvarán de mi furia —Les amenazó Erika. En unos segundos ella regresó completamente vestida, tenía una camisa naranja, un pantalón de mezclilla y llevaba el cabello suelto. Se paró frente a ellas y las miró con detenimiento —¿Acaso no piensan arreglarse?
—Ya estamos arregladas —Le contestó Vanessa.
—¡Pero están vestidas con la ropa con la que durmieron! —Les reclamó Erika. Ambas se rieron y salieron de la cocina.
—¡Ya, vente a la sala o empezaremos sin ti! —Le gritó Sofía desde la otra habitación. Erika tomó un par de bolsas de papas fritas y una botella de salsa picante y salió de la cocina, fue a la sala y dejó las cosas debajo de la mesa.
Sofía
y Vanessa se encontraban sentadas en el sofá mirando la televisión,
Erika se puso hasta el otro extremo de sofá, dejando a las otras dos
juntas y se puso a ver lo mismo que las otras dos veían. Con el paso
del tiempo fueron tomando rebanadas de la pizza que Erika había
dejado sobre la mesa. Con las horas se iban turnando para cambiar el
disco que tenían en el reproductor, pasaban de películas a series y
luego de regreso a las películas. Con el tiempo, tanto la pizza como
las bebidas se les fueron acabando, y para cuando llegó el anochecer
ya solo les quedaba un poco de cada uno. Las tres se dieron cuenta de
que les haría falta comprar más cosas si querían continuar
celebrando el cumpleaños de Sofía, se arreglaron, tomaron la
billetera y salieron de la casa, Erika dirigiéndose a la tienda y
las otras dos yendo hacia en dirección contraria a Erika.
Ambas caminaban por la acera,
el cielo seguía teñido de un tono naranja, el mismo color que
anunciaba que el anochecer estaba por caer.
—Entonces, ¿Qué cenaremos? —Le preguntó Vanessa a Sofía.
—No tengo idea —Contestó Sofía mientras se rascaba la cabeza.
—Si bien recuerdo por aquí hay un lugar donde venden comida para llevar... o bien, podemos comprar más pizza —Le añadió Vanessa con entusiasmo.
—¡No más pizza por favor! —Le dijo Sofía. Vanessa se rió por la expresión de Sofía.
—Perfecto, entonces compraremos comida para llevar. Pero hay que avisarle a Erika donde será, que luego nos regañará por no haberle dicho —Le finalizó Vanessa.
—Entonces, ¿Qué cenaremos? —Le preguntó Vanessa a Sofía.
—No tengo idea —Contestó Sofía mientras se rascaba la cabeza.
—Si bien recuerdo por aquí hay un lugar donde venden comida para llevar... o bien, podemos comprar más pizza —Le añadió Vanessa con entusiasmo.
—¡No más pizza por favor! —Le dijo Sofía. Vanessa se rió por la expresión de Sofía.
—Perfecto, entonces compraremos comida para llevar. Pero hay que avisarle a Erika donde será, que luego nos regañará por no haberle dicho —Le finalizó Vanessa.
En
unos minutos ambas princesas estuvieron paradas frente a la entrada
del local de comida. Sofía entró y comenzó a pedir la orden,
Vanessa estaba a su lado corrigiéndola y también haciendo su propio
pedido. Una vez que las ordenes de ambas fueron recibidas las dos
salieron y se pararon a un lado de la entrada.
—¿La policía sabe algo? —Le preguntó Sofía a Vanessa.
—Si supieran algo, o bien lo habrían anunciado en las noticias o habrían venido a buscarme —Le contestó Vanessa.
—Se puede decir que hicimos un buen trabajo, ¿no?
—Sí, se puede decir eso. Y además, el hecho de que Erika sugiriese arrojar lo que quedó al río fue lo mejor que pudimos haber hecho. Enterrarlos no habría sido una muy buena opción, y bueno, el tratarlos de quemar de nuevo luego de haberlo intentado por dos horas tampoco habría sido muy buena opción.
—Si tan solo Erika no los hubiese decidido quemar hubiéramos podido arrojarlos a los perros salvajes, o incluso haberlos dejado en el bosque a ver si algún animal se los comía.
—La verdad sí fue algo extremo el usar fuego, pero eso sí, solo nos quedaron unos cuantos huesos, todo lo demás se volvió ceniza. De no ser por eso habríamos tenido que cargar sesenta kilos hasta el bosque, y sin vehículo para hacerlo habría sido imposible.
—Eso sí, aunque sigo sin poder olvidarme de ese fuerte olor que emanó del cuerpo mientras lo quemábamos.
—¿La policía sabe algo? —Le preguntó Sofía a Vanessa.
—Si supieran algo, o bien lo habrían anunciado en las noticias o habrían venido a buscarme —Le contestó Vanessa.
—Se puede decir que hicimos un buen trabajo, ¿no?
—Sí, se puede decir eso. Y además, el hecho de que Erika sugiriese arrojar lo que quedó al río fue lo mejor que pudimos haber hecho. Enterrarlos no habría sido una muy buena opción, y bueno, el tratarlos de quemar de nuevo luego de haberlo intentado por dos horas tampoco habría sido muy buena opción.
—Si tan solo Erika no los hubiese decidido quemar hubiéramos podido arrojarlos a los perros salvajes, o incluso haberlos dejado en el bosque a ver si algún animal se los comía.
—La verdad sí fue algo extremo el usar fuego, pero eso sí, solo nos quedaron unos cuantos huesos, todo lo demás se volvió ceniza. De no ser por eso habríamos tenido que cargar sesenta kilos hasta el bosque, y sin vehículo para hacerlo habría sido imposible.
—Eso sí, aunque sigo sin poder olvidarme de ese fuerte olor que emanó del cuerpo mientras lo quemábamos.
Ambas siguieron platicando,
detrás de Vanessa Sofía pudo ver a Erika llegar corriendo.
—¿Pidieron mi orden? —Preguntó Erika mientras recuperaba el aliento.
—Sí, todo con cebollas —Le contestó Vanessa.
—¡No! —Le gritó ella mientras entraba corriendo al establecimiento.
—Eres muy mala con ella —Le reclamó Sofía.
—Soy mala con todos —Segundos después de que entrase, Erika salió y miró con enojo a Vanessa —Ni me lo digas, lo sé, me quieres mucho y te quieres casar conmigo.
—Listo. Gracias por no poner cebolla en mi comida —Le dijo Erika.
—Para eso están las amigas —Contestó Vanessa.
—¿De qué estaban hablando? —Les preguntó Erika mientras se sentaba en el escalón frente a la entrada.
—Sobre Ernesto —Respondió Sofía.
—Oh cierto, me había olvidado por completo de ello. La policía no ha encontrado nada, por lo que sé se cansaron de buscar y abandonaron el caso, que sería lo mejor para nosotras —Le dijo Erika.
—Con suerte y es así. Aunque de igual forma, si estuviesen investigando aún su desaparición, no tenemos porqué tener miedo, hace ya semanas que tiramos lo que quedó de él al río, en este momento aquellos restos deben de estar ya muy lejos de donde los arrojamos. Estaremos bien solo si ninguna llega a hablar —Le contestó Sofía.
—No lo haremos, estamos en esta juntas. Si alguien habla las tres nos hundiremos juntas —Les sentenció Vanessa. Pasaron varios minutos, ninguna continuó hablando, únicamente se miraban unas a otras. Sofía entró de vuelta en el local, las otras dos princesas lograron escuchar su voz e instantes después ella salió con un par de bolsas de plástico que dentro llevaban varios recipientes con comida.
—¿Pidieron mi orden? —Preguntó Erika mientras recuperaba el aliento.
—Sí, todo con cebollas —Le contestó Vanessa.
—¡No! —Le gritó ella mientras entraba corriendo al establecimiento.
—Eres muy mala con ella —Le reclamó Sofía.
—Soy mala con todos —Segundos después de que entrase, Erika salió y miró con enojo a Vanessa —Ni me lo digas, lo sé, me quieres mucho y te quieres casar conmigo.
—Listo. Gracias por no poner cebolla en mi comida —Le dijo Erika.
—Para eso están las amigas —Contestó Vanessa.
—¿De qué estaban hablando? —Les preguntó Erika mientras se sentaba en el escalón frente a la entrada.
—Sobre Ernesto —Respondió Sofía.
—Oh cierto, me había olvidado por completo de ello. La policía no ha encontrado nada, por lo que sé se cansaron de buscar y abandonaron el caso, que sería lo mejor para nosotras —Le dijo Erika.
—Con suerte y es así. Aunque de igual forma, si estuviesen investigando aún su desaparición, no tenemos porqué tener miedo, hace ya semanas que tiramos lo que quedó de él al río, en este momento aquellos restos deben de estar ya muy lejos de donde los arrojamos. Estaremos bien solo si ninguna llega a hablar —Le contestó Sofía.
—No lo haremos, estamos en esta juntas. Si alguien habla las tres nos hundiremos juntas —Les sentenció Vanessa. Pasaron varios minutos, ninguna continuó hablando, únicamente se miraban unas a otras. Sofía entró de vuelta en el local, las otras dos princesas lograron escuchar su voz e instantes después ella salió con un par de bolsas de plástico que dentro llevaban varios recipientes con comida.
Erika fue la primera en
comenzar a comer, seguida por Vanessa y por Sofía. Las tres comían,
trataban de socializar entre sí y bebían del refresco que Erika
había traído de la tienda, todo mientras veían una serie en la
televisión. A veces se reían, tanto por los comentarios de una de
ellas, o por algo que ocurría en la serie que veían.
—Las extrañaré cuando pasemos a la universidad... —Dijo Erika mientras dejaba su recipiente aún con comida sobre la mesa.
—También yo. Tenemos la suerte de estar en la misma universidad pero, seremos mucho más distantes que cuando estábamos en la preparatoria. Extrañaré estas pequeñas reuniones nuestras —Le añadió Sofía mientras tomaba un sorbo de su vaso con refresco. Vanessa no dijo nada, solo se quedó callada.
—Vanessa, tú eres a quien más extrañaremos —Le dijo Erika al notarla tan callada —De no ser por ti, no habríamos llegado hasta este punto, no habríamos encontrado en lo que somos buenas y, bueno, nuestras vidas no habrían sido iguales.
—Pero, ¿acaso no creen que, de no ser por mí, nada malo les habría ocurrido, no creen que habrían tenido una mayor alegría y felicidad en sus vidas? —Les preguntó Vanessa mientras dejaba su comida sobre la mesa.
—No, la verdad no. Esta vida es nuestra única vida. Si algo ocurrió estuvo planeado a que ocurriese así, no hay nada que pudiésemos cambiar, y aunque pudiésemos, no cambiaríamos nada. Sí, tal vez podría haber cosas más felices, tal vez habríamos tenido mejore vidas, pero no es así, no tenemos la oportunidad de cambiar nada. Esta es nuestra vida, una vida que nosotras queremos y apreciamos, una vida que no cambiaríamos por nada —Contestó Erika con seriedad.
—¿En serio soy tan especial para ustedes? —preguntó Vanessa sorprendida por la respuesta que le había dicho Erika.
—Claro que lo eres tonta —Contestó Sofía con entusiasmo, luego continuó —Tú lo dijiste antes: “Las cosas que nos ocurrieron, fuesen buenas o malas, fueron las cosas que nos llevaron a donde nos encontramos, a este punto de nuestra vida. En mi caso, yo no quiero ni pienso en cambiar nada. Esta vida llena de sufrimientos, no solo me ha dejado con muchos aprendizajes, si no que también me ha permitido disfrutar de mi vida de mejores formas. Tras cada sufrimiento he pasado por una alegría, y si bien, he sufrido, aquellas alegrías han sido lo suficiente como para poder darme la energía y la fuerza para poder continuar adelante.”... En resumen: “Este mundo es tan bello como debe de ser”
—¿Qué rayos significa eso? —Le preguntó Erika.
—Tú sabes... eh... Significa que, el mundo es tan bello como debe de ser...
—¡Acabas de repetir lo mismo! —Le reclamó Erika confundida.
—¡Lo sé, estaba buscando una respuesta!... El mundo no necesita nada diferente, es perfecto así como es actualmente. Nuestras decisiones han sido lo que lo han llevado a este el ser un mundo perfecto, y tomar otras decisiones no nos darían el mismo resultado —Le explicó Sofía. A un lado de ambas lograron escuchar un llanto, de inmediato miraron hacia Vanessa, quien tenía unas cuantas lágrimas corriendo por sus mejillas.
—No llores. Está bien que lo hagas, pero no llores por esto. Somos tus amigas y sabes bien que siempre estaremos a tu lado, siempre te apoyaremos, y siempre veremos por tu bien, siempre —Le dijo Erika mientras se levantaba del sofá e iba a darle un abrazo a Vanessa. Sofía, quien se encontraba sentada a un lado de Vanessa también le dio un abrazo.
—Así como ya te hemos apoyado muchas veces, continuaremos apoyándote, ya que tu felicidad es la nuestra —Le sentenció Sofía. El llanto de Vanessa se volvió más fuerte, y conforme lo hacía, lágrimas continuaban empapando su rostro.
—Deja de llorar condenada, guarda eso para más tarde, cuando comencemos con las series de romance —Le pidió Erika. El teléfono sobre la mesa comenzó a sonar, de inmediato Sofía lo tomó y contestó.
—¿Hola? —Preguntó ella —Sí, soy yo, Sofía, ¿quién habla?
—Oye, ¿puedes traernos más papas de la cocina? —Le pidió Erika mientras le entregaba uno de los tazones. Sofía lo tomó con su mano izquierda, mientras que con la derecha sujetaba el teléfono contra su oreja.
—Las extrañaré cuando pasemos a la universidad... —Dijo Erika mientras dejaba su recipiente aún con comida sobre la mesa.
—También yo. Tenemos la suerte de estar en la misma universidad pero, seremos mucho más distantes que cuando estábamos en la preparatoria. Extrañaré estas pequeñas reuniones nuestras —Le añadió Sofía mientras tomaba un sorbo de su vaso con refresco. Vanessa no dijo nada, solo se quedó callada.
—Vanessa, tú eres a quien más extrañaremos —Le dijo Erika al notarla tan callada —De no ser por ti, no habríamos llegado hasta este punto, no habríamos encontrado en lo que somos buenas y, bueno, nuestras vidas no habrían sido iguales.
—Pero, ¿acaso no creen que, de no ser por mí, nada malo les habría ocurrido, no creen que habrían tenido una mayor alegría y felicidad en sus vidas? —Les preguntó Vanessa mientras dejaba su comida sobre la mesa.
—No, la verdad no. Esta vida es nuestra única vida. Si algo ocurrió estuvo planeado a que ocurriese así, no hay nada que pudiésemos cambiar, y aunque pudiésemos, no cambiaríamos nada. Sí, tal vez podría haber cosas más felices, tal vez habríamos tenido mejore vidas, pero no es así, no tenemos la oportunidad de cambiar nada. Esta es nuestra vida, una vida que nosotras queremos y apreciamos, una vida que no cambiaríamos por nada —Contestó Erika con seriedad.
—¿En serio soy tan especial para ustedes? —preguntó Vanessa sorprendida por la respuesta que le había dicho Erika.
—Claro que lo eres tonta —Contestó Sofía con entusiasmo, luego continuó —Tú lo dijiste antes: “Las cosas que nos ocurrieron, fuesen buenas o malas, fueron las cosas que nos llevaron a donde nos encontramos, a este punto de nuestra vida. En mi caso, yo no quiero ni pienso en cambiar nada. Esta vida llena de sufrimientos, no solo me ha dejado con muchos aprendizajes, si no que también me ha permitido disfrutar de mi vida de mejores formas. Tras cada sufrimiento he pasado por una alegría, y si bien, he sufrido, aquellas alegrías han sido lo suficiente como para poder darme la energía y la fuerza para poder continuar adelante.”... En resumen: “Este mundo es tan bello como debe de ser”
—¿Qué rayos significa eso? —Le preguntó Erika.
—Tú sabes... eh... Significa que, el mundo es tan bello como debe de ser...
—¡Acabas de repetir lo mismo! —Le reclamó Erika confundida.
—¡Lo sé, estaba buscando una respuesta!... El mundo no necesita nada diferente, es perfecto así como es actualmente. Nuestras decisiones han sido lo que lo han llevado a este el ser un mundo perfecto, y tomar otras decisiones no nos darían el mismo resultado —Le explicó Sofía. A un lado de ambas lograron escuchar un llanto, de inmediato miraron hacia Vanessa, quien tenía unas cuantas lágrimas corriendo por sus mejillas.
—No llores. Está bien que lo hagas, pero no llores por esto. Somos tus amigas y sabes bien que siempre estaremos a tu lado, siempre te apoyaremos, y siempre veremos por tu bien, siempre —Le dijo Erika mientras se levantaba del sofá e iba a darle un abrazo a Vanessa. Sofía, quien se encontraba sentada a un lado de Vanessa también le dio un abrazo.
—Así como ya te hemos apoyado muchas veces, continuaremos apoyándote, ya que tu felicidad es la nuestra —Le sentenció Sofía. El llanto de Vanessa se volvió más fuerte, y conforme lo hacía, lágrimas continuaban empapando su rostro.
—Deja de llorar condenada, guarda eso para más tarde, cuando comencemos con las series de romance —Le pidió Erika. El teléfono sobre la mesa comenzó a sonar, de inmediato Sofía lo tomó y contestó.
—¿Hola? —Preguntó ella —Sí, soy yo, Sofía, ¿quién habla?
—Oye, ¿puedes traernos más papas de la cocina? —Le pidió Erika mientras le entregaba uno de los tazones. Sofía lo tomó con su mano izquierda, mientras que con la derecha sujetaba el teléfono contra su oreja.
Ella
desapareció de la habitación. Desde la cocina se podía escuchar
las risas de ambas princesas, Sofía sonrió al escucharlas. Dejó el
tazón de cristal sobre la encimera, tomó la bolsa llena de frituras
y la vació en el tazón, lo tomó de vuelta y se dio la vuelta, por
unos instantes miró hacia donde ambas princesas se encontraban. Dio
unos cuantos pasos hacia la salida de la cocina, y fue en ese momento
en que, una pequeña sonrisa que tenía en su rostro se transformó
en un gesto de horror. Ella se detuvo al instante, sus ojos se
abrieron llenos de terror, y pequeñas gotas de sudor comenzaron a
salir de su frente. Instantes después de haberse detenido, el tazón
que llevaba en sus manos cayó al suelo, rompiéndose en miles de
pedazos que se esparcieron por todo el suelo.
Erika
y Vanessa escucharon el estruendo que hizo el tazón de cristal al
romperse y de inmediato salieron de la sala y corrieron a la cocina,
en donde encontraron a Sofía parada justo frente a la puerta, frente
a cientos de fragmentos de cristal que habían cubierto el
suelo.
—Sofía, ¿qué ha ocurrido? —Le preguntó Erika preocupada. Sofía alzó lentamente su mirada y vio directamente a Erika a los ojos.
—Mis padres... murieron —Le contestó Sofía con una voz cortante. Ella soltó el teléfono que sujetaba con su mano derecha, y este cayó justo sobre varios de los pedazos de cristal. Ella se dejó caer al suelo de rodillas, enterrando varios afilados pedazos de vidrio en ellas, no le importó. Lágrimas comenzaron a salir de sus ojos y corrieron por todo su rostro hasta llegar a su barbilla, en donde caían libremente al suelo.
—Sofía, no hagas eso, te lastimarás —Le dijo Erika mientras corría hacia ella y la intentaba levantar. Vanessa tomó el teléfono del suelo, y a punto de colgar la llamada logró escuchar la voz de quien había estado hablando con Sofía.
—Lo lamento mucho. Realmente lamento su perdida. Haremos lo posible para encontrar al culpable del accidente de auto que tuvieron sus padres, lo encontraremos y lo haremos pagar por lo que le han quitado. Por favor... —El hombre continuó hablando, Vanessa alejó el teléfono de su oreja y lo arrojó al suelo, y de inmediato fue a abrazar a Sofía.
—¡Ellos no debían de morir, no debían de hacerlo! —Gritó Sofía desconsolada. Su llanto hizo eco por toda la casa —Era su luna de miel, debían de haber estado celebrando su nueva vida... esto no debía de ocurrir, ¡No debía!
—Cálmate Sofía, cálmate —Le dijo Erika intentando consolarla.
—Ellos están muertos... mis padres están muertos —Lloró Sofía —Era su luna de miel, hace tan solo unos días atrás ellos se habían casado, hace tan solo unos días de que ella había pasado a formar parte de mi familia, a ser aquella persona que durante mucho tiempo nos había faltado a mi padre y a mí... y ahora está muerta. Marisol... no, mamá... mamá está muerta... ¡mamá está muerta! —El llanto de Sofía se volvió más fuerte. Más y más lágrimas corrían por su rostro mientras Erika y Vanessa trataban de consolarla y calmarla. Ambas la estaban abrazando, intentando darle cariño, intentando evitar que sufriese, pero no podían hacer mucho, ella continuó llorando, lamentando la muerte de su padre y de Marisol, una y otra vez.
—Sofía, ¿qué ha ocurrido? —Le preguntó Erika preocupada. Sofía alzó lentamente su mirada y vio directamente a Erika a los ojos.
—Mis padres... murieron —Le contestó Sofía con una voz cortante. Ella soltó el teléfono que sujetaba con su mano derecha, y este cayó justo sobre varios de los pedazos de cristal. Ella se dejó caer al suelo de rodillas, enterrando varios afilados pedazos de vidrio en ellas, no le importó. Lágrimas comenzaron a salir de sus ojos y corrieron por todo su rostro hasta llegar a su barbilla, en donde caían libremente al suelo.
—Sofía, no hagas eso, te lastimarás —Le dijo Erika mientras corría hacia ella y la intentaba levantar. Vanessa tomó el teléfono del suelo, y a punto de colgar la llamada logró escuchar la voz de quien había estado hablando con Sofía.
—Lo lamento mucho. Realmente lamento su perdida. Haremos lo posible para encontrar al culpable del accidente de auto que tuvieron sus padres, lo encontraremos y lo haremos pagar por lo que le han quitado. Por favor... —El hombre continuó hablando, Vanessa alejó el teléfono de su oreja y lo arrojó al suelo, y de inmediato fue a abrazar a Sofía.
—¡Ellos no debían de morir, no debían de hacerlo! —Gritó Sofía desconsolada. Su llanto hizo eco por toda la casa —Era su luna de miel, debían de haber estado celebrando su nueva vida... esto no debía de ocurrir, ¡No debía!
—Cálmate Sofía, cálmate —Le dijo Erika intentando consolarla.
—Ellos están muertos... mis padres están muertos —Lloró Sofía —Era su luna de miel, hace tan solo unos días atrás ellos se habían casado, hace tan solo unos días de que ella había pasado a formar parte de mi familia, a ser aquella persona que durante mucho tiempo nos había faltado a mi padre y a mí... y ahora está muerta. Marisol... no, mamá... mamá está muerta... ¡mamá está muerta! —El llanto de Sofía se volvió más fuerte. Más y más lágrimas corrían por su rostro mientras Erika y Vanessa trataban de consolarla y calmarla. Ambas la estaban abrazando, intentando darle cariño, intentando evitar que sufriese, pero no podían hacer mucho, ella continuó llorando, lamentando la muerte de su padre y de Marisol, una y otra vez.
“El
destino de este mundo siempre será el mismo. La tragedia lo rodea, a
todos y cada uno de sus habitantes. No importa cuanta felicidad pasen
por, siempre será el mismo final para todos: uno lleno de tragedia.”
Fin del segundo llanto
Siguiente llanto: La caída del reino
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja un comentario con tu opinión acerca de lo que leíste ;)